Se abre la sesión de la Comisión de Pesca. El primer punto del orden del día es la audiencia pública sobre la delicada cuestión de la competencia por el uso del espacio marino y la necesidad de contar con espacios adecuados para la pesca y la acuicultura. Doy la bienvenida a los cinco oradores; dos intervendrán en línea y los demás están presentes en la sala. Cada orador dispondrá de ocho minutos y, tras las presentaciones, celebraremos una sesión de preguntas y respuestas con interpretación.
Para entender mejor el problema, comenzamos con la primera intervención. Tiene la palabra el señor Rubén Eiras, secretario general de Fórum Oceano de Portugal.
Señorías, señoras y señores, buenas tardes. Europa se ha comprometido a proteger el 30% de sus áreas marinas y a proteger y restaurar los ecosistemas marinos para una pesca sostenible y resiliente. Este marco general fue presentado por la Comisión Europea a principios de año y apoyado por el Parlamento Europeo a finales del año pasado. No se trata solo de una cuestión medioambiental, sino estratégica, que afecta a la seguridad, a la economía azul y a las comunidades costeras. Proteger más, sin embargo, no es producir menos. Eso es lo que vamos a analizar ahora.
El océano es la base de la vida y de la economía costera. Solo un porcentaje mínimo está protegido en este momento, y apenas un 3% cuenta con planes y medios efectivos de protección, según un análisis realizado por la ONG Juntos por los Océanos. Restaurar los ecosistemas marinos es esencial para un futuro sostenible, para la descarbonización, para un turismo responsable y para la protección frente a eventos climáticos extremos. A primera vista, reservar el 30% del espacio marino para la conservación parece reducir el espacio disponible para otras actividades...
Se suele afirmar que las áreas marinas protegidas perjudican a las zonas de pesca, pero es exactamente lo contrario. Las áreas marinas protegidas bien gestionadas aumentan la biomasa y la productividad pesquera, generando un efecto de desbordamiento (spillover). En Portugal, por ejemplo, las pesquerías demersales en la Región Autónoma de las Azores, gracias a su plan de protección, incrementaron en más de un 4% las capturas en la zona. Esto se traduce en poblaciones más saludables y mayor productividad para el sector.
No obstante, hay retos. Artes de pesca como el arrastre afectan a estas zonas, por lo que es preciso invertir en tecnologías alternativas. Startups y emprendedores que ofrecen tecnologías de pesca de precisión están abriendo nuevas vías, pero necesitan un marco normativo facilitador.
Más del 40% de la población europea vive a menos de 50 kilómetros del mar y muchísimos empleos dependen de la economía azul. Por ello, cuando protegemos el mar, debemos diversificar hacia el turismo sostenible y reducir el riesgo climático en las zonas costeras, con inversiones específicas en esos territorios. Es fundamental implicar a los pescadores en la gestión de las áreas protegidas y garantizar la formación adecuada para adoptar nuevas prácticas.
Los desafíos incluyen la falta de control, la presión política a favor de prácticas destructivas y las desigualdades entre Estados miembros. Estas áreas deben entenderse como un ahorro en el banco: permitirán más y mejor pesca y mayor capacidad de secuestro de carbono. Pero ello exige una gobernanza política y social que valore el largo plazo y evite la mirada cortoplacista.
En las áreas menos protegidas debemos explorar la inclusión de actividades económicas que aumenten la biodiversidad, como las energías renovables oceánicas; por ejemplo, los parques eólicos instalados en Portugal. Se han registrado 59 especies marinas asociadas a esos proyectos y, además, un consorcio está creando corredores de navegación para la pesca de bajo impacto alrededor del parque eólico. También es necesario impulsar instalaciones de regeneración medioambiental acelerada, como catalizadores tipo arrecife: son tecnologías que triplican la velocidad de regeneración, como ya sucede en el Mar del Norte, en España o en regiones costeras de Arabia Saudí. La Unión Europea debe establecer un marco regulatorio que permita a los Estados miembros invertir en estas tecnologías.
Otra oportunidad es que la Unión Europea lidere el uso de la FinTech para la comercialización de capacidades de descarbonización en las áreas menos protegidas. Esto permitiría financiar la acción pública. De forma pragmática, la Unión Europea podría ofrecer a los mercados financieros una remuneración por la restauración marina.
