Parlamento Europeo DEVE – Desarrollo

Parlamento Europeo - DEVE – Desarrollo - 11 de noviembre de 2025

11 de noviembre de 2025
10:01
Duración: 1h 48m

Contexto de la sesión

Committee on Development + Subcommittee on Human Rights - Subcommittee on Human Rights Ordinary meeting - Jointly with DEVE - Room: SPINELLI 5E2

Vista pública limitada

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Buenos días. Señoras y señores, bienvenidos, tanto quienes están presentes en la sala como quienes nos siguen en línea, a esta reunión conjunta de la Subcomisión de Derechos Humanos (DROI) y la Comisión de Asuntos Exteriores (AFET) sobre la situación en Sudán. Contamos con expertos de la sociedad civil, juristas y representantes de distintas organizaciones internacionales para abordar el sufrimiento del pueblo sudanés, que se prolonga desde hace muchos años. Somos conscientes de los acontecimientos de los últimos días, verdaderamente terribles. En El Fasher, en particular, hemos visto noticias que nos han consternado. En la Unión Europea, en virtud de nuestro mandato en materia de derechos humanos, podemos y debemos actuar para proteger a quienes luchan por la verdad y la justicia y por los derechos de las víctimas. En este sentido, deseo señalar que la cumbre entre la Unión Europea y la Unión Africana se celebrará los días 24 y 25 de noviembre, en breve, en Angola. En diversas resoluciones, incluida la adoptada el pasado mes de marzo, el Parlamento Europeo ha condenado de manera clara estas violaciones y ha instado a que los autores de crímenes tan atroces comparezcan ante la justicia internacional. Por ello, es fundamental el papel de la Corte Penal Internacional (CPI). En Sudán, el conflicto no es únicamente de índole étnica; gira también en torno al poder y a recursos clave como el oro, el gas y el petróleo. Las partes en conflicto cuentan con el apoyo de terceros países, entre ellos los Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Rusia, Irán y Arabia Saudí, además de las responsabilidades directas sobre el terreno. La respuesta de la Unión Europea debe dirigirse también a estos países. Para esta audiencia, señoras y señores, es un placer contar con una serie de invitados. Empezamos con el señor Salih Mahmoud Osman, laureado con el Premio Sájarov 2007, que desde hace dos decenios lucha por la defensa de los derechos humanos en su país. Es un honor tenerle hoy con nosotros. Agradezco asimismo a la señora Mona Rishmawi, miembro de la misión de determinación de los hechos de las Naciones Unidas, que interviene a distancia. Nos acompaña también el señor Mohamed Mustafa El Nour, destacado jurista de derechos humanos especializado en Sudán, de la organización Christian Solidarity Worldwide. El señor Eriksen Perdisson, director regional para África sudoriental del Programa Mundial de Alimentos (PMA, WFP), interviene en sustitución del señor Loran Buquera, jefe del PMA en Sudán, que no ha podido acompañarnos. Quiero subrayar que el PMA sigue afrontando retos enormes en Sudán; recientemente, algunos de sus dirigentes han sido expulsados, lo que refleja las crecientes dificultades con que se topan las organizaciones humanitarias sobre el terreno. Muchas gracias por estar hoy con nosotros, aunque sea en línea. Y, por último, gracias a la señora Sarwa...
