Parlamento Europeo CULT – Cultura y Educación

Parlamento Europeo - CULT – Cultura y Educación - 5 de noviembre de 2025

5 de noviembre de 2025
13:35

Contexto de la sesión

Committee on Culture and Education - Committee on Culture and Education Ordinary meeting - Room: SPINELLI 3G2

Vista pública limitada

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So, liebe Kolleginnen und Kollegen, bitte nehmen Sie Platz. Buenas tardes. Damos inicio a nuestra reunión. Les ruego que tomen asiento y guarden silencio. Voy a continuar en español. Antes de examinar los puntos del orden del día, me gustaría dirigir unas palabras a nuestra colega de la Secretaría, Denise Chircop. Acabo de saber que nos deja para incorporarse al Departamento de Estudios, donde será competente para las cuestiones que atañen a nuestra comisión. Denise, muchísimas gracias por todos estos años de dedicación. Te deseamos lo mejor en esta nueva etapa y nos alegra que continúes siendo parte de esta familia, la de la Comisión de Cultura. Muchas gracias por todo. Y ahora, queridos colegas, pasamos a la audiencia sobre el título europeo: Empoderamiento de los estudiantes, refuerzo de las universidades y unir Europa. Quisiera saludar a nuestros invitados: — En primer lugar, el señor Simone Lepore, presidente de la Red de Estudiantes Erasmus. — En segundo lugar, la señora Cinzia Peraro, profesora asociada de Derecho Comunitario en la Universidad de Bérgamo (Italia), coordinadora del módulo Jean Monnet ERKER y colaboradora de la alianza Bauhaus4U. — Nuestro tercer invitado es el señor Andris Verspeten, director del equipo de proyectos de educación europea de la Universidad de Gante (UGent). — En cuarto lugar, la señora Irina Ferencz, directora de la Asociación para la Cooperación Académica (ACA). Esta audiencia se enmarca en un importante informe de iniciativa propia sobre la Alianza Académica Europea y la creación de un título europeo, entendida también como una iniciativa destinada a complementar los marcos nacionales de cualificaciones. Espero que al final de esta sesión contemos con una visión más precisa del potencial de los títulos europeos, de los retos que plantean y del procedimiento a seguir. La audiencia constará de dos partes. En primer lugar, abordaremos el valor de un título europeo, con las intervenciones del señor Lepore y de la señora Peraro. Cada uno dispondrá de unos diez minutos. A continuación, los coordinadores podrán formular comentarios y preguntas durante un minuto, en el orden protocolario, y después abriremos un turno libre para el resto de preguntas. Señor Lepore, tiene usted la palabra por diez minutos. Estimada señora presidenta, señoras y señores diputados, queridos colegas: en nombre de la Red de Estudiantes Erasmus, les agradezco la oportunidad de contribuir a este debate tan importante. El título europeo se apoya en 35 años de experiencia del programa Erasmus+, una de las iniciativas más exitosas de la Unión Europea. Ese legado, sin embargo, también revela barreras y retos que es preciso superar en el marco del debate sobre el título europeo para que la internacionalización pase a ser un componente estructural de la educación superior. Permítanme presentarme. Soy Simone Lepore y presido la Red de Estudiantes Erasmus (ESN), la mayor asociación de estudiantes vinculados a Erasmus+. Estamos presentes en más de 45 países y, cada año, con nuestros 15.000 voluntarios, apoyamos a más de 305.000 estudiantes procedentes de Europa y de otros lugares. Las reflexiones que hoy presento se basan en el ESN Survey, un estudio bienal que recoge alrededor de 23.000 respuestas de universitarios, tanto móviles como no móviles, que estudian en su lugar de residencia o fuera de él.