…y en la reducción de la carga para el contribuyente europeo. Y, finalmente, hay que fomentar la acuicultura regenerativa, tanto onshore como offshore, para reforzar la seguridad alimentaria y la producción sostenible. Proteger el 30 % de los océanos no es un inhibidor del crecimiento; al contrario, lo es para las comunidades costeras y para una Europa baja en carbono. Pero eso requiere compromiso político y empresarial. Tenemos que salir de nuestros cotos ideológicos para una Europa más competitiva, regenerando los océanos. Con nuestros miembros y la red europea de la que nuestro foro forma parte, en eso creemos y trabajamos a diario. En la Unión Europea el populismo seguirá creciendo como la maleza; por eso, de vez en cuando, hay que podar las soluciones que ofrecemos. Son las que hemos intentado fomentar. Lo siento, disculpen; la calidad del sonido no era muy buena. Tiene la palabra el señor Javier Ojeda González Posada, secretario de la FEAP, la Federación de Productores Europeos de Acuicultura. Señor Ojeda, tiene la palabra.
Buenas tardes, presidente, señorías, estimados colegas y amigos. Es un placer contribuir a este debate sobre cómo garantizar las bases para una acuicultura sostenible en la Unión Europea, especialmente en un momento en el que la disponibilidad de espacio marino se ha convertido en una de las mayores limitaciones para el desarrollo del sector que represento, que es el de la piscicultura.
Permítanme comenzar con un mensaje muy claro: la acuicultura y la conservación marina no son adversarias. Pueden y deben coexistir. Un medio marino saludable es la base de un sector acuícola saludable, y una acuicultura responsable puede, a su vez, contribuir a los objetivos medioambientales, al desarrollo socioeconómico y al aprovisionamiento alimentario.
La Directiva de Ordenación del Espacio Marítimo ha sido fundamental para situar la acuicultura en la agenda de las autoridades competentes en la ordenación espacial y también en la agenda de las autoridades medioambientales. Antes de su adopción, la acuicultura era a menudo invisible en la gobernanza marítima. Esta directiva ha creado un marco para la coordinación intersectorial, ha fomentado el diálogo y ha mejorado la comprensión de las necesidades espaciales de la acuicultura. Sin embargo, pese a estos avances, no ha logrado garantizar áreas claras y previsibles para la producción acuícola. El objetivo de mejorar el acceso al espacio y al agua, tal y como se define en las directrices estratégicas de la Comisión para una Acuicultura Europea Sostenible, sigue sin alcanzarse en la gran mayoría de los Estados miembros. Los procesos de concesión de licencias siguen siendo largos, inciertos, muy costosos y burocráticamente pesados.
En los mares europeos (y también en los ríos, aunque estos no son el objeto de esta audiencia), la acuicultura se enfrenta a un fenómeno que podríamos denominar “estrangulamiento espacial”. El número de actividades marítimas es muy elevado: energías renovables marinas, turismo, pesca, conservación y, más recientemente, mayores usos militares debido a la beligerante actitud de Rusia, mientras que el espacio físico disponible sigue siendo el mismo. Cada uso es legítimo y aporta un valor social o ambiental innegable, pero, en conjunto, reducen el espacio disponible para la producción de alimentos.
Otro obstáculo proviene de la interpretación de la Directiva de Servicios, tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 2016. Esa interpretación somete injustamente la acuicultura al ámbito de la llamada Directiva Bolkestein, a pesar de que la acuicultura es claramente producción primaria de alimentos y no una actividad de servicios. Esto genera una incertidumbre innecesaria y socava la claridad que la Directiva de Ordenación del Espacio Marítimo pretendía proporcionar.
Permítanme ser muy claro: Europa necesita más acuicultura, no menos, si hablamos en serio de aseguramiento alimentario, menor impacto ambiental y objetivos climáticos.
