Desde la superficie, no tendrías ninguna
Gracias, señor presidente. En primer lugar, deseo felicitar a la ponente por su excelente trabajo. Se trata de un informe completo y equilibrado que aborda los principales desafíos fiscales a los que se enfrenta la Unión Europea.
En particular, quiero destacar la importancia de la cooperación entre los Estados miembros para combatir la evasión y el fraude fiscal. Es fundamental que trabajemos juntos para garantizar que todas las empresas y los ciudadanos paguen su parte justa de impuestos.
Asimismo, es crucial seguir avanzando en la armonización de las normas fiscales a escala europea. Ello no solo ayudará a prevenir la elusión fiscal, sino que también facilitará el buen funcionamiento del mercado único y promoverá una competencia leal entre las empresas. En este sentido, apoyo firmemente las propuestas de la Comisión para establecer una base imponible común consolidada del impuesto sobre sociedades y para introducir un impuesto digital. Estas medidas son pasos importantes hacia un sistema fiscal más justo y eficiente en la Unión Europea.
Por último, deseo subrayar la importancia de garantizar que los ingresos fiscales se utilicen de manera eficiente y transparente. Es esencial que los ciudadanos confíen en que sus impuestos se destinan a financiar servicios públicos de calidad y a promover el bienestar social.
En conclusión, este informe es un paso importante en la dirección correcta y confío en que seguiremos trabajando juntos para mejorar nuestro sistema fiscal en la Unión Europea. Gracias.
Gracias, presidenta, y gracias por concederme la palabra en nombre de la patronal europea. Esta audiencia es un momento clave. Se abre la fase decisiva para una puesta en marcha a escala sin precedentes del plan de industria limpia. Es preciso movilizar, de aquí a 2030, 5.000 millones de dólares de inversión anual para alcanzar el objetivo de emisiones netas cero.
El informe Draghi ya identificaba una brecha de inversión de 800.000 millones de euros anuales para lograr los objetivos dobles, verde y digital, de las transiciones. En parte, esta brecha deriva de los elevados precios de la energía y su impacto en la competitividad. Todos sabemos que la demanda de electricidad seguirá aumentando en las próximas décadas. Ello implica que el Pacto por una Industria Limpia requerirá una inversión masiva y sostenida en nuevas tecnologías, nuevos sistemas energéticos y nuevas cadenas de valor, muy especialmente procedente del sector privado.
Las empresas europeas están firmemente comprometidas con la neutralidad climática, pero, con objetivos solo, no obtendremos resultados. Hacen falta incentivos y que la descarbonización salga claramente a cuenta; es decir, se requiere un marco político coherente, predecible y competitivo. La fiscalidad es un elemento clave: las decisiones que se adopten y el diseño de la fiscalidad de la energía serán determinantes para decidir si se invierte en Europa, en qué cuantía o, en último término, fuera de Europa.
La prioridad fundamental, con independencia del resultado del texto final, es que éste apoye la transformación industrial; que no la dificulte, ni añada costes, ni genere retrasos. Queremos subrayar prioridades básicas para las empresas con el fin de impulsar la inversión.
Primera prioridad: un marco fiscal que acelere el uso de energías limpias o bajas en carbono. El hidrógeno bajo en carbono, el biometano y la electricidad para uso industrial son fuentes fundamentales para descarbonizar sectores difíciles como el acero, el cemento, la calefacción urbana y el transporte. La fiscalidad debe ser tecnológicamente neutra. No habrá una transición inmediata y la Directiva de fiscalidad energética no puede priorizar ni favorecer una vía tecnológica frente a otra. El Derecho europeo ya reconoce otros sistemas que contribuyen a los objetivos climáticos.
Segunda prioridad: definiciones claras y seguridad jurídica. Conceptos clave como “hidrógeno renovable” o “hidrógeno bajo en carbono”, si no han sido definidos en otros ámbitos de la legislación europea, deben definirse y utilizarse de forma coherente, evitando crear definiciones paralelas. En términos de inversión, no consideramos necesario crear nuevas categorías, sino asegurar la coherencia con las existentes y la eficiencia.