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En el marco del proceso de Bolonia, se recogen informaciones de 37 sindicatos de estudiantes en 33 países del área europea de educación superior. Empecemos con los retos a los que se enfrentan los estudiantes para la aplicación práctica del título europeo. Son, en gran medida, los mismos que dificultan la movilidad tradicional. En primer lugar, el reconocimiento de los conocimientos y de sus resultados. A partir de este estudio sabemos que las dificultades académicas figuran entre las tres principales barreras. Al menos uno de cada tres estudiantes informa de problemas en los procedimientos de convalidación y reconocimiento. Además, tal como se destaca en el estudio, hay un aumento del 17% en el número de miembros de sindicatos nacionales que consideran que la movilidad con un título europeo sería mucho más fácil. Si Europa quiere dotarse de un título con verdadero significado, el reconocimiento debe ser automático, transparente y abarcar todos los sistemas. Asimismo, debe haber una aplicación plena de la Carta Erasmus para la Educación Superior, que ya establece el reconocimiento automático. En cuanto a la estructura de los programas, más de la mitad de los sindicatos señalan que los planes de estudio no están diseñados para facilitar la movilidad: persisten rigideces y dificultades. Por ello, los programas conjuntos deberían prever mayor flexibilidad en los planes de estudio. Los estudiantes y su proceso de aprendizaje deben situarse en el centro de la reflexión. En otro orden, los problemas de tipo administrativo: más del 42,86% de los estudiantes indica que la falta de transparencia y los obstáculos administrativos constituyen una barrera a la movilidad. La digitalización es útil en este sentido, pero está infrautilizada. Solo una parte de las personas encuestadas utiliza las herramientas digitales disponibles y la valoración positiva no se traduce en su uso efectivo. Estas herramientas y los marcos generales deberían simplificarse y permitir la plena interoperabilidad de los sistemas. Además, existen desafíos transversales que, si bien no son competencia directa de esta Cámara, constituyen una condición estructural imprescindible para la creación de un título europeo. Me refiero, por ejemplo, a los visados. Si queremos estudiantes móviles que salgan al extranjero con mayor frecuencia y en estancias de corta duración, necesitaremos también un mercado que pueda acoger adecuadamente a los estudiantes internacionales. Debemos crear procedimientos armonizados de concesión de visados para que los estudiantes no se vean discriminados; de lo contrario, estas posibilidades solo estarán al alcance de algunos. El título europeo no solo plantea retos, sino también oportunidades de capacitación y desarrollo de competencias. Hablamos de capacidades generales y subcapacidades: la innovación, el espíritu emprendedor y el liderazgo siguen estando subdesarrollados. El título europeo debería cerrar esa brecha fomentando el aprendizaje interdisciplinar, vinculando el conocimiento académico con la experiencia práctica y con las necesidades del mercado laboral. Hay, además, un aspecto crucial: el reconocimiento de la educación formal e informal. Los datos de las organizaciones locales de Erasmus+ indican que solo el 66% de las personas voluntarias ve reconocido ese compromiso. Estas cifras reflejan resultados de un trabajo propio del ESN, pero nos enfrentamos a un reto que atañe a toda Europa. Lo mismo ocurre con el reconocimiento del aprendizaje previo: según los datos disponibles, en 14 sistemas está garantizado legalmente, pero muy pocos lo aplican de forma coherente. Pedimos que el título europeo supere estos obstáculos y reconozca formalmente cualquier experiencia de aprendizaje que contribuya a las competencias, a la ciudadanía y a la empleabilidad. Más allá de las competencias y de la empleabilidad, la movilidad contribuye también a crear una identidad europea sin impacto negativo a nivel local. Ampliar las posibilidades de movilidad afianzará esa identidad.
