Subcommittee on Human Rights - Subcommittee on Human Rights Ordinary meeting - Room: SPINELLI 5E2
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Buenos días, vamos a empezar.
Punto 1 del orden del día: adopción del orden del día. No veo propuestas de modificación; queda aprobado.
Punto 2 del orden del día: como siempre, les recuerdo que esta reunión es pública y se retransmite en directo por internet. La interpretación está disponible en numerosos idiomas; el español en la cabina número 8. Los intérpretes saludan a sus señorías. Habrá interpretación al ucraniano en el último punto del orden del día, mañana por la tarde, cuando abordemos la situación de los niños ucranianos.
Punto 3: aprobación de las actas. Si no hay objeciones, propongo aprobar las actas de la reunión del 25 de septiembre. ¿Alguien en contra? ¿Alguna observación? ¿Abstenciones? No. Quedan aprobadas.
Punto 4 del orden del día. Este punto se inscribe en la contribución de nuestra Subcomisión DROI a la Semana Europea de la Igualdad entre Mujeres y Hombres. Participamos en esta tradición tan importante, que refleja nuestro compromiso inquebrantable con la igualdad entre mujeres y hombres y la protección de los derechos de las mujeres. Los derechos de las mujeres son derechos humanos fundamentales y no podemos quedarnos de brazos cruzados ante el sufrimiento, ampliamente documentado, de las mujeres en distintas regiones del planeta. Nuestro deber es mantenernos ojo avizor ante violaciones atroces de los derechos humanos contra las mujeres. Por ello, es fundamental que sigamos desarrollando instrumentos que permitan consagrar estos principios en el derecho internacional.
Con honda preocupación tomo nota de la votación del Parlamento letón del 30 de octubre relativa a la retirada de su país del Convenio de Estambul sobre la prevención de la violencia contra la mujer.
Para esta reunión hemos decidido centrarnos en varias tendencias actuales en materia de derechos de las mujeres en el mundo: los derechos y la salud sexual y reproductiva, el derecho a la educación y el derecho a la participación en la vida cívica y política. Para abordar estos ámbitos, tengo el placer de dar la bienvenida a la señora Mina Koper-Coles, responsable de investigación en el Policy Institute y en el Global Institute for Women’s Leadership del King’s College de Londres; a la señora Lauren Rumble, directora asociada en la División de Igualdad de Género de UNICEF; y a la señora Chiara Adamo, jefa de unidad en la Dirección General de Asociaciones Internacionales de la Comisión Europea.
Vamos a ello. Señoras, les doy la palabra. Empezamos a distancia con la señora Mina Koper-Coles. Tiene la palabra por seis minutos.
Muy buenos días. Muchas gracias. Es un placer estar con ustedes. Soy Mina Koper-Coles y trabajo en el Instituto Global de Liderazgo de la Mujer del King’s College de Londres. La participación de las mujeres es fundamental para garantizar mejores derechos humanos y para hacerlos efectivos y, en general, para alcanzar la igualdad de género. Sabemos que nuestras democracias son más fuertes cuando representan toda la diversidad de las personas a las que sirven. A nivel global, hay tres diputados por cada diputada, y en la Unión Europea hay una mujer por cada dos hombres. Aun así, queda mucho camino por recorrer. Las mujeres se enfrentan a barreras como el control del acceso a los partidos políticos, la cultura patriarcal, los costes económicos y niveles de violencia y acoso a los que los políticos varones no se ven expuestos. Queremos una representación equitativa de las mujeres para que sus voces se escuchen y nuestras democracias se fortalezcan. La presencia de las mujeres en la política no es solo una cuestión de justicia, sino también de mejor gobernanza y mejores políticas. Cuando las mujeres entran en la política, la política misma se transforma: se vuelve más inclusiva, más representativa y más receptiva a las necesidades.