Tercera gran prioridad: un sistema fiscal que incentive los resultados con independencia del origen del producto energético. El llamado Pacto por la Industria Limpia reconoce que harán falta distintas fuentes energéticas para garantizar el suministro, reducir la carga sobre las infraestructuras y disminuir las dependencias durante la transición. Pero si el sistema fiscal penaliza por defecto las soluciones de transición, se ralentizará el desarrollo de la base para combustibles limpios, se retrasará la sustitución del gas natural y aumentarán los costes de descarbonización tanto para la industria como para los consumidores.
Cuarta gran prioridad: normas predecibles y armonizadas, condición esencial para atraer inversiones a largo plazo. Cuando una empresa invierte, lo hace a 15‑20 años vista. Si las normas fiscales divergen entre Estados miembros o cambian con frecuencia, resultan disuasorias para todos los sectores, especialmente los más intensivos en capital, como la energía, la manufactura o las infraestructuras energéticas. Para que la reforma de la fiscalidad energética funcione, debe ir de la mano de incentivos a la inversión bien diseñados. Además de las señales de precio, hacen falta incentivos claros. Por ejemplo, los incentivos fiscales pueden ser enormemente eficaces para impulsar la inversión y el crecimiento económico.
En ese contexto, las recomendaciones de la Comisión sobre el paquete denominado CISAF son positivas, pero el ingrediente clave para el éxito será la voluntad política de los Estados miembros. Habrá que ver si se adaptan los sistemas fiscales nacionales, si se ejecutan las recomendaciones de manera que se correspondan con las normas mínimas a escala mundial y sin aumentar en la práctica el tipo impositivo efectivo. También habrá que ver cómo se aplica en concreto cada recomendación, qué Estados miembros la adoptan, en qué calendario y con qué criterios.
Para concluir, la reforma de esta Directiva debe reforzar, y nunca socavar, la competitividad europea. Hemos seguido los debates sobre su reforma y, además, la Presidencia danesa acaba de señalar que no ve posibilidad de consenso, lo que incrementa la incertidumbre para el sector industrial. Esta incertidumbre aumentará si cada sistema nacional se desvía de los demás y las señales de precio resultan incoherentes para la inversión. No podemos permitirnos en Europa un marco fiscal de la energía desconectado de las realidades mundiales. Sabemos que los altos precios de la energía ya son una barrera estructural a la inversión. Si el sistema fiscal añade trabas y no introduce incentivos complementarios, corremos el riesgo de ahuyentar inversiones y retrasar la descarbonización.
…de que las inversiones se vayan fuera de nuestras fronteras, precisamente ahora, cuando hace falta aumentar las inversiones en Europa para una industria limpia. Como conclusión, lo que se decida en este momento va a determinar si las tecnologías del día de mañana se inventan y se fabrican en Europa o fuera. Y, para ello, las empresas necesitan un marco jurídico coherente, un marco fiscal eficaz que las impulse y un sistema que permita que se invierta aquí y no en el extranjero. Gracias, el tiempo lo ha calculado al milímetro. Muchas gracias.
El siguiente orador está en línea: Andreas Rudinger, tiene la palabra.
Muchas gracias. Hablaré francés; espero que no haya problemas y que llegue bien el sonido.
En principio, de momento sí.
Gracias por la invitación. Pido disculpas por no haber podido asistir en persona. Voy a intentar, muy rápidamente, hacer un resumen de las claves que queremos tratar. Ahí tienen las transparencias. Pido la siguiente; no sé si las ven siquiera. ¿Me escuchan bien?
En cabina le escuchamos; esperemos que en la traducción también.
Sí, ya tenemos la primera transparencia visible, además, dice la presidenta.