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...cívica y cultural europea. Por ello, el Título Europeo debería incidir también en este ámbito, en la responsabilidad y en el programa conjunto, e integrar la sostenibilidad, el compromiso público y la participación democrática como valores socioeconómicos básicos. Señoras y señores diputados, el Título Europeo puede convertirse en la piedra angular de un auténtico Espacio Europeo de Educación, pero solo lo conseguirá si aprendemos de la realidad actual de la movilidad. Tal y como se nos ha recordado, deberíamos crear una quinta libertad: la libertad de circulación de la educación, del conocimiento y de la investigación. Y, como nos advertía Mario Draghi, la competitividad y la libertad europeas dependerán de nuestra capacidad para transformar la innovación en resultados concretos. Tenemos que actuar, y hacerlo con rapidez. El Título Europeo puede hacer operativa esta visión; puede tender puentes entre los valores, el talento y el conocimiento. Estamos aquí para apoyar esta propuesta, porque, si Schengen es el pasaporte europeo y contamos con una cartera europea, entonces Erasmus es el espíritu de Europa. Muchas gracias. La Presidenta. Gracias por estas palabras que nos animan. Pasamos a la señora Peraro, que dispone de diez minutos. La señora Peraro. Gracias, señora presidenta. Señorías, gracias también a todo el panel. Es un honor compartir mi experiencia y perspectiva como académica en este acto sobre el Título Europeo. En primer lugar, amo la Unión Europea. En segundo lugar, trabajar con socios y colegas europeos enriquece nuestra investigación y nuestro enfoque de los retos comunes. Promover programas de intercambio respalda la misión de las universidades y nos fortalece como personas y como ciudadanos europeos. Brevemente, algunas experiencias. He tenido la oportunidad de pasar períodos en distintas universidades e instituciones: en la Universidade do Minho, en el Instituto Max Planck y en la Academia de Derecho Internacional; también en Palma de Mallorca, en Dublín y, en España, en la Universidad Rey Juan Carlos. La investigación y la movilidad multiplican las oportunidades de intercambiar con colegas con intereses afines, aprender y vivir en otro país. Y no debemos olvidar algo: siempre he sido bien recibida por mis colegas y por el personal administrativo. He realizado estudios y he participado en seminarios sobre temas relacionados con mi investigación desde distintos ángulos y perspectivas, lo que ha forjado mi propio enfoque. Me ha abierto a nuevos temas y a críticas constructivas. Realizar investigación en el exterior nos permite conocer otras culturas y sistemas jurídicos, y vivir en contextos diferentes. Estas experiencias dejan una huella en mi vida profesional y personal; han influido en mi manera de trabajar y de enseñar. Me siento más abierta. Como miembro de proyectos europeos, he trabajado con diferentes países, universidades e instituciones, entre ellas la Universidad de Heidelberg, la Universidad de Valencia, la Universidad de Lund, centros en Croacia y Budapest, la Universidad Jean Moulin (Francia) y la Universidad de Lieja.
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Con socios de Bélgica y de una institución de Lituania, desde la propuesta del proyecto hasta su conclusión, hemos construido algo sólido. Más allá de los resultados obtenidos a lo largo de toda la vida del proyecto, estas colaboraciones generan complementariedades para abordar temas de interés europeo. El éxito se basa en la interconexión entre las personas: es mejor trabajar juntos para llevar a cabo proyectos específicos. Al hacerlo, aprendemos y reforzamos nuestra manera de trabajar. Mi impresión es que la distancia desaparece. Creamos relaciones para actividades concretas y también conexiones personales, que nos ayudan en nuestro desempeño profesional y en la comunicación pública, difundiendo resultados e iniciativas. Esto ha consolidado mi planteamiento en el estudio de documentos y me ha permitido encontrar nuevos métodos de enseñanza. He aprendido cómo mis colegas en otros países organizan sus actividades, elaboran documentos y llevan a cabo sus cursos. He comprobado la importancia del trabajo en equipo, especialmente a nivel internacional, porque ello permite descubrir nuevas realidades: nuevos países, nuevas personas, nuevas oportunidades y nuevas perspectivas que pueden conducir a un planteamiento europeo común. Solo puedo destacar el valor de estas experiencias también como profesor de Derecho de la Unión Europea. Como docentes, nuestro papel es ayudar a los estudiantes, ofrecerles materiales y oportunidades, y enseñarles sobre su ciudadanía europea; el papel del Derecho de la Unión en nuestra vida y en los diferentes sectores; así como las oportunidades que brinda, tanto a estudiantes como a docentes, para sus futuras carreras. Los estudiantes deben comprender lo que significa la unidad en la diversidad, generando nuevas perspectivas y relaciones, y siendo conscientes de nuestras capacidades para reforzar la Unión. Esto también es válido cuando organizamos actividades académicas dirigidas a estudiantes de secundaria. El año pasado coordiné una iniciativa sobre las elecciones europeas: estuve en Bérgamo y en Solández con estudiantes, explicando la importancia y el significado de la ciudadanía europea. El objetivo era ampliar el conocimiento y la conciencia sobre la ciudadanía europea. Es notable cómo estos jóvenes se interesan e intervienen de manera comprometida en la sociedad y en el medio ambiente; tienen en cuenta su futuro tanto personal como académico, pero necesitan instrumentos, herramientas, conocimientos y apoyo para su formación y estudios universitarios, a fin de que puedan creer y confiar en la Unión y en su futuro. Como coordinadora del módulo Jean Monnet, he aplicado el Derecho de la Unión al sistema de transportes. También he impartido seminarios sobre estudios europeos, dirigidos a estudiantes y a profesionales, lo que ha sido útil para nuevas colaboraciones tanto a nivel local como europeo. He trabajado con colegas de mi departamento y con otros expertos de diferentes ámbitos y lugares —por ejemplo, con la autoridad de aviación, colegas de Londres y de Varsovia—, y hemos establecido áreas de interés común en la investigación. Asimismo, hemos reforzado las oportunidades en torno al módulo Jean Monnet, financiado por la Unión Europea.
