Parlamento Europeo SEDE – Seguridad y Defensa

Parlamento Europeo - SEDE – Seguridad y Defensa - 5 de noviembre de 2025

5 de noviembre de 2025
08:06

Contexto de la sesión

Subcommittee on Security and Defence - Committee on Security and Defence Ordinary meeting - Room: SPAAK 1A02

Vista pública limitada

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Estimadas y estimados colegas, bienvenidas y bienvenidos. El primer punto del orden del día es su aprobación. ¿Alguien desea enmendarlo? No. Queda aprobado. Pasamos al punto 3: aprobación de las actas de las reuniones de los días 24 y 25 de septiembre del presente año. ¿Comentarios? No. Quedan aprobadas. A continuación, celebramos la audiencia pública sobre las asociaciones estratégicas de seguridad y defensa de la Unión Europea. Antes de empezar, doy una calurosa bienvenida a un grupo de visitantes de la diputada Hannah Neumann, presentes en la sala. Para esta audiencia tengo el placer de dar la bienvenida, en conexión a distancia, a Gisine Weber, investigadora principal en seguridad global del Centro de Estudios de Seguridad de Zúrich; a Marcin Bużański, asesor principal del Foro de Seguridad de Varsovia y de la Fundación Pułaski, y director del Centro de Diplomacia y Negociación del Collegium Civitas; a Alessandro Marrone, jefe del Programa de Defensa, Seguridad y Espacio del Istituto Affari Internazionali; y a Guillem Riutord Sampol, jefe de la División de Asociaciones para la Paz, la Seguridad y la Defensa del Servicio Europeo de Acción Exterior. Esta audiencia evaluará las asociaciones de defensa en el marco de la PCSD y presentará recomendaciones en consonancia con la Brújula Estratégica, con vistas a reforzar la Unión Europea de la Defensa y las relaciones con socios clave. Es oportuna, dado que en SEDE contamos con un proyecto de informe de iniciativa propia sobre esta materia, que debatiremos a continuación. Antes de dar la palabra a las y los expertos, cedo brevemente la palabra al ponente de la Subcomisión SEDE, el señor Michał Szczerba, para sus observaciones preliminares. Señor Szczerba, dispone de dos minutos. Gracias, señora presidenta. Colegas, invitadas e invitados, es un gran placer darles la bienvenida a esta audiencia pública de la Subcomisión de Seguridad y Defensa. Se trata de un debate muy importante y oportuno: es la primera audiencia de este tipo en la historia de SEDE dedicada a las asociaciones estratégicas de seguridad y defensa de la Unión Europea. El entorno de seguridad de la Unión ha cambiado profundamente. La guerra de agresión rusa contra Ucrania continúa; aumentan las ciberamenazas; nuestra vecindad es más inestable; y se están produciendo cambios en el equilibrio de poder. La seguridad de Europa está en riesgo y nuestras capacidades de defensa deben reforzarse de manera sustancial. En este contexto, las asociaciones no son una opción: son imprescindibles. Constituyen el medio por el que la Unión Europea protege sus intereses, respalda a sus aliados y contribuye a un orden internacional más estable. Debemos revisar y fortalecer las asociaciones existentes y, al mismo tiempo, mi informe propone soluciones innovadoras para establecer nuevas asociaciones de seguridad y defensa, en particular con Estados Unidos y con Ucrania. La Unión Europea no puede defenderse eficazmente ni abordar los retos globales por sí sola. No solo necesitamos socios; necesitamos asociaciones estratégicas de seguridad y defensa. Hoy evaluaremos cómo funcionan estas asociaciones en la práctica, cómo pueden reforzarse y cómo puede actuar la Unión Europea de manera más coherente y estratégica con sus socios.