Pues muchas gracias. Brevemente: las cuestiones en juego y los precios durante la crisis energética de 2022‑2024. A la izquierda ven un gráfico sobre la factura de importación de energías fósiles en Europa: se duplicó en 2022 y, en todo el periodo 2022‑2024, se pagaron 650.000 millones de euros más por importaciones de energía fósil respecto a la media de los años anteriores. Es un coste importante de la crisis, al que se añade el de las ayudas desplegadas por la mayoría de los Estados miembros para proteger a los consumidores frente a la explosión de precios: otros 650.000 millones de euros. En total, viene a ser un coste extra de unos 1.000 euros por habitante de la Unión Europea y por año. Es una cantidad enorme, muchísimo dinero que hubiera sido preferible invertir en la transición y la descarbonización.
En la siguiente transparencia, antes incluso de hablar de incentivos fiscales a la descarbonización, conviene dar un paso atrás y observar el panorama de las subvenciones energéticas que existen hoy en Europa. Según el último informe europeo sobre subvenciones energéticas, en 2023 ascendieron a unos 350.000 millones de euros; un tercio sigue dirigiéndose directamente a las energías fósiles, el doble que antes de la crisis. De ese total, unos 50.000 millones corresponden a medidas fiscales: exoneraciones y bonificaciones para determinados sectores. Es importantísimo tenerlo en cuenta si queremos dar incentivos eficaces a la transición y la descarbonización. Además de estas exoneraciones vinculadas al consumo directo de energía fósil, hay muchos otros incentivos para equipamientos que serán incompatibles con nuestros objetivos. Cito una cifra de un informe de Transport & Environment: 40.000 millones de euros anuales en subvenciones a vehículos de combustión solo en cinco países —Alemania, Francia, Italia, España y Polonia—. Es fundamental considerarlo. Y, hoy por hoy, la mitad de las subvenciones a las energías fósiles no tienen fecha final, a pesar del objetivo europeo, claramente definido, de suprimirlas progresivamente.
En la siguiente transparencia, y ya se ha dicho, el reto de inversión en Europa debe ser masivo: hay que multiplicar por dos o más la inversión en los sectores de la energía descarbonizada. Uno de los cuadros procede del último informe de la propia Comisión Europea sobre el plan de acción climática.
El reto es ingente y, para que salga bien, hace falta un marco reglamentario coherente y un marco fiscal igualmente coherente, porque está claro que no habrá suficiente dinero público para financiar la transición. La eficiencia del gasto público será clave si queremos contribuir al resultado.
Los datos de 2024 son muy alarmantes: tras la crisis energética, en Europa se ha producido un retroceso en las ventas de bombas de calor; la cuota de mercado ni siquiera supera la de 2022. Lo mismo ocurre con el vehículo eléctrico. Por lo tanto, hace falta fijar nuevos elementos políticos y avanzar mucho más rápido para conseguir el resultado que queremos.
¿Qué papel puede tener la reforma de la Directiva sobre Fiscalidad de la Energía (ETD) dentro de este marco global? Ya se ha dicho: la directiva afronta hoy un problema político enorme, porque requiere aprobación por consenso y no se está logrando. En el fondo, hay tres grandes temas en juego:
Primero, la eliminación de las exenciones fiscales totales o parciales que aún existen para sectores clave, como la aviación, el transporte marítimo, el transporte por carretera y otros usos de combustibles fósiles. Es fundamental.
Segundo, la necesidad de establecer una jerarquía clara de los niveles fiscales para reflejar el impacto y el uso medioambiental. En la reforma de la ETD la idea está, pero hay que ir mucho más lejos: hay que lograr que, en el futuro, los Estados miembros no puedan gravar más a las energías descarbonizadas que a las fósiles, algo que hoy todavía ocurre con frecuencia.
Tercero, cómo conseguir elevar de nuevo los niveles mínimos de imposición energética. Hoy por hoy, los mínimos que se proponen en la reforma son bajísimos comparados con el precio del carbono que queremos y necesitamos para descarbonizar la industria. Si tomamos como referencia un precio del carbono de 50 euros por tonelada, el equivalente fiscal previsto en la reforma de la ETD es hasta 60 veces inferior para el gas natural y unas cinco veces inferior para diésel y gasolina. El problema es, por tanto, gravísimo: la directiva, en su versión actual, no está ni de lejos al nivel de ambición necesario para avanzar. Y, claro, la coherencia del marco fiscal será fundamental para la ampliación del ETS2 y para la señal del precio del carbono, junto con otras medidas.