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…difundiendo la importancia de las becas europeas. Para concluir, la movilidad en Europa, para nosotros como investigadores y docentes, aumenta nuestras competencias y cualificaciones, amplía nuestras redes académicas e impulsa el intercambio de metodologías docentes, además del impacto a nivel personal que conlleva. Creo que estas relaciones interculturales y las colaboraciones entre universidades contribuyen a una identidad europea común, como dijo el señor Leporen. Y, retomando lo que señaló la señora presidenta al principio, son impresionantes las oportunidades que ofrece la Alianza de Universidades Europeas. Gracias a la Unión Europea, formé parte de la Comisión JURI hace unos años, casi diez ya; he trabajado en el Parlamento Europeo con jefes de unidad y administradores excelentes y, a la vez, he recibido estudiantes a los que he podido supervisar y con los que he trabajado, personas que me han enseñado mucho, no solo en derecho europeo. De todas mis experiencias, creo que necesitamos una educación europea más integrada. Espero haber contribuido con mi intervención a esta temática. Muchas gracias por su atención. Muchas gracias a usted también por esta presentación tan informativa. Pasamos ahora a nuestra ronda de preguntas y respuestas. Como siempre, debemos tener muy en cuenta el tiempo disponible y, para que todos los miembros de la comisión que deseen intervenir puedan plantear sus preguntas, les pido que lo hagan de forma clara y concisa. Empezamos con las coordinadoras, de acuerdo con el orden de los grupos políticos. Tiene la palabra el señor Tarr, por el PPE. Primero, gracias por su presentación, que nos ayuda a entender mucho mejor lo que representan Erasmus y todos estos programas de intercambio y lo que pueden aportar tanto a estudiantes como a docentes. Es un programa de importancia extrema para nosotros. Debemos seguir trabajando para que siga funcionando, pues brinda oportunidades también a las futuras generaciones. Iniciativas como el Título Europeo solo pueden tener éxito si hay uniformidad, calidad y diversidad. Ambos han mencionado la movilidad. Mi pregunta se refiere a ello: ¿cómo consideran que este aspecto de la movilidad podría ampliarse en el futuro? Y, además, ¿qué podría hacer la Unión Europea para apoyarla más allá del aspecto financiero, que, por supuesto, es clave? Gracias. Gracias. Tiene la palabra el representante del Grupo S&D. Quiero empezar agradeciendo a los expertos que han venido hoy a presentarnos sus puntos de vista y también a las alianzas de universidades, que llevan mucho tiempo trabajando en el proyecto de alianzas universitarias y de Grado Europeo. La educación superior en la Unión Europea ha vivido tres revoluciones, como siempre digo: la primera fue Erasmus; la segunda, el Espacio Europeo de Educación Superior, el Proceso de Bolonia; y la tercera, las alianzas de universidades. Pero necesitamos ir más allá. Las propias alianzas nos lo están diciendo: no podemos seguir avanzando si no contamos con un proyecto de Grado Europeo, además de otros elementos que reclaman, como presupuesto y un estatuto jurídico. Y eso se refleja en el informe sobre las alianzas que aprobamos recientemente en el Pleno del Parlamento Europeo, con un amplio apoyo. El informe es claro: debemos avanzar hacia un Grado Europeo oficial que sea plenamente y automáticamente reconocido en todos los Estados miembros. Un nuevo hito que refuerce la identidad europea y la confianza mutua entre nuestros sistemas educativos; un nuevo ejemplo que inspire a una generación que necesita que le recordemos que Europa sigue siendo el futuro.
