Buenos días. Volvamos a hacerlo todo. Somos capaces, ¿no es cierto? Este es uno de los conceptos de este encuentro de ENADE, de este encuentro donde nos juntamos. Para mí ese es un concepto fundamental: que podamos juntarnos, que podamos entendernos, que podamos dialogar. Por eso hicimos el Mundial del 62, que está reflejado en esta crónica de imágenes que hemos presentado recién. Porque podemos hacerlo todo. Porque podemos volver a hacerlo.
Estas palabras de Dittborn tienen mucho que ver también con el concepto fundamental de este encuentro: Verba et facta. Del latín hacemos la traducción no al español, sino que al chileno: del dicho al hecho hay mucho trecho. ¿Y cuánto trecho había después de que Carlos Dittborn, con su famoso discurso de junio del 56, consiguiera el Mundial para Chile? Era un largo recorrido, porque resulta que cuando estábamos empezando, cuando estábamos construyendo este Mundial, de pronto nos encontramos con que la naturaleza nos da un golpe de nocaut. Sí, nos tira al piso. ¿Qué pasó? El 22 de junio de 1960, con epicentro en Traiguén, se genera el movimiento sísmico, el terremoto más grande que recuerde la humanidad desde que existe medición: 9,5. Chile no solo golpeado, sino destruido.
El presidente de aquel entonces, don Jorge Alessandri, sabía mucho de lo que estaba pasando: que había que dar prioridad a reconstruir el país. Pero estaba lo otro, ¿qué hacemos con el Mundial? Falta un año y un poco más. ¿Qué hacemos? El gobierno, todos los sectores políticos, se juntaron. Se dieron cuenta de que había que dejar atrás los mezquinos intereses y las ventajas particulares. Había que juntarse para poder reconstruir y para poder seguir construyendo el Mundial. Y así fue. Hicimos el Mundial del 62 y ustedes ven cómo una historia icónica del deporte se mezcla.
Con esto de palabras y hechos podemos hacerlo todo, en la expresión tan feliz de Carlos Dittborn. Los egos: ¿qué papel tan desagradable y, a la vez, tan importante juegan en las relaciones de los equipos, en las relaciones de quienes tienen la responsabilidad de definir y conseguir objetivos en un momento determinado? Si nos desprendemos de los egos, de las vanidades, de lo individual, quizá podamos empujar todos el mismo carro para llegar a las metas que nos proponemos.
Les quiero contar una historia muy breve en la presentación de este encuentro. Ocurre hace no tanto tiempo. Ustedes la conocen, pero quiero recordar un hecho que ha quedado casi en el archivo y no ha tenido la relevancia que merece. Hablamos de Atenas 2004, Juegos Olímpicos, con Chile realizando una actuación impresionante en el tenis. Nicolás Massú gana la semifinal el día viernes. Chile clasifica a la final de dobles, que se jugaba el sábado, y el domingo se disputaba la final de individuales. Y Nicolás Massú había considerado seriamente la posibilidad de no jugar la final de dobles. Esto que les digo es cierto. Conversando con su técnico, con el Pato Rodríguez, habían determinado que era mejor descansar el sábado.
Y, de pronto, ¿qué ocurre? Fernando González entra a su habitación y le dice: “Nico, quiero tener la oportunidad de ganar una medalla de oro. Quiero jugar el dobles”. Nicolás sabía que esa petición iba en contra de sus intereses, pero, respetando el colectivo y el sentido de unidad, respondió: “Sí, Fernando, vamos, vamos”. Ese es el sentido de equipo que necesitamos. Porque cuando se sumó uno más uno, el resultado no fue dos, sino un millón —o veinte millones— de chilenos empujando a esos dos muchachos para darnos la primera medalla de oro olímpica de nuestra historia. Este es un ejemplo de cómo, trabajando en equipo, podemos alcanzar metas impresionantes.
Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo. Año 1956. Año 2025. Porque podemos, volvamos a hacerlo todo. Depende de nosotros.
Me quiero poner de pie, y quiero que ustedes también se pongan de pie, para entonar nuestro himno nacional en el comienzo de este magnífico encuentro de NAE.