Para alcanzar inversiones masivas, hay que corregir la situación actual. A la izquierda, en el mapa de la Federación Europea de Bombas de Calor, se muestra la relación de precios de la electricidad y del gas para la industria en distintos países europeos. Cuanto más azul es el color, menor es la relación; es decir, la electricidad es más competitiva frente al gas. En el norte de Europa se observa claramente. En verde, la relación está entre 2 y 3: la electricidad cuesta dos o tres veces más que el gas, lo que dificulta enormemente la descarbonización. En rojo o en amarillo, la relación es 3 o 4. Tenemos un problema, porque de poco servirán las subvenciones para favorecer inversiones en energías no fósiles si no mejoramos la competitividad de la electricidad y de las renovables en general: será dificilísimo impulsar la inversión al nivel necesario para cumplir los objetivos europeos.
A la derecha, otro ejemplo de un informe reciente del Regulatory Assistance Project (RAP) sobre el nivel de fiscalidad de la electricidad: en la gran mayoría de los Estados miembros, la electricidad soporta muchos más impuestos que el gas. Esto enlaza con lo dicho: en la ETD hay que recuperar la coherencia del marco fiscal, garantizando que, de forma sistemática, las energías fósiles estén más gravadas que las descarbonizadas.
Muchísimas gracias.
Muchas gracias, Andrea. Ahora le damos la palabra a Patrick Lene.
Gracias, señoras y señores miembros de esta comisión. Gracias por su invitación para hablar de la Directiva sobre Fiscalidad de la Energía (ETD) y, asimismo, del Clean Energy Deal. Comenzaré con la ETD y, después, expondré algunas conclusiones sobre los incentivos fiscales y el apoyo a las estrategias que respaldan a la industria. Si podemos, pasemos a la siguiente diapositiva.
Señora presidenta, el Consejo ECOFIN ha vuelto a debatir la ETD, y celebramos la propuesta revisada para aumentar la fiscalidad de las energías fósiles. Era muy necesaria, porque la directiva había quedado obsoleta. La versión revisada reforzará, mediante señales fiscales, el impacto combinado del ETS, la ETD y el ETS2 a partir de 2028. Acogemos con satisfacción la eliminación progresiva de las exenciones a los combustibles fósiles, que representan, según las últimas estimaciones, 120.000 millones. Sin embargo, los periodos transitorios son excesivamente largos y existen numerosas cláusulas que dificultan la consecución de resultados. Debe fijarse un límite a estas cláusulas de escape. Se necesita un marco estable que garantice previsibilidad e igualdad de condiciones. Un uso anárquico de estas cláusulas va en contra de los objetivos perseguidos.
La electrificación es central para la descarbonización, pero hoy solo representa alrededor del 1% del uso energético final. Para reducir la fiscalidad de la electricidad se necesita una electricidad más barata y mejorar la competitividad, en un momento en que los precios están muy por encima de los niveles globales.
Hablemos ahora de los incentivos fiscales para la energía limpia, que constituyen un pilar central y se despliegan a lo largo de la cadena de valor, incluyendo investigación, inversión, producción y demanda. También es preciso reducir la carga fiscal de las empresas. Algunos instrumentos se vinculan a la producción y otros a la demanda. Varios Estados miembros —como Francia, Italia y los Países Bajos— ya han introducido incentivos fiscales. Esta iniciativa demuestra la voluntad política a nivel nacional de avanzar. No obstante, el enfoque descentralizado tiene límites: la Unión necesita un marco global con una visión coherente y no un sistema caso por caso.