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Al‑Sadiq es una militante sudanesa de los derechos de las mujeres y miembro de la Federación Internacional de Derechos y Desarrollo, que está aquí con nosotros. Asimismo, nos complace contar con el señor Maciej Popowski, director general de la DG ECHO de la Comisión Europea, que acaba de regresar de una misión en Sudán. Informo a sus señorías de que, en la segunda parte de la audiencia, celebraremos un turno de preguntas y respuestas con el señor Popowski. A continuación, doy la palabra al señor Barry Andrews, presidente de la Comisión DEVE. Muchas gracias. No me extenderé. Quiero sumarme a las palabras de bienvenida a esta audiencia, que celebramos con carácter de urgencia. Estamos ante una catástrofe humanitaria y debemos ser honestos con nosotros mismos: hemos fracasado. Existían oportunidades; las raíces y las sendas de la democracia en Sudán estaban ahí. Ahora la situación empeora día tras día. Desde 2023 hablamos de aproximadamente 150.000 muertos en este conflicto y de 14 millones de desplazados. La información que recibimos de los actores sobre el terreno, reflejada en los medios de comunicación, es alarmante. Confiamos en que la iniciativa de paz a la que ha aludido el presidente de DROI y el apoyo de actores externos puedan sostenerse. Al mismo tiempo, debemos articular un plan de respuesta humanitaria; lamentablemente, el plan actual solo está financiado al 28 %. Esta es una oportunidad para ver cómo la Unión Europea puede contribuir a la paz, especialmente ahora que iniciamos los debates sobre el próximo marco financiero plurianual, el Instrumento Europa Global y la posibilidad de pasar de un pilar temático a uno global, y qué implicaría ello para la construcción de la paz en el futuro. Esperamos que los panelistas aporten su valiosa experiencia sobre Sudán. Ahora cedo la palabra a Salih Mahmoud Osman, galardonado con el Premio Sájarov en 2007, para una breve alocución. Tiene la palabra, señor Osman. Siete minutos. Muchas gracias por brindarme esta oportunidad de hablar de la catástrofe humanitaria de Sudán, que sigue desarrollándose ante nuestros ojos. Durante muchos años trabajé como abogado de derechos humanos en Darfur y llevé ante los tribunales locales numerosos casos para exigir rendición de cuentas. Comparecí con frecuencia ante los tribunales de El Fasher, donde representé a un gran número de víctimas. Hoy, sin embargo, esa sociedad ha quedado devastada y su población es objeto de gravísimas violaciones de derechos humanos. Una evaluación completa de los daños llevará tiempo, máxime en el contexto del bloqueo de las comunicaciones que afecta a la región. Aun así, ya existen pruebas suficientes de la enorme magnitud de la violencia. Las propias RSF (Fuerzas de Apoyo Rápido) han difundido vídeos en los que aparecen matando a civiles, y las imágenes por satélite muestran acumulaciones de cuerpos y grandes charcos de sangre. Quienes lograron llegar a Tawila informan de que fueron tiroteados, secuestrados y torturados durante el trayecto. Incluso las 70.000 personas que, según se informa, han alcanzado Tawila son muchas menos de las que cabría esperar, dada la enorme cifra de quienes habrían permanecido atrapadas en la ciudad. Las imágenes a las que acabo de referirme son especialmente trágicas porque las señales de lo que estaba ocurriendo tardaron en llegar.
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No fueron solo advertencias en el sentido de que era probable que se produjera una devastación enorme durante los últimos dieciocho meses en los que El Fasher estuvo sitiada, y más aún si tenemos en cuenta las atrocidades cometidas en la ciudad de El Geneina cuando cayó en manos de las RSF al principio de la guerra. Son atrocidades que están siendo investigadas por la CPI en estos momentos. También, señorías, asistimos a una continuación del genocidio de Darfur a principios de la década de 2000. Las RSF surgieron de los Janjaweed, que fueron movilizados por el Gobierno para llevar a cabo esa matanza en Darfur. Se les movilizó con la promesa de que se les permitiría controlar las tierras siempre que las “limpiaran” de las tribus indígenas africanas que las habitaban. Parece que ahora pretenden culminar esa tarea, dado que las Fuerzas Armadas sudanesas han hecho muy poco para defender El Fasher o el resto del territorio. Por horribles que sean las imágenes que llegan de El Fasher, podría producirse una devastación aún mayor que la que vemos. Aunque los asesinatos parecen continuar en El Fasher, los combates prosiguen en Kordofán. Ciudades como El Obeid y Dilling se enfrentan a tácticas de asedio similares a las que sufrió El Fasher anteriormente. Si no se toman medidas, las atrocidades podrían repetirse en estas zonas. Vemos además cómo las Fuerzas Armadas de Sudán están cometiendo sus propias violaciones: llevan a cabo detenciones arbitrarias de presuntos simpatizantes de las RSF en las zonas bajo su control y realizan bombardeos