[Tramo ininteligible; se registran repeticiones de la expresión "de la flor", sin contenido discernible.]
Se sumarán también, en algunos minutos más, representantes de las iglesias presentes en nuestro país: Monseñor Fernando Chomalí, Arzobispo de Santiago; el representante de la Iglesia Evangélica, Obispo Eduardo Sit; y el señor Walter Dahmer, de la Iglesia Luterana. Saludamos a los ministros de Estado hoy presentes: señor Nicolás Grau, Ministro de Hacienda; muchas gracias, ministro, por acompañarnos; a la señora Jessica López, Ministra de Obras Públicas; al señor Juan Carlos Muñoz, Ministro de Transportes y Telecomunicaciones; a la señora Ignacia Fernández, Ministra de Agricultura. Señoras y señores subsecretarios y subsecretarias de Estado; a los excelentísimos embajadores y embajadoras y representantes del Cuerpo Diplomático. Saludamos también a los honorables senadores y diputados de la República. Saludamos a las autoridades del Poder Judicial, del Banco Central, del Consejo de Defensa del Estado y de la Contraloría General de la República. Saludamos a los miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden Público presentes también esta mañana. Saludamos a los representantes gremiales y empresariales, encabezados por la presidenta de la Confederación de la Producción y del Comercio, señora Susana Jiménez. Saludamos al mundo de la academia, en especial a Juan Carlos de la Llera, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Un saludo muy especial también a los amigos de la sociedad civil, representados por organismos como Empresas por Chile, Teletón, Hogar de Cristo, Desafío, Techo y diversas fundaciones e instituciones aquí presentes. Saludamos a los Cóndores de Chile, nuestros campeones del rugby. A nuestros anfitriones, al directorio de ICARE y a su presidente, Holger Paulmann, y a todos sus socios colaboradores.
Un especial saludo, luego de estos largos vocativos, a todas y todos los presentes esta mañana y a quienes nos están siguiendo desde distintas plataformas audiovisuales. Damos inicio así a ENADE 2025. Hoy, a las puertas de un nuevo ciclo político, comenzamos esta jornada que cuenta con la colaboración y confianza de los socios colaboradores de ICARE, a quienes agradecemos su compromiso en la misión de impulsar la excelencia empresarial para un mejor desarrollo y progreso de nuestro país.
Comenzamos con el primer bloque de ENADE 2025, en el que escucharemos las miradas del mundo empresarial y del gobierno sobre los desafíos que enfrenta nuestro país. Por eso quiero dejar con ustedes a quien encabeza esta convocatoria, el presidente de ICARE, señor Holger Paulmann.
¿Qué tal, amigos y amigas? Antes de empezar mi discurso, quiero agradecer especialmente al equipo de ICARE. Llevan meses trabajando durísimo, así que les pido un aplauso. Primera ENADE de mi querida Maida Díaz, así que felicitaciones. Hay un gran equipo de ICARE en el backstage haciendo posible este tipo de eventos. Realizamos aproximadamente 150 eventos a lo largo del año, y este, sin duda, es el más importante para nosotros. Muchísimas gracias a todo el equipo de ICARE y a todos los proveedores que nos ayudan a hacerlo posible.
Amigas y amigos, como cada año la comunidad empresarial chilena se reúne en el Encuentro Nacional de la Empresa, tal como lo ha hecho en sus 47 versiones a lo largo de siete décadas, celebrando tanto en tiempos de bonanza como en épocas de crisis, en periodos de expansión como en momentos de estancamiento económico. Quiero, en primer lugar, hacer extensivos los agradecimientos de nuestra conductora y, además, reiterar nuestro reconocimiento a Su Excelencia, el Presidente de la República, por acompañarnos en esta versión de ENADE, aun encontrándose en visita de Estado en Roma, y hacerlo gracias a la tecnología que hoy nos permite acortar las distancias. Muchas gracias, Presidente. Del mismo modo, quiero expresar nuestro profundo reconocimiento a una invitada especial, cuyo rol está teniendo una enorme trascendencia en la actual vida del país. Me refiero a la señora Contralora General de la República.