Como señala el informe Draghi, debemos apoyar a las grandes empresas y evitar fragmentar el mercado único, lo que perjudica las inversiones. La armonización en todos los Estados miembros reducirá la burocracia, y debería establecerse un incentivo fiscal armonizado en toda la Unión; de lo contrario, socavaremos el éxito. Este incentivo, naturalmente, tiene un coste para los presupuestos nacionales.
La situación fiscal en varios Estados ya está bajo presión. Estos incentivos deben estar bien diseñados y ofrecer señales de precios adecuadas. Considero que lo realizado va por buen camino, pero debemos mejorar mediante una recogida sistemática de datos y costes, así como un diálogo estructurado con las partes interesadas, de modo que el progreso sea medible y a un coste razonable.
En conclusión, el debate de hoy, señora Presidenta, es de alcance global. La economía se está transformando rápidamente y seguirá haciéndolo en los próximos años. Las políticas que discutimos hoy están en el centro de la respuesta europea a estos cambios, garantizando que nuestro sistema fiscal esté alineado con los objetivos de armonización y descarbonización. De este modo no solo avanzaremos en la descarbonización, sino que también asentaremos las bases de la futura competitividad y prosperidad.
Aprovecho para mencionar un estudio presentado hace unos días, cuya publicación vamos a acelerar. Se trata del debate del Consejo “Acelerar la descarbonización industrial: el papel de los incentivos fiscales”. No dispongo de copias impresas, pero tenemos un código QR que se colocará a la entrada de esta sala y también en la página web de esta Subcomisión. Podrán escanearlo y acceder al estudio, que ofrece directrices para la descarbonización y sus incentivos fiscales en seis sectores: electricidad, vehículos de carretera, hidrógeno, petroquímicos, cemento y acero. Se remitirá al Subcomité. Con esto concluyo. Gracias. Lo examinaremos. Oradora final, señora Flamina Tecón.
Muy buenos días a todos. Es un placer estar aquí y les agradezco la invitación. Intervendré desde una perspectiva medioambiental y, en concreto, sobre la pesca. En BLOOM hemos trabajado sobre los subsidios y las exenciones fiscales que se mantienen para las pesquerías, dado que la llamada “ley de industria limpia” no se aplica a este sector. Pasemos, por favor, a la siguiente transparencia y a un vídeo. Vamos a proyectar un vídeo de David Attenborough sobre la industria pesquera, que es la que más se ha beneficiado de estas exenciones fiscales durante los últimos 30 años. Vamos a pasar al vídeo inmediatamente.
No tendríais ni idea de que esto está sucediendo. Ha permanecido oculto a la vista hasta ahora. Un moderno arrastrero de fondo recorre el lecho marino con una cadena o una viga metálica, empujando todo lo que perturba hacia la red que va detrás.
Podemos parar el vídeo aquí. Como han visto, esto se financia directa o indirectamente con fondos europeos. Por eso trabajamos en este expediente para convencer a los responsables de la toma de decisiones de que se eliminen las exenciones fiscales a los combustibles fósiles. Creo que nadie desea que el fondo marino se vea afectado de esta manera.
Vamos a pasar a la transparencia siguiente, por favor. Estos son verdaderamente los subsidios perjudiciales, los directos, de los últimos 30 años. También están los incentivos fiscales. En conjunto, amplían la capacidad pesquera de la flota y empujan hacia la sobrepesca. Los buenos subsidios se destinan a lo menos dañino: la renovación y la adecuación de capacidades. Los otros se han identificado como perjudiciales. ¿Por qué? Porque eliminan costes de explotación e incitan a la industria a pescar más y con artes de pesca más intensivas y destructivas. En Francia, esta exención representa el 60% de los subsidios totales y la mitad se destinó a la pesca industrial.
Pasemos a la transparencia siguiente. El resultado es que el dinero público se utiliza para apoyar a la industria pesquera más destructiva, la que menos valor añadido aporta también en términos económicos. En esta Cámara se adoptó en 2023 una resolución; por tanto, no podemos seguir por esa vía. No podemos sostener un sistema económico que no tiene en cuenta los recursos naturales, porque estamos dañando una posible transición. Lo que queremos de un sistema fiscal es que favorezca la transición necesaria.
