Queridos colegas, queridas colegas, por favor tomen asiento para reanudar nuestra reunión. Damos la bienvenida a todos los participantes. La audiencia pública de esta tarde lleva por título: «Los retos en materia de vivienda para los jóvenes europeos, alojamiento de estudiantes, emancipación juvenil y retención de talentos en la Unión». Hemos estructurado la sesión con una sola mesa redonda. Hemos invitado a cuatro expertos, que ya se encuentran en la sala; les agradezco su presencia. En primer lugar, escucharemos a Silvia Mugnano, catedrática de la Universidad de Milano-Bicocca. A continuación, Mirela Mazalu, secretaria general de la Asociación Europea de Universidades. Dagan Lenihan, presidente del Sindicato Estudiantil de la Universidad Técnica de Llano. Y Emmanuelle Causse, secretaria general de la Unión Internacional de Propietarios de Viviendas. Cada una y cada uno de los invitados dispondrá de seis minutos.
Antes de entrar en materia, deseo recordar que la vivienda para los jóvenes constituye una dimensión crítica de la crisis de la vivienda que afecta a toda Europa. Tiene implicaciones para la sostenibilidad democrática, la movilidad laboral y el desarrollo regional. La falta de vivienda asequible y adecuada no solo restringe el acceso a los estudios y a las oportunidades de empleo, sino que también retrasa la emancipación. Hoy nos centraremos en las barreras a las que se enfrentan los jóvenes y los estudiantes, y exploraremos cómo las estrategias de la Unión pueden apoyar mejor su inclusión y su independencia.
Sin más dilación, tiene la palabra nuestra primera experta, la señora Mugnano. Muchas gracias. En las últimas décadas, la universidad ha adquirido una relevancia creciente en la planificación urbana y se ha erigido en actor institucional clave en la construcción de la economía del conocimiento. Al mismo tiempo, los recortes en la educación superior desde principios de los años 2000 han replanteado las relaciones entre las universidades y las ciudades en las que se asientan, en un contexto de neoliberalismo. La vivienda para estudiantes es una condición básica para poder acoger a un mayor número de alumnos. Siguiente transparencia. Entre los principales problemas que afronta la vivienda estudiantil figuran el elevado coste de los alquileres y la seguridad o inseguridad en la tenencia.
Según el enfoque que hemos utilizado, los estudiantes universitarios siguen un itinerario relativamente privilegiado y a menudo se les considera agentes de gentrificación en las zonas próximas a los campus. Durante los años de estudio, las dificultades para encontrar una vivienda adecuada generan jerarquías, por ejemplo, vinculadas al nivel económico y al apoyo familiar. Cuando los costes de la vivienda se convierten en barreras, el acceso a la educación superior pasa a depender más de los recursos económicos que del mérito, lo que redunda en desigualdades educativas y socioeconómicas. La escasez de vivienda asequible empuja a los estudiantes más desfavorecidos a residir en zonas más alejadas, obligándoles a realizar desplazamientos largos.
El problema de la vivienda continúa después de haber terminado la carrera; esa desigualdad hace que algunos estudiantes ya titulados tengan que volver a vivir en casa de sus padres o compartir vivienda. Las universidades de toda Europa se están movilizando, promoviendo un servicio de investigación para hacer frente a esta crisis estructural de vivienda para estudiantes. Siguiente transparencia, por favor.
Entre las medidas sociales de las universidades se reconoce el carácter estructural y de larga duración de la crisis. A menudo, las viviendas más deterioradas concentran la mayor proporción de estudiantes desfavorecidos. Los fondos de recuperación de la Unión Europea han vuelto a situar en el centro del debate el tema de las viviendas estudiantiles; sin embargo, muchísimos estudiantes tienen que dirigirse al mercado privado de la vivienda, caracterizado por casas con varios habitantes. Estas viviendas, llamadas HMO (vivienda de ocupación múltiple), se han convertido en una de las causas del aumento de las expulsiones y los desahucios. Al mismo tiempo, asistimos a una rápida financiarización de las residencias específicas para estudiantes y de otros alojamientos de inquilinos temporales, como los turistas.