indiscriminados. Ha llegado el momento de actuar y, más en concreto, de centrar esa acción en tres pilares fundamentales: la protección de los civiles; la negociación de la paz; y, también muy importante, la rendición de cuentas y la justicia. En primer lugar, la población de Darfur y, de hecho, de todo Sudán necesita una protección urgente. A pesar de los horrores de El Fasher y de los llamamientos a un alto el fuego y al respeto del derecho internacional humanitario, no se ha tomado prácticamente ninguna medida concreta para garantizar la protección de los civiles. Después de que se informara al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre los horrores que se estaban produciendo en El Fasher, este no ha sido capaz de emitir ni siquiera una declaración presidencial en respuesta, y menos aún una resolución que exigiera medidas claras. Hace casi dos decenios, el Consejo de Seguridad apoyó primero una misión de la Unión Africana en Darfur y, posteriormente, una misión conjunta de las Naciones Unidas y de la Unión Africana. Aunque está claro que no satisfizo plenamente las aspiraciones de la población de Darfur, sí ofreció cierta protección. Ahora la Unión Europea tiene que estudiar qué se puede hacer para promover la protección de la población civil en Darfur. Esto podría incluir, por ejemplo, facilitar el debate en el Consejo de Seguridad. Eslovenia, que es miembro del Consejo de Seguridad y lo presidirá en diciembre, podría promover un debate sobre este tema con un representante civil sudanés. La Unión Europea también podría entablar un debate con la Unión Africana sobre las opciones de protección de la población civil que podrían promover conjuntamente. Y, en última instancia, señorías, aunque estos mecanismos de protección de la población civil pueden ser útiles, solo —repito, solo— la paz permitirá una seguridad real para los sudaneses y, sobre todo, para los habitantes de Darfur. La declaración del Cuarteto del 12 de septiembre insufló nueva vida a un proceso de paz que había estado estancado y brinda...
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Algunas señales pueden ser motivo de esperanza en aras del progreso. De manera útil, se identificó además la necesidad de un futuro civil para el país, afirmando que debería establecerse un gobierno independiente, dirigido por civiles y con amplia legitimidad y rendición de cuentas. Esa declaración también hizo un llamamiento a un alto el fuego inmediato y al fin del apoyo extranjero a las partes beligerantes, apoyo que en la actualidad facilita la continuación de la guerra. La recomendación que hago a la Unión Europea es trabajar de la mano con las Naciones Unidas y con la Unión Africana para encontrar vías que permitan poner fin a la guerra; negociar con celeridad para detener los horrores y las atrocidades; y apoyar a la Corte Penal Internacional (CPI), en particular a la Oficina del Fiscal para la situación de Darfur, a fin de facilitar las investigaciones sobre las atrocidades cometidas en El Fasher, en El Geneina y en todo Sudán. Esto significa, asimismo, que la Unión Europea debe colaborar estrechamente con la misión para Sudán. A continuación intervendrá la señora Mona Rishmawi, quien podrá ampliar lo que tenemos por delante. Y es importante que la Unión Europea revise sus posiciones políticas, porque su imagen ha confundido a mucha gente: en ocasiones, en Sudán se percibía que la Unión Europea estaba del lado de las RSF (Fuerzas de Apoyo Rápido), percepción que nos preocupa profundamente. Por ello, en cualquier acuerdo marco debe reconocerse el papel central de las RSF en los problemas observados, y la Unión Europea debe actuar con cautela para rectificar esa imagen de colaboración con ellas. Es importante, además, porque ustedes están enviando cuantiosos recursos a Sudán, pero la población no los percibe: la ayuda humanitaria es desviada por las distintas partes y no llega a quienes la necesitan. Los servicios humanitarios apenas pueden acceder a las zonas más remotas. Por ello, señorías, la Unión Europea debe revisar sus políticas para abordar esta situación de manera adecuada. Con esto concluyo. Muchas gracias por brindarme esta oportunidad. Como galardonado con el Premio Sájarov de esta Cámara del Parlamento Europeo, es un honor que me sigan invitando a compartir reflexiones sobre lo que está pasando en Sudán, especialmente en la región de Darfur. La Unión Europea es nuestro aliado; tras la reducción o suspensión de buena parte de la asistencia por parte de la Administración de los Estados Unidos, en particular de USAID, la Unión Europea lleva la voz cantante en el ámbito humanitario, junto con otros actores muy importantes. Muchas gracias por su atención. Tiene la palabra la señora Mona Rishmawi. Adelante. Siete minutos. Muchas gracias, señorías, señor presidente. Es un gran honor para mí dirigirme a ustedes hoy, aunque sea en línea, en nombre de la Misión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre Sudán.
