En este nuevo capítulo de Espejo Constitucional (Nº 190) conversaremos con el líder del programa de desarrollo social del candidato Johannes Kaiser.
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Buenos días. Damas y caballeros, bienvenidos a Espejo Constitucional. Este es el centésimo nonagésimo capítulo, correspondiente al martes 20 de mayo de 2025, desde Santiago de Chile. Tenemos una mañana muy helada y nubosa; anoche llovió y el cielo sigue cerrado sobre la capital.
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Nuestro invitado de hoy es académico e investigador, doctor en seguridad internacional, experto en liderazgo y, especialmente relevante para esta conversación, coordinador del equipo de Desarrollo Social del programa de gobierno de Johannes Kaiser. Nos acompaña don Jaime Riquelme, a quien damos la más cordial bienvenida. Buenos días, Jaime, ¿cómo está?
— Hola, Tarín. ¿Qué tal? Un saludo para todos quienes nos están viendo. Muchas gracias por la invitación.
Cuéntenos, ¿dónde se encuentra? Sabemos que está en el extranjero.
— Sí, estoy en México. Me dedico al liderazgo, particularmente a la investigación en liderazgo y a la toma de decisiones: cómo las personas pueden mejorar su desempeño, su productividad y su efectividad, de manera armonizada. Además de investigar, ofrezco asesorías y formación de líderes. En este momento estoy apoyando a una empresa muy grande, con cientos de líderes que deben tomar decisiones en equipo. Los estoy asesorando y formando para que tomen decisiones de calidad que impacten positivamente en los resultados de sus equipos de trabajo. Llevo una semana y me queda una semana más.
Tenemos, entonces, dos horas de diferencia.
— Así es, dos horas. Me tocó levantarme muy temprano; acá son las seis de la mañana.
Agradecemos ese esfuerzo. Para quienes nos siguen, es importante destacar que las personas que acompañan la candidatura de Johannes Kaiser se desempeñan en el mundo privado, a diferencia de otros personeros que permanecen vinculados al aparato estatal. Jaime está en México trabajando y nos pidió adelantar el programa porque a las nueve debe salir a cumplir sus funciones.
Entrando en materia: el sábado se realizó una actividad muy importante para nosotros, la presentación de los equipos de Johannes Kaiser. Usted no pudo estar, pero suponemos que su equipo participó.
— Sí. Somos varias personas trabajando y la mayoría estuvo presente. Quien no pudo estar fui yo.
Vamos a mostrar algunas fotografías para quienes nos ven. Un momento, voy a compartir pantalla. Ahí estamos viendo al equipo completo. Es bastante gente; yo asistí a la exposición y también estuvo la prensa al mediodía. Vemos al equipo en pleno, a Johannes; se tomaron varias fotos. Ahí está Liro Galleguillos, del equipo de salud. Aquí tenemos al…
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Vemos nuevamente al doctor Víctor Espinosa, del equipo económico. También aparecen Cristian y Johannes en una fotografía del punto de prensa que nos enviaron.
Antes de comenzar la entrevista con Jaime, informo que el próximo fin de semana el Partido Nacional Libertario realizará elecciones presenciales. ¿Alcanzará a volver, Jaime? —No, lamentablemente no. —Bien. Quienes se encuentren en el territorio nacional podrán votar en locales habilitados. El domingo esperamos informarles los resultados y quiénes fueron electos como consejeros y directiva nacional.
Dicho esto, vamos al tema que nos convoca. Hablaremos de desarrollo social, su especialidad dentro del programa de gobierno de Johannes Keiser. ¿Cuáles son, a su juicio, las mayores dificultades del desarrollo social en Chile hasta ahora?
—El problema central del desarrollo social en Chile es que no logramos que todas las personas superen la pobreza. El crecimiento económico ha favorecido su reducción en los últimos 40 años; sin embargo, alrededor de un 6,5% de chilenos no consigue salir de ella. Tras meses de trabajo analizando las razones, concluimos que tiene mucho que ver con la forma en que la política pública entiende la pobreza y con cómo se esfuerza por superarla.
Una primera cuestión es que la pobreza se concibe como algo que debe ser gestionado desde el Estado, como si fuera exclusivamente su responsabilidad. Con ello se resta protagonismo a las personas y a las comunidades. Nosotros proponemos, desde el programa de Johannes Keiser, un enfoque distinto: empoderar a las personas.