Para reducir la dependencia de las importaciones, la acuicultura debe tener acceso a un espacio planificado, previsible y estable. Sin embargo, aquí encontramos una contradicción. La orientación actual de la Comisión Europea, lanzada en el marco de la Misión Océanos y Aguas, impulsa políticas de producción e innovación orientadas hacia sistemas extensivos, como los de algas y animales de bajo nivel trófico, que por su bajo rendimiento requieren más espacio. Eso es lo que promueve la Comisión, pero sin ofrecer espacio adicional y, lo que es peor, sin reconocer que esa forma de acuicultura extensiva, aunque valiosa, nunca dispondrá de suficiente espacio en las costas de la Unión Europea para alimentar a nuestra ciudadanía. Por lo tanto, la política de la Comisión, en cuanto a sus ambiciones programáticas para la acuicultura de bajo nivel trófico, sencillamente no es viable.
Para producir la misma cantidad de alimento, los sistemas extensivos requieren más superficie, no menos. Y si la acuicultura no puede expandirse espacialmente, la única alternativa es intensificar la producción de manera sostenible. Esto es precisamente lo que la FAO denomina intensificación sostenible desde el punto de vista ambiental: producir más alimentos utilizando menos recursos naturales, en menos espacio y con menor impacto ambiental, empleando, por ejemplo, piensos optimizados e innovación tecnológica. Es un enfoque realista, basado en la ciencia y coherente con el Pacto Verde Europeo. La Unión Europea no debe temer la palabra intensificación en la producción de alimentos; lo importante es que sea sostenible y eficiente.
Desde FEAD proponemos varias acciones para lograrlo:
1) Vincular la Directiva de Ordenación del Espacio Marítimo con objetivos de soberanía alimentaria de la Unión. Los Estados miembros o los planes de cuenca marítima deben establecer objetivos cuantitativos para la producción de alimentos acuáticos, de modo que la ordenación contribuya directamente a las metas alimentarias europeas.
2) Clarificar el marco jurídico. La Comisión debe garantizar que la acuicultura quede fuera del ámbito de aplicación de la Directiva de Servicios. La acuicultura es producción primaria de alimentos y debe regularse como tal.
3) La Directiva de Ordenación del Espacio Marítimo debe ofrecer herramientas vinculantes de mediación intersectorial para resolver conflictos a nivel de Estado miembro y promover la coexistencia sinérgica.
4) Integrar la dinámica del mercado y la planificación local. Necesitamos orientación para la planificación de última milla, ya a nivel de proximidad: traducir los mapas de cuenca marítima en desarrollo local práctico a pequeña escala, incluyendo la disponibilidad de infraestructuras portuarias para la acuicultura marina.
La visión binaria de “o protegemos o producimos” ya no encaja en la realidad actual. Necesitamos una planificación espacial flexible, basada en la ciencia, que refleje tanto los objetivos ambientales como los alimentarios. Permítanme un llamamiento al realismo y al equilibrio: la protección ambiental es esencial para nuestro futuro, pero comer también. En algunos Estados miembros su aplicación se ha vuelto excesivamente restrictiva, bloqueando nuevos proyectos de acuicultura incluso cuando cumplen todos los criterios de sostenibilidad medioambiental. La aplicación desmedida del principio de precaución medioambiental, a veces utilizado para evitar riesgos remotos —por mínimos que sean— y sin suficiente fundamento, está frenando la innovación y el crecimiento sostenible.
Si la Unión Europea quiere consolidar su soberanía alimentaria y producir alimentos azules, locales, saludables y bajos en carbono, debemos encontrar un mejor equilibrio entre protección y producción de alimentos. Para concluir, la Directiva de Ordenación del Espacio Marítimo fue un hito para la economía azul europea, pero ahora debe evolucionar hacia un instrumento más estratégico para la producción alimentaria sostenible. Debemos garantizar que la planificación espacial no solo proteja los ecosistemas, sino que también alimente a los ciudadanos europeos. Porque el océano es vasto, sí, pero el espacio utilizable es limitado; por ello, la intensificación inteligente y sostenible de la producción alimentaria es imprescindible. Cómo lo compartamos definirá el futuro de la economía azul de Europa.
Muchas gracias.
El siguiente orador es Ernest Kaufischer, presidente del Consejo Consultivo del Mar del Norte y director ejecutivo de la Organización Danesa de Productores de Pesca. Señor Kaufischer, tiene usted la palabra.
Muchas gracias por invitarme a intervenir hoy. Tengo una presentación; hemos hecho un pequeño ajuste y debería estar lista para proyectarse.