Dorothy Pérez, quien expondrá hoy los lineamientos para asegurar el correcto uso de los recursos públicos. Agradecemos también la participación del Ministro de Economía, Fomento y Turismo, Nicolás Grau, muchas gracias por acompañarnos, y de la Presidenta de la Confederación de la Producción y del Comercio, Susana Jiménez, quienes abordarán las visiones del gobierno y del sector privado sobre el estado actual de la economía y del mundo empresarial. De igual modo, esta jornada contará con tres testimonios que encarnan la fuerza de la colaboración intersectorial, que es precisamente el espíritu que queremos proyectar desde ENADE. Desde la sociedad civil nos acompaña Mario Kreutzberger, desde la empresa Soraya Cassis, y desde la academia el rector Juan Carlos de la Hiera. Ellos representan el poder de la convergencia entre el mundo privado, la academia y la sociedad civil organizada. Tres miradas distintas que, unidas al sector público, ilustran lo que entendemos como el verdadero motor del progreso. Porque el desarrollo no se construye desde una sola trinchera, sino desde la colaboración entre todos los sectores que hacen posible un país que avanza.
A los candidatos presidenciales que nos acompañan hoy, también les quiero agradecer. Gobernar Chile es, sin duda, una de las tareas más difíciles y exigentes que existen. Quienes asumen ese desafío saben que se trata de conducir un país que hoy está lleno de tensiones, que reclaman visión, coraje y capacidad de construir acuerdos. Justamente por eso, este espacio es una oportunidad distinta. No se trata solo de exponer aspiraciones generales, sino de mostrar cómo cada uno piensa convertir esas aspiraciones en hechos. La ciudadanía espera escuchar cómo abordarán las tensiones que marcan nuestro presente y nuestro futuro. Y por eso, en este panel los invitamos a pasar del qué al cómo.
Quiero agradecer a las empresas, a los empresarios, a sus ejecutivos y directivos, grandes, medianas y pequeñas. Desde ICARE somos testigos del esfuerzo permanente por agregar valor a los trabajadores, a los clientes, a las industrias y al país. Y con especial énfasis, agradecemos a nuestros socios colaboradores, cuyo compromiso hace posible materializar la agenda de ICARE. Valoramos profundamente el compromiso de todos nuestros invitados de hoy, porque ENADE es el punto de encuentro más importante de ICARE, donde se juntan las ideas, las personas y las organizaciones, y con el paso de los años se ha transformado en un espacio irreemplazable dentro de la agenda pública y privada del país. La razón es simple: ICARE es una institución cuyo compromiso esencial es promover la excelencia empresarial, entendida no como un fin en sí mismo, sino como un motor de desarrollo y progreso para todos. Ese es nuestro norte, plenamente coherente y coincidente con los intereses superiores de Chile.
En este contexto, recibimos la presente versión de ENADE, dándoles la más cordial bienvenida a quienes nos acompañan presencialmente y a los miles de chilenos que nos siguen esta jornada. El lema de este año nos recuerda algo muy simple: las palabras inspiran, pero solo los hechos transforman la realidad. Hoy celebramos un logro que no es menor: existe un consenso transversal sobre la importancia del crecimiento económico como condición indispensable para el progreso social. Hace algunos años esa idea era puesta en duda; hoy, al menos en el plano de las palabras, es compartida. Eso es el verba. Pero nos falta el facta: pasar del diagnóstico a la acción. Y acción significa entrar en lo difícil, porque aquí no hay bala de plata: enfrentar la informalidad, agilizar las autorizaciones que frenan la inversión, responder al envejecimiento acelerado de la población y a la baja natalidad, recuperar la calidad de la educación y apostar de verdad por la ciencia, la innovación y la productividad. Nos falta también la capacidad política de generar acuerdos que trasciendan el corto plazo, porque si los consensos logrados se rompen, retrocederemos. Verba et facta nos desafía a eso: a que el consenso no se quede solo en palabras, sino que se traduzca en una hoja de ruta de unidad, con propósito, sostenida en medidas estructurales, persistentes y verificables. Para pasar del verba al facta debemos partir por mirar con realismo...