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Sudán. Quería saludar, en primer lugar, a todos los presentes en el panel, un excelente panel, y saludar especialmente a Saled Mohamed Osman, mi amigo. Es un placer contar con su presencia aquí. Como saben, nuestra misión de investigación fue establecida por el Consejo de Derechos Humanos en octubre de 2023. Nuestro mandato es investigar las violaciones del derecho internacional de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario desde que estalló el conflicto a mediados de abril de 2023; identificar a los responsables, preservar las pruebas para la futura rendición de cuentas y recomendar medidas que garanticen justicia para las víctimas. En primer lugar, quería dar las gracias a esta comisión por su continua atención a la situación tan desesperada que sufre la población civil en Sudán —es la segunda vez que estoy aquí— y por prestar atención, en particular, a la ciudad de El Fashir y sus alrededores, que actualmente son el epicentro de una de las crisis humanitarias más graves del mundo. Tras más de 18 meses de asedio por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y de grupos aliados, la ciudad cayó. Durante el asedio, hospitales, mercados, sistemas de abastecimiento de agua y campamentos para personas desplazadas fueron objeto deliberado de ataques. Se bloqueó la producción de alimentos, se agotaron los suministros médicos y se destruyeron las redes de electricidad y agua. La hambruna se convirtió en arma de guerra. Los precios se dispararon y los productos básicos desaparecieron. Hay niños y bebés que han muerto de hambre y de enfermedades. La ayuda humanitaria fue y sigue siendo muy limitada, en condiciones extremadamente peligrosas debido a la inseguridad, los repetidos ataques a los convoyes, la falta de combustible y las constantes agresiones a los trabajadores humanitarios y a los voluntarios. Pero el desastre no terminó ahí. Desde que las RSF tomaron la ciudad, nuestra misión ha recopilado pruebas muy inquietantes de atrocidades. En los últimos días he hablado con muchas víctimas y supervivientes, que nos han explicado sus experiencias y han sido testigos de ejecuciones sumarias, saqueos generalizados, destrucción de infraestructuras vitales y niveles impactantes de violencia sexual. Hay vídeos verificados que respaldan sus relatos. En los días posteriores a la caída de El Fashir, miles huyeron a pie hacia Tawila, a 40 kilómetros de distancia. Tawila ya alberga a más de 650.000 personas desplazadas, lo que la convierte en uno de los lugares más superpoblados de Sudán. Sin embargo, miles de personas más siguen atrapadas en una situación catastrófica. En su ruta hacia la seguridad, mujeres y niñas han sido víctimas de violaciones, incluidas violaciones en grupo. Hombres y niños también han sido atacados, golpeados y humillados. Los supervivientes describen una crueldad indescriptible y un trauma profundo y duradero. Las atrocidades cometidas por las Fuerzas de Apoyo Rápido en todos los lugares por donde han avanzado desde abril de 2023 son graves y constituyen crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, incluidos persecución y exterminio. Pero las violaciones cometidas por las Fuerzas Armadas sudanesas desde el inicio de este conflicto también deben ser reconocidas: ataques indiscriminados contra hospitales y mercados, detenciones arbitrarias, torturas y represalias contra personas y comunidades percibidas como simpatizantes de las RSF. Señorías, estas atrocidades no son imposibles de prevenir. Pueden y deben terminar. Quienes apoyan, arman o financian a los autores tienen los medios y la obligación de detenerlos. Los Estados con influencia tienen una responsabilidad especial. Poner fin a esta espiral de violencia exige algo más que condenas; exige ayuda humanitaria urgente y una rendición de cuentas generalizada.