Por ejemplo, en la zona metropolitana de Milán, de donde procedo, en 1999 solo había un operador privado que ofrecía 900 camas; en la actualidad hay 5.600 y se están construyendo 1.500 más. El problema no es el aumento de la capacidad, sino el coste que ello supone. Hay dos riesgos principales. El primero es que cambia el discurso público: se pasa del derecho a la vivienda en la ciudad a una lógica de mercado centrada en cuántas unidades, cuántas camas y cuánto beneficio. En segundo lugar, la vivienda para estudiantes se ha convertido en un tipo de activo específico dentro del mercado inmobiliario, independientemente de los objetivos estudiantiles de los inquilinos. El modelo PBSA promueve un modo residencial para las generaciones más jóvenes basado en comunidades cerradas, donde todos los servicios se concentran en el mismo recinto, lo que refuerza un alejamiento espacial y social del entramado urbano; es decir, como vivir en un hotel.
Las universidades se enfrentan a enormes dificultades derivadas de esta tendencia, que también representan oportunidades para recuperar protagonismo. Debemos poner varios problemas sobre la mesa. El primero es la necesidad de colmar la brecha de conocimiento, especialmente en Europa meridional: los entes locales y las universidades no saben dónde viven sus estudiantes; desde el punto de vista estadístico, se desconoce su paradero. Queremos un cambio de enfoque: reconocer que los estudiantes son residentes de las ciudades en las que viven. Desde 2023, varias universidades italianas, junto con la universidad en la que trabajo, pusieron en marcha un protocolo uniforme que puede utilizar cualquier universidad y que contribuye a la definición de estrategias centradas en los estudiantes.
Pero las universidades ya están pasando de la investigación a la acción. Siguiente transparencia. Los estudiantes se enfrentan a prácticas desleales, discriminación y costes ocultos, lo que nos recuerda la urgente necesidad de reforzar la legislación y proteger a los inquilinos. Estas prácticas no pueden quedar sin sanción. Por eso hemos propugnado la creación de una clínica de vivienda.
Pero tenemos que cambiar de la perspectiva de una oficina de vivienda a la de un servicio que conecte la oferta con la demanda sobre la base de la asequibilidad. La Universidad de Milán-Bicocca ha puesto en marcha un servicio específico para la vivienda que ofrece a los estudiantes experiencias con modelos alternativos, como la vivienda colaborativa. Para terminar —siguiente transparencia, por favor—, quisiera subrayar que las acciones emprendidas forman parte de la creación de una nueva cultura de la vivienda para los jóvenes, que promueva la sostenibilidad, la cooperación en las comunidades locales y la corresponsabilidad. Para lograrlo, la crisis de la vivienda nos obliga a forjar una alianza valiente que una a la universidad, a los estudiantes y a los entes locales y territoriales, a escala nacional y europea. Me alegra poder participar en este momento de reflexión interinstitucional.
Tiene la palabra la señora Mazzalu. Muchas gracias por estar con nosotros.
Muchas gracias. Tengo una presentación y un vídeo. Me honra su invitación y les agradezco su atención y este privilegio. Represento a una asociación en red de residencias universitarias en 18 países; representamos a más de 20.000 estudiantes y hoy me acompaña una delegación a la que represento con mucho gusto.
Mi objetivo hoy es doble: por un lado, compartir una buena práctica que ha funcionado con éxito en Italia; por otro, formular una petición personal y lanzarles un desafío para que sean defensores de la juventud europea. Tenemos una oportunidad estratégica para utilizar la política de vivienda también como política educativa. Esto va más allá de la vivienda: se trata del acceso a la educación, de la lucha contra la precariedad laboral, de frenar la fuga de cerebros y de promover el bienestar de los estudiantes y de la juventud.