Empiezo agradeciendo de nuevo la invitación para participar en este importante debate. Intervendré en nombre de la Organización de Pescadores PO y del Consejo Consultivo del Mar del Norte, utilizando la documentación y los datos de que dispongo.
La comunidad de la PO danesa trabaja con 250 organizaciones de pescadores en Dinamarca. Nuestros miembros operan en todo tipo de pesquerías en el mar Báltico, el Skagerrak, el Kattegat, así como en el mar del Norte y el océano Atlántico. En gran medida, representamos a la comunidad pesquera en su conjunto: tanto en puertos pequeños como grandes, y con flotas de barcos de todos los tamaños.
Siguiente imagen. A lo largo de los años hemos sido muy activos en distintas aguas y, por diversas razones, nuestros miembros han visto reducidas de manera drástica sus zonas de pesca. En los últimos años constatamos una creciente competencia por el uso del mar. Existen actividades militares y, nos guste o no, aumenta la incertidumbre y el espacio destinado a dichas actividades. También se desarrolla la energía en alta mar, con zonas de exclusión y nuevas formas de energías renovables. Tenemos producción de gas, una minería marina en aumento y, asimismo, las exigencias de la protección marina, mencionadas por un orador anterior: debemos proteger las poblaciones, los juveniles, los fondos marinos y los delfines conforme a distintas directivas, que son un pilar fundamental de la política de la Unión Europea y ejercen una gran influencia.
Además, surgen otras actividades, como las espaciales —por ejemplo, lanzamientos de cohetes—, presentes también en el mar del Norte. Y, por último, me gustaría subrayar la producción de alimentos: esa ha sido la razón de ser de la pesca durante cientos de años, producir alimentos aprovechando de forma responsable los recursos de la naturaleza.
Tomaré Dinamarca como ejemplo, por ser mi país. Aquí pueden ver una imagen del país y de sus pesquerías. Antes teníamos un área “dorada” en la que los pescadores podían faenar con libertad.
Sin embargo, la realidad a día de hoy es mucho más compleja. Existen numerosas restricciones relativas a las pesquerías: dónde pueden pescar, qué especies pueden capturar y cómo pueden faenar. En cuanto a la pesca en Dinamarca, los pescadores daneses también acceden a otras aguas, como las de Noruega, Suecia y el Reino Unido.
Lo que está ocurriendo es que la actividad pesquera se ve cada vez más sometida a lo que llamamos “compresión espacial” (si se me permite el juego de palabras): los espacios en los que pueden faenar se reducen continuamente. Las zonas de pesca permitida son menos y más pequeñas. Ello conduce a peores resultados, mayores costes y una huella más negativa en el medio marino, porque se invierte más tiempo y esfuerzo para obtener menos. Observamos, en definitiva, una menor producción de alimentos en relación con el esfuerzo dedicado.
Por ello, en el Consejo Consultivo del Mar del Norte valoramos especialmente la planificación espacial. Necesitamos un enfoque diferente y, en toda la Unión Europea, un enfoque holístico que reserve áreas para distintas actividades. Sin embargo, en los últimos años hemos visto que la producción de alimentos no se considera necesariamente una prioridad en la ordenación del espacio marítimo. Por diversos motivos, las áreas destinadas a la energía eólica y otras renovables suelen recibir prioridad. Asimismo, las zonas marinas protegidas gozan de prioridad. El mensaje que perciben los pescadores es que solo pueden faenar en algunas áreas y que, si esas áreas siguen reduciéndose, la situación se complica cada vez más.
Quisiera reiterar lo que ha señalado el orador anterior: la pesca y el sector pesquero son importantes por múltiples razones, especialmente por la producción de alimentos. Es necesario mantener esta producción en la Unión Europea. Las comunidades costeras dependen en gran medida de la producción marina. ¿Cómo mantenemos la pesca como elemento central de las políticas? La ordenación del espacio marítimo debe situar a la pesca entre sus prioridades. Debemos designar áreas para las actividades pesqueras y para la producción de alimentos, y en esas áreas deben ser los propios pescadores quienes decidan cómo faenar. El uso de artes de arrastre, por ejemplo, debería concentrarse en zonas específicas, mientras que otras deberían reservarse para artes menores, como las de enmalle, o para buques más pequeños en las zonas costeras.