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Como introducción al informe sobre las asociaciones estratégicas de seguridad y defensa que dirijo como ponente, de esta forma tendremos una idea mancomunada del papel de la Unión Europea en el ámbito de la seguridad y la defensa en el mundo. Gracias. Voy a dar la palabra a los expertos, empezando por Gesine Deba, que está conectada en línea. Tiene 12 minutos. Adelante. Muchas gracias por invitarme. Buenos días. Lamento no poder estar presencialmente; me conecto a distancia. Espero estar a la altura. Soy la primera experta que interviene. Nos hemos dividido las presentaciones: yo ofreceré una panorámica general. Me centraré en el papel de las asociaciones de seguridad y defensa como herramienta geopolítica y como instrumento para reforzar el papel de la Unión Europea en el mundo, es decir, la política común de seguridad y defensa de la Unión en un entorno cambiante. Se han celebrado ocho asociaciones; hay negociaciones en curso con Australia y se empieza a hablar con Suiza. En general, podemos dividir estas asociaciones en tres categorías. Una tiene claramente la intención de contrarrestar la amenaza de Rusia: Albania, Macedonia del Norte y Moldavia, es decir, países de la ampliación de la Unión Europea en esa zona. Otra categoría agrupa a miembros de la OTAN con capacidades muy sofisticadas y con los que ya tenemos lazos estrechos y de larga data, como Noruega, Canadá y el Reino Unido. Y, por último, las asociaciones con socios del Indo-Pacífico, por ejemplo Corea y Japón, para hacer frente a retos internacionales en el escenario global, teniendo en cuenta la competencia de China. Por limitaciones de tiempo, me centraré en las asociaciones de seguridad y defensa como herramienta para reforzar el papel de la Unión Europea como socio y como instrumento geopolítico de reequilibrio. Quiero abordar brevemente los países candidatos en la lista de espera de la ampliación. Estas asociaciones pueden desempeñar un papel muy importante a la hora de contrarrestar la influencia y la agresión de Rusia, apoyando a estos países socios candidatos en el continente europeo. La PCSD se centra en cuestiones como las amenazas híbridas, el desarrollo de capacidades y la cooperación civil-militar (CIMIC). Es un enfoque muy adecuado porque, por un lado, responde a las necesidades de los socios y, por otro, refuerza la capacidad de la Unión para actuar de forma coordinada.
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Por otro lado, también contribuye a ampliar la protección y la defensa de la Unión a países que, previsiblemente, podrían convertirse en miembros en el futuro. Es decir, extendemos esas herramientas de disuasión y reequilibrio a los países candidatos. Para estos países es muy importante, porque lo que ofrecemos responde a sus necesidades, convierte a la Unión Europea en un socio más fiable y ayuda a evitar situaciones como la de Ucrania, ya que la Unión está dando pasos más ambiciosos, asumiendo compromisos concretos y reforzando, blindando y protegiendo a sus socios frente a países como Rusia. La Unión Europea equipa a los países socios con herramientas y está preparada para ayudar. Por lo que respecta a las señales estratégicas, estas asociaciones de seguridad y defensa con los países socios son sumamente importantes. Recomiendo, por tanto, que en el futuro prosigamos esta labor mediante asociaciones estratégicas de seguridad y defensa también con países que todavía no las tengan en vigor, en la medida de lo posible, con independencia del ritmo del proceso de ampliación. La ampliación no debe obstaculizar la cooperación en materia de seguridad y defensa. Es cierto que, cuando hablamos de reformas institucionales o del sistema judicial, puede haber límites a lo que se puede hacer con países candidatos; pero, al mismo tiempo, es fundamental no supeditar esta cooperación a otros expedientes ajenos, como los temas de agricultura. Se trata, en realidad, de una inversión a largo plazo en la seguridad de Europa, que no debe verse condicionada por cuestiones que no vienen al caso. Estas asociaciones estratégicas pueden contribuir directamente a reforzar el papel de la Unión Europea. Al mismo tiempo, las asociaciones con Estados asiáticos merecen especial atención, porque cobrarán creciente importancia en un contexto de particular volatilidad en la relación con China. Tanto la Unión Europea como los socios del Indo‑Pacífico se ven afectados por esa volatilidad; Corea del Sur, Japón y los europeos sufrirán las consecuencias de cualquier escalada en la región, y no digamos en torno a Taiwán. Existe, además, el riesgo de que europeos y países asiáticos se enfrenten a las consecuencias de la estrategia de coerción derivada de la batalla comercial de Estados Unidos. Debemos determinar cómo protegernos de la mejor manera frente a esa presión. Con los socios asiáticos puede hacerse mucho: vincular a los aliados de Estados Unidos en todo el mundo, estrechar la cooperación en defensa, integrar cadenas de suministro y estudiar la participación de estos socios en asociaciones estratégicas de seguridad trabajando con la Agencia Europea de Defensa, donde existe una alta compatibilidad. Finalmente, en la relación con los socios del Indo‑Pacífico, todo lo anterior debe ocupar un lugar prioritario.
