Committee on Foreign Affairs + Committee on Development + Subcommittee on Human Rights + Subcommittee on Security and Defence - Committee on Foreign Affairs Ordinary meeting Committee on Security and Defence Committee on Development Joint meeting with DROI; The UN at 80: Reflections, Challenges, and Opportunities for the Futur - Room: SPAAK 3C50
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Estimadas y estimados colegas, buenas tardes. Es un placer darles la bienvenida a esta reunión conjunta entre las comisiones AFET, SEDE y DEVE y la Subcomisión de Derechos Humanos (DROI). El 24 de octubre se celebró el 80.º aniversario de la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas, un momento crucial para reflexionar sobre ocho décadas de multilateralismo y debatir sobre los retos y oportunidades futuros. En un momento en el que el sistema multilateral se enfrenta a amenazas crecientes, el debate de hoy reitera nuestro firme compromiso con un orden internacional basado en normas, conforme a los principios de la Carta de las Naciones Unidas. Seguimos comprometidos con la promoción de la paz, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo sostenible para todos.
Nuestra comisión parlamentaria está a punto de iniciar sus trabajos con el proyecto de recomendación sobre la Asamblea General de las Naciones Unidas, con Andrey Kovatchev (PPE) como ponente. Estoy seguro de que el intercambio de hoy proporcionará información valiosa para ese importante informe. Ahora quiero dar la palabra al presidente de DEVE.
Gracias por darme la oportunidad de formular algunos comentarios antes de empezar, dice el señor Barry Andrews. Nadie en esta sala necesita que le recuerden las amenazas que se ciernen sobre el sistema multilateral, personificado por Naciones Unidas en los últimos 80 años, pero hoy nos enfrentamos a una crisis muy profunda. Hablamos de financiación —de cientos de millones—, pero en realidad hablamos de la vida de muchísimas personas, desde la Organización Mundial de la Salud y UNICEF hasta UNRWA y ACNUR, y de los innumerables profesionales que trabajan sobre el terreno. Está en nuestro ADN: la Unión Europea es más que la suma de sus partes. Estamos comprometidos con la reforma de la ONU en este 80.º aniversario. Debemos utilizar el poder de convocatoria del Parlamento Europeo para reunir a oradores de calidad y reflexionar sobre el futuro de la Unión ante retos no solo financieros, sino también políticos y sociales. Me complace enormemente poder estar aquí presidiendo este acto junto con las presidencias y vicepresidencias de AFET, SEDE, DEVE y DROI. Doy la palabra a mis colegas. Señor Satouri.
Gracias, Barry. Me complace enormemente que podamos celebrar esta sesión solemne, que reúne a cuatro comisiones parlamentarias y demuestra nuestro compromiso con el multilateralismo. Ese compromiso nos ha permitido, tras asomarnos al abismo, construir un sistema basado en normas. Conmemoramos el 80.º aniversario de la Carta de las Naciones Unidas. Compartimos una humanidad común. Sin esa humanidad común, ¿cuántas guerras habrían estallado? ¿Cuánta injusticia habría permanecido en el mundo sin cauces, sin voz? Esta arquitectura es frágil, pero existe y es irreemplazable. Varias generaciones de mujeres y hombres han trabajado con suma dignidad para sostenerla. Por supuesto, tiene sus defectos. El Consejo de Derechos Humanos es una institución emblemática que demuestra lo que puede lograr la cooperación internacional cuando se cimienta en la verdad: todas las naciones aceptan ser evaluadas por sus pares en un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas sin parangón. Debemos seguir defendiendo este espíritu exigente, porque recuerda a todos los Estados sus obligaciones.
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Nadie está por encima de los derechos humanos; sin embargo, el mundo se ensombrece, las violaciones se multiplican y los discursos de odio proliferan. Los cimientos de la universalidad de los derechos están bajo ataque. Debemos adaptar las herramientas y los métodos de Naciones Unidas, siendo fieles a sus ideales de hace 80 años.
