Estimadas y estimados colegas, son las diez y media, así que les pido que vayan tomando asiento. Muy buenos días.
Tengo el honor de recibir a Carlien Scheele, directora ejecutiva del Instituto Europeo de la Igualdad de Género. Muy bienvenida a nuestra comisión. También contamos con la presencia de Ana Carla Pereira, directora de Igualdad y No Discriminación en la Comisión Europea. Encantada de volver a verla.
Este intercambio de puntos de vista tiene lugar en el contexto de la sexta Semana de la Igualdad del Parlamento, que se celebra del 3 al 9 de noviembre. El objetivo es revisar nuestros logros, identificar nuevas medidas para avanzar en los derechos de las chicas y las mujeres y en la igualdad de género. Este año nos centramos en la promoción del talento y me complace comprobar que nuestra comisión es una de las muchas que participan en esta iniciativa.
La presidenta Metsola concede gran importancia a esta semana y nos ha enviado un vídeo. Empezamos escuchándola a ella directamente:
Estimados colegas, todos los días, en mi función como presidenta, tengo la suerte de conocer a mujeres increíbles en todo nuestro continente. Hay aproximadamente 229 millones de mujeres con talento en Europa que impulsan el progreso de nuestra Unión. Nuestra Unión está construida por europeos y para europeos, para todas las mujeres y todos los hombres. Tienen razón al esperar de nuestro hogar común un entorno en el que todas las personas tengan igualdad de oportunidades.
Esta Cámara está haciendo de esta ambición una realidad. Estamos presionando para facilitar la vida de las personas y de las empresas. El mes pasado confirmamos los próximos pasos hacia una hoja de ruta europea para los derechos de las mujeres y, hace poco, aprobamos un nuevo plan de acción en materia de género. Pero, para seguir rompiendo techos de cristal y empoderando a las mujeres, tenemos que ir más allá y más rápido.
Necesitamos más mujeres que puedan desarrollar sus carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, con más prácticas y más acceso al empleo. Necesitamos más mujeres que creen empresas, con acceso al apoyo para innovadoras e inventoras. Necesitamos más mujeres en puestos de poder, que se sientan animadas a presentarse a elecciones y a cambiar nuestras sociedades.
Nuestro impulso por la igualdad tiene sentido a todos los niveles, porque, cuando las mujeres avanzan, todos prosperan con ellas. La igualdad impulsa nuestras economías, transforma nuestras sociedades y profundiza nuestras democracias. Y para lograrlo necesitamos vigilancia, impulso, tesón y, sobre todo, acción. Por eso me alegra tanto que este evento se celebre aquí, en el Parlamento Europeo. Quisiera agradecer a Antonella Sberna y a Lina Gálvez Muñoz por hacer posible esta semana. Gracias a ellas y gracias a ustedes por estar aquí. El reto que tenemos por delante es grande. Sé que podemos construir una Europa más igualitaria. Así que, manos a la obra.
Me sumo a las palabras de la señora Metsola y pasamos directamente a nuestro intercambio. Nos centraremos en la conciliación, con especial atención a la Directiva correspondiente. Hemos avanzado en igualdad de género en el mercado laboral, pero persisten retos en empleo, salarios, pensiones y conciliación.
La Directiva de conciliación entró en vigor en julio de 2019 e introdujo medidas clave para apoyar mejor la corresponsabilidad en los cuidados entre hombres y mujeres. El Parlamento sigue de cerca su aplicación. A pesar de que el periodo de transposición venció el 2 de agosto de 2022, un informe de 2023 de la Red Europea de Expertas Jurídicas en materia de Igualdad de Género y No Discriminación puso de manifiesto que aún queda mucho por hacer en transposición y conformidad. Y, recientemente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que tres Estados miembros no están cumpliendo la legislación de la Unión por no haber puesto en práctica protecciones clave para trabajadores y personas cuidadoras cuando deberían haberlo hecho.
Han pasado tres años. Por ello, en esta Comisión estamos preparando un informe de aplicación para abordar estas deficiencias y vamos a trabajar con la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género. Prepararemos dos informes de iniciativa en los que trataremos la brecha en materia de cuidados y la brecha salarial y de pensiones, teniendo en cuenta la conciliación. Lo que nos diga el EIGE será fundamental para avanzar en estos ámbitos, así que, sin más dilación, doy la palabra a la señora Scheele, directora del EIGE, que dispone de 12 minutos. Adelante.