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No puede haber paz sin justicia, ni justicia bajo la sombra de la impunidad. Todas las partes deben respetar los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Deben facilitar el acceso humanitario sin obstáculos, liberar a las personas detenidas arbitrariamente y cooperar con los esfuerzos para poner fin a la guerra y garantizar la rendición de cuentas. La Unión Europea, como ya hemos oído y con excelentes recomendaciones en este sentido, ha demostrado su liderazgo a través de su ayuda humanitaria y la defensa de los derechos humanos. Sin embargo, la magnitud de la crisis y de las atrocidades en Sudán exige una respuesta todavía más firme y unida. Es preciso exigir un alto el fuego inmediato y adoptar medidas prácticas para proteger a los civiles. Hay que apoyar la apertura de corredores humanitarios seguros bajo control internacional. Debemos respaldar las investigaciones y los enjuiciamientos de los crímenes internacionales, incluida la actuación de la Corte Penal Internacional (CPI). Debe asegurarse la jurisdicción internacional y crearse un mecanismo judicial independiente en Sudán, complementario de la CPI. Es necesario imponer sanciones específicas contra los responsables de las atrocidades y permitir que el panel de expertos de Naciones Unidas haga su trabajo sobre las violaciones del embargo ya impuesto. Queremos reforzar la asistencia a los supervivientes, a las personas desplazadas y a las comunidades de acogida, cuya solidaridad perdura a pesar de las dificultades. Por favor, vaya concluyendo, pide el señor presidente. Sí, ya termino, un minuto nada más. El pueblo de Sudán pide justicia y la protección de su dignidad humana más básica. Cada atrocidad que queda impune es una invitación a la siguiente. Cada retraso cuesta vidas. La voz de Europa y su acción pueden marcar una diferencia decisiva. Muchas gracias. Muchas gracias. Tenemos a muchas personas que van a intervenir y numerosas peticiones de palabra de sus señorías. Señor Mohamed Mustafa El Nour, tiene usted la palabra. Siete minutos. El conflicto actual en Darfur puede considerarse un ataque contra la población civil. Todos los ciudadanos se han visto afectados por esta guerra, que puede constituir crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en todo el país. Sin embargo, como en todas las guerras, hay grupos más vulnerables que sufren una crisis dentro de la crisis. Las mujeres, las niñas y los niños han sufrido una violencia sexual horrible relacionada con el conflicto. Las personas de ascendencia africana en Darfur se enfrentan a ataques por motivos raciales que pueden constituir crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y posiblemente otro genocidio. Muchas etnias árabes de Darfur que viven en el norte están siendo acusadas de estar afiliadas a las Fuerzas de Apoyo Rápido y han sido condenadas a muerte. Las misiones de Naciones Unidas y otras están haciendo un gran trabajo para documentar estos crímenes. Audiencias como esta, con estos testigos, permiten recabar pruebas. Pero las violaciones de la libertad de religión o de creencias y los delitos contra las minorías religiosas no se abordan en gran medida y casi caen en el olvido. Durante más de cincuenta días de asedio, las Fuerzas de Apoyo Rápido se dirigieron deliberadamente contra infraestructuras civiles e incluso contra lugares de culto, refugio de muchos civiles. Semanas antes de la caída de El Fasher, las Fuerzas de Apoyo Rápido bombardearon una mezquita en la que murieron al menos setenta personas. El pasado mes de junio bombardearon tres de las cinco iglesias de El Fasher, iglesias oficiales. Y digo oficiales porque hay muchos cristianos convertidos que no pueden ejercer.