Quiero evocar los ataques reiterados contra la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos. Desde hace meses es objeto de campañas de difamación, incluso en el seno de este Parlamento. Algunos han retomado propaganda procedente del exterior dirigida a desacreditar a esta institución. Las acusaciones de falta de imparcialidad y neutralidad contra la UNRWA no tienen fundamento; debemos decirlo alto y claro. Atacar a la UNRWA es atacar el último bastión humanitario frente a la hambruna y la miseria en Gaza.
Las tecnologías modernas y la inteligencia artificial no deben convertirse en una nueva forma de dominación: han de ser herramientas de emancipación, no de vigilancia ni de control. Esperamos que Naciones Unidas marquen el desarrollo de la inteligencia artificial con pleno respeto a los derechos humanos. El progreso debe seguir al servicio de la humanidad, y no al revés.
Somos conscientes de la crisis por la que pasa la ONU y de las dificultades que afrontan quienes trabajan sobre el terreno. Todo ello se traduce en menos mediadores, menos misiones y menos fondos. Es imprescindible redoblar esfuerzos para dotar a la Organización de los medios necesarios, a la altura de su mandato y de nuestros desafíos comunes. Muchas gracias de antemano a las personas que van a intervenir por acompañarnos y compartir sus reflexiones, que alimentarán nuestros debates. Debemos hacer vivir la promesa del 45, en la que los derechos humanos no son un lujo, sino la condición sine qua non de nuestra civilización. Gracias.
Perfecto. Para mí es un enorme placer dar la bienvenida a los oradores en el Parlamento Europeo. No quiero quitarles tiempo y les pido que se limiten a seis minutos en sus intervenciones iniciales. Tiene la palabra el señor Óscar Fernández-Taranco, vicesecretario general de la ONU para la Coordinación del Desarrollo. Adelante, caballero.
Gracias. Muchas gracias. Buenas tardes a todas y a todos. Es un gran placer y un gran honor estar aquí. Gracias por las alocuciones introductorias de los distintos presidentes de comisiones de esta casa. Gracias por organizar este evento y por invitarme, así como a mi colega, que nos sigue desde Nueva York. Hace algunos meses nos vimos allí, y volver a encontrarnos tan pronto es alentador.
El Parlamento Europeo tiene un papel fundamental como paladín del multilateralismo. En septiembre pasado demostramos que, pese a los retos de la polarización, existía un apoyo mancomunado al papel central que sigue desempeñando Naciones Unidas. Pero ese apoyo debe ir acompañado de reformas profundas; por ello, el Secretario General anunció el proyecto de reforma UN-80.
Debemos aunar esfuerzos para cumplir la Carta de Derechos Fundamentales y sacar adelante las reformas del sistema de la ONU que el Secretario General lanzó en 2018, a fin de garantizar un apoyo más eficaz a los países socios y acelerar la Agenda 2030 y los ODS. Asimismo, queremos impulsar el Pacto para el Futuro, arraigando nuestra labor en la apropiación nacional por parte de los Estados miembros. La realidad es que solo una pequeña parte de los ODS avanza a buen ritmo; muchos progresan demasiado despacio. Debemos trabajar en favor de quienes más lo necesitan.
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El sistema de Naciones Unidas, que cuenta con toda una serie de instituciones y organismos dedicados a garantizar el desarrollo, ocupa un lugar central en la labor de la Unión Europea, que ejerce un liderazgo reforzado y promueve esfuerzos integrados. Los representantes del sistema de Naciones Unidas sobre el terreno, que informan y rinden cuentas a la Organización, reportan los avances y movilizan el apoyo en favor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de modo que la oferta de Naciones Unidas sea más accesible y se alinee mejor con las necesidades de los países, incluidos aquellos en situación de crisis. El liderazgo reconocido por los gobiernos y los socios es un factor clave para alcanzar resultados conjuntos mediante asociaciones más estratégicas, lo que incluye la colaboración entre la Unión Europea y las Naciones Unidas.