Señora Presidenta, miembros de esta Comisión, colegas, muchísimas gracias por la oportunidad de intervenir hoy aquí. No es la primera vez que comparezco y me complace estar con ustedes para hablar de este tema tan importante. Me complace presentar los datos que hemos acumulado en relación con la conciliación de la vida familiar y la vida profesional, a fin de que sirvan de base para su intercambio de puntos de vista.
Permítanme empezar con una pregunta breve: ¿Cómo ha comenzado su día? ¿Ha sido una mañana tranquila? ¿Han podido desayunar con calma o han tenido que apresurarse para llevar a los niños al colegio? Y si viven con una pareja, ¿se han repartido la carga de esta mañana por igual, o uno de los dos ha asumido más que el otro? Es una situación común en los hogares europeos. Detrás de estas mañanas ajetreadas hay historias sobre los cuidados: quién los presta, quién los recibe, cómo los valoramos. Los cuidados son la columna vertebral de nuestras vidas: permiten que la infancia se desarrolle bien, cohesionan nuestras comunidades y sostienen nuestras economías.
Históricamente, Europa ha concebido los cuidados como una tarea de equilibrio a cargo de las mujeres, algo que las ha perjudicado. En el ámbito político y en el discurso público, el cuidado se ha enmarcado como la necesidad de apoyar a las mujeres para que hagan más malabarismos, se sacrifiquen más y aguanten más. Con la aprobación en 2019 de la Directiva relativa a la conciliación, vimos un cambio de enfoque. Con sus disposiciones sobre el permiso parental, el permiso para cuidadores y las modalidades de trabajo flexible, la Directiva cambió el concepto de los cuidados: dejaron de ser una responsabilidad individual para convertirse en algo compartido, un derecho y una experiencia compartida entre hombres y mujeres.
Los resultados de la segunda encuesta CARE de mi agencia, que analiza las brechas de género en los cuidados no remunerados y en las actividades individuales y sociales, revelan realidades diversas en la Unión Europea y confirman lo que ya intuimos. Algunos resultados son alentadores y otros, desalentadores. En cuanto a la intensidad de los cuidados, las mujeres siguen soportando la mayor parte de la carga. Aunque la participación de los hombres ha aumentado, nuestra encuesta confirma que las mujeres siguen siendo el doble de propensas que los hombres a proporcionar más de 35 horas semanales de cuidados a los hijos.
Quisiera señalar dos actitudes públicas contradictorias que observamos en el Barómetro de 2024 sobre estereotipos de género. Por un lado, se considera que el permiso parental, si se comparte por igual entre hombres y mujeres, enriquece la experiencia de los padres. Por otro, persiste la idea de que el papel más importante de la mujer es cuidar del hogar y la familia, y que la vida familiar sufre cuando la madre trabaja a tiempo completo. ¿Qué mensaje contradictorio enviamos a los hombres? Que queremos que cuiden, pero no del todo.
Lo mismo ocurre con la manera en que se diseñan los lugares de trabajo, a menudo en torno a estereotipos y no a las personas: horarios muy rígidos, jornadas larguísimas y políticas de flexibilidad, entre comillas, como si se estuviera pidiendo un favor. Todo ello reafirma los roles que esperamos de hombres y mujeres: la feminidad se construye alrededor del hogar y de los cuidados, mientras que la masculinidad se asocia al trabajo remunerado y al liderazgo. Un hombre que se toma un permiso parental
Con el riesgo de ser visto como alguien que no tiene ambición, según el Eurobarómetro, mientras que una mujer que vuelve de un permiso suele tener menos oportunidades y avanza menos en su carrera profesional. Este patrón afecta directamente al bienestar de las familias y alimenta mayores presiones en relación con el acceso a los servicios y la salud mental.