La cooperación transfronteriza y un enfoque holístico son necesarios en la ordenación del espacio marítimo. Debemos abrirnos a la cooperación con otros países y no limitarnos a nuestras fronteras. En Dinamarca, aproximadamente el 30% de las zonas se faenan con buques de arrastre, lo que deja espacio para otras actividades, incluso con una delimitación clara del espacio pesquero.
Con esto concluyo. Muchas gracias. Tiene la palabra el siguiente orador, Marc Dikiko, expresidente del Grupo de Expertos en Pesquerías de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
…de la naturaleza. Y me disculpo por haber invertido el orden de intervenciones. Muchas gracias. Yo también tengo una presentación y creo que este orden invertido ha obrado en mi favor. Me llamo Mark Dickey-Collas. Algunos de ustedes me recordarán porque fui presidente del CIEM. Actualmente presido el grupo de expertos en pesca de la UICN y trabajo muy de cerca con la mesa para la conservación y el desarrollo. Recientemente he estado evaluando el Mediterráneo y el Mar del Norte; trabajo, por tanto, en pesquerías y conservación en ambos ámbitos.
Hemos abordado qué queremos decir desde el punto de vista de la conservación, del espacio y de la legislación en curso, pero me gustaría dar un paso atrás para contemplar el Marco Mundial de la Biodiversidad. En este marco hay tres objetivos muy conocidos: restaurar el 30% de los ecosistemas degradados de aquí a 2030 (objetivo 2); conservar de manera efectiva el 30% de las zonas marinas y costeras, el famoso 30x30 (objetivo 3); y el objetivo 5, relativo a que el uso, la recolección y el comercio de especies silvestres sean sostenibles y eviten la sobreexplotación. Son objetivos bien conocidos, especialmente en el ámbito marino, pero en total son 23 objetivos.
Quisiera destacar, y aquí me ayuda que Ken haya intervenido antes, los objetivos 9 y 10, muy pertinentes para los sistemas marinos de producción de alimentos. El 9 se refiere a la gestión sostenible del uso de las especies silvestres; el 10, a las zonas dedicadas a la pesca y la acuicultura que se gestionan para proporcionar beneficios a las personas. No se trata de una política industrial improvisada, sino de metas acordadas a las que los Estados miembros se han comprometido en el marco mundial.
Observamos que la atención pública se concentra en los objetivos 2 y 3, mientras que apenas hay energía, recursos ni atención para los objetivos 9 y 10. Si consultan la web y las orientaciones sobre el objetivo 2, el de restauración, verán que la guía del CDB y de la FAO lo desglosa en tres componentes: restauración o mitigación de la degradación en ecosistemas naturales; degradación y rehabilitación o restauración en ecosistemas productivos; y el sistema transformado. Parafraseando: el sistema natural se correspondería con AMP estrictamente protegidas; el sistema productivo, con zonas como las a las que se ha referido Ken y con otras vinculadas al objetivo 10 del marco mundial; y el sistema transformado abarca las áreas costeras urbanizadas y, cada vez más, las zonas destinadas a energías renovables.
En el contexto europeo contamos ahora con un acto legislativo muy potente que Europa debería celebrar: el Reglamento de la Unión Europea sobre la Restauración de la Naturaleza. ¿En qué se centra? Lo he leído una y otra vez y he preguntado a la gente, a la DG Medio Ambiente, y mañana asistiré a un seminario en…
Se ha hablado de la creación de planes de restauración para los ecosistemas naturales y de las especies que necesitan hábitat, incluidas las especies protegidas. Lo que no hace el Reglamento de Restauración de la Naturaleza es pensar en los sistemas productivos. Remite a la Política Pesquera Común. ¿Y qué dice la Política Pesquera Común sobre restauración? Casi nada. Si uno intenta hablar con alguien de la DG MARE sobre cuáles son los temas clave en cuanto a restauración, quieren hablar de TAC, de cuotas, de planificación y ordenación del espacio marítimo, pero eso no incluye las pesquerías.