Durante décadas, la Unión Europea y las Naciones Unidas han trabajado codo con codo para hacer frente a desafíos comunes, desde el cambio climático hasta el desarrollo sostenible y la cooperación para el desarrollo. Esto responde a una necesidad profunda. Nos hemos ido apartando de la lógica tradicional de donantes, beneficiarios e implementadores para adoptar papeles cada vez más complementarios. En Guatemala, por ejemplo, a través del Fondo Conjunto ODS —del que la Unión Europea es uno de los principales contribuyentes— se están modernizando los servicios públicos y garantizando la inclusión digital de la población más vulnerable.
Mirando hacia adelante, habrá muchas oportunidades de seguir trabajando sobre la base de los resultados alcanzados. La Unión Europea está lanzando su estrategia Global Gateway y puede reforzar sus capacidades de coordinación a nivel de país, aprovechando la experiencia de Naciones Unidas y facilitando la movilización de fondos públicos y privados para colmar esa brecha de 3.000 millones anuales. Podemos beneficiar a muchos países, desde el Sahel hasta Ucrania y Haití, evitando el colapso de Estados, conteniendo enfermedades y trabajando para mitigar el desplazamiento.
Las Naciones Unidas, a las que represento, están muy agradecidas a la Unión Europea por su trabajo y por respaldar también la agenda de reforma. Es preciso acelerar el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y la Unión Europea está contribuyendo de manera decisiva. El último informe al que ustedes hacían referencia de la ONU, emitido por el Secretario General, plantea toda una serie de medidas para pasar de la fragmentación a una mayor coherencia y a un mayor impacto de Naciones Unidas: desplegar la mejor pericia y a los mejores expertos allí donde haga falta, realinear programas y reestructurar los ámbitos que sea necesario. Asimismo, se revisa la arquitectura de financiación para proporcionar recursos de mayor calidad que permitan alcanzar los objetivos.
Estimados eurodiputados, su papel es fundamental. Los ODS exigen un enfoque integrado que reúna sinergias y equilibre distintos factores. Debemos alejarnos de la compartimentación del pasado y fomentar la coherencia a nivel de país: programación conjunta, participación conjunta con las instituciones financieras internacionales y con los sectores público y privado. Tanto el informe que han presentado sobre los ODS como las distintas visitas de las comisiones parlamentarias a los países socios son bienvenidos. Pueden contar con el apoyo de Naciones Unidas para facilitar sus visitas.
A través de sus poderes presupuestarios, el Parlamento garantiza que la financiación se alinee con las prioridades estratégicas y los compromisos internacionales. Para socios como las Naciones Unidas, las decisiones del Parlamento moldean directamente la envergadura y el alcance de nuestra contribución a la ayuda humanitaria, a los derechos humanos y al desarrollo. Su papel es, una vez más, esencial para acercar a dos entidades que tienen mucho que compartir y que pueden trabajar de la mano para abordar muchos de los retos mencionados en sus alocuciones introductorias.
Gracias por esta oportunidad. Muchas gracias. Gracias, señor Fernández‑Taranco.
15:00
Gracias. Nuestra compareciente ya debería estar conectada en línea. Tiene la palabra la señora Ilze Brands Kehris, Secretaria General Adjunta de la ONU para los Derechos Humanos. Adelante.
Gracias, señor presidente. Es un placer estar con ustedes. Tomo nota de los comentarios formulados por mi colega anteriormente; no los repetiré, pero los suscribo, porque trabajamos de manera estrecha en el seno de Naciones Unidas. Es un privilegio comparecer ante ustedes. Es importante ver qué comisiones han decidido cooperar con Naciones Unidas; apoyar el multilateralismo en asuntos exteriores y reflejar los tres pilares de la ONU —derechos humanos, desarrollo y paz y seguridad— es esencial. La Unión Europea tiene aquí una voz y un papel muy importantes, y la conexión entre Nueva York y Bruselas en estos momentos cruciales para el mundo es fundamental; debemos avanzar de la mano.
En cuanto a los derechos humanos, no entraré ahora en detalles. Ustedes ya han señalado algunas de las alertas sobre la situación actual, con distintas presiones e incluso ataques a los derechos humanos en diversas regiones, así como cuestionamientos sobre nuestro papel y el apoyo a nivel global, que se fundamentan en nuestros valores y en nuestra visión compartida.