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No pueden practicar su fe de manera pública; solo pueden hacerlo en secreto, en iglesias domésticas, a pesar de que la apostasía ya no es delito: fue abolida durante el gobierno de transición. Este es el legado de 30 años bajo el régimen de Bashir, al que sirvieron las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y los dirigentes de las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), y que han mantenido las mismas prácticas tras el golpe de Estado de 2021. Los conversos han sido detenidos, torturados y acusados de apostasía, aunque ya no sea delito. Se han anulado matrimonios mediante resoluciones judiciales únicamente por la diferencia de religión, y las iglesias han sido objeto de ataques. La guerra solo ha empeorado la situación. Desde su estallido, más de 165 iglesias han cerrado y otras han sufrido ataques deliberados. Apenas dos días después del inicio de la guerra, las RSF asaltaron o se apropiaron de la catedral anglicana en Jartum y la utilizaron como base militar. También han obligado a personas a convertirse al islam. Por su parte, las SAF han mostrado poco interés en proteger a los cristianos y otras minorías. Formaron parte integrante del régimen de Bashir y, con frecuencia, actuaron contra las iglesias utilizando decisiones administrativas y judiciales para demoler templos y expropiar sus terrenos; esa misma práctica continúa incluso durante la guerra. La iglesia pentecostal fue demolida, al igual que los edificios anexos. Se informó a la congregación de que se trataba de una decisión administrativa, imposible de impugnar, ya que los defensores de los derechos humanos se enfrentan a graves represalias. Tres días después de que empezara la guerra, las SAF bombardearon y destruyeron parcialmente una iglesia evangélica en Jartum y, posteriormente, destruyeron la iglesia evangélica de Omdurmán. En ninguno de estos dos ataques había combatientes de las RSF en los templos. Las SAF también bombardearon un centro cristiano en Jartum Occidental. No es la primera guerra ni la primera vez que se cometen atrocidades en Sudán, ni la primera ocasión en que la comunidad internacional reclama la protección de la población civil. La historia de Sudán es la de unos mismos autores que siguen cometiendo los mismos delitos porque nunca se les obligó a rendir cuentas. Agradecemos el apoyo de la Unión Europea a la misión de investigación de las Naciones Unidas, fundamental para documentar e investigar estos crímenes graves, así como el apoyo a la Corte Penal Internacional (CPI), que necesita, como en el pasado, un respaldo decidido. Les pedimos también que respalden la misión de investigación africana, que ha publicado recientemente un informe, y que los Estados miembros sostengan los mecanismos existentes; de lo contrario, será difícil esperar justicia y estabilidad en Sudán. Valoramos positivamente las sanciones de la Unión impuestas a personas y entidades internas; son un buen comienzo para avanzar en la rendición de cuentas y mantener la presión. Sin embargo, los responsables externos, en particular Emiratos Árabes Unidos y sus dirigentes, que alimentan esta guerra e incumplen el embargo, también deben rendir cuentas. Egipto, Arabia Saudí y aliados de la Unión Europea que tienen interés en esta guerra deben ser igualmente objeto de sanciones. Pedimos a la Unión Europea que actúe para que los responsables de estos crímenes rindan cuentas y que ejerza presión diplomática y económica sobre quienes financian y suministran recursos a las partes en conflicto. La Unión Europea podría desempeñar un papel importante de mediación: un mediador neutral goza de buena reputación en Sudán y ello permitiría alcanzar un alto el fuego y facilitar ayuda humanitaria urgente. Por último, debe existir un plan para devolver a Sudán a una transición liderada por civiles. Esto no será posible mientras la comunidad internacional premie a las partes en conflicto.