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Debemos emitir una señal clara frente a China y considerar una cooperación basada en la presencia marítima coordinada que ha establecido la Unión Europea, así como mecanismos mejorados que integren en todo el proceso a los socios regionales. Asimismo, es preciso enviar un mensaje a otros socios de la región, distintos de China, para equilibrar mejor sus contribuciones. Igualmente, es fundamental que los países socios se atengan a un orden internacional basado en normas. Concluyo con algunas recomendaciones. La primera, que ha impregnado mi intervención, es que el partenariado europeo es una herramienta de defensa. Echo en falta, no obstante, un vínculo con una estrategia clara; esto nos lleva al núcleo del problema: la Unión Europea no dispone de una gran estrategia. Tiene buenas hojas de ruta, pero aún no existe un documento que nos diga cómo quiere la Unión Europea que sea el mundo, cómo lo ve. Se puede disponer de la mejor herramienta, pero si no se sabe para qué utilizarla, resulta difícil. Por ello, las asociaciones de defensa y seguridad pueden ser instrumentos esenciales que tiendan puentes entre la defensa y la seguridad; pero para ello se requiere una gran estrategia. Además, recomiendo que estas asociaciones vayan más allá de la Política Común de Seguridad y Defensa: deben incluir la defensa, el comercio y otras preocupaciones compartidas con nuestros socios. En cuanto a nuevos socios, conviene dar prioridad a la India, sin esperar necesariamente que actúe como contrapeso frente a Rusia y China, pero sí como un actor clave para crear formatos más amplios. Aún hay margen de mejora para aprovechar las cooperaciones existentes y convertirlas en cooperaciones multilaterales que incluyan, por ejemplo, un diálogo anual de todos los socios en Bruselas, así como con organizaciones multilaterales como el Tratado de No Proliferación, o en formatos denominados minilaterales, por ejemplo, la Unión Europea con Corea, con Australia o con Nueva Zelanda. Concluyo aquí. Gracias. Muchas gracias, Gesine. Voy a dar la palabra ahora a Martin por un tiempo de 12 minutos. Muchas gracias, señora presidenta, señorías, queridos invitados, queridos colegas. Es un placer poder intervenir en esta audiencia, la primera en SEDE desde que es una comisión de pleno derecho. Me alegra que sea así y que puedan contribuir ustedes al Parlamento y a la Unión Europea. Señoras y señores, me centraré en un resumen de los mensajes clave relativos a los socios prioritarios y a la aplicación de estas asociaciones. Como decía Gesine, nos hemos repartido los temas y las regiones; aquello que yo no aborde lo aportará Alessandro. Hoy, sin embargo, quisiera comenzar con una reflexión para todos los presentes: las asociaciones, los partenariados, no deben verse solo como una política de la Unión Europea, sino como una necesidad imperiosa para que la Unión aumente sus capacidades de defensa y cree un espacio de influencia real en el mundo. Debe ser una reflexión seria y sincera.