Hay otra fuerza que amplía la brecha de cuidados: los servicios. Se calcula que uno de cada cuatro encuestados considera que tiene necesidades no cubiertas en materia de educación y cuidado infantil, por motivos económicos, listas de espera o falta de plazas. Ahí emergen los estereotipos de género, porque suelen ser las mujeres quienes sacan las castañas del fuego. La encuesta pidió a las personas entrevistadas que indicaran su grado de acuerdo con la siguiente idea: si no se dispone de servicios de guardería, las mujeres deberían quedarse en casa con el niño y los padres dar prioridad al trabajo. ¿Qué vimos? Que las generaciones más jóvenes no son inmunes a estos estereotipos. Los hombres más jóvenes, de 16 a 24 años, son más propensos que los de mayor edad a pensar que son las madres quienes deberían quedarse en casa si no se puede llevar a los niños a la guardería. Esto nos resulta muy preocupante, porque no hablamos de una diferencia intergeneracional, sino intrageneracional.
Pasemos ahora a la quinta diapositiva. Quisiera señalar otro aspecto que nos preocupa: las responsabilidades de cuidado, ya sea de un niño de cinco años o de una persona de 85, y cómo esto afecta a la salud mental. Me parece que hay un problema con las diapositivas, porque no están avanzando. Tanto hombres como mujeres prestan cuidados de larga duración, y quienes los prestan están más tensionados que el resto de la ciudadanía. Se han introducido permisos para cuidadores a fin de apoyarles, pero su uso sigue siendo limitado. La atención intensiva y prolongada puede llevar a una situación límite, con un impacto directo en la salud mental. Y no se percibe de la misma manera en hombres y mujeres: de una mujer se suele decir que está abrumada; de un hombre, que no puede hacer frente a la situación. Mientras que las mujeres hablan de sus problemas de salud mental, los hombres son menos propensos a buscar ayuda, porque pedir ayuda se percibe como poco masculino. Debemos combatir este estigma si queremos que los hombres recurran a estos apoyos.
Esto me lleva a la Directiva sobre la conciliación de la vida familiar y profesional y a los avances que dependen de su plena aplicación. El permiso parental es un ejemplo paradigmático. La Directiva tenía por objeto transformar la participación de los padres con permisos intransferibles; sin embargo, los datos muestran una situación desigual entre Estados miembros. El permiso no siempre está bien remunerado o se desincentiva su uso, y a los padres se les ve como cuidadores solo en caso de emergencia, no en pie de igualdad. Las disposiciones de trabajo flexible siguen percibiéndose como una concesión para las mujeres, en lugar de una estrategia para mejorar el bienestar de todas las personas trabajadoras. Esto nos indica dos cosas: que los derechos sobre el papel no bastan y que, para cambiar mentalidades y comportamientos, hay que cambiar las condiciones. Por ello, estamos reforzando la recogida de datos. En 2019, en la Agencia, elaboramos las primeras estimaciones sobre qué progenitores podían optar a este permiso, como parte del enfoque temático del Índice de Igualdad de Género sobre la conciliación de la vida familiar y profesional. Desde entonces, la Directiva ha modificado la política de permisos, sobre todo con la introducción de permisos intransferibles para los padres, lo que favorece un reparto más equitativo de los cuidados. Y ahora, transcurridos seis años, es un buen momento para evaluar cómo están funcionando estas reformas.
El índice de la igualdad de género de 2026, del año que viene, nos ofrecerá un análisis exhaustivo de los distintos sistemas de permiso en toda la Unión Europea, teniendo en cuenta aspectos como la elegibilidad, cómo están diseñados y cómo se integran con los servicios de cuidado infantil, prestando especial atención a las medidas que impulsen verdaderamente la adopción por parte de los padres. Con los datos que tenemos, vemos que Europa tiene potencial para apostar por un modelo de cuidados nuevo y más sólido. Pero las políticas no bastan: tenemos que garantizar que estos derechos se puedan utilizar y que las normas, las expectativas y los lugares de trabajo evolucionen.