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Gracias. Muchas gracias, gracias también por haber respetado el tiempo. Señor Perdisson, tiene usted la palabra por siete minutos. Gracias, señorías, miembros del Parlamento Europeo. Es un privilegio comparecer hoy ante esta comisión. Agradezco asimismo a la DG de la Comisión su reciente visita a Sudán, que nos recuerda la importancia fundamental del apoyo de los donantes; sobre ello versará mi intervención. La crisis de Sudán desafía los patrones habituales por su gravedad y escala. Es una de las hambrunas confirmadas de este siglo y una de las crisis con más desplazados. La inseguridad alimentaria se extiende más allá de las fronteras sudanesas. Los últimos acontecimientos han puesto de relieve el altísimo nivel de crueldad y sufrimiento humanitario. No puedo referirme a la situación en Sudán sin sentirme desamparado, pensando en los extraordinarios colegas que siguen sobre el terreno. Actualmente no contamos con recursos para cubrir estas enormes necesidades, y las demoras cuestan vidas. La situación es urgente y apremiante. Llegamos al día mil del conflicto y las perspectivas son espantosas: 21 millones de personas con necesidades alimentarias, el 45% de la población. Esto incluye 6,3 millones de personas en nivel de emergencia de inseguridad alimentaria y 375.000 en niveles de inseguridad alimentaria que alcanzan el nivel de catástrofe. Por segunda vez en menos de un año, el Comité de Revisión de la Hambruna ha confirmado que se ha detectado hambruna en El Fasher y Kadugli, y en 20 zonas adicionales. Los niños son quienes más sufren: más del 60% de las localidades evaluadas registran tasas de malnutrición aguda superiores al 15%, por encima del umbral de emergencia de la OMS. El 75% de los niños menores de cinco años que llegan a la ciudad de Tawila presentan desnutrición aguda. El conflicto en Sudán tiene un fuerte impacto regional: 12 millones de sudaneses están desplazados y 4 millones han buscado refugio en países vecinos, lo que amenaza la estabilidad de estos Estados. En el Chad Oriental, una tercera parte de la población es sudanesa y ya compite por recursos escasos. Sudán del Sur está al borde de la implosión, con una inflación rampante; han llegado 1,2 millones de refugiados sudaneses, el 10% de su población. Estos factores han agravado la situación de hambruna para 6 millones de personas. Pese a los inmensos retos, el PMA trabaja con sus ONG asociadas y otras agencias de las Naciones Unidas para llegar a las comunidades sudanesas y apoyar a todo el país.
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Hemos duplicado nuestra asistencia y atendemos a cuatro millones de personas mensualmente. Desde principios de 2025 estamos cambiando la situación de la hambruna. En algunas zonas, la asistencia se ha triplicado para llegar a 1,7 millones de personas. Por ello, hay áreas que ya no están en situación de hambruna, sino en riesgo de hambruna, y hemos logrado una reducción del 30% de las personas en situación catastrófica. Sudán no es solo un territorio de necesidades, sino también de resiliencia y recuperación. Las comunidades están reconstruyendo, los mercados siguen operativos y están surgiendo oportunidades de desarrollo. La labor del PMA junto con el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo y otros asociados está potenciando la producción agrícola y la seguridad alimentaria, generando bolsas de estabilidad que van más allá de la ayuda humanitaria. La paz y la recuperación son posibles; ese es el mensaje que transmitimos: que las comunidades no han sido olvidadas. Concluiré con tres puntos urgentes. Primero, debemos brindar apoyo a todos los esfuerzos en pro de la paz en Sudán. Agradecemos profundamente a la Unión Europea su compromiso, también en el plano político. Sin embargo, la crisis de El Fasher era previsible y la respuesta mundial no ha estado a la altura; debemos preguntarnos si hemos hecho lo suficiente. Segundo, hay que seguir abogando por un acceso humanitario sin trabas. El Fasher, entre otras zonas, sigue aislada. Si contamos con un acceso sin obstáculos, podemos marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Deben protegerse siempre los activos humanitarios y el acceso a la ayuda humanitaria. Tercero, hay que financiar la respuesta: actualmente solo contamos con un 28% de financiación para nuestros programas. Desde el PMA necesitamos 662 millones de dólares en los próximos meses para llegar a ocho millones de personas cada mes. Los retornados están reconstruyendo sus vidas en zonas sin hospitales, sin escuelas y sin oportunidades de trabajo. Debemos estar a la altura con medidas concretas. Porque, por encima de todo, el pueblo de Sudán necesita paz, y el liderazgo de la Unión Europea puede hacerlo posible. El pueblo de Sudán no olvidará a quienes le brindaron apoyo cuando más lo necesitaba. Muchas gracias. Muchas gracias. Tiene la palabra ahora la señora Sadiq. Siete minutos. Muchas gracias por concederme el uso de la palabra en este momento crítico para Sudán, un momento en el que el silencio cuesta vidas. Hoy conmemoramos el fin del sufrimiento de millones de personas en la Primera Guerra Mundial, y me gustaría que también pudiéramos celebrar la justicia en Sudán. Les hablo tras la caída de El Fasher. En El Fasher, los testimonios recopilados por redes de ayuda humanitaria reflejan patrones horrorosos de atrocidades: mujeres secuestradas, obligadas a ejercer trabajos sexuales, sin ningún mecanismo de recuperación. Son casos que no se documentan y de los que no se habla. Las supervivientes están estigmatizadas y carecen de atención psicosocial y sanitaria. Las personas mayores y con discapacidad quedan igualmente desatendidas. Quiero dejar algo claro: no estamos hablando solo de violencia de género; hablamos también de violencia sexual y racializada contra personas racializadas. La mayoría de las mujeres afectadas son de origen africano, son negras, y precisamente por su identidad sus cuerpos se utilizan como campo de batalla para reafirmar el dominio sobre comunidades enteras. Al mismo tiempo, observamos un retroceso en derechos por los que llevamos décadas luchando: poner fin a los matrimonios precoces y a la mutilación genital femenina. Son prácticas que están reapareciendo.