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Quería empezar con ella y concluir con ella. Si no implicamos a nuestros socios de manera consolidada, organizada y sólida, simplemente no vamos a poder defendernos. Este es el primer comentario contundente que quería hacer. Gesine hablaba de las realidades geopolíticas a las que nos tenemos que enfrentar y no nos llamemos a engaño: Europa está en guerra. Conviene decirlo con estas palabras; no es una guerra caliente, pero se va calentando. Vemos amenazas híbridas, campañas de desinformación y bulos; vemos drones, cohetes y aviones que vulneran nuestro espacio aéreo; infraestructuras críticas en el punto de mira. Debemos abordar estas cuestiones con urgencia. Quiero centrarme en una cooperación o asociación multilateral de crucial importancia: la cooperación entre la Unión Europea y la OTAN. Si observamos la evolución, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania, esta cooperación avanza bien, pero queda mucho por hacer. Debemos reforzar la protección de las infraestructuras críticas, mejorar la infraestructura de transporte y la movilidad militar, y progresar en el ámbito digital, en las comunicaciones, incluidas las satelitales. Todo ello exige que la Unión Europea y la OTAN actúen de manera complementaria y aúnen esfuerzos, en términos reales, tanto en la concepción de estrategias como en su aplicación. Hay que ir más allá de las palabras, de la retórica. En este contexto, quiero mencionar algunos logros y formular recomendaciones. La cooperación con la OTAN se remonta a la primera declaración de 2016‑2017, con propuestas concretas que han ido materializándose. Ha habido en torno a 330 encuentros entre ambas organizaciones sobre distintos ámbitos. Existe un amplio intercambio de personal que permite a las organizaciones aprender unas de otras y ello contribuye a elevar el nivel de preparación. También hay coordinación entre los comités militares de la Unión y de la OTAN. Asimismo, cooperamos en seguridad marítima en el Mediterráneo y el Mar Rojo, y mantenemos una colaboración estrecha en maniobras y ejercicios militares. Se comparte mucha información y se trabaja conjuntamente con países como Moldavia, Túnez, Georgia y, por supuesto, Ucrania. Este es en la actualidad el frente de cooperación más importante entre la Unión Europea y la OTAN. Exige coordinación para la entrega de ayuda inmaterial y para la formación militar, ámbito en el que la Unión Europea desempeña un papel relevante a través de su misión de asistencia a Ucrania, así como con su presencia en Polonia en el nuevo centro de mejores prácticas. Una vez más, la OTAN y la Unión Europea intercambian allí mejores prácticas y lecciones aprendidas, especialmente ahora con Ucrania, concretamente en lo relativo a los drones. Esta es información que se puede y se debe compartir.
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¿Qué se puede hacer para que esta cooperación sea aún mejor? Ante todo, debe haber un diálogo político al máximo nivel, continuo, que permita a ambas organizaciones aproximar posiciones y alinear agendas. Esto incluye el intercambio de información de los servicios de inteligencia. Soy consciente de que, en lo relativo a la presencia en Chipre, persiste un problema; aun así, debemos seguir cooperando entre las dos organizaciones. Cada una ha de conocer sus fortalezas. La Unión Europea cuenta con instrumentos para la infraestructura y la movilidad militar, y dispone de fondos que pueden aprovecharse aún más. Este es también el mejor argumento ante nuestros socios estadounidenses para reforzar la cooperación con la OTAN. En cuanto a Estados Unidos, en el plano político el actual gobierno ha incrementado el esfuerzo en gasto de defensa, pero conviene enviar mensajes claros y, hasta cierto punto, tranquilizar a Estados Unidos —mensaje y “masaje”, como se dice—. En materia de adquisición conjunta de material militar, cabe una cooperación más estrecha entre la industria europea y la estadounidense. Es un reto, y el diálogo político debe encontrar el equilibrio que asegure beneficios mutuos. Señoras y señores, paso a otra cooperación: la de la Unión Europea con Ucrania en materia de defensa. Ucrania no tiene aún suscrita con la Unión una asociación estratégica de defensa y seguridad, y debemos dedicarle más atención porque, de facto, es hoy la cooperación más intensa. Seamos sinceros: Ucrania está luchando también por nosotros. Todo lo demás es secundario. Es la asociación más importante, aunque no sea formal. No puedo entrar en todos los detalles, pero ya se han entregado ayudas militares por valor de 50.000 millones de euros. Hay, además, apoyo a la economía ucraniana, esencial para su reconstrucción a largo plazo. Frente a Rusia, hemos adoptado el 19.