Hay que velar por que los padres se sientan a gusto a la puerta de la escuela. Hay que velar por que las madres tengan carreras en las que se valoren sus talentos. El día en que alcancemos la igualdad de género en los cuidados será el día en que dejemos de asociarlos exclusivamente a las madres. Los cuidados deben ser una opción libre, apoyada por políticas, disponible para todas las personas. Ya es hora de dejar de pedir a las mujeres que hagan malabares y de reequilibrar la situación. La competitividad y los cuidados están íntimamente relacionados: cuando se comparten los cuidados, las familias están más satisfechas, aumenta la productividad y se fortalecen nuestras economías. Esta es la Europa que queríamos con la directiva de conciliación. Hagamos que sea una realidad. Gracias.
Muchas gracias. Empezamos con los coordinadores. Tenemos un minuto y medio para preguntas y un minuto y medio para respuestas, el sistema de ping‑pong. Comenzamos con el señor Radke. Voy a hablar en alemán. Muchísimas gracias por su comparecencia, su presentación y por hacer posible este intercambio de pareceres. Creo que las estadísticas y los datos que nos ha presentado deberían sensibilizarnos y concienciarnos sobre la situación. Desde luego, a nivel europeo no podremos resolver todos los problemas que trataremos esta mañana, pero sí tenemos la responsabilidad de contribuir a su solución.
Sabemos que, de alguna manera, las mentalidades han cambiado y que los políticos no deben dictar qué está bien o qué está mal. Lo que debemos constatar es que ha habido una evolución, un cambio social, y que las estructuras que existían antes —esas familias formadas por distintas generaciones— han cambiado o han desaparecido debido al mercado laboral y a su funcionamiento, entre otros factores. No debemos hacer juicios de valor, sino dar a la ciudadanía la posibilidad de elegir cómo quiere vivir y cómo quiere trabajar. Y, además, no se trata de imponer modelos de vida, sino de garantizar ese libre albedrío.
En Alemania, por ejemplo, se debate mucho por qué tan pocas personas refugiadas ucranianas, sobre todo mujeres, trabajan. Ello se debe a que han huido de la guerra y no disponen de plazas de guardería para sus hijos; por eso no pueden trabajar. En cualquier caso, muchísimas gracias por su intervención, que nos hace ver que debemos seguir ocupándonos de este tema.
Muchas gracias por sus comentarios. No puedo más que estar de acuerdo con usted.
Es importante escuchar el debate en la sociedad. Para mí es tan lógico que todo el mundo que quiera trabajar debería poder hacerlo. Y me parece que esto remite a dos cuestiones que he mencionado en mi intervención. Por un lado, la falta de servicios: muchas mujeres y muchos hombres dicen que, si hubiera más servicios de cuidados disponibles, no tendrían problemas para incorporarse al mercado laboral. Por otro lado, los estereotipos sociales, que son muy difíciles de superar. Desde la agencia podemos concienciar, aportar datos y demostrar que, si queremos relanzar la economía europea y ser competitivos —uno de nuestros objetivos—, la igualdad de género está en el centro de la solución. Existe un gran potencial infrautilizado de mujeres que no trabajan porque no hay servicios disponibles. Básicamente, es un tema económico, y esto es lo que tenemos que seguir subrayando: ya estamos viendo una pérdida económica.
Gracias. Por el S&D, tiene la palabra la señora diputada.
Muchas gracias, señora Scheele. Pues sí, es una lástima que solo haya una Semana de la Igualdad al año, porque debería ser todo el año. Quisiera intervenir sobre dos puntos. En primer lugar, las profesiones de cuidados a la persona, la salud, la limpieza e incluso la distribución, que durante la crisis de la COVID fueron aplaudidas como esenciales, hoy sufren precariedad, salarios bajos y, además, altas tasas de empleo a tiempo parcial, en países como el mío, por ejemplo. En segundo lugar, la distribución del trabajo doméstico y de los cuidados no remunerados, que según la OIT en algunos Estados miembros puede representar hasta el 15% del PIB. Tiene, por tanto, un valor económico indiscutible y, desgraciadamente, sigue siendo un punto muerto en las políticas de empleo y en las políticas económicas de nuestros países. Dos preguntas. Primero: según usted, ¿qué recomendaciones serían clave para poner en valor las profesiones de cuidados esenciales? Segundo: ¿cómo podemos garantizar, es decir, compartir de verdad, las responsabilidades de cuidados en el hogar? Por ejemplo, estableciendo un permiso de paternidad obligatorio y remunerado, porque sabemos que desde el nacimiento el progenitor puede y debe ocuparse de sus hijos. Y, además, los objetivos de Barcelona: para el tramo de 0 a 3 años, la cobertura se sitúa en torno al 45%; es decir, el 55% de los niños no puede acceder a estructuras asequibles y de calidad, lo que constituye una traba para las mujeres. ¿Cómo podemos alcanzar concretamente esos objetivos de Barcelona y quizá revisarlos?