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...que elimine barreras, trabas burocráticas, armonice los sistemas educativos y los sistemas de acreditación y que ayude a mejorar, en definitiva, la calidad de la enseñanza superior europea y a cambiar la forma en que los jóvenes ven nuestras instituciones. Quería terminar preguntándoles, a partir de la experiencia que ustedes tienen y de los proyectos piloto sobre el grado conjunto europeo o grado europeo, cuáles consideran que deberían ser los próximos pasos para avanzar hacia un grado conjunto europeo. Debemos mantener este compromiso activo; pueden contar conmigo y con mi grupo para seguir defendiendo que el grado europeo sea una realidad en el futuro. Muchas gracias. Gracias, Laurence, por Renew. Muchas gracias por sus presentaciones. Vemos que los títulos europeos han evolucionado, pero aún queda camino por recorrer, dado que la recomendación del Consejo no es vinculante y, para avanzar, es necesario ir más lejos al respecto. Sabemos que siguen existiendo puntos de bloqueo, por ejemplo en torno a los criterios comunes. ¿Cómo lo ven? Apoyamos este procedimiento en mi grupo y nos gustaría que nos ofrecieran su enfoque sobre la diferencia entre los títulos conjuntos —los joint degrees que existen a nivel europeo desde hace tiempo— y un título europeo pleno. ¿Cuáles son los obstáculos que persisten para el reconocimiento automático de los títulos a nivel europeo? Aún no lo hemos logrado. ¿Existen ámbitos de estudio más adecuados para un título europeo? Para quienes han trabajado en sus instituciones, ¿qué niveles y cursos se han privilegiado y por qué? Muchas gracias. Por los Verdes, intervendré yo en nombre de Diana, que no puede estar aquí como coordinadora. En primer lugar, muchas gracias a nuestros invitados. El título europeo tiene un claro valor añadido, muy importante también para culminar el Espacio Europeo de Educación Superior. Ahora bien, existe preocupación respecto a la accesibilidad de la etiqueta. Si bien las alianzas universitarias europeas son el motor de los proyectos que condujeron al título europeo, muchas partes interesadas —y comparto esa visión— consideran que esta etiqueta debería ser accesible también para otros programas internacionales. Es crucial evitar un sistema de dos niveles entre las Alianzas de Instituciones de Educación Superior Europeas y otras alianzas internacionales, dado que comparten el mismo objetivo: promover la cooperación internacional en la educación superior. ¿Cómo podemos garantizar que el título europeo, como sello de calidad, no genere una jerarquización entre instituciones, y que no quede restringido a las alianzas europeas, sino que los programas internacionales también tengan acceso equitativo a esa etiqueta? Por La Izquierda, el señor Furore. Gracias, señora presidenta. Si queremos que los jóvenes crean de verdad en el proyecto europeo, debemos hacerlo tangible en su vida cotidiana. Hoy, para quien intenta obtener el reconocimiento de un título en otro país, la realidad es demasiado fragmentada: mucha burocracia, costes y tiempos excesivos. Obstáculos que contradicen uno de los principios fundamentales, la libertad de circulación, y que van contra la ciudadanía europea, que debería permitir a un joven construir su futuro sin encontrarse con barreras. Hoy, un ingeniero formado en España que quiere trabajar en Italia, o un enfermero italiano que desea ir a Alemania, se enfrenta a largos procesos de reconocimiento.