Con el Reglamento de Restauración de la Naturaleza, el ámbito de los ecosistemas transformados está cubierto, y el de los naturales también; el que no está cubierto es el de los ecosistemas productivos. Es llamativo, porque en el marco mundial esto está previsto con dos objetivos, el 9 y el 10. Por lo tanto, si queremos cumplir los objetivos de conservación y, al mismo tiempo, tener una producción sostenible de alimentos, necesitamos dedicar recursos y reflexionar sobre cómo gestionamos estos ecosistemas productivos y cómo cambiamos el rumbo y las ideas de quienes gestionan la Política Pesquera Común en ese sentido.
Al revisar el marco y el Reglamento, se desprende que desde Europa debemos ampliar la definición de restauración. Necesitamos centrarnos más y mejor en el Marco Global de Biodiversidad (GBF) dentro de la Política Pesquera Común, en particular en los objetivos 9 y 10. Y, sobre todo, debemos esforzarnos por cartografiar las zonas marinas productivas del mismo modo que lo hacemos con las áreas marinas protegidas. Existen numerosos sitios web y mecanismos de distintas agencias que muestran dónde están las AMP y las OMEC, pero no sabemos dónde están las zonas marinas productivas.
Gracias. La última intervención, aunque no menos importante, es de Ugo Ferreiro, que representa a la ONG Seas at Risk y es responsable de las políticas en alta mar. Adelante.
Gracias, presidente, y gracias por permitirme aportar esta contribución. Hablo en nombre de Seas at Risk, una red de ONG medioambientales que trabajan en la protección del mar y la conservación en toda Europa. Empezaré con algunas reflexiones sobre por qué debemos cambiar el sistema actual de gobernanza y qué papel desempeña la revisión de la Directiva sobre Planificación Espacial Marina.
La salud de los océanos se está deteriorando debido a la contaminación, el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos marinos. Es evidente también que la Unión Europea no ha conseguido alcanzar algunos de sus objetivos más importantes, como el buen estado medioambiental previsto en la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina y el objetivo de acabar con la sobrepesca en 2020. Tampoco está en condiciones de alcanzar otros objetivos, como los de la Estrategia de Biodiversidad para 2030, que prevé proteger el 30 % de las aguas europeas, con un 10 % bajo protección estricta.
Un informe reciente encargado por la Comisión Europea señalaba que, si seguimos como en los últimos años, no estaremos en condiciones de alcanzar dichos objetivos. Afortunadamente, el Pacto de los Océanos, además de identificar los retos, ofrece un elemento clave de evolución: la necesidad de una mayor coherencia de las políticas a nivel transectorial y transnacional. Esta coherencia de la actuación política es crítica para alcanzar los objetivos de protección y restauración de los océanos de la Unión y permitir, asimismo, una transición hacia una economía azul de bajo impacto.
¿Cómo puede la revisión de la directiva de planificación contribuir a cambiar este rumbo y alcanzar los objetivos? Primero, para mejorar la coherencia, es necesario alinear la directiva con la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina. Debe convertirse en una herramienta para alcanzar el buen estado ambiental y ordenar las actividades humanas dentro del marco de dicha directiva. En la práctica, sin embargo, ambas han evolucionado a ritmos distintos, con calendarios y mecanismos de supervisión diferentes. Deben alinearse, máxime cuando la Directiva de Estrategia Marina se está revisando. Una vía práctica sería establecer un vínculo más claro entre los planes de ordenación del espacio marítimo y la Estrategia Marina.
Segundo, es preciso reforzar la cooperación transfronteriza, como ya han señalado algunos oradores. Resulta fundamental para garantizar la coherencia entre políticas nacionales y minimizar los efectos acumulativos de la actividad humana en el entorno marino, con numerosos beneficios. La planificación conjunta de renovables en alta mar permitiría una mejor utilización del espacio, reduciendo el número de infraestructuras en el medio marino y los potenciales conflictos con otros usuarios del mar.
Otro elemento sería cambiar el enfoque de la planificación espacial marítima (MSP) para fomentar una transición hacia una economía azul de bajo impacto. Como indicaron otros intervinientes, puede hacerse mediante el acceso preferente a determinados usos del mar en zonas específicas. Un ejemplo reciente interesante es la región de Normandía, que contempla otorgar acceso preferente a buques de menos de 25 metros de eslora. Y para que la MSP contribuya a una economía azul resiliente, debe reforzarse su dimensión de mitigación y adaptación al cambio climático. Asimismo, es necesario considerar mejor la interacción entre tierra y mar y con las actividades costeras. Son aspectos ya presentes en la directiva vigente, pero que conviene reforzar, pues el cambio climático puede incidir tanto en cómo los Estados miembros abordan la protección del entorno marino como en sectores como la pesca, afectando a la distribución de los recursos.