45:00
Los logros de las mujeres sudanesas, entre los que se incluye su reconocimiento en una resolución de las Naciones Unidas, se están viendo erosionados. Y duele especialmente que esta resolución cumpla su 25 aniversario. Es un logro que debería conmemorar un avance, no una pérdida. Y digo esto afligida. Las mujeres no tienen ningún tipo de ayuda ni de dignidad. En mi familia, una mujer fue sometida a una violación grupal en mi ciudad. Por el estigma, tres mujeres se quitaron la vida. Y una abuela también quedó estigmatizada a raíz de una violación; ya no se la veía como una abuela. Una mujer de Darfur fue violada hace 23 años, cuando era adolescente; el mismo agresor violó después a su propia hija. No hablamos de hechos al azar. Son acciones deliberadas para destruir. Si permitimos que esto siga impune, normalizaremos la violencia sexual como arma de guerra, no solo en Sudán, sino en todo el mundo. A pesar de todo, las mujeres sudanesas somos el puntal de la supervivencia y la resiliencia. Las organizaciones de mujeres encabezan los esfuerzos de reconciliación. Estamos redefiniendo la paz, no como ausencia de guerra, sino como presencia de dignidad, justicia y oportunidad. Mantenemos viva la promesa de la paz, pero estamos cansadas. En los últimos años nos hemos visto expuestas a los crímenes más atroces. Sin embargo, el apoyo que hemos recibido ha sido limitado. La Unión Europea celebró esas voces femeninas que luchaban contra el régimen anterior, y ahora se las ha dejado a su suerte en una situación de necesidad. Seguimos siendo resilientes, pero la solidaridad internacional tiene que estar a la altura de nuestra valentía. Necesitamos cubrir necesidades básicas: vivienda, apoyo psicosocial para las supervivientes, agua en los campos de refugiados y medios de subsistencia que restablezcan nuestra independencia. Excelencias, la justicia es la base del proceso de curación, pero hoy las mujeres sudanesas sentimos que esa justicia no está presente. Los autores actúan con tal impunidad que incluso documentan sus propios crímenes. La misión de investigación y la Corte Penal Internacional son fundamentales; ahí tenemos un rayo de esperanza. Tenemos ejemplos de que la justicia puede estar a la altura, en algunos casos ante la Corte Penal Internacional. Y lo que queremos las mujeres de Sudán es el reconocimiento de nuestra dignidad y de que el derecho internacional sigue vigente. Pero un solo caso aislado ante la Corte Penal Internacional no basta. Necesitamos documentación sistemática y enjuiciamiento de los delitos, también los de violencia sexual, en los que las supervivientes sean agentes del cambio y de la justicia. Y debemos empezar por la verdad. Hay que señalarla. Las fuerzas de apoyo rápido se han convertido en una maquinaria del terror. Envenenan nuestras aguas, queman nuestras casas, esclavizan a las mujeres.
Fragmentos 1-10 de 31 (15 disponibles públicamente)

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