...punto en el que estamos. Solo reconociendo la magnitud de nuestros desafíos podremos transformarlos en oportunidades. Amigas y amigos, llevamos más de una década creciendo por debajo del 2% y, a este ritmo, duplicar el ingreso per cápita nos tomará más de 35 años. En los años 90 la productividad explicaba hasta el 40% de nuestro crecimiento. Hoy, después de 15 años estancada, casi no aporta nada. La informalidad laboral afecta a uno de cada tres trabajadores, dejando a cientos de miles de familias sin protección. Y aunque hemos avanzado con la ley de permisos sectoriales, que recogió principios valiosos de coordinación, plazos y rendición de cuentas, el desafío que queda por delante sigue siendo enorme. Los consensos que inspiraron esa ley son los mismos que podrían guiar el resto de nuestras reformas: reglas claras, procedimientos predecibles y confianza en la colaboración público-privada. Modernizar la institucionalidad ambiental y de patrimonio implica pasar del exceso de normas a un verdadero sistema, donde las leyes dialoguen y no se contradigan. Hay un camino iniciado, pero llegó la hora de apurar el tranco.
En orden y seguridad, aunque la tasa de homicidios cayó un 13,8% en el primer semestre de este año, la inseguridad sigue siendo la principal preocupación de los chilenos. Enfrentar el crimen organizado se ha vuelto una condición necesaria para que el país pueda volver a crecer. Como lo dijo hace algunos días la presidenta de la CPC, Susana Jiménez, la madre de las batallas en Chile es la seguridad.
La paradoja chilena es clara: tenemos todo lo que el mundo necesita, pero no hemos sabido organizarnos para transformar esa riqueza en bienestar, en confianza, en orgullo y en oportunidades para cada hogar. La respuesta no puede ser seguir atrincherados y polarizados. Hace un rato lo vimos en el video introductorio: Chile ya lo hizo en el pasado. Tuvimos épocas doradas de crecimiento gracias a consensos estratégicos, a clústeres y articulaciones que articularon las capacidades productivas, y a políticas que dieron dirección y permitieron, entre otras cosas, erradicar la desnutrición infantil, multiplicar la escolaridad, duplicar la esperanza de vida y crear industrias líderes a nivel mundial.
Es tiempo de darnos una nueva oportunidad. Proponemos inaugurar el tiempo de lo público-privado: un país donde lo público y lo privado se reconocen como parte de un mismo futuro. Al empresariado le corresponde abrazar la competencia sana, innovar, invertir, competir con ética y elevar la productividad con visión de largo plazo. Y al Estado le corresponde garantizar la seguridad pública, reglas claras y marcos estables que permitan que el talento florezca y que los proyectos avancen sin trabas innecesarias. A la academia y a la sociedad civil les corresponde aportar conocimiento, cohesión y propósito, porque sin educación de calidad, sin ciencia y sin innovación no hay desarrollo sostenible. Esto significa corresponsabilidad: entender que el progreso no es patrimonio de un sector, sino de todos. Es un nuevo código cultural. No queremos escuchar más “tú en tu pega y yo en la mía”, sino reemplazar la desconfianza por colaboración, los diagnósticos por acción y las divisiones por un horizonte común, porque el futuro no se construye con bandos, sino con unidad de propósito.
El llamado es a honrar nuestra esencia hacedora, lo que hoy ocurre silenciosamente en Chile y que debemos lograr en forma excepcional. En el extremo sur, el hidrógeno verde ya es parte de la economía real y comienza a transformar comunidades y empleos. En el norte, la ciencia y la agroindustria están haciendo florecer el desierto, combinando innovación, trabajo y sostenibilidad. En las costas, la colaboración entre la Armada, la academia y el sector público impulsa nuevas rutas de innovación marina y tecnológica. Y en los valles del centro, la fruticultura y la viticultura se reinventan con investigación, sostenibilidad y orgullo territorial.