º paquete de sanciones; existe apoyo bilateral entre ciudades y otras iniciativas a las que aludía Gesine. Debemos acelerar la adhesión de Ucrania a la Unión Europea: también es un pilar fundamental para la defensa. La cooperación entre la industria de defensa ucraniana y la europea puede ser beneficiosa para ambas partes, mediante el intercambio de licencias de producción, la localización de capacidades industriales en Ucrania y la asimilación de las lecciones del campo de batalla. Hoy, la mayoría de los expertos militares coinciden en que lo que vemos en Ucrania está transformando por completo el escenario de la guerra. Es un banco de pruebas en condiciones reales del que podemos aprender mucho. En este sentido, debemos proseguir con iniciativas como el Foro de la Defensa y de la Industria de la Defensa entre la Unión Europea y Ucrania.
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Todo esto hay que alentarlo e intensificarlo. Finalmente, me queda medio minuto. La aplicación y la implementación de la cooperación con Ucrania, y de todas las asociaciones, no deben quedarse en un bonito documento: hay que llevarlas a la práctica. Esto requiere un abanico de herramientas para garantizar su aplicación, su revisión y su adaptación a la realidad actual. Guillem seguro que también hablará de ello, porque está el Foro Schuman y otras iniciativas que contribuyen a ello, pero tenemos que ampliarlo con la participación del Parlamento y de la sociedad civil, para que incluya también a la sociedad de los países con los que tenemos asociaciones. Esto ejerce poder blando. Así podemos contrarrestar la narrativa de Rusia, China y de nuestros adversarios a escala global. Es una batalla que actualmente estamos perdiendo: la de la narrativa. Si queremos contrarrestarla, hay que crear asociaciones. Muchísimas gracias, señora presidenta. Gracias, señorías. Alessandro, 12 minutos. Gracias, señora presidenta. Lo lamentamos, no se oye al orador; no tiene bien orientado el micrófono. Por favor, podrían avisar al orador que utilice el micrófono. La asociación en materia de seguridad entre la Unión Europea y el Reino Unido es importante. Y quisiera referirme también a la cooperación en la industria de la defensa. Es un paso en la buena dirección, pero no es el salto cuántico en la cooperación que quisiéramos ver. Actualmente contamos con una declaración de intenciones que contiene muy pocos compromisos. Seamos claros: los efectos del Brexit ya se hacen sentir a ambos lados del Canal. El Gobierno de Starmer siente ahora la presión de los euroescépticos frente a su acercamiento a la Unión Europea, y le resulta difícil hacer concesiones para establecer una asociación con nosotros, incluida la participación británica en el programa SAFE. Esto se complica porque hay elecciones regionales en Escocia y en Gales en primavera. Por parte de la Unión Europea hay bastante reticencia o prudencia frente a Londres debido a la dolorosa experiencia de la negociación del Brexit, cuando se intentó escoger a gusto las mejores partes del mercado único. Además, hay otras políticas —como la pesca o la migración— que pesan mucho en la relación de la Unión Europea con el Reino Unido, y esto limita el espacio para la seguridad y la defensa. Estoy de acuerdo con Gesine cuando dice que, en aras de la seguridad, esto no debería ocurrir, pero ocurre. Y a la Unión Europea también le incumbe una responsabilidad. El Reino Unido quiso participar en la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) en 2022, pero España vetó la participación británica por la cuestión de Gibraltar, y lo volvió a hacer el verano pasado. En este contexto, la asociación de defensa y seguridad es importante por tres razones. Primero, porque restablece la cooperación entre el Reino Unido y la Unión Europea y atribuye responsabilidades. En segundo lugar, crea un mandato y una narrativa para las instituciones, los líderes políticos y la sociedad civil, a fin de enmarcar la conversación sobre seguridad y defensa en los Estados miembros y en Bruselas. En tercer lugar, establece mecanismos, herramientas y otros instrumentos de cooperación. En el marco del diálogo de seguridad y defensa, hay una reunión cada seis meses entre el Alto Representante de la Unión Europea y el ministro de Defensa del Reino Unido.