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Tienen que volver a examinarse y también cursar de nuevo materias ya estudiadas, y esto no tiene sentido, sobre todo en los ámbitos técnicos y científicos, donde las competencias son universales. Gracias, Arsén, por su intervención precisa y concreta. Una respuesta a todo esto es el título europeo. En primer lugar, debemos avanzar hacia menos burocracia y mayor movilidad para los títulos emitidos en Europa. Tiene que haber una decisión política muy clara: poner a los jóvenes en el centro de la Unión Europea y evitar que se encuentren con puertas cerradas en una administración, una universidad o un ministerio cuando se trata del reconocimiento de títulos. Ya lo vimos en la última legislatura, en la Comisión de Peticiones, donde a veces estábamos desbordados por solicitudes de estudiantes cansados de las dificultades para hacer reconocer sus títulos, como el FEAC, por ejemplo. Un título reconocido en Europa del Este no se reconoce en Italia, o solo tras un largo periplo burocrático. Todo esto es inaceptable. Debemos trabajar todos. Este tema es muy importante; por eso intentaba ser exhaustivo. Hay que transformar Europa en una realidad, y nosotros tenemos la tarea de llevar a cabo este objetivo. Gracias. Gracias. Tenemos dos intervenciones solicitadas por el procedimiento incidental. Iremos con esas dos después de las respuestas. Primero, el señor Moreira de Sá. Espero haberlo pronunciado bien. Gracias, señora presidenta. Voy a hablar en portugués, así que les doy tiempo para que se pongan los auriculares. Yo me había inscrito, no en este punto, sino en el turno libre. Tenía preparada una intervención de un minuto y medio; espero que no haya problemas. Pido un minuto y medio, nada más, para poder hablar. Sí, brevemente; desde luego puede hacerlo. Simplemente no se nos había informado de antemano de que usted intervenía hoy en sustitución de su coordinador. Normalmente se nos notifica y figura en la lista. Pero, claro, tiene usted un minuto y medio sin ningún problema. Con micrófono, por favor. Sí, se me había cortado. El título europeo solo tendrá sentido si no supone un recorrido difícil a nivel administrativo. Debe basarse en pilares de interdependencia, pero no debe corroerse por dentro cuando las universidades ya están invadidas por ideologías, porque entonces la estructura se derrumba. El título europeo es una buena idea, pero no se trata solo del reconocimiento automático, sino de la certeza de que lo que recibí se hizo en un espacio libre, tolerante y crítico. Como coordinador del programa Erasmus en mi universidad durante bastante tiempo, observo con preocupación la tendencia a la intervención política sobre los estudiantes y los investigadores. La relación entre política y universidad es cada vez más peligrosa y difusa. Hungría es un buen ejemplo de cómo las universidades están amenazadas en su libertad académica, y esto no se limita solo a Hungría. La distribución de fondos europeos y otros instrumentos, como Erasmus+, para ciertos países se ve condicionada por dificultades políticas. Si no protegemos la diversidad de ideas, este título será una fachada.
35:00
Solo la libertad académica nos llevará al verdadero conocimiento. Lo digo como alguien que ama la universidad y ha vivido la universidad. Permítanme una reflexión: que las universidades sean espacios de libertad, de intercambio de ideas y de rigor científico. Gracias. Pasamos ahora a las respuestas. Lamentablemente no disponemos de mucho tiempo; tres minutos por intervención, por favor. Perdón, Brigitte. Sí, estaba en la lista. Adelante, Brigitte. Muchas gracias por las presentaciones. Hablaré en neerlandés. Han sido experiencias personales muy interesantes sobre lo que supone haber tenido una experiencia europea ya como persona joven. Me parece muy positivo avanzar hacia un título europeo y es muy importante que no solo hablemos de instituciones de educación superior, sino también de formación profesional, de modo que todas las personas en formación reciban algo y se reconozcan sus cualificaciones y capacidades. Eso es importante. Tenemos que analizarlo conjuntamente y me gustaría saber cuál es para ustedes el valor de las microcredenciales: si aportan un valor añadido o no es algo a lo que debamos aspirar. Quisiera conocer también su opinión sobre la llamada norma 28, es decir, un estándar de calidad europeo según el cual quien lo cumpla pueda ver su título reconocido a nivel europeo, y quien no, no. Quizá sería una respuesta a los Estados miembros o a las entidades subnacionales que dudan de la capacidad de todos los países para alcanzar el mismo nivel de calidad. Me parece un objetivo importante y agradecería su opinión al respecto. Muchas gracias. Pasamos a las respuestas. Cada uno de los ponentes tiene tres minutos, para que haya suficiente tiempo para el segundo panel. Puede empezar el señor Leporeo, o quien lo desee. Muchas gracias, presidenta. Gracias, señorías, por las preguntas. Para completar lo dicho al inicio, pediré después a mi compañero que hable sobre la vía hacia el título europeo, porque creo que hace falta un nuevo instrumento de la Unión Europea que impulse la colaboración, empezando por el establecimiento de criterios de calidad comunes. Sin embargo, como se ha señalado, me parece importante que no sean solo unas pocas universidades —concretamente las que participan en las Alianzas Europeas— las que puedan expedir estos títulos europeos. Debemos evitar estas distinciones y permitir que los estudiantes elijan entre una vía universitaria europea o no. Por supuesto, debemos plantearnos cómo otorgar y reconocer este tipo de títulos. Todos sabemos que actualmente existe un sistema de títulos nacionales y esto hay que resolverlo primero. Gracias. Trataré de ser lo más breve posible. Hay muchos temas, pero quisiera subrayar uno: el título europeo no se limita a la movilidad. La movilidad es un componente, pero el objetivo principal es reformar el aprendizaje y la enseñanza en Europa. Las microcredenciales forman parte de ello. El título europeo se inserta en vías de aprendizaje flexibles, de modo que en el futuro se puedan cursar microcredenciales, por ejemplo, en un país y realizar prácticas en otro.