Señora Scheele. Para serle franca y quizá directa: por un lado, todo depende de la voluntad política. En el país del que vengo, recuerdo debates durante la campaña electoral en los que se prometía atención infantil gratuita; la gente vota y, luego, cuando ese partido gana, es lo primero que se retira de la mesa. Así que la voluntad política es de capital importancia. En cuanto a cómo asegurar que estas profesiones se valoren mejor, esto pasa por las negociaciones entre sindicatos y patronales, pero también por la voluntad política. Porque, como muy bien ha dicho usted, durante la pandemia de la COVID‑19 aplaudimos a los cuidadores; teníamos miedo, no conocíamos las consecuencias, y muchas mujeres y también muchos hombres aplaudíamos cada noche a quienes trabajaban en estos sectores.
Hubo debates en el Parlamento sobre si debíamos valorar mejor estas profesiones que antes, y la respuesta fue no. Al final, creo que todo pasa por reconocer que algo no es correcto. Si miramos el Índice, observamos que existe segregación en el mercado laboral desde el primer Índice, en 2010. No ha cambiado nada desde entonces. En educación quizá sea ligeramente mejor, pero las mujeres tienden a elegir las profesiones típicamente feminizadas. Si se me permite una apreciación personal, todo se reduce a dos elementos: la voluntad política y el reconocimiento, por parte de los propios sectores, del valor de sus trabajadores. Gracias.
Muchas gracias. No hay oradores de los Patriotas. Pasamos a escuchar al orador de Renew.
Gracias a todos. El equilibrio entre la vida profesional y la vida privada ha sentado bases muy importantes, pero siguen existiendo problemas clave. La Directiva solo prevé cinco días de permiso de cuidador al año, algo muy escaso para ayudar a personas con diferentes necesidades y personas dependientes. Es, por tanto, un derecho simbólico. La duración mínima y la remuneración de este tipo de permisos podrían ayudar a que más mujeres participen en el mercado laboral. Más allá de la duración, deberíamos desarrollar estructuras que permitan a las personas cuidadoras disponer de periodos de respiro. Lo he visto yo misma sobre el terreno, en distintos lugares donde se crean medidas para dar un respiro y evitar el agotamiento, porque recibir ayuda permite ayudar mejor. El envejecimiento de la población hará que este sea un tema cada vez más importante. Tengo dos preguntas: según usted, ¿qué Estados miembros cuentan hoy con los mecanismos más eficaces en el ámbito de los permisos de cuidador y qué podemos aprender de esos ejemplos? Y, ¿cree usted que la Directiva actual brinda un marco para evaluar estos permisos, o deberíamos considerar una revisión o recomendaciones específicas sobre los cuidadores? Gracias.
Señora Schiele. Empiezo por la última pregunta. ¿Necesitamos más legislación? No estoy convencida; ya lo he dicho en mi intervención. Me parece que, y esto vale para gran parte de la legislación en materia de igualdad de género, en el mandato anterior de la Comisión se aprobó normativa muy positiva, con un gran apoyo del Parlamento, pero lo que necesitamos es ejecución. Es fundamental que no todo quede en papel mojado, sino que se aplique en la vida real. Y, como ya he señalado, estoy impaciente por ver el Índice 2026 el año que viene, en el que volveremos a examinar los temas que nos ocupan hoy. Veremos si ha habido avances con respecto a 2019. Necesitamos evidencias, necesitamos datos, pero no estoy convencida de que más legislación vaya a ser la solución; la clave es la ejecución. En cuanto a los Estados miembros que pueden servir de ejemplo, mencionaré a los países escandinavos. No les sorprenderá que diga que cuentan con regímenes de permisos sólidos, que se utilizan plenamente y tienen un impacto muy positivo en la participación laboral tanto de hombres como de mujeres. Esta es, básicamente, mi respuesta a sus dos preguntas. Espero haber respondido a ambas. Gracias.