No presentamos nada radicalmente nuevo, sino una solución que se apoya en la innovación y en las raíces de la tradición europea de hace más de cien años: estudiantes que viven y estudian juntos. Hablamos de una residencia estudiantil con una misión, y al mismo tiempo asequible. La solución que les presentamos es el modelo de los colegios universitarios italianos de mérito. Ofrecen un ecosistema residencial que combina asequibilidad, inclusión y excelencia en el estudio. Es importante contar con un espacio donde vivir, pero también poder convivir, estudiar juntos y realizar cambios juntos.
En el centro de este concepto está la formación. Cada estudiante desarrolla un proyecto concreto, basado en sus intereses y aspiraciones, que potencia las capacidades blandas y la adquisición de competencias esenciales. Lo que hace especial este modelo es la presencia de profesionales que apoyan a los estudiantes y les ayudan a convertirse, con confianza, en protagonistas de su propio recorrido de aprendizaje.
¿Cuánto cuesta todo esto? Presentamos una comparación del coste mensual para una familia entre residir en un colegio universitario de mérito en distintas ciudades italianas o hacerlo fuera de él. Se incluyen no solo la vivienda, sino también diversas actividades y las comidas. La tarificación se basa en los ingresos de las familias, con un apoyo real para los hogares de ingresos bajos o medios. El coste real, sin embargo, es mucho más alto. Lo veremos en la siguiente transparencia.
La siguiente transparencia. El coste real es 15.000 euros por estudiante y año. ¿Quién paga la diferencia? Hay un proverbio africano que dice: hace falta un pueblo para criar a un niño. En Italia hace falta todo un país para acompañar a los estudiantes. Más del 60% de los estudiantes reciben becas o pagan tasas reducidas. Hay un 30% de contribuciones públicas del Ministerio italiano de Universidades, con becas que pueden traducirse también en la reducción de las tasas. Luego hay un 30% de aportaciones de instituciones de bienestar y seguridad social, y el 40% proviene de contribuciones privadas. ¿Quiénes son estas personas? Fundaciones, bancos, empresas centradas en la responsabilidad social, exalumnos y otras universidades.
Esto puede funcionar. Para avanzar, se trata de un modelo de movilidad social, desarrollo holístico e inversión sostenible. Ha funcionado desde hace más de 70 años. Aquí algunos datos: en estas residencias, el 95,3% de los estudiantes se titulan en el plazo previsto, frente al 52% del resto. Tienen un verdadero impacto social. Hablamos de vivienda para estudiantes que puede combatir el aumento del coste de la vivienda para las familias de ingresos medios y bajos, y contribuir también a abordar la crisis de salud mental.
Para concluir, y antes de presentarles el vídeo, tenemos un mensaje desde toda Europa: recomendamos un modelo europeo de vivienda para estudiantes que integre la educación, la vida comunitaria y el bienestar. Esperamos un marco de cofinanciación europea que subraye la importancia de la cooperación público-privada con innovación social. También queremos subrayar que los operadores de vivienda social pueden desempeñar un papel muy importante, multiplicando la inversión y garantizando la asequibilidad para los estudiantes.
Y este es mi último mensaje para ustedes: tengan una visión atrevida para la política de vivienda educativa. Los jóvenes de hoy afrontan la inflación general de la vivienda, la inseguridad laboral y, al mismo tiempo, la necesidad de mantener la paz mundial y gestionar las transiciones digital y energética, etc. Se espera mucho de ellos. Creemos que son capaces, pero también les debemos el mayor apoyo para que puedan acceder a una educación de calidad y prepararse lo mejor posible. Utilicemos la política de vivienda para dar un paso adelante. No se ganan los Juegos Olímpicos solo con talento y trabajo duro; se ganan porque se cuenta con apoyo para desarrollar ese talento, seguir trabajando y mantenerse motivado para alcanzar objetivos ambiciosos. Mi propuesta es invertir en los jóvenes, y traigo aquí la voz de algunos de ellos. Muchas gracias.
Le vamos a dar la palabra a la señora Lenihan.