Estamos en un momento particularmente crucial para mantenernos unidos y defender los derechos y su efectiva aplicación. En Naciones Unidas, como ya indicó Óscar, contamos con el Pacto para el Futuro, acordado por todos los Estados miembros, que reafirma el igual valor de los tres pilares. Ello incluye acciones específicas para reforzar el pilar de derechos humanos, tanto en materia de financiación —tradicionalmente insuficiente y hoy bajo fuerte presión— como en la función de coordinación, asegurando que todo el sistema de la ONU integre la dimensión esencial de los derechos humanos como base de nuestra actuación en las demás áreas.
Esto se ha visto reforzado con las propuestas ONU 80 que el Secretario General ha presentado recientemente. Para nosotros, en el ámbito de los derechos humanos, abre la posibilidad de fortalecer la coordinación interinstitucional de todo el sistema de la ONU, de modo que exista una comprensión estratégica de cómo garantizar que nuestras intervenciones en desarrollo y en paz y seguridad se basen en los derechos humanos. Con el liderazgo del Alto Comisionado, seguiremos implementándolo; forma parte de su mandato.
Permítanme subrayar, como apuntaba Óscar, el fuerte énfasis del Secretario General en el impacto que buscamos. No se trata de permanecer en la sede redactando documentos y elaborando informes —aunque aportan información valiosa—, sino de cómo esto repercute en la vida de las personas que atraviesan situaciones muy difíciles en todo el mundo. Naturalmente, esto abarca también los contextos de conflicto. La Oficina del Alto Comisionado está presente en alrededor de un centenar de países, con modalidades muy diversas: en algunos casos, mediante un asesor o asesora de derechos humanos en el equipo del coordinador residente, trabajando como una sola ONU para mantener el enfoque en los derechos humanos; en otros, con presencias de gran tamaño en misiones de paz, por ejemplo con componentes integrados de derechos humanos.
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Realizamos un seguimiento y una presentación de informes muy importantes sobre situaciones reales de violaciones extremas del derecho a la vida y de toda la gama de derechos que están siendo vulnerados, asegurándonos de que los responsables de la toma de decisiones estén informados y de que podamos abordarlas. Nos implicamos cada vez más en el componente de defensa cuando el Consejo de Seguridad propone nuevas configuraciones, más allá de las misiones de paz, y también por otras vías. En esos contextos, apoyamos a fuerzas de seguridad —internacionales y no pertenecientes a la ONU— para que, cuando actúen, cuenten con una diligencia debida en materia de derechos humanos debidamente realizada desde Naciones Unidas, y podamos asistirles en la ejecución de sus difíciles tareas sobre la base de los derechos humanos y del respeto del derecho internacional humanitario. Termino ya, porque veo que el tiempo se agota. La Unión Europea, y en particular el papel del Parlamento en el apoyo a esta visión de aunar esfuerzos, respaldar a Naciones Unidas y trabajar codo con codo con ustedes en una asociación estratégica, es absolutamente esencial. Confiamos, por supuesto, en que el Parlamento continúe tanto el diálogo —incluso en casos concretos y en lo que podamos aportar— como el apoyo al multilateralismo y a la salvaguarda de nuestro sistema, para que podamos seguir ofreciendo resultados de forma eficaz e incluso mejorar. Muchas gracias por su atención. Gracias.
Muchísimas gracias, señora Belclerich. Después de haber escuchado a dos representantes de Naciones Unidas, vamos a escuchar ahora la perspectiva europea. Damos la palabra al señor Stavros Lambrinidis, vicepresidente, embajador de la Unión Europea ante Naciones Unidas, que se unirá en línea para compartir su punto de vista. Adelante, señor embajador.
Gracias. Debo decir que es un gran honor poder unirme hoy aquí. Y no solo porque, bueno, me conecto con mi casa, ¿verdad?, sino también porque me dirijo a una institución europea que está impulsando y apoyando el multilateralismo en todo el mundo. Es muy importante la presencia política que ustedes tienen. Es muy importante el trabajo legislativo que realizan, por supuesto.