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Sí, hay grupos temáticos. La asociación, como ustedes saben, ya se ha establecido y, en este momento, existen tres grupos de trabajo: Ucrania, Balcanes Occidentales y guerra híbrida. Hace unas semanas, el Alto Representante de la Unión Europea se reunió con su homólogo en Londres. El objetivo de estas reuniones es crear confianza, permitir consultas y coordinación y, con el tiempo, establecer prácticas de relación estrecha que ojalá sobrevivan a los cambios políticos en Londres o en Bruselas. En realidad, no es algo inédito. Si nos fijamos en las declaraciones conjuntas con la OTAN de 2006, 2007 y 2018, también se establecieron mecanismos para fomentar prácticas de cooperación. Se ha mencionado acertadamente la cooperación, pero seamos francos: el balance de la cooperación de la Unión Europea con la OTAN es mixto. Las comparaciones no siempre son útiles, pero debemos tener presente el cuadro general. La asociación UE‑Reino Unido en materia de seguridad y defensa no fija resultados ni hitos; su formulación es cautelosa —explorar oportunidades, considerar, etc.—. Por ello, todo dependerá de la ejecución y de los próximos pasos. Permítanme sugerir algunos de esos próximos pasos. En primer lugar, la firma de un acuerdo administrativo entre la Agencia Europea de Defensa y el Reino Unido. En segundo lugar, el establecimiento de oficinas de enlace y el intercambio de funcionarios entre el Ministerio de Defensa del Reino Unido y el Estado Mayor Militar de la Unión Europea. En general, todas las vías de cooperación deben aprovecharse con prontitud y de forma integral, incluida la resiliencia de las infraestructuras críticas, la formación militar, etc. A mi juicio, estos avances en la asociación deben coordinarse con las consultas ya en curso. Por supuesto, Londres puede dialogar también con las capitales europeas individualmente; por ejemplo, mediante consultas a cinco entre el Reino Unido, Francia, Alemania, Polonia e Italia. Aprovechemos la sinergia y el impulso. La Unión Europea va a la zaga en el plano militar y operativo de la defensa, porque la disuasión colectiva sigue siendo competencia de la OTAN, pese a lo que haya dicho el Gobierno de Trump sobre el paraguas de seguridad para la Unión Europea. Muchos Estados miembros desean mantener la disuasión y la defensa colectivas en el marco de la OTAN y crear un pilar europeo en su seno, en lugar de un ejército de la Unión o una defensa estrictamente de la UE. En cambio, la Unión Europea está avanzando en el ámbito de las capacidades tecnológicas de defensa, impulsada también por el Brexit. Hay que decirlo. Y ello me lleva al segundo y último punto de mi intervención: la cooperación industrial de defensa. Aquí la asociación con el Reino Unido puede avanzar mucho en beneficio de ambas partes, si bien también enfrenta dificultades específicas. La Unión Europea debe aprovechar su capacidad de producción de defensa, incluida una cadena de suministro que se extienda más allá de sus fronteras. No es solo una cuestión de mercado interior, sino de política de seguridad y defensa; y debe hacerse con proveedores fiables. El Reino Unido está muy interconectado con varios Estados miembros: sector aeronáutico con Alemania y España a través del programa Eurofighter; con Francia, Alemania e Italia mediante MBDA; empresas paneuropeas; acuerdos bilaterales; helicópteros con Francia; tecnología nuclear, etc. Y el Reino Unido —al menos durante los próximos cuatro años, con un Gobierno Trump en Washington y el Gobierno Starmer en Londres— es, desde muchos puntos de vista, un socio y proveedor más fiable que Estados Unidos. Por supuesto, debemos ser conscientes de que el Reino Unido prefiere la cooperación bilateral con los Estados miembros en tecnologías e industria de defensa. Pero esto también ocurre dentro de la propia Unión Europea. Seamos francos: el programa franco‑alemán de contratación de futuros sistemas de combate queda fuera del marco de la Unión; es un proyecto bilateral y no de la Unión Europea.