¿Puedo proyectar el vídeo, por favor? Es muy breve.
Sí, adelante.
Muchas gracias por haber aceptado nuestra invitación. Mi nombre es Dara Lenihan, presidente del sindicato de estudiantes de una universidad tecnológica de Irlanda. Les agradezco la oportunidad de dirigirme a esta comisión sobre uno de los principales desafíos de nuestra generación: la vivienda juvenil y estudiantil.
Una crisis es una emergencia, un momento de peligro. Si uno busca “crisis” en Google, aparece otra definición: un momento en el que se ha de tomar una decisión difícil o importante. ¿Y qué decisión es más difícil que la que atañe al futuro de los estudiantes?
Vengo de Irlanda. Aquí esta crisis no es un titular, es una realidad cotidiana. En las zonas rurales, en los pueblos y en las ciudades, los estudiantes inician sus estudios sin vivienda; duermen en sofás ajenos o pasan horas en el transporte porque no pueden vivir cerca de su universidad. Incluso en las universidades tecnológicas hay estudiantes que duermen en sus coches, que viajan diariamente desde otros condados o que, sencillamente, abandonan los estudios. El sueño de la educación superior, ese bien público, se ha encarecido tanto que queda fuera del alcance de muchos.
Y esto no se limita a los estudiantes; forma parte de un patrón que afecta a todos los jóvenes adultos de Irlanda y de Europa. Aumenta la dependencia, cae la natalidad y el talento se desplaza a zonas donde la vivienda es más accesible. Estamos perdiendo graduados, no solo en busca de mejores puestos de trabajo, sino también para poder acceder a una vivienda. Y esto está rompiendo la cohesión europea.
Si queremos mantener la sostenibilidad geográfica y la movilidad laboral, valores de los que depende la Unión Europea, debemos reconocer la vivienda juvenil como un elemento integral de la política territorial. A partir de la experiencia de Irlanda, puedo formular tres propuestas. En primer lugar, necesitamos un apoyo dedicado de la Unión Europea para desarrollar vivienda específicamente para estudiantes. La enorme mayoría de la nueva vivienda estudiantil procede del sector privado, a precios de lujo, fuera del alcance del estudiante medio. No es sostenible. Necesitamos vivienda estudiantil de titularidad pública. Esto ayudaría a resolver el problema de los largos desplazamientos de estudiantes que tienen que invertir hasta dos horas de ida y otras tantas de vuelta, agotándose y perdiendo la motivación. Así lo constatan las autoridades de educación superior, que han elaborado informes reconociendo el coste y el tiempo que supone el transporte. Muchos abandonan los estudios por ello.
La vivienda estudiantil debe integrarse en la planificación regional y nacional. Las universidades tecnológicas se desarrollaron para impulsar el crecimiento local y rural, pero los estudiantes no pueden ir a las regiones donde existen oportunidades si no tienen dónde vivir. Necesitamos una estrategia de vivienda coordinada, de manera que la ampliación de los centros de estudio vaya acompañada de la correspondiente planificación territorial de la vivienda.
Hemos realizado un sondeo entre estudiantes: el 84% respondió y presentamos aquí sus resultados; pueden consultarlos mediante los códigos QR en pantalla. El estudio se ha denominado “Sin habitación, sin espacio para aprender”. Esto es algo generalizado en las universidades de Irlanda. La legislación prevé préstamos a universidades tecnológicas; sin embargo, actualmente no existe un marco de préstamos operativo. Se han aducido razones para no conceder estos préstamos, lo que agrava aún más la situación de la vivienda. Esto es así desde 2018.
Debemos garantizar que las colaboraciones público‑privadas en el sector de la vivienda contribuyan a reducir los precios. Los operadores privados tienen su papel, pero deben cumplir criterios de asequibilidad, porque con demasiada frecuencia se olvida la función pública de la vivienda. La Unión Europea podría fijar baremos de asequibilidad que protejan la vivienda estudiantil de los precios especulativos.