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...país y después en otro país y que se pueda seguir esta vía de movilidad en toda Europa. En cuanto a lo que pueda hacer Europa, además de prestar apoyo económico, algo que se nos ha dicho en las respuestas a la encuesta es que el apoyo económico es fundamental, pero el verdadero reto tiene que ver con los antecedentes de los estudiantes: si sus padres tienen educación superior o no, si proceden de una zona rural o urbana. Aquí es donde vemos la importancia del próximo programa Erasmus+, para mejorar realmente la situación de las personas que se encuentran en situación de marginalidad y no solamente de dificultad económica. Es decir, la movilidad es una barrera, pero no es la única. Antes de hablar del siguiente paso, creo que también es importante entender cuáles son las dificultades de los estudiantes hoy y resolverlas. Se ha señalado en las preguntas y en las intervenciones que el reconocimiento y la convalidación siguen siendo un problema; ese es el punto de partida. Tenemos que incentivar a los Estados miembros y, como se indica también en el borrador del texto, apoyarles en todos los aspectos jurídicos de la homologación o el reconocimiento de los títulos. En cuanto a la diferencia entre los dobles títulos y el título europeo, entiendo que un doble título es un diploma expedido por dos o múltiples instituciones de educación superior en distintos países, pero que no se reconoce automáticamente en todos los países europeos a efectos de reconocimiento de cualificaciones. Existe el Convenio Global de la UNESCO en este sentido, pero no refleja lo mismo que representa el título europeo. También me parece importante otra cuestión que se ha mencionado: las alianzas universitarias europeas son un primer paso hacia la integración plena de la educación superior en Europa. Claro está que esto afectará también a otros ámbitos. Aquí se está experimentando y desarrollando, pero lo que querríamos es que fuese reproducible en todos los Estados miembros y en todas las instituciones de educación superior, para que no se genere una diversificación. Muchas gracias. Creo que he respondido a todas las preguntas. Sí, muchas gracias por estas respuestas exhaustivas. Muchas gracias a los señores Lepore y Peraro por sus aportaciones. Con esto pasamos a la segunda sesión, titulada La vía hacia un título europeo, con presentaciones de Andris Ferspeten e Irina Ferenc. Pido, en primer lugar, al señor Ferspeten que haga su presentación. Diez minutos. Presidenta, señorías, queridos panelistas, muchas gracias por organizar esta comparecencia y por invitarme. Les hablaré desde la perspectiva de quien, en la práctica, apoya al personal de una universidad que, durante los últimos veinte años, ha venido desarrollando programas conjuntos, con la ayuda de un marco regulatorio en la región de Flandes, en Bélgica, y con financiación de la Unión Europea a través de Erasmus Mundus y de la Iniciativa Universitaria Europea. Mi universidad figura entre las que, en Europa, tienen la mayor cantidad de estudiantes Erasmus Mundus; representan un tercio de los estudiantes internacionales de máster. Son programas que ofrecemos en cooperación con más de setenta universidades en Europa y fuera de ella. También trabajamos intensamente en el marco de la Alianza Universitaria Europea Enlight para ampliar nuestra oferta de programas conjuntos. En 2023-2024 participamos en uno de los proyectos piloto del título europeo, EDELAB, que aúna a varias alianzas universitarias europeas bajo la coordinación de la Alianza Arcus. Hace tres semanas nos reunimos con los coordinadores locales para evaluar la situación y les pedimos que indicaran si les interesaba el título europeo como etiqueta; todos levantaron la mano. Esto nos alegró mucho. En mayo de este año, el Consejo de la Unión Europea aprobó una resolución y una recomendación sobre un sistema de calidad y reconocimiento en la educación superior, y esto representa el punto culminante de un proceso de cinco años, desde que por primera vez se expresó...