Estos ejemplos muestran algo esencial: Chile no se define por lo que le falta, sino por lo que es capaz de crear cuando actúa en conjunto. Hoy tenemos litio, cobre, tierras raras, energías limpias, alimentos de calidad, talento humano y una tradición de esfuerzo. Pero también tenemos un desafío: organizar esas capacidades en torno a una hoja de ruta común, como lo han hecho países a los que admiramos. No basta con crecer a impulsos aislados; necesitamos estrategias, necesitamos clústeres dinámicos y una dirección compartida que mire al mediano y al largo plazo.
Una hoja de ruta en la que lo público y lo privado, la academia y la sociedad civil asumen cada uno la parte que les corresponde de un engranaje común. Amigas y amigos, el futuro de Chile no se escribe con diagnósticos, se escribe con hechos. Si alguna vez, cuando no teníamos nada, supimos hacerlo todo, hoy, que tenemos más que nunca, tenemos la obligación de hacerlo aún mejor. Ese es el llamado de esta ENADE: volver a ser país, volver a hacerlo todo y volver a hacerlo juntos. Muchas gracias.
Continuamos con nuestro programa. Siguen llegando personalidades y autoridades a ENADE 2025. Queremos saludar a la ministra de Defensa, Adriana Delpiano, y también al ministro de Bienes Nacionales. Muchas gracias por acompañarnos.
Ya que pasamos de las palabras a los hechos y a construir, además, una hoja de ruta común, a continuación invitamos a Susana Jiménez, presidenta de la Confederación de la Producción y del Comercio. Adelante, Susana.
Sumarme a los saludos a todas las autoridades presentes y al mundo empresarial, y agradecer muy especialmente a Holger, a Maida y a Karen, y a todo el equipo, por lograr este encuentro tan importante del mundo empresarial, en conjunto también con el mundo público.
Quiero presentarles hoy la última milla hacia el desarrollo. Esta presentación está inspirada en el libro The Rational Optimist, de Matt Ridley, del año 2010: un optimismo que mira los datos, mira la realidad y, a partir de ahí, busca oportunidades y también detecta riesgos.
Desde esa mirada, tenemos, desde el norte, con su desierto, hasta el sur y los campos de hielo; valles fértiles y actividad productiva. En el fondo, un país lleno de oportunidades que se manifiestan en nuestras personas, en los hombres y mujeres que conforman este país, y también en oportunidades empresariales que se han desplegado a lo largo del tiempo. Empresas que han abierto nuevos mercados, que han hecho bien la pega y por eso hoy están en México, Perú y Colombia, expandiendo su actividad a lo largo del continente; que compiten en mercados exigentes con los mayores estándares de calidad, por ejemplo, en Brasil. Y no solo eso: en un mercado tan competitivo como el bancario, hoy también tenemos presencia en Estados Unidos.
Esto ha sido posible gracias a la adopción de las mejores prácticas y estándares mundiales para poder competir en esos mercados exigentes. Las empresas han mostrado capacidad de adaptación frente a las contingencias y resiliencia para seguir adelante. Eso ha ido conformando en Chile un sector empresarial vigoroso, sólido en compliance. Esos estándares le han permitido alcanzar el nivel de excelencia que hoy tiene, acompañado de un compromiso y una buena gestión del mundo gremial.
Yo represento al mundo empresarial, junto con todos esos presidentes que vemos ahí, de las distintas ramas de la CPC, y doy fe del profesionalismo, de la calidad y del compromiso que tiene el mundo gremial a lo largo de todo Chile.
Ese es el país que somos, pero es bueno también mirarnos respecto del resto del mundo. Somos un país pequeño, integrado, y el mundo está muy interconectado. Entonces, veamos dónde estamos hoy. Permítanme acudir a unos indicadores que desarrolla la prestigiosa revista The Economist, que permiten hacer estas comparaciones. Son comparaciones, por ejemplo, del PIB per cápita ajustado por tipo de cambio; otras, ajustadas por paridad de poder de compra, que es la que habitualmente ocupamos; y han añadido un indicador más, ajustado por las horas trabajadas. Miremos, entonces, respecto de este indicador, dónde está Chile. Y miren la sorpresa: Chile hoy está en los 36.300 dólares per cápita. ¿Eso dónde nos coloca? Nos coloca en un lugar protagónico dentro del concierto latinoamericano.