Señorías, cuando los jóvenes no pueden vivir, tampoco pueden estudiar, trabajar o formar una familia en su región. Esto no es solo una crisis social; es también una crisis de competitividad para Europa. La experiencia irlandesa muestra lo que está en juego y también lo que es posible. Con los instrumentos adecuados, Europa puede conseguir que la vivienda para jóvenes contribuya al crecimiento sostenible. Los jóvenes europeos no deberían tener que elegir entre la educación y la vivienda, entre pertenencia y asequibilidad. Una activista antiapartheid dijo una vez que los niños de cada generación son nuestro futuro. Si no se valora a la juventud, una sociedad no merece su futuro. Gracias por su atención y por su compromiso continuo con Europa, invirtiendo no solo en edificios, sino también en su futuro.
Además, ha cumplido perfectamente con el tiempo asignado. Le voy a dar la palabra ahora a la señora Kos.
Señora Presidenta, señorías, como han señalado otros oradores, el acceso a una vivienda de calidad y asequible es fundamental para que los jóvenes europeos puedan estudiar, moverse libremente y ser independientes. Yo represento a Superlife Size y quiero compartir nuestra experiencia para ver si encontramos soluciones. En el Sindicato Internacional de Propietarios Inmobiliarios representamos también a quienes se ocupan de la vivienda para jóvenes y estudiantes. Siempre hemos promovido soluciones sostenibles para la vivienda de los estudiantes. Por ejemplo, en una iniciativa denominada Home Project, en el marco de Erasmus+, y con la Fundación Europea para las Universidades y el Politécnico de Milán, entre otros. En este marco llevamos trabajando ya cinco años. Hemos desarrollado normas, hemos recabado muchísimos datos que puedo compartir con ustedes y hemos realizado sondeos. Hemos analizado todos los lados de la ecuación: estudiantes, universidades, el PBSA y el sector del alquiler privado, que de hecho es quien más acoge a los estudiantes europeos. Una cosa que hay que entender es que, en el sector de la vivienda, especialmente en el sector privado, los estudiantes compiten con otros grupos de inquilinos. Como hay dificultades residenciales en las ciudades universitarias, cuando la demanda es mayor...
Cuando la oferta es menos atractiva, el mercado suele orientarse hacia los ocupantes a largo plazo con mayor capacidad económica, y quienes se incorporan al mercado, incluidos los estudiantes, encuentran los mayores obstáculos para acceder a la vivienda. Para afrontarlo, y porque necesitamos que todas las partes del sector respondan a los desafíos actuales, hemos identificado cuatro ámbitos de posibles soluciones para el alquiler privado y también para el PBSA: reducir el riesgo, aumentar los incentivos, pensar de forma más inteligente y fomentar la colaboración. ¿Qué significa esto? Como he señalado, para que la vivienda privada esté disponible para los estudiantes hace falta mayor estabilidad en la ocupación, teniendo en cuenta que este grupo presenta un perfil financiero más débil. En este sector suelen existir garantías de los progenitores, que son muy relevantes, pero no siempre están disponibles. Cada vez más familias tienen dificultades para ofrecer las garantías que necesitan sus hijos, y estas no siempre funcionan de manera transfronteriza. Ese vacío de garantías debe colmarse.
Existen buenos ejemplos. El sistema francés administrado por Action Logement es gratuito, se gestiona en línea, cuenta con garantía pública y cubre el 100% de la renta, así como los daños, para determinadas categorías de inquilinos, entre ellos los estudiantes; ha funcionado muy bien en el sector. Universidades y municipios también disponen de sistemas de garantías o avales, por ejemplo en el Reino Unido o en Alemania, que fomentan la confianza y abren nuevas oportunidades de alquiler para los estudiantes. Además, es preciso ofrecer incentivos que incrementen las opciones habitacionales asequibles y abundantes para este colectivo. El sector debe resultar atractivo, con incentivos por el lado de la demanda, como ayudas al alquiler, y también por el lado de la oferta. Algunas medidas movilizan con eficacia capital privado, incluso individual: incentivos fiscales, reducciones del IVA, la posibilidad de adquirir propiedades en residencias de estudiantes, o programas para impulsar la construcción de este tipo de alojamientos. En Bélgica, por ejemplo, Gante y Lovaina aplican programas que reducen los impuestos sobre la propiedad a quienes ofrecen vivienda para estudiantes cumpliendo determinadas normas. También existen incentivos fiscales tradicionales para propietarios que ponen sus viviendas a disposición de inquilinos vulnerables, como, por ejemplo, los estudiantes.