Presidente, si me lo permite, creo que voy a usar un poco más de seis minutos. No mucho más, pero quiero poder darles una visión panorámica de la realidad política en la que se encuentra Naciones Unidas en estos momentos. Y después quiero explicar cómo la Unión Europea y las acciones que tenemos aquí en Nueva York están intentando abordar estos problemas y cómo tratamos de defender los intereses de la Unión Europea.
La realidad que tenemos. El Pacto para el Futuro se aprobó el año pasado por consenso. Todos los líderes de Naciones Unidas presentes en la sala lo aprobaron. Pretendía dar nuevo vigor al sistema multilateral y fijar nuevos objetivos. Sin embargo, un año después nos enfrentamos a la realidad de una organización que probablemente atraviesa la mayor crisis de su historia.
En primer lugar, hay fuerzas revisionistas y una narrativa que cuestiona el multilateralismo y el derecho internacional por parte de Rusia —tradicional actor desestabilizador—, pero más recientemente, y quizá de manera más significativa, también de Estados Unidos.
En segundo lugar, los conflictos en Ucrania, en Gaza, en Sudán y en otros lugares han erosionado la credibilidad del mandato de paz y seguridad de Naciones Unidas y del orden internacional. Cada uno de estos conflictos, no lo olvidemos, también socava el derecho internacional.
En tercer lugar, existe una dificultad para ejecutar las promesas de desarrollo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible: solo un tercio está en marcha. El G77 plantea este tema, pero hay otros que lo instrumentalizan para crear una mayor polarización norte-sur en Naciones Unidas. Eso se nota en muchas decisiones y en muchos debates.
En cuarto lugar, sinceramente, Naciones Unidas es testigo de ataques…
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Sobre los derechos civiles y políticos, se dice que están inspirados en Occidente y, en muchos casos, que resultan perjudiciales para los valores tradicionales de distintos lugares. Por otro lado, la financiación se está colapsando, por lo que no somos capaces de responder. En quinto lugar, la organización se enfrenta a la quiebra. Tenemos más de 5.000 millones de dólares de deuda. Un 80% de estos retrasos se deben a dos países: Estados Unidos y China.
Si miramos el papel que juegan algunos países clave, Estados Unidos, tradicionalmente la columna vertebral del sistema de Naciones Unidas, ahora está recortando financiación, en algunos casos de manera dramática. Además, cuestiona abiertamente muchos elementos de la agenda multilateral en los que trabajamos juntos, tanto si hablamos de la validez de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como de la realidad del cambio climático y la necesidad de acción climática; lo mismo ocurre con los derechos humanos o con las referencias a la igualdad de género en muchas de las instancias que gestionamos. Esto genera muchísima incertidumbre. Sería ingenuo afirmar que esa es la única posición de Estados Unidos: está muy comprometido con Naciones Unidas en muchos temas, y para nosotros el trabajo con Estados Unidos es importantísimo.
China está intentando colmar la brecha que deja la retirada de Estados Unidos, como ya hizo en 2016. Pero se enfrenta a dos grandes obstáculos. En primer lugar, no paga las contribuciones a Naciones Unidas a tiempo. Suele pagar lo que debe en el presupuesto, pero lo hace habitualmente a finales de año, lo cual afecta a la capacidad de Naciones Unidas de ejecutar muchos de sus proyectos sobre el terreno, incluido el desarrollo sostenible. Muchos países lo saben y son plenamente conscientes de ello. En segundo lugar, su pertenencia al G77 plantea un problema: dada la magnitud de su economía, está llamada a convertirse en un país desarrollado en el contexto de Naciones Unidas. Además, es el principal prestamista para muchos países del G77, al que también pertenece, y es uno de los principales objetores a las iniciativas de alivio de la deuda y al apoyo que se quiere brindar a los países en desarrollo. Esto socava esa posición.