6.300 dólares que uno pudiera decir: “Bueno, a ver, por cambios metodológicos puede ser más, puede ser menos, pero, sin lugar a dudas, esto no tiene sesgo”. Y lo que nos muestra es que Chile ha estado liderando, un poquito debajo de Uruguay, en el concierto latinoamericano durante las últimas décadas. Y este no es el único indicador en que Chile ha tenido un lugar destacado. También indicadores como el del desarrollo humano, que calculan las Naciones Unidas, dan cuenta de ese liderazgo. De hecho, en este ranking que hace Naciones Unidas, Chile aparece en el lugar 45. Es verdad, no es el más destacado; no es para descorchar la champaña, no es para aplaudirlo, porque hay 44 países que están mejor. Pero estamos liderando en la región latinoamericana, sin lugar a dudas, y desde hace mucho tiempo. Y nos sitúa, de hecho, en lo que las propias Naciones Unidas llaman un país de muy alto desarrollo humano. Quiere decir que estamos haciendo las cosas bien.
Sobre todo, y déjenme mostrarles esto: ¿quién nos sigue inmediatamente después? Hungría. Acabo de ver a la embajadora aquí presente. ¿Y por qué lo destaco? Porque Hungría está en el corazón de Europa. Está a menos de 900 kilómetros de Berlín, y a algo menos de Milán, en Italia. Es un destino que nosotros proveemos con nuestros productos desde 14.000 kilómetros de distancia, y estamos un lugar incluso más arriba. O sea, algo estamos haciendo bien, y eso nos debe llenar de orgullo.
Pero además hay otros indicadores que dan cuenta de este proceso. Por ejemplo, cómo hemos logrado superar la pobreza. Si uno extiende este gráfico hacia atrás, en los años 90, con los mismos indicadores, estábamos en 60% de pobreza y llegamos a un dígito. Eso, por supuesto, es un gran logro y, de nuevo, nos pone en la delantera de nuestra región. Ahora, una comisión asesora presidencial recalculó este número, pero en base ya no solo a la pobreza por ingreso, sino a una medición más amplia, que evalúa carencias en otros términos y se llama pobreza multidimensional. Estamos en 22,3%. Es verdad: seguimos siendo los mejores de Latinoamérica. Chile hoy día en el concierto internacional.
Porque a veces nos sentimos, como dice la película de Wim Wenders, tan lejos, pero tan cerca. ¿Estamos ad portas del desarrollo? A veces sí, y a veces sentimos que estamos muy lejos, que estamos retrasados, que otros ya han llegado donde nosotros queríamos llegar hace tiempo. Y entonces decimos: “Bueno, a lo mejor lo que ha pasado ahora último es que estamos estancados, que a lo mejor estamos viviendo de las glorias del pasado”. Esos 30 años que en realidad fueron 25, donde Chile creció a otra velocidad: de hecho, durante 25 años crecimos sobre el 5%. Y, sin embargo, en los últimos diez ha sido una década de relativo estancamiento, donde la economía ha crecido menos de 2%.
Lo que hay detrás de eso es una caída bastante significativa en la inversión. Son prácticamente 4 puntos del PIB que la inversión cae en esta última década respecto de lo que veíamos en tiempos anteriores. Y entonces, mientras el mundo corre acelerado, se desarrolla la tecnología, la inteligencia artificial, hay interconectividad, comercio, Chile parece haberse quedado estancado, viendo que lo que más florece es la permisología, la burocracia, la dificultad para sacar adelante inversiones. Un verdadero freno de mano, que ha significado que nuestro ritmo, nuestra velocidad de crecimiento, se haya ralentizado profundamente en esta última década. Es como si estuviéramos sacando la vuelta.
Pero hay algo, algo que está pasando y que tal vez no estamos viendo, y para lo cual hay que pensar un poco fuera de la caja. Sacar el zapato. Hay algo que de repente no vemos desde acá porque estamos en medio de la vorágine urbana. Pero está ocurriendo todo el tiempo, en todas partes. Y eso también está ocurriendo en nuestro país. Está sucediendo en Valparaíso, está sucediendo...