Ahora tiene la palabra Los Verdes.
Sí, voy a intervenir también en alemán. Muchísimas gracias. Gracias, señora Schiele, por su presentación.
Lamentamos que lo que falte sea voluntad política. Necesitamos más estadísticas. A través de TikTok se inculca sobre todo a los adolescentes cuál ha de ser el papel de las mujeres y qué significa “ser un hombre”. Y en las escuelas también se transmiten estos mensajes: por ejemplo, a las chicas se les dice que, si hablan mucho, molestan. Partiendo de ahí, resulta muy difícil que las mujeres, más tarde, en el mercado laboral, reivindiquen sus derechos. Comparto plenamente lo que usted ha señalado sobre los estereotipos y los clichés. No tengo preguntas adicionales; solo quiero subrayar la importancia de la educación, la formación y el entorno familiar. Si hablas mal el alemán porque tus padres son turcos, se te invita a no alzar demasiado la voz. Y si, además, eres mujer migrante y con discapacidad, sufres una triple discriminación. Por eso, efectivamente, necesitamos voluntad política. Muchas gracias.
Sí, la lucha contra los estereotipos es una cuestión clave. Pero hay algo en curso que va más allá. Ya he mencionado al grupo de hombres jóvenes de entre 16 y 24 años que piensan que el lugar de la mujer es el hogar y las responsabilidades de cuidado. No sé si han visto el estudio que publicó mi agencia el año pasado, elaborado en colaboración con Eurostat y la FRA. En él constatamos otro dato preocupante: los hombres jóvenes entre 18 y 24 años no se oponen a la violencia contra las mujeres; al contrario, tienden a culpabilizar a las víctimas. Por ello, además de abordar los estereotipos, debemos combatir firmemente estas actitudes. Con motivo de la Presidencia danesa hemos publicado un documento político sobre esta cuestión. Les recomiendo su lectura; está disponible en nuestra página web y ofrece una panorámica de la situación en los Estados miembros. Debemos seguir sensibilizando sobre los estereotipos, aportando ejemplos concretos y formulando preguntas concretas para que todo el mundo comprenda que reproducimos estereotipos a diario; yo misma sigo cayendo en ellos. Menciono a este grupo de hombres jóvenes porque preocupa, no solo por los estereotipos, sino por sus convicciones: es una generación que alberga ideas muy particulares y peligrosas sobre cuestiones de igualdad de género. Aún no tenemos todas las respuestas, pero en la agencia reflexionamos sobre cómo visibilizar este fenómeno; hablamos con los gobiernos y debemos actuar. Muchas gracias por el comentario; subrayo lo que se ha dicho.
Muchas gracias. Tiene ahora la palabra el señor João Oliveira, del Grupo de la Izquierda. Hablaré en portugués, dice el señor Oliveira. Si estamos hablando de igualdad de género y de conciliación, me gustaría formular la siguiente pregunta al hilo de la respuesta a la última pregunta que se ha...
¿Cuál es su opinión en relación con el impacto que puede tener la revisión de la legislación laboral en todos los Estados miembros, Grecia, Portugal, etcétera? No solo en cuanto al posible empeoramiento de las condiciones laborales, sino también en su efecto sobre las mujeres, a la vista de la brecha de género. Hablamos, por ejemplo, de que en Portugal no siempre se respetan las condiciones laborales; en particular, las trabajadoras soportan condiciones peores y es más fácil despedirlas. Además, la liberalización de los horarios laborales obliga a muchas mujeres a trabajar fines de semana y festivos, pese a tener hijos menores de 12 años. ¿Cómo garantizar que las futuras generaciones aborden de otra manera la igualdad de género y, en particular, cómo facilitar la conciliación?
Señora Scheele, muchas gracias.