Rusia desempeña su papel habitual de aguafiestas. Intenta salir del aislamiento y normalizarse, si pudiera, pero al mismo tiempo ataca a la Unión Europea y a su narrativa. Otros países, incluidos varios emergentes, a menudo se sienten más cómodos en un escenario de regionalismos o de múltiples polos que en el marco de Naciones Unidas. Sin embargo, esto también supone una oportunidad para la Unión Europea de crear confianza con muchos países. La mayor parte de los países apoyan el multilateralismo porque no tienen armas; para ellos, el derecho internacional es el escudo y el arma, si se me permite expresarlo así, y miran a la Unión Europea como su principal apoyo en ese sistema.
Tras esta presentación, permítanme explicarles cuál es la posición de la Unión Europea. Esto no debe olvidarse tampoco en Bruselas, porque el Parlamento Europeo analizará nuestros problemas y a menudo se verá atrapado en ellos. Con frecuencia pensamos que todo el mundo nos mira del mismo modo que nosotros. Para muchísimos países del mundo —países en conflicto, saliendo del conflicto, países pobres— Europa es el continente que consiguió salir de la Segunda Guerra Mundial y crear la región más pacífica del mundo, mostrando solidaridad mutua, priorizando la solidaridad económica frente al interés egoísta y decidiendo defender los derechos humanos, especialmente los de los más vulnerables.
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...aquellos cuyos derechos se vieron más vulnerados durante la Segunda Guerra Mundial, incluido el Holocausto, la principal violación de derechos humanos de la historia reciente. Uniendo todos nuestros recursos para ser un continente pacífico y afirmando que el derecho está por encima del poder. Esa es una inspiración. Por favor, no piensen ni por un solo segundo que no lo es. No piensen que, independientemente de lo que se diga en Bruselas, el resto del mundo nos considera débiles, ineficaces o carentes de inspiración. No: sucede exactamente lo contrario.
En segundo lugar, y en ese contexto, los países de todo el mundo nos consideran el apoyo político y económico más importante de Naciones Unidas y del sistema de Naciones Unidas. Daré unas cifras que la gente no conoce. Nuestros Estados miembros son los principales financiadores del presupuesto de Naciones Unidas: el 22,5% del presupuesto procede de los Estados miembros de la Unión Europea, y pagamos todo y pagamos a tiempo. Estados Unidos, un 22% más o menos, pero ha hecho unos recortes salvajes. China, un 20% más o menos, pero, como he dicho, paga tarde y crea crisis económicas. Todos los demás pagan muchísimo menos. Me alegro mucho de que esté aquí Óscar con nosotros, porque más del 42% —prácticamente el 50% ahora— de toda la ayuda oficial para el desarrollo del mundo viene de los Estados miembros de la Unión Europea. Les recuerdo: solo somos el 4% de la población mundial. Les recuerdo: solo somos el 15% del PIB global. Y damos el 50% de la ayuda al desarrollo global. Eso, a ojos de nuestros socios en Naciones Unidas, es crucial. Tenemos un problema: no utilizamos ese compromiso para garantizar que se defiendan siempre los intereses de la Unión Europea ni los de Naciones Unidas. Eso tenemos que solucionarlo. Pero se valora muchísimo el hecho de que estemos ahí, incluso cuando hay quejas, porque a veces tenemos que reducir la financiación. No olviden este punto, no lo olviden.
En tercer lugar, estamos construyendo alianzas de confianza e interés común con diferentes grupos y países dentro del sistema de Naciones Unidas, de manera estratégica, como Unión Europea de los 27, mucho más avanzado de lo que habíamos hecho hasta ahora. Un momento, no sé qué le pasa a mi cámara... Bien, continuamos. Con el grupo de África, con las pequeñas islas —más de 40—. No las ignoremos: son muchísimos votos, son muchos intereses. Estas dependen de la Unión Europea para la inversión y para afrontar el cambio climático, que les afecta enormemente. Con el Grupo de Países Árabes, con América Latina. Estamos ahí, con alianzas estratégicas. Todo esto es estratégico, es muy importante. Vamos a reforzar la cooperación multilateral y la confianza frente a quienes intentan destruirlas, porque consideran que les conviene que no existan esas uniones. Si miramos al norte, ¿está unido de verdad? Si miramos al sur, ¿está unido de verdad? ¿Tiene sentido hablar de ese modo tan maniqueo? Decimos que no, y queremos que en la práctica se vea la diferencia. Desde el punto de vista político, somos quienes tienden puentes entre unos y otros. Fuimos quienes tendimos puentes para la Conferencia de los Océanos y para la conferencia de medio ambiente en Sevilla. Y seguiremos haciéndolo.