Lo que sucede en San Antonio está ocurriendo en tantos puertos, aeropuertos y fronteras de nuestro país. ¿Y a qué nos referimos con esto? A las exportaciones. Las exportaciones han liderado y empujado nuestro crecimiento económico mucho más allá de nuestras fronteras. El año pasado llegaron al increíble número de 12 dígitos, 103 mil millones de dólares, algo que no habíamos logrado antes en exportación de bienes y servicios.
¿Por qué esto es importante? Porque habla de nuestra intensidad exportadora. En esto somos líderes en Latinoamérica. ¿Y qué significa intensidad exportadora? Significa que las exportaciones per cápita son mayores que en el resto del concierto latinoamericano, incluso mayores que en países profundamente exportadores como México o como lo fue en su momento Argentina. Hoy día Chile tiene una intensidad exportadora que alcanza los 5.580 dólares por persona. ¿Es eso mucho? Es alto respecto de Latinoamérica. Pero comparémonos con países a los que nos gusta asimilarnos. Portugal, por ejemplo, un país con 11 millones de habitantes, exporta 154 mil millones de dólares, 50% más que nosotros. Y qué decir de Nueva Zelanda: tiene un poquito más de 4 millones de habitantes y exporta 165 mil millones al año. Nuestros 5.580 palidecen frente a estos números, porque nos multiplican varias veces lo que exportamos por persona. Por lo tanto, hay bastante por hacer.
Esta última milla que necesitamos recorrer, y de la que les hablaba al principio, sin lugar a duda requiere más exportaciones. Exportaciones que nos permitan hacer crecer nuestro país al aumentar nuestra escala. Somos un país pequeño y necesitamos de esa globalización, de esa capacidad de ir más allá de nuestras fronteras. Existe una correlación: la mayoría de los países más desarrollados tienen mayor intensidad exportadora, y a eso debemos aspirar.
La buena noticia es que, en el primer semestre de este año, exportamos 54,4 mil millones de dólares, lo que permite proyectar que durante este año habrá al menos 6 mil millones de dólares adicionales de ingresos producto de nuestra matriz exportadora. Un número no menor para nuestra economía. Y lo que hay detrás de esto son más de 8.500 empresas que están exportando al resto del mundo; empresas que han creado un verdadero ecosistema exportador. Imaginen todas las personas y compañías que hay detrás de este proceso, y sepan que más de la mitad de ellas son pymes, donde se genera la mayor cantidad de empleo y que, por lo tanto, dan oportunidades a tantas familias de nuestro país.
Y además, no es solo cobre. Quizá antes podíamos decir que este era un país básicamente minero, pero hoy no solo somos exportadores de cobre. Tenemos una matriz exportadora diversificada en productos y también en destinos. Lideramos no solo en cobre: somos grandes protagonistas en el salmón, el litio, la fruta, el vino y la celulosa. Contamos con un abanico de productos valorados en el mundo, y lo hacemos a través de empresas chilenas que no solo tienen vocación, sino una verdadera cultura exportadora, que han desarrollado los mejores estándares mundiales para competir en mercados exigentes.
Permítanme, volviendo a la importancia de desarrollar nuestras exportaciones y nuestra intensidad exportadora, soñar por un momento: ¿qué pasaría si aumentáramos 5% nuestras exportaciones cada año? Una meta exigente, pero no imposible. Como resultado, para 2034, en ocho años más, estaríamos en niveles similares a los de Portugal: 150 mil millones de dólares al año. ¿Es lejos el 2034? ¿Podemos proyectarnos a 2034? Parece que sí, porque al menos el Campeonato Mundial de Fútbol ya tiene sede, ya está planificado. Eso es lo que debemos hacer: mirar hacia adelante y planificar. Porque eso significaría 50 mil millones de dólares más en exportaciones en tan solo ocho años.