Por último, es preciso mejorar la participación de las partes interesadas. El informe de ejecución y la revisión de la directiva deben servir para evaluar cómo han aplicado los Estados miembros las exigencias de participación pública, de modo que la MSP se convierta en una herramienta inclusiva, con consultas y participación estructuradas, no ad hoc, y en la que también puedan intervenir actores pequeños con menos capacidad y recursos financieros y administrativos. Pienso, en particular, en la pesca artesanal.
Finalmente, y no por ello menos importante, el tema del uso múltiple, también recogido en el Pacto de los Océanos. Es una herramienta con gran potencial, que consiste en combinar varias actividades humanas en el mar. Consideramos que este concepto debe adquirir más protagonismo en la ordenación del espacio marino, garantizando que el uso múltiple reduzca la presión y apoye la transición. En este sentido, deben explorarse sinergias en la puesta en común de determinadas infraestructuras y en la cooperación, sin restringir ni presionar las actividades en el mar, ese “squeeze” al que se refirió José anteriormente. En cuanto a la acuicultura, por ejemplo, o el cultivo de algas, aún faltan conocimientos sobre el impacto medioambiental de la combinación de estas actividades, así como en otros ámbitos como la seguridad y la responsabilidad civil. Para concluir, entendemos que se trata de una oportunidad para transformar la ordenación del espacio marino, fomentar la transición hacia unos océanos más saludables y garantizar la transición hacia la economía azul. Gracias.
Agradezco a todos los oradores sus contribuciones. Abrimos la ronda de preguntas y, a continuación, las respuestas. Tiene la palabra la señora Le Callennec, del PPE.
Gracias. La planificación u ordenación del espacio marítimo es estratégica. Los océanos soportan numerosas actividades y los conflictos de uso son cada vez más frecuentes: transporte marítimo, pesca, parques eólicos marinos —flotantes o fijos—, actividad militar, cables submarinos, turismo. Si queremos apoyar las actividades económicas marítimas, debemos hacerlo preservando la biodiversidad e incluso restaurando ecosistemas degradados. Nos hemos fijado objetivos, como el 30% en 2030, tal y como se ha recordado.
En el marco del Pacto de los Océanos (Ocean Pact), el comisario competente anunció una revisión de la Directiva sobre la Ordenación del Espacio Marítimo (MSP) como eje del Ocean Pact para finales de 2026. De todo ello tomará conocimiento esta comisión, y las audiencias de esta tarde son muy útiles.
Comparto la necesidad de que la seguridad y la soberanía alimentaria de la Unión sean prioritarias, con especial atención a la pesca y la acuicultura. Al fin y al cabo, esta es la Comisión de Pesca. Debemos pensar por espacios marítimos, y me gustaría saber si la Comisión Europea comparte esta visión. Tomemos el Canal de la Mancha: soy ponente permanente para el Brexit en esta comisión y constatamos que el espacio para la pesca se encoge; al superponer el mapa de usos se observa un embotellamiento. Por ello, queremos un plan de gestión para la Mancha, como los existentes para el Báltico o el Mediterráneo. De ahí la necesidad de una estrategia europea general y por cuenca o espacio marítimo.
El ejercicio consistirá en compatibilizar el conjunto de actividades y definir las áreas marinas protegidas. Saben que existe un debate sobre el concepto y los niveles de protección —de baja a muy alta—, que abordaremos posteriormente.
Segunda pregunta: ¿tiene previsto la Comisión presentar un diagnóstico compartido, un plan de acción, un calendario de aplicación concreto y los recursos necesarios? Lo planteo porque el presupuesto de pesca anunciado en el Marco Financiero Plurianual se ha reducido a un tercio para el periodo 2028‑2034. La revisión de la MSP solo será posible con la implicación de los Estados miembros, los prefectos marítimos —en el caso de Francia—, las organizaciones de pescadores, las comunidades costeras y las asociaciones. Gracias.