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Y el programa SAFE, que concede préstamos por 150.000 millones de euros a los Estados miembros, requiere solamente dos Estados miembros para poder optar a las subvenciones, con la posibilidad de incorporar a un tercero que puede ser el Reino Unido o Noruega. La razón de este sistema SAFE es aumentar masivamente la producción, porque tenemos un plazo, 2030, para alcanzar la preparación militar a causa de la amenaza rusa. Es un plan para la defensa europea; esa es la razón. El Reino Unido aporta valor añadido en inversiones gubernamentales y contrataciones conjuntas. No es gratuito para el Reino Unido: debe contribuir, pagando una tasa, a la generación de capacidad de defensa. Y las capacidades de defensa, tanto tecnológicas como científicas, deben ser una prioridad de las asociaciones para equipar a las fuerzas armadas europeas con lo que necesitan para disuadir a Rusia de un ataque a un Estado miembro de la Unión. Eso ya es una prioridad para el Reino Unido. Creo que también debería serlo para la Unión Europea, porque aquí ganamos todos. Ello aporta beneficios en interoperabilidad, estandarización, economías de escala, relación con tecnologías críticas y cadenas de suministro, pero también en recursos humanos, que no abundan en la Unión Europea. Si queremos ser concretos, y considerando la contribución potencial del Reino Unido a la preparación militar de Europa, hay empresas británicas afectadas por el tope del 35 % para productores no europeos que figura en el reglamento SAFE; la eliminación de ese techo beneficiaría a todos. Si el Reino Unido aporta sus propias inversiones, contribuirá a las capacidades que deberán adquirirse conjuntamente. Y, evidentemente, cualquier tecnología o producción resultante de esta adquisición conjunta con el Reino Unido debe poder utilizarse sin limitaciones, incluidas las derivadas de autorizaciones de Estados Unidos; debe estar libre de esas restricciones. Aparentemente, en los últimos días ha habido progresos en las negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido al respecto. Si ese acuerdo se alcanza en los próximos días, algunos Estados miembros aún podrán adaptar sus planes e inversiones nacionales para explorar esa cooperación con el Reino Unido. En conclusión, dentro de ese amplio marco de cooperación en defensa con el Reino Unido, la cooperación tecnológica en defensa puede impulsar otros pasos, si funciona; o podría convertirse en un obstáculo para la aplicación de la asociación si fracasa o queda rezagada. Por supuesto, hacen falta dos para ponerse de acuerdo, y hay razones estructurales a favor de que Londres y Bruselas avancen en una asociación: en primer lugar, la guerra de Rusia contra Ucrania y su hostilidad contra la Unión Europea, la OTAN y Occidente; en segundo lugar, las incertidumbres sobre el paraguas de seguridad de Estados Unidos, que, en mi opinión, continuarían después del gobierno de Trump con un gobierno de Vance o, en cierta medida, con dirigentes demócráticos después de Trump. Pero también hay circunstancias favorables a esa cooperación que pueden cambiar. Si el Partido de la Reforma de Farage gana en las elecciones de la próxima primavera o en las elecciones generales del Reino Unido dentro de tres años, eso podría suponer un reto para esta asociación. Por ello, mi sugerencia es que esa asociación funcione en la medida de lo posible en los próximos dos o tres años, a fin de establecer bases sólidas para el futuro. En cualquier caso, este es el punto de partida de un viaje que el Reino Unido y la Unión Europea pueden emprender, y la dirección y la velocidad dependerán de la voluntad política de ambas partes. Gracias. Gracias a usted. Tiene la palabra el señor Guillén. Diez minutos, como máximo. Gracias, presidente. Me alegro mucho de estar aquí, en este Comité de Seguridad y Defensa. Gracias por la atención que han prestado a la asociación en materia de seguridad y defensa. Y, en particular, felicito al señor Szczerba por su iniciativa; esperamos tenerla en cuenta en el informe. Me ha animado mucho esta conversación y el apoyo del Parlamento Europeo a las asociaciones de seguridad y defensa.