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La ambición de desarrollar un título europeo constituye un hito. Pero, hablando en serio, este es un proceso que viene de mucho más atrás: han pasado más de 25 años desde que comenzó el proceso de Bolonia, cuyo objetivo era aumentar la calidad y la movilidad de los sistemas de educación superior en nuestro continente. Para alcanzar sus objetivos, el proceso de Bolonia desarrolló una serie de herramientas. Entre ellas, el Enfoque Europeo para el Aseguramiento de la Calidad de los Programas Conjuntos, que es en sí mismo un instrumento sólido. Sin embargo, su aplicación ha sido desigual entre los distintos países participantes. En la práctica, los universitarios y los administradores que diseñan programas conjuntos siguen encontrando obstáculos que requieren soluciones ad hoc cada vez, y no hay atajos. Ahora bien, desde la instauración de las alianzas de universidades europeas hay un nuevo impulso para superar esos obstáculos. Nuestros colegas en dichas alianzas están comprometidos con el desarrollo de programas conjuntos como uno de los instrumentos para materializar las ambiciones de cada alianza, y señalan con claridad los obstáculos existentes. Señorías, los tiempos actuales exigen mayor interoperabilidad también en la oferta de estudios. La competencia global, junto con transformaciones tecnológicas, sociales y medioambientales, nos obliga a garantizar que nuestra formación sea apta para el futuro. Los programas conjuntos son una herramienta muy importante para ello. Claro que existen otros mecanismos que aportan valor a la educación superior europea: el intercambio de créditos Erasmus, que ya lleva mucho tiempo, ofrece oportunidades a muchos estudiantes. Sin embargo, como ya se ha dicho, tras todos estos años persisten problemas de reconocimiento. En los programas conjuntos, estas cuestiones no deberían darse, porque su diseño es integrado. En 2024, el Consejo de la Unión Europea estableció, en el marco de Europe on the Move, un objetivo de movilidad más ambicioso: un objetivo cuantitativo del 23% de los estudiantes. Es un objetivo noble, pero no se logrará únicamente con programas conjuntos. La movilidad y el intercambio de créditos son la piedra angular de Erasmus+, y no todos los estudiantes necesitan un programa conjunto. Ahora bien, los programas conjuntos deben ser la vanguardia en aquellos ámbitos en los que un programa internacional aporta un valor añadido claro. Pasando a la cuestión del título: más allá de la complejidad administrativa, los programas conjuntos integrados transnacionales se han ido implantando con los años. Pero incluso en esos casos, la naturaleza integrada de la cooperación no siempre queda bien reflejada debido a obstáculos administrativos que pueden impedir la expedición de un título conjunto. En la práctica, demasiadas veces los programas conjuntos desembocan en una combinación de títulos de distintos modelos de titulación; algunos lo llaman la “lasaña de los títulos”. A menudo esto obedece a requisitos institucionales, regionales o nacionales. Pero, en esas condiciones, ¿podemos realmente afirmar que se ha completado con éxito un programa conjunto y, a la vez, no reflejar su carácter transnacional? Los esfuerzos de todas las universidades deberían quedar igualmente representados. Si los estudiantes han cursado un programa integrado en el que el diseño, la admisión, la docencia, la movilidad y la decisión de expedir el título son compartidos, la naturaleza del título debe reflejarlo. Esto hay que resolverlo. Este no es el único problema. Existen también cuestiones de acreditación, de gobernanza de los programas y de integración de servicios, vinculadas a normativas y mecanismos nacionales, regionales e institucionales, muchos de ellos profundamente arraigados en los contextos locales, que complican innecesariamente la oferta internacional. Dada la gran diversidad de la educación superior en Europa, estoy convencido de que, en esta etapa, el título europeo puede ser un paso decisivo para facilitar los programas conjuntos y, más adelante, conducir a un verdadero título europeo conjunto.
Fragmentos 1-10 de 33 (16 disponibles públicamente)

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