Junto a los incentivos, puede ofrecerse flexibilidad, aunque con cautela, porque los mercados de alquiler no siempre están adaptados a las necesidades estudiantiles. Los contratos a largo plazo están diseñados para proteger a los inquilinos, mientras que la vida estudiantil requiere contratos de corta y media duración, alineados con los cursos académicos. Por ello, algunos Estados miembros han establecido contratos específicos para estudiantes, exentos de ciertas normas generales del alquiler, beneficiosos tanto para estudiantes como para propietarios, especialmente en mercados muy regulados. Asimismo, cabe adaptar la legislación sobre residencias o vivienda para estudiantes para mejorar la asequibilidad de la oferta. Pongo el ejemplo de Suecia: se exigían normas muy estrictas de accesibilidad del 100% en las viviendas, y posteriormente se constató que quizá no era necesario exigir ese 100% en el caso de las residencias de estudiantes. Todos los partidos llegaron a un acuerdo para relajar la normativa en este tipo de vivienda.
En nuestro estudio también hemos observado algo que coincide con lo presentado por mis colegas: las mejores experiencias analizadas se basan en asociaciones activas a nivel local; es decir, la universidad, el ayuntamiento y el lado de la oferta, trabajando de forma coordinada.
...propietarios públicos y privados. Cuando todos trabajan juntos y evalúan el sector, identifican cómo adaptarse y fomentar anuncios adecuados para estudiantes; esa es la opción más efectiva. Esta acción refuerza la confianza, reduce los fraudes y mejora las relaciones entre las partes. Les agradezco la oportunidad de presentar nuestro proyecto. Nuestro equipo dispone de numerosos estudios y datos que les invito a consultar. Desde una perspectiva sectorial, nuestro ámbito puede formar parte de la solución: podemos abordar el problema de la vivienda para estudiantes y también el problema generalizado de la vivienda en Europa. Gracias.
—Muchísimas gracias. Tengo una pregunta: usted hablaba de una página web donde podremos encontrar esa información y esos datos.
—Sí, así es. Contamos con mucha información. Pueden buscar en Google “HOME Erasmus+ Project”; también puedo hacerles llegar el enlace. Asimismo, tenemos información muy pertinente para la Comisión CULT, relativa a los estudiantes Erasmus.
Con esto, invitamos a todos nuestros invitados a compartir con nosotros sus presentaciones u otros documentos, discursos, etcétera. Pueden enviarlos a nuestra secretaría y, con su permiso, los compartiremos con el resto de los miembros de la comisión. También los incluiremos en nuestros archivos para el trabajo posterior. Gracias. Pasamos a la ronda de preguntas. Empezamos con Isabel Le Calenec, en nombre del PP.
—Muchas gracias, presidenta. Agradezco que se haya dedicado esta audiencia a la vivienda de los jóvenes y los estudiantes. Es un problema que ya se ha señalado en el informe que está preparando esta comisión especial. Los jóvenes que desean independizarse para estudiar suelen tener un poder adquisitivo bajo, lo que dificulta el acceso a una vivienda asequible. No debemos olvidar que, además de los estudiantes, están los aprendices: son personas que buscan un alquiler más que una primera compra. Debemos facilitarles el camino hacia esa residencia, y corresponde a los Estados miembros actuar en el ámbito de sus competencias.