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Las legisladoras amplían la agenda política al plantear cuestiones que antes se descartaban por no considerarse prioritarias: desde la violencia doméstica y los derechos reproductivos hasta el cuidado de los niños, la educación o el acceso al agua potable. Los Estados con mayor representación femenina destinan más recursos a la sanidad y al bienestar y menos al militarismo, lo que contribuye a construir sociedades más igualitarias y solidarias. Todo ello se sustenta en pruebas procedentes de investigaciones universitarias. Los parlamentos diversos toman mejores decisiones porque se basan en experiencias más amplias, algo especialmente necesario cuando nos enfrentamos a retos como el cambio climático y la inestabilidad. Sabemos que la paridad de género en la representación política refuerza la legitimidad, la rendición de cuentas y la confianza pública en el gobierno. Cuando las mujeres ocupan cargos electos, los ciudadanos, hombres y mujeres, tienden a considerar que el gobierno es más receptivo y más justo. Esto resulta especialmente importante en un momento en que la fe en la democracia, el respeto por los representantes y la confianza en las instituciones gubernamentales están disminuyendo en todo el planeta. La visibilidad de las mujeres en la política desafía estereotipos e inspira a la próxima generación. La presencia de mujeres en puestos de liderazgo envía un mensaje muy poderoso: la política no es solo cosa de hombres. Existen además datos que vinculan una mayor participación de las mujeres con menores niveles de corrupción y con una mejor representación de la ciudadanía. Todo ello refuerza la democracia y mejora la toma de decisiones. Espero haberlo dejado claro: se trata de un cambio imprescindible.
Me pidieron que sugiriera qué podría hacer la Unión Europea para ayudar a otras sociedades del mundo a aumentar la representación política de las mujeres. Las regiones con menor representación femenina son las Islas del Pacífico (solo el 7 % de los diputados y senadores son mujeres), el Sur de Asia (11 %), el Norte de África (17 %) y Oriente Medio (20 %). En conjunto, hablamos de aproximadamente una mujer por cada cuatro hombres. En mi opinión, es allí donde debería concentrarse prioritariamente el trabajo.
Hay instrumentos relativamente sencillos que pueden utilizarse a nivel nacional y parlamentario. Me centraré en uno que han adoptado 72 países y que ha demostrado ser muy eficaz: las cuotas. Ya sean cuotas legislativas de género o cuotas a nivel de los partidos para reservar escaños, son, con diferencia, las herramientas más efectivas para aumentar la representación de las mujeres, siempre que se redacten y apliquen con sumo cuidado. Contribuyen a que haya más mujeres, especialmente en puestos de poder, desde los cuales pueden ayudar a cambiar los sistemas y las culturas que previamente les habían impedido alcanzar prominencia, abriendo camino para que otras mujeres sigan sus pasos. Hemos observado, además, que en democracias menos estables estas cuotas han beneficiado de forma notable a las mujeres: una vez que llegan y adquieren poder político, impulsan reformas en ámbitos como la ciudadanía, los derechos de propiedad, la violencia doméstica y la violencia contra los niños. Es importante reconocer que, en no pocas democracias imperfectas, han sido ellas quienes han promovido estos cambios.
Ahora bien, a veces las cuotas no son una opción. La Unión Europea puede entonces fomentar la adopción de otros mecanismos, a nivel parlamentario o político, que puedan aprobar los partidos o los gobiernos: programas de mentoría; una regulación adecuada de la financiación de las campañas electorales; la introducción de sistemas para prevenir el acoso sexual en la vida política; o la creación de guarderías.
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Para cosas pequeñas, por ejemplo, les he dicho que se podrían crear guarderías en el Parlamento para niños pequeños y reforzar las bajas de maternidad, entre muchas otras medidas. Hay muchas iniciativas que, aunque no son tan eficaces como las cuotas de género, han demostrado tener impacto. Existen varias organizaciones que trabajan en estas cuestiones; me gustaría mencionar la Fundación Westminster para la Democracia y la Unión Interparlamentaria, que conozco, y seguro que hay muchas otras en la Unión Europea que pueden ser de utilidad.
Estas son unas pinceladas, señorías, dentro del tiempo disponible. Agradeceré cualquier observación o pregunta que deseen formular posteriormente. Muchas gracias.
Muchas gracias. Señora Rambel, tiene la palabra por seis minutos.
Muchísimas gracias, señorías. Es un placer estar aquí con todos ustedes esta tarde. Me llamo Loren Rambel y tengo el privilegio de trabajar en UNICEF, de las Naciones Unidas, en el área de igualdad de género, que es precisamente el tema que nos ocupa hoy.
Voy a compartir con ustedes algunas pinceladas sobre la igualdad de género entre niñas y adolescentes, centrándome en el grupo de 10 a 19 años. Como ven en la imagen de refugiadas en Jordania, tomada por nuestro equipo de educación, confío en que tengamos la determinación y la compasión necesarias para mejorar la vida de todas las niñas del planeta.