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Como ustedes saben, este es un pilar esencial de la Brújula Estratégica hasta 2032: el pilar “Asociar”, junto con “Actuar”, “Asegurar” e “Invertir”. Parte del reconocimiento de que los retos de seguridad no tienen fronteras y, por tanto, ningún actor puede afrontarlos en solitario, menos aún en el volátil contexto geopolítico actual. Si les parece, abordaré por separado la dimensión multilateral y la bilateral. En el ámbito multilateral, hemos identificado dos asociaciones estratégicas prioritarias para la Unión en materia de seguridad y defensa. La OTAN sigue siendo la base de la defensa colectiva en Europa, tal y como establecen los Tratados. Al mismo tiempo, las iniciativas de la Unión refuerzan la Alianza. Nuestra asociación con la OTAN está muy consolidada: hemos identificado acciones comunes, operamos con un enfoque integral y mantenemos un estrecho diálogo político. Contamos con participaciones a nivel ministerial, en las que también interviene el secretario general de la OTAN; por ejemplo, en la cumbre de la OTAN del verano pasado. Además, trabajamos conjuntamente en múltiples ámbitos; baste mencionar una reciente reunión de coordinación del apoyo a Ucrania, que es una prioridad compartida. A partir de las conclusiones del Consejo Europeo y de las cumbres de la OTAN, la Unión ha trabajado para apoyar a los Estados miembros en el cumplimiento de los objetivos de la Alianza. Cooperamos en toda una serie de prioridades en el área de capacidades, manteniendo plena coherencia con los objetivos aliados. En cuanto a Naciones Unidas, nuestra labor es intensa y especialmente necesaria en un momento en que el multilateralismo está amenazado. Hemos fijado prioridades comunes hasta 2028 y, como actor esencial en el ámbito de la seguridad, la UE sigue respaldando el papel de la ONU. Las correspondientes decisiones del Consejo se adoptaron hace apenas dos semanas. Paso ahora a las asociaciones bilaterales, que son centrales en esta conversación. Son instrumentos aún jóvenes: la primera se adoptó en mayo de 2024. Hemos trabajado intensamente para negociarlas y creo que constituyen la mejor expresión de la aplicación del pilar de “Asociar”, además de reflejar el papel de la Unión como actor que opera de manera responsable en seguridad y defensa. Lo vemos no solo porque promovemos este temario, sino porque otros se suman a él, lo que demuestra la importancia de la Unión como socio en un entorno tan inestable. También se trata de nuestra capacidad de generar resultados: actuamos con intención estratégica para garantizar que estos documentos se traduzcan en logros tangibles. Se trata de instrumentos no vinculantes que proporcionan un marco global para la cooperación. Ocho de ellos se han firmado ya: con Moldavia, Noruega, Japón, la República de Corea, Macedonia del Norte, así como, justo antes del verano, con el Reino Unido y con Canadá. Son declaraciones políticas con estructuras habituales que establecen diálogo y cooperación. El centro de gravedad, como se ha señalado, es la Política Común de Seguridad y Defensa; las prioridades las establece, por supuesto, el Consejo, y se cubren asimismo otras áreas en estrecha coordinación con la Comisión: misiones, desarrollo de capacidades de defensa, ciberamenazas y amenazas híbridas, entre otras.
Fragmentos 1-10 de 22 (11 disponibles públicamente)

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