Según Eurostudent, el 34% de los estudiantes sigue viviendo con sus padres; el 25% vive en pareja o con hijos; el 15% reside en una residencia de estudiantes; el 13% comparte piso con otras personas, y el 12% vive solo, la fórmula menos habitual. En Francia, dos tercios de los estudiantes han podido conseguir el alquiler que deseaban, mientras que en Europa la tasa es del 75%. El 57% de quienes no lograron el alojamiento deseado señaló la falta de oferta. Debemos subrayar la importancia de construir y renovar viviendas en las zonas donde hay necesidades, con el fin de ofrecer alquileres asequibles y así ayudar a los jóvenes y a los estudiantes.
Según un estudio, en Europa faltarán 3,2 millones de unidades de vivienda para estudiantes de aquí a 2030, con pérdidas estimadas de unos 450 millones de euros. Debemos movilizar medios públicos y privados, con la participación de plataformas como la Plataforma Paneuropea de Financiación. Los estudiantes, organizados en asociaciones, nos indican que faltan datos sobre vivienda y juventud; existen a nivel nacional, pero me pregunto si no sería posible consolidarlos a nivel europeo. Como ya hemos visto, sería interesante compartir buenas prácticas. Entre las reivindicaciones que dirijo a los representantes del grupo de trabajo, habría que integrar a los jóvenes...
La política europea de la vivienda, cuestión que hemos incluido en nuestro informe y que espero aparezca también en la propuesta de la Comisión que llegará antes de fin de año. También debemos construir viviendas para estudiantes de calidad y asequibles, financiadas con fondos europeos. ¿Cuál es la situación actual de la vivienda estudiantil en los Estados miembros y cuál será su situación mañana? Según la primera versión del Marco Financiero Plurianual no hay información al respecto. Sería interesante contar con datos sobre las prácticas de los distintos Estados miembros y analizar cuánto dinero les queda a los estudiantes después de pagar sus estudios, porque los costes varían mucho de un Estado a otro. Además, la Comisión está intentando detraer fondos del programa Erasmus+, que es un programa que nos importa muchísimo. Hay que tener en cuenta los costes de los estudios y el coste de la vida. Me ha interesado mucho la propuesta de la Asociación de Propietarios Privados, porque señalaban que se podrían movilizar muchos más alojamientos para estudiantes si se contase con los incentivos adecuados.
Muchas gracias. Vamos bien de tiempo, así que quizá podamos responder a las preguntas de una en una. ¿Hay alguien que desee responder a lo que acaba de decir la señora Le Calenec? Y después daremos la palabra a los siguientes diputados. ¿Algún experto o experta desea responder a esta cuestión? Si no, pasamos a la siguiente pregunta.
Andreas Fider, S&D. Gracias por estas presentaciones tan interesantes. Yo también considero que la vivienda para estudiantes y la disponibilidad de vivienda asequible para los estudiantes es un asunto urgente para Europa, porque nuestros estudiantes participan en la movilidad. Queremos que se desplacen durante sus estudios, pero al mismo tiempo constituyen uno de los grupos más vulnerables. Se enfrentan a precios elevadísimos de la vivienda que les imposibilitan estudiar en un país distinto al de origen. Y también, como no permanecen demasiado tiempo, se ven expuestos a problemas derivados de no conocer la legislación: no saben cómo presentar un recurso ni cómo defenderse de prácticas desleales por parte de los propietarios. Además, por su situación vital algo precaria, la cosa se complica aún más. La educación y la formación deberían ser independientes de la renta de los progenitores, pero, aunque no se exija el pago de matrícula, el coste de la vivienda acaba atrapando a los estudiantes procedentes de medios más desfavorecidos. ¿Tienen ustedes algún estudio que demuestre que, mediante subsidios adecuados para las residencias de estudiantes, se ha podido poner coto a este problema? ¿Disponen también de datos que indiquen que quizá hay estudiantes que no pueden proseguir sus estudios o los abandonan antes de terminarlos porque deben ponerse a trabajar para hacer frente al enorme impacto del elevadísimo coste de la vivienda en Europa?