Gracias. Creo que una tarea clave de mi agencia, y por eso me dirijo hoy a ustedes, es seguir recabando datos sobre la situación y, además, algo que iniciamos hace tiempo: calcular los costes de la desigualdad de género. Por mi parte, se trata de seguir reuniendo evidencia y de concienciar, porque, tras mi experiencia también como asesora de políticas a escala nacional, muchas personas no son plenamente conscientes de las consecuencias que la desigualdad tiene en el mercado laboral.
Mencioné a un grupo de hombres jóvenes con determinadas ideas sobre el papel de hombres y mujeres en la sociedad; afortunadamente, también vemos grandes grupos de jóvenes que piensan de otra manera, que luchan por sus derechos y que aspiran a empleos a tiempo completo para poder utilizar sus talentos en el mercado laboral. No deberíamos centrarnos únicamente en los ejemplos preocupantes, sino también considerar aquellos grupos en los que constatamos avances reales.
Seguiremos trabajando y apoyando a su comisión en este sentido: cuando necesiten nuestros datos, se los facilitaremos. Calculamos los costes de la desigualdad de género y proyectamos hasta 2050 para mostrar sus consecuencias en nuestras sociedades. Básicamente, esto es lo que puedo aportar por ahora. Pero debemos seguir tocando puertas, porque los responsables políticos no siempre contemplan estas cuestiones de manera automática. Muchas gracias.
Continuamos con las intervenciones espontáneas. Por el PPE, tiene la palabra la señora Machacek.
Muchas gracias, señora presidenta. Quisiera agradecer a la señora Scheele su presentación, que ha sido muy interesante. Me gustaría llamar su atención sobre un tema que me toca de cerca y que también abordo aquí en el Parlamento Europeo. Cuando hablamos del equilibrio entre la vida laboral y personal, conviene recordar que hay familias con hijos con discapacidad, y las cifras muestran que estas familias a menudo se desmoronan cuando los padres se separan, porque entonces es la madre la que asume la carga principal de los cuidados y no puede continuar con su carrera profesional.
Hay que contemplar este tema cuando hablamos de la conciliación y de la directiva relativa a la conciliación. Los padres deben poder compartir los cuidados y las responsabilidades para evitar situaciones en las que las madres pierdan la oportunidad de proseguir sus carreras profesionales. Son necesarias soluciones jurídicas, también en forma de directiva. Contamos con el permiso para personas cuidadoras y con medidas que permiten a los hijos proseguir sus vidas de forma independiente. Los convenios de Naciones Unidas reconocen el derecho de estas personas a una vida independiente, no solo la de los padres, sino también la de los hijos en el futuro. Todo ello permitirá a esos padres volver al mercado laboral. Gracias.
Muchísimas gracias. Tiene ahora la palabra la señora Blinkevičiūtė.
Sí, muchísimas gracias. Gracias a la señora Sile por su comparecencia ante esta comisión y por su contribución activa a las políticas de igualdad de género. Me gustaría plantearle un par de preguntas, señora Sile. ¿Ha constatado cambios estructurales en los sistemas de seguridad social o en los mercados laborales y cómo se está aplicando la directiva sobre igualdad de género y conciliación? ¿Cómo convencer a los empresarios de que una mayor participación de los hombres en los cuidados infantiles y las tareas del hogar mejoraría la competitividad de la Unión Europea? Quisiera preguntarle también si estamos realizando una supervisión adecuada de la aplicación de esta directiva. Lo digo porque sabemos que la situación a nivel nacional es poco satisfactoria y quedamos a la espera de la presentación del índice de igualdad en diciembre. Gracias.
Tiene la palabra el colega de la Izquierda. Adelante. El señor Arvanitis.
Sí. Quisiera señalar que la igualdad de género no es una responsabilidad individual, sino una obligación colectiva. Somos legisladores y debemos tenerlo muy en cuenta. La Semana de la Igualdad del Parlamento Europeo, centrada en el talento, es muy pertinente: el talento no tiene género y las mujeres cuentan con muchas competencias y mucho talento. Pero no basta con reconocerlo; hay que ofrecer oportunidades. Lo que observamos en los Estados miembros es que las mujeres no tienen igualdad de oportunidades. Por ejemplo, en Chipre, donde estuvimos recientemente en misión con esta comisión, constatamos que solo el 25 % de los puestos de poder están ocupados por mujeres. Lo vimos en Chipre, pero también ocurre en Grecia o en Portugal, como acaba de señalar mi colega. Según la OIT, hay más de 700 millones de mujeres que no participan en el mercado laboral por falta de apoyos en materia de cuidados. Tenemos una responsabilidad y necesitamos políticas. Hablamos de muchísimas mujeres fuera del mercado laboral.