Siguiente diapositiva. Identificamos tres retos principales en materia de derechos de las mujeres y las niñas. En primer lugar, aunque llevamos mucho tiempo hablando de exclusión, somos testigos de recortes financieros que están impidiendo el progreso en distintos países. Esto se traduce en menos financiación para ámbitos cruciales para las niñas, para las economías y para las comunidades: la prevención y respuesta a la violencia de género, la educación de las niñas y su salud, incluido el VIH (prevención y reducción). La financiación específica para las niñas es ya muy baja: solo el 0,07% se destinó a este ámbito, y la cifra va a la baja, no al alza. Esto hace que los derechos de las niñas sean prácticamente invisibles en los presupuestos nacionales.
Además, los recortes globales afectan también a las organizaciones de mujeres y niñas, fundamentales en tiempos de crisis. Estas organizaciones sostienen espacios seguros para niñas y adolescentes y prestan apoyo a mujeres y niñas supervivientes de violencia, por ejemplo en la RDC (República Democrática del Congo), en Gaza, en Ucrania y en muchos otros lugares, donde se brinda asistencia esencial. En conjunto, estas restricciones se ven agravadas por los conflictos, las crisis y una incertidumbre persistente para las niñas. También conocemos el impacto de la COVID-19 en el aumento de la pobreza, un efecto que sigue presente.
Siguiente diapositiva, por favor. Permítanme referirme a algunos datos procedentes de un informe de UNICEF publicado a principios de este año, que analiza 30 años de información sobre la situación de las niñas. A primera vista parecen buenas noticias: se observa una reducción de la mortalidad materna. Sin embargo, al examinarlo de cerca, las cifras siguen siendo inaceptablemente altas: una mujer muere cada dos minutos por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto, una de las principales causas de muerte entre mujeres y adolescentes, y algo totalmente prevenible. Contamos con las herramientas y la ciencia necesarias, pero, aun así, niñas y adolescentes siguen muriendo por estas causas.
Una de cada cinco niñas se casará antes de cumplir 18 años. Esto implica menos educación, menos oportunidades laborales, mayor riesgo de violencia y graves consecuencias para la salud.
Siguiente diapositiva. Los datos sobre violencia, particularmente la violencia en el ámbito doméstico, hablan por sí solos. Sabemos que una de cada cinco mujeres experimentará violencia por parte de su pareja a lo largo de su vida. Esto persiste en parte por la aceptación social y la justificación que aún amparan estas prácticas bajo normas de género discriminatorias.
Muchas gracias, señorías. Quedo a su disposición para sus preguntas y comentarios.
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Y estas niñas no pueden ni siquiera denunciarlo. Incluso entre los más jóvenes, que suelen ser los más progresistas, un 33% de chicas y chicos considera que pegar a una mujer por cualquier motivo es aceptable. Eso debemos revertirlo.
Por último, la educación. Sabemos que es un derecho de las niñas, por supuesto, pero también es fundamental para la libertad y la prosperidad económica de los países, porque reduce las brechas de participación. Cada dólar que se invierte en una niña puede traducirse, en promedio, en un aumento del 10% del PIB en cualquier economía. Los gobiernos se benefician enormemente; aun así, no es una prioridad. Los datos muestran mejoras en la educación primaria de las niñas, sí, pero al salir de la adolescencia tienen mucho más difícil que los niños continuar su formación. Aunque las niñas obtienen mejores resultados, siguen estando infrarrepresentadas en los estudios y empleos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), que son clave en el mundo actual.
¿Qué podemos hacer ante todo esto? Debemos actuar. Debemos escuchar a las niñas y crear plataformas para que sus voces se oigan. No es solo tarea de las ONG o de la ONU; son acciones cotidianas que el Parlamento y sus distintos organismos pueden emprender. Por ejemplo, en UNICEF Global hemos creado un foro para que niñas de nuestro grupo se dirijan directamente a los líderes de UNICEF, den vida a nuestras políticas y las perfeccionen. Sus voces se incorporan a nuestra estrategia y son escuchadas por 190 Estados miembros y por nuestro órgano de gestión. Es un proceso en el que las niñas participan y pueden incidir directamente en la toma de decisiones a nivel de la ONU.
Sabemos que las niñas conocen lo que quieren y necesitan, y suelen ser muy humildes al pedirlo. Debemos dotar de recursos a sus redes y organizaciones. En UNICEF hemos establecido un objetivo institucional de destinar el 10% de nuestro gasto anual —el 10% de 7.000 millones de dólares— a organizaciones de niñas y adolescentes. Debe ser un compromiso obligatorio por nuestra parte. ¿Es posible para ustedes?