Señora Manzalo, ¿empieza usted? Gracias por la pregunta. Hasta donde sabemos, hay pocos estudios comparativos a nivel paneuropeo, al menos en lo que se refiere a los servicios para estudiantes, y creo que se nos presenta la oportunidad de invertir en ello. Al final se trata de responder a la pregunta de para qué sirve la universidad. Se otorga mucha prioridad y se recaban muchos datos sobre el rendimiento académico, pero no tanto sobre la vida de los estudiantes. Hay algunos estudios, pero no son suficientemente precisos. Esta crisis nos ha...
...dado el peso suficiente como para poder emprender nuevos estudios. Sin embargo, en lo que respecta a los servicios para estudiantes a escala europea, las universidades andan un poco perdidas. Gracias.
La señora Muñano: Gracias. Me parece una pregunta muy importante. Debemos contar con datos acerca de la situación de los estudiantes. Desde 2023, nosotros, en tanto que universidad, hemos empezado a recoger datos sobre las condiciones habitacionales de los estudiantes. Cada año recopilamos 20.000 respuestas, es decir, responde en torno al 50% de nuestro alumnado. Y lo que nos gustaría hacer es enviar el cuestionario a otras universidades. Para el año que viene, cinco universidades italianas lo habrán rellenado y podremos realizar una investigación comparada sobre las condiciones habitacionales del estudiantado.
Hay problemas invisibles. Por ejemplo, algunos estudiantes, como decía mi colega, viven a una o dos horas de la universidad y tienen que desplazarse a diario, lo cual repercute en su rendimiento académico. Otros quizá viven en la ciudad, pero deben dedicar la mayor parte de su tiempo a trabajar porque no pueden permitirse los estudios de otra manera. Ello también repercute en su formación: intentan hacerlo lo mejor posible, pero necesitamos que ustedes nos ayuden. Gracias.
El señor Lenihan: Gracias por la pregunta. Usted hacía referencia a los grupos vulnerables de estudiantes que provienen de otros países y vienen a estudiar a los nuestros. Desconozco su situación jurídica en materia de vivienda, pero puedo decirles que en nuestra universidad tenemos un estudio de caso: supimos de 18 estudiantes que habían sido objeto de timos y que vivían juntos en un piso de dos habitaciones. Fue una historia horrible, y el sindicato de estudiantes y la universidad trabajamos juntos para ayudarles y sacarles de esa situación. Ha sido de los peores casos que hemos visto nunca. Sin embargo, es muy probable que vuelva a suceder porque no hay legislación específica en torno a la vivienda para estudiantes, las residencias ni los pisos compartidos.
También hay repercusiones en el abandono de los estudios. No sabemos si esos casos se contabilizan. Estamos estudiando con la universidad cómo recoger datos acerca de por qué el estudiantado abandona la carrera. Es muy difícil hacerlo de forma justa y sin invadir su vida privada. Hay personas a las que les da vergüenza reconocer que no pueden permitirse pagarse la carrera. Es vergonzoso para los estudiantes y también para las familias. Si queremos descubrir las razones, debemos ser muy cuidadosos y trabajar juntos para encontrar la forma más justa de hacerlo. Gracias.
La señora Kos: En cuanto a los datos a nivel europeo, disponemos de algunos que son interesantes, pero no cubren a toda la Unión Europea y, en ocasiones, incluyen países como Azerbaiyán y Georgia, que no forman parte de la Unión. Sin embargo, no contamos con datos comparables sobre vivienda a escala europea, y no hablo solo del sector de estudiantes, sino en general. Por ejemplo, si miramos los datos de vivienda, sabemos dónde viven los europeos, pero no sabemos qué porcentaje del parque inmobiliario es vivienda social o cuánta es de propiedad privada. Entiendo que ustedes están trabajando en ello, y subrayo que es muy importante: sin buenos datos no podremos hacer buenas políticas. Luego, en cuanto al estudio que hicimos sobre el Erasmus...