Vamos a pasar a la transparencia siguiente. Los beneficios para el sector ascienden a 1.500 millones en exenciones fiscales. Y un aspecto importante: las emisiones de CO2 del sector pesquero tienen un gran impacto. Necesitamos los océanos como sumidero de carbono, y la pesca industrial no solo libera más CO2 que cualquier otro tipo de pesquería, sino que además destruye los stocks que forman parte de ese sumidero. No es que no nos guste la pesca, pero hay artes mucho mejores que el sistema fiscal actual no favorece.
Creo igualmente que debemos entender que hace falta un cambio radical. Necesitamos una visión que incluya un buen sistema fiscal. La Agencia Europea de Medio Ambiente acaba de publicar un informe sobre el estado del medio ambiente en el que se señala que la situación no es buena y que ello tendrá un gran impacto en nuestra competitividad. En 2024 hubo un informe de actuarios sobre la solvencia planetaria y sobre los sistemas económicos que tenemos, y también ellos lanzaron la voz de alarma. Economistas y científicos coinciden; y, según una nota de la semana pasada en el debate de ECOFIN, destacaron que esta exención fiscal es negativa y no funciona desde el punto de vista económico.
Por ello, hemos contemplado una herramienta que elimine o desincentive los subsidios a la energía fósil. Queremos apoyar una transición que se aleje de prácticas destructivas e intensivas en energía.
... tenga menos impacto sobre las prácticas pesqueras. En cuanto al sector pesquero, Andreas ya destacó muchas cuestiones que suscita el mantenimiento de las exenciones fiscales a los combustibles fósiles. Esto no está cubierto por la ETD en modo alguno. Recomendamos al Parlamento que adopte una posición firme y, si no fuera posible —como señalábamos en la última diapositiva—, si esta discusión no puede avanzar porque el Consejo quiere mantener su posición con largas fases de transición, quizá convenga retirar la propuesta de la Comisión e iniciar un proceso más ambicioso, más eficaz y en consonancia con lo que aquí todos pedimos.
Gracias. Se abre el turno de intervenciones para el debate y la sesión de preguntas y respuestas.
Todos coincidimos en que hemos llegado al final del recorrido con la ETD actual. Hemos afrontado fuertes presiones por el coste de la vida y el aumento de la fiscalidad, y debemos actualizar nuestras normas de fiscalidad de la energía, también en el ámbito marítimo. Ahora bien, hay que tener en cuenta la competitividad y los cambios necesarios para adoptar un enfoque pragmático, no tan ideológico como antes. En países como el mío, que dependen del transporte marítimo y aéreo porque somos una isla, ¿qué sugerencias tienen sobre los cambios que debemos introducir para progresar de manera pragmática, reconociendo nuestras ambiciones y responsabilidades? Seamos pragmáticos para garantizar que ni la ciudadanía, ni las comunidades ni las empresas queden rezagadas.
¿Alguien desea intervenir? Patrick.
Quiero referirme específicamente a cómo alejarnos de los combustibles fósiles. Tiene sentido prever una transición larga: no se puede cambiar de la noche a la mañana. Hay que dar tiempo a la industria para aportar soluciones alternativas. Ya se está trabajando en combustibles sostenibles para la aviación; habrá una regulación que exigirá a las compañías incorporar un determinado porcentaje de biocombustibles en el queroseno. En el transporte marítimo se están explorando soluciones de energía limpia, como el uso de amoníaco. Los largos periodos de transición son necesarios porque la industria debe desarrollar opciones viables y disponer de una visibilidad a nivel político y de un calendario a largo plazo.
Se ha mencionado el impacto social y el coste de la vida. Necesitamos más investigación y más estudios sobre el impacto de las reformas que estamos debatiendo. Al preparar esta audiencia busqué buenos estudios, investigaciones basadas en modelos de simulación. Tenemos las herramientas y pueden hacerse, pero aún no contamos con suficientes análisis.