También debemos identificar sus prioridades. Sabemos que funcionan la educación —especialmente la secundaria—, los servicios de salud adaptados a su edad, el empoderamiento económico y el liderazgo. Hagamos que estas prioridades estén en nuestros presupuestos y en nuestras estrategias. Necesitamos estrategias dirigidas a las niñas en todos estos sectores y que, en debates parlamentarios como los suyos, el orden del día incluya específicamente a niñas y adolescentes, como están haciendo hoy.
Esa es la nueva estrategia de género a la que me referí, que elevamos al máximo nivel de la ONU cada año. Rendimos cuentas al director ejecutivo a través del informe de igualdad de género. ¿Tienen ustedes un equivalente en el Parlamento Europeo? ¿Podemos ir más allá? ¿Podemos priorizar todo esto para que figure en la agenda cotidiana? ¿Qué querrían ver las niñas en sus estrategias? ¿De qué se sentirían orgullosas si apareciera en su Parlamento? Siguiente diapositiva, por favor.
A lo largo de mi intervención he subrayado la importancia de acciones explícitas dirigidas a las niñas y realizadas con ellas, tratándolas como socias y líderes del cambio. Actuar así acelerará el progreso. Sabemos que cuando invertimos en las niñas, los resultados son tangibles, no solo para ellas, sino también para los niños, las familias y las economías. Ya he mencionado el retorno de la inversión educativa; la evidencia muestra que por cada dólar invertido en las niñas, el retorno puede multiplicarse por cuatro. Es importante: si ellas avanzan, todos avanzamos con ellas.
Muchísimas gracias. La tercera intervención será la de la señora Gradiam.
20:00
Muchas gracias, buenas tardes a todos los presentes. La igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es un derecho humano, un objetivo y una prioridad. Como hemos oído de UNICEF, cerrar la brecha de género impulsaría el crecimiento económico. Hace 30 años se aprobó una plataforma de acción; contamos con un sólido marco de políticas, como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, pero, pese a ello, persisten brechas, tal como se ha mostrado en las presentaciones anteriores, especialmente en los ámbitos político, social y económico.
Las mujeres soportan la mayor carga de las crisis cuando se cuestionan los derechos humanos en todo el mundo; lo abordamos la semana pasada. Hoy, 176 millones de niñas y mujeres viven a menos de 50 kilómetros de un conflicto. Vemos la situación en Sudán y en Gaza, donde la violencia de género se utiliza como herramienta para aterrorizar a la población. En distintas partes del mundo observamos dinámicas que afectan a la participación de las mujeres en la vida política, tanto en el entorno físico como en el digital.
Frente a esta tendencia, la Comisión Europea ha reafirmado la importancia de esta agenda política aprobando la hoja de ruta para los derechos de las mujeres. El 16 de octubre se ratificó dicha hoja de ruta, que proporciona un marco político firme y cristaliza nuestro compromiso. En la acción exterior, el Plan de Acción de Género III (GAP III) es una agenda ambiciosa, con reconocimiento multilateral, que sitúa a la Comisión a la vanguardia, también junto a los Estados miembros. Existen planes de acción en cada Estado miembro para garantizar que los compromisos se apliquen en la práctica. Esto se refleja igualmente en los diálogos estructurados con la sociedad civil y en lo que llamamos un enfoque de tres pilares: marco, objetivos y diálogo.
Tenemos objetivos ambiciosos: un porcentaje mínimo de las actuaciones de la acción exterior debe incluir al menos un objetivo o indicador con perspectiva de género. De 2020 a 2024 hemos pasado del 68% al 82% si consideramos todas las acciones de la Unión Europea en el exterior. En educación, el 91% de las intervenciones incorpora subobjetivos de género, y también alcanzamos porcentajes muy elevados en las acciones relacionadas con la salud pública.
Con la estrategia Global Gateway hemos subrayado la importancia de que las mujeres participen en la toma de decisiones en el ámbito de la energía, para combatir la denominada pobreza energética. En el ámbito digital y tecnológico debemos seguir trabajando para reducir la brecha ya mencionada por otros intervinientes, con objetivos que pasan por aumentar la presencia de las mujeres en STEM: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Asimismo, en el pilar de democracia y derechos humanos es esencial promover el empoderamiento y la participación política de las mujeres. En los conflictos armados, las organizaciones de mujeres desempeñan un papel imprescindible y se encuentran en una situación crítica, también en lo relativo a los fondos de que disponen.
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