Evidentemente, para esto faltan piezas; qué duda cabe, hay mucho todavía por hacer. Y, sin duda, lo que más se necesita es inversión. Lo segundo, inversión; y lo tercero, inversión. Es lo que hemos estado hablando respecto de qué está detrás de esta ralentización económica. Y para volver a incentivar esa inversión, lo que necesitamos —y como muy bien dice el título de esta ENADE— son palabras, pero sobre todo hechos. Hechos que han sido muy bien identificados. Lo hemos hecho, como les decía, en nuestro documento Motores para el Crecimiento Sostenible de Chile, que elaboramos junto a las seis ramas de la CPC. Y lo han hecho también las candidaturas y los centros de estudio. Hay tanto por hacer y está tan bien diagnosticado.
Solo por mencionar algunos puntos que forman parte de nuestro documento: competitividad tributaria, que hemos perdido sostenidamente a lo largo de las últimas décadas; capacidad de adaptación laboral —cómo nos preparamos para el mundo de la transformación digital y la inteligencia artificial, cómo damos mayor flexibilidad al mercado laboral para volver a crear empleos formales—; investigación y desarrollo; modernización del Estado; cómo nos vamos a hacer cargo del tema de la permisología; y, qué duda cabe —lo decía Holger al principio—, seguridad, seguridad, seguridad. Y, por supuesto, para ese desarrollo basado en las exportaciones, infraestructura y logística tan necesarias a lo largo de todo nuestro país.
Necesitamos sacar el freno de mano a nuestra economía, porque eso trae empleo, bienestar y capacidades de progreso a nuestro país. Por lo tanto, requerimos de un pacto por este desarrollo, donde cada uno pone lo suyo: el sector privado, el sector público, la academia y la sociedad civil. Tenemos que tener un norte, un objetivo nacional en el cual todos colaboremos, porque ciertamente Chile tiene las condiciones: condiciones naturales, capacidad empresarial y, por supuesto, talento humano. No nos falta nada; simplemente tenemos que hacer las cosas bien, y las empresas estamos alineadas con este objetivo.
En ese sentido, cuenten con el trabajo de las empresas, porque hemos recorrido un camino ya, un camino que ha tomado mucho tiempo, mucho trabajo y mucho esfuerzo; pero hemos avanzado y nos queda esta última milla hacia el futuro. Una milla que —no quiero engañar a nadie— no es literal, no se recorre en un solo gobierno. Probablemente nos tome tiempo. Hemos recorrido ya una parte; no es que partamos de cero ni que nos falte más de la mitad. Nos falta probablemente ese último tramo que puede tomarnos una o dos décadas, pero sabemos que podemos hacerlo, porque ya lo hemos hecho antes. Las cosas se pueden hacer si diseñamos buenas políticas públicas y establecemos las condiciones habilitantes para volver a crecer.
Entonces, ¿estamos tan lejos? Yo creo que no; creo que estamos más cerca. Simplemente hagamos las cosas como hay que hacerlas. Estamos en un año electoral: esperamos que el crecimiento no sea solo una palabra en los programas presidenciales, sino que también se traduzca en hechos para lograr ese objetivo.
Y no puedo terminar sin decirles algo: me siento orgullosa de lo que hemos hecho como país; orgullosa de la capacidad y el trabajo de nuestros colaboradores; orgullosa de la creatividad de los emprendedores; orgullosa de la resiliencia y la capacidad de competir al más alto nivel de las empresas pequeñas, medianas y grandes. Es un camino que ya hemos recorrido y que, si se nos da la libertad y las condiciones para hacerlo, podemos ganar en Chile y en el mundo. Muchas gracias.
Muchas gracias, Susana, por recordarnos que el desarrollo no se logra solo con declaraciones, sino también con compromiso y responsabilidad compartida. Queremos saludar al vicepresidente del Senado, señor Ricardo Lagos Weber. Muchas gracias, senador, por estar acá. Y también a la ministra de Relaciones Exteriores subrogante, señora Claudia Sanhueza. Bueno, queremos recibir ahora, con un saludo muy especial, a Su Excelencia, el Presidente de la República, don Gabriel Boric Font, quien se conecta con nosotros de manera telemática. Él está en Roma, Italia, y ha seguido atentamente cada uno de los discursos de esta presentación.