Quisiera mencionar también la iniciativa My Voice, My Choice, que se votó la semana pasada en la comisión FEMM. El acceso, por ejemplo, al aborto es fundamental para que las mujeres puedan disponer de su tiempo, trabajar, cuidar de su cuerpo y ejercer sus derechos reproductivos. En definitiva, debemos insistir en las responsabilidades que tenemos nosotros como Parlamento Europeo y también las y los colegas de los parlamentos nacionales. Gracias, presidenta.
Gracias, señora Sile, por su presencia y por abordar un asunto tan esencial como es la conciliación.
...laboral y personal. La Unión Europea aprobó la Directiva de conciliación en 2019, en vigor desde 2022, pero al Gobierno de España le han hecho falta seis años desde su aprobación, tres desde su entrada en vigor, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y más de 6,8 millones de multa para empezar a transponerla. Y aun así lo ha hecho tarde y mal, con un decreto insuficiente que, como siempre, acaba perjudicando a las mujeres. Un Gobierno que presume de ser el más feminista de la historia, pero que incumple una norma básica de igualdad. Hoy las madres españolas siguen teniendo hasta tres semanas menos de permiso retribuido de lo que exige el Derecho europeo, sin garantías reales de flexibilidad laboral ni conciliación y tampoco de protección frente al despido. Una Europa de oportunidades comienza por atender las necesidades reales de sus familias. Y esta Directiva nació precisamente para eso, para dar oportunidades, no titulares. Señora Sili, ¿considera que los mecanismos actuales de seguimiento y evaluación son suficientes para garantizar que las medidas de conciliación se apliquen realmente en todos los Estados miembros? Gracias.
La presidenta. Bien, como no hay ningún otro colega que quiera intervenir bajo el turno libre de intervención, le voy a dar la palabra a la señora Sili para que responda.
Señora Sili. Sí, muchísimas gracias. Gracias por sus preguntas. En primer lugar, sobre la primera pregunta: la Unión Europea es un empleador y sus políticas y actitudes al respecto, claro, son importantes. Todos los empresarios tienen que preguntarse cómo hacer que sus efectivos sean felices. Y estos temas se tendrían que tratar así con carácter general. Cuando yo era empresaria en mi país, trataba todos estos temas y, en lugar de simplemente intentar aplicar al pie de la letra la legislación, hablaba con mis empleados: con las madres, si querían seguir trabajando después de dar a luz; hablaba con los padres, etc. Cada uno tiene que asumir sus responsabilidades. Los empresarios tienen que aplicar la legislación, pero, sobre todo, tienen que hablar con sus empleados, viendo cómo se procede a la aplicación de la legislación en la práctica.
Luego, segunda pregunta: si los hombres asumieran más los cuidados familiares, esto mejoraría la situación económica y la competitividad de la Unión Europea. Nosotros hemos calculado el coste económico de la desigualdad entre los géneros en nuestra primera encuesta sobre cuidados familiares. Estamos elaborando el segundo estudio. Pediré a mis colaboradores que les manden estas estadísticas a todos ustedes. Desde luego, estamos hablando de asuntos sociales y de los derechos de las mujeres, pero también de un tema económico. Y si queremos mejorar nuestra competitividad —y este es un tema candente—, necesitamos a hombres y mujeres en el mercado laboral y necesitamos que se compartan las tareas de cuidados familiares. Encantada de compartir los datos que obran en mi poder con todos ustedes.
En cuanto a si las mujeres gozan de igualdad de oportunidades, les invito a consultar, cuando se publique el 2 de diciembre, el nuevo índice, así como los índices que ya hemos publicado. Hay diferencias entre lo que impone el Derecho y cómo están las cosas sobre el terreno en la práctica. Tenemos 17 ámbitos distintos cubiertos, pero no basta con la legislación. Necesitamos voluntad política y buenos convenios colectivos.