Y cuarto punto. Cuando hablamos de nuestras prioridades bajo los tres pilares de Naciones Unidas —la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos—, esto es importantísimo. Queremos una reforma de Naciones Unidas que garantice que estos tres pilares contribuyan por igual y de manera más eficaz a los objetivos que perseguimos. No queremos establecer distinciones ni diferencias entre ellos. Eso sería catastrófico.
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Pero, ¿qué es lo que queremos? ¿Cuáles queremos que sean nuestras prioridades en cada uno de estos pilares? Cuando hablamos de paz y seguridad, teniendo en cuenta las dificultades para mantener la paz, no se trata de optar entre esto o lo otro; la prioridad absoluta es que las Naciones Unidas se centren en la mediación y en la consolidación de la paz tras los conflictos. Ello exige reorientar los recursos y el enfoque político; debemos avanzar en esa dirección.
Sobre el desarrollo sostenible: se mencionó por parte de Óscar que faltan 3.000 millones para alcanzar los objetivos de desarrollo. El 50% de esos objetivos y más requieren financiación adicional; si observamos el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, su aportación máxima es de 1.000 millones. ¿Cómo obtener los otros dos? Sin inversión privada no se lograrán. Si miramos Global Gateway, la Unión Europea y Team Europe, con su iniciativa de infraestructuras a gran escala, están diseñadas precisamente para contribuir a esos objetivos. Pequeños Estados insulares, países africanos y de América Latina lo comprueban sobre el terreno: esta estrategia funciona para ellos, apoyando a sus empresas y movilizando masivamente financiación privada europea para atender sus necesidades de desarrollo. Ahí debe centrarse el segundo pilar: el desarrollo sostenible y su financiación en el marco de las Naciones Unidas.
En cuanto a los derechos humanos y las alianzas, corresponde a los Estados miembros marcar la dirección. No somos perfectos en Europa, pero debemos construir alianzas centradas en la titularidad de los derechos, y no limitarnos a señalar las grandes catástrofes; ese no es el camino para encontrar soluciones. Me preocupan mucho los recortes en el pilar de los derechos humanos. Es evidente que, si tiene que haber recortes en todo el sistema de las Naciones Unidas, habrá que afrontarlos; pero, dada la crisis actual, podríamos abocarnos a una situación insostenible. El pilar de los derechos humanos representa solo el 1% de toda la financiación de las Naciones Unidas; si se recorta en la misma proporción que en los otros pilares, que concentran el 99%, nos quedaremos con un sistema sin base que no podrá desempeñar las partes más importantes de su mandato. Cuando vemos recortes en los mecanismos de derechos humanos, no es positivo. No se puede asumir que cada pilar deba recortarse de la misma manera, porque aquellos con menor base financiera sufren de forma desproporcionada.
Como europeos, estamos aportando una financiación considerable a las Naciones Unidas e invirtiendo en su eficacia. No disponemos de tanto margen presupuestario como antes; tenemos también otras necesidades. Dicho esto, apoyamos la racionalización y, en su caso, la fusión de agencias, garantizando que los mandatos no desaparezcan. Hay una propuesta —y concluyo con esto— para que ONU Mujeres se fusione con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), centrado en los derechos sexuales y reproductivos. Esto tiene sentido si atendemos a las sinergias entre mandatos. Pero ONU Mujeres tiene un mandato claramente centrado en la igualdad de género y los derechos humanos, y UNFPA tiene el suyo propio. Si las fusionamos y alguien plantea que, al tratarse de una nueva agencia, hay que negociar un nuevo mandato en las condiciones actuales de las Naciones Unidas, entonces estos objetivos ya alcanzados...
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