Un segundo aspecto es que, al menos en los últimos 12 años, según los estudios públicos a los que hemos accedido como ciudadanos mediante las plataformas de transparencia, la política social en Chile atiende principalmente los efectos de la pobreza y no sus causas. Por ejemplo, en niños y adolescentes —el grupo etario con mayores niveles de pobreza— los esfuerzos se concentran en la protección para evitar los abusos que sufren por estar en situación de pobreza. Ese foco es correcto, pero no aborda la pobreza de los padres, que es la causa. Los niños no son pobres porque no trabajen; son pobres porque sus padres son pobres. Hoy los esfuerzos se quedan en proteger al niño, sin tratar de manera suficiente la causa de su pobreza.
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Entonces, pensamos que la política pública en Chile, al menos en estos últimos 12 años —que son los datos a los cuales hemos podido acceder—, en materia de pobreza para los niños atiende los efectos y no las causas de la pobreza. Además, fíjate que otro aspecto que hemos considerado es el segmento de los adultos pobres, la gente de 18 a 60 años aproximadamente. Para ese grupo, la política pública se preocupa principalmente de entregar dinero, ya sea para que la persona no gaste en ciertos ítems o directamente mediante transferencias. Creemos que esa es una política bastante simplona. Tú no puedes solo darle dinero a alguien, como si fuera una mesada, y desentenderte del desarrollo de sus habilidades.
Las personas que viven en condición de pobreza han tenido escaso acceso y posibilidades de educarse, ya sea porque no recibieron educación en sus familias —por ejemplo, hogares con un padre violento o abusador—, o porque la madre no tenía herramientas para hacer algo más que generar recursos económicos. Entonces, ¿qué es lo que ocurre? Lo más simple hasta ahora ha sido dar dinero, en vez de hacerse cargo de la falta de habilidades que permitirían a la persona mejorar su empleabilidad y aprovechar las oportunidades que existen.
Por un lado, la política pública de desarrollo social se ha enfocado en los efectos de la pobreza y no en sus causas; por otro, se ha limitado a transferencias monetarias y no al desarrollo de habilidades en las personas de mayor vulnerabilidad. Y, por último, también hemos observado que la política pública de desarrollo social ha sido discriminatoria, principalmente con las personas de la tercera edad y con las personas con discapacidad. ¿Sabías que los recursos que reciben el SENAMA (Servicio Nacional del Adulto Mayor) y el SENADIS (Servicio Nacional de la Discapacidad) son tres a cuatro veces inferiores a los que recibe la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena)? A nivel del Ministerio de Desarrollo Social, los adultos mayores y las personas con discapacidad han sido discriminados porque no pertenecen a una etnia determinada.
En síntesis, ¿cuál es el problema? Nuestra crítica a la política pública de desarrollo social en Chile es que, en los últimos 12 años, no ha sido capaz de sacar de la pobreza a quienes la padecen. Hay un 6,5% de personas que siguen siendo pobres. ¿Por qué lo creemos? Porque se aborda la pobreza como efecto y no desde sus causas; se aplican políticas y programas simples —transferencias monetarias— y no políticas complejas orientadas a entregar más herramientas para que las personas salgan de la pobreza y logren generar riqueza; y, además, se han implementado políticas discriminatorias, donde se pregunta por la etnia y, según esa respuesta, se asignan apoyos económicos mayores o menores. Eso nos parece tremendamente injusto.
—Jaime, a ver, me hablas de 12 años. ¿Esto incluye el gobierno de Piñera? ¿Aun así se ha seguido con la misma política pública, cierto, de atacar el efecto y no la causa, de clientelizar a las personas a través de bonos, subsidios, etcétera? Y, además, esta discriminación que me comentas, ¿siempre ha sido así?
—Sí. Fíjate que, en los gobiernos de la derecha tradicional, esto se ha querido disminuir, pero se ha mantenido igual estructuralmente: es la misma política pública. O sea, de hecho...
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Por ejemplo, los datos que... Toda esta información la hemos obtenido de la Biblioteca del Congreso Nacional, por lo tanto es accesible para cualquier persona. Si se observan los últimos 12 años del Presupuesto Nacional destinado a la Conadi, su presupuesto se incrementó fuertemente en el primer y segundo gobierno; luego, en los gobiernos de Piñera disminuyó, y en el gobierno de Boric volvió a aumentar con fuerza. En cambio, los presupuestos del Senadis y del Senama han aumentado levemente, casi en línea con el desempeño general de la economía. Esto ha sido algo estructural: la política pública de desarrollo social, tanto de la izquierda como de la derecha tradicionales, ha mantenido este enfoque.
Por lo tanto, nuestra crítica a la política pública de desarrollo social no apunta a un sector en particular: a nivel de Estado hemos sostenido una política ineficaz. Cuando se ha logrado disminuir la pobreza, ha sido principalmente por el crecimiento económico, no por los planes específicos. Ha sido más bien una consecuencia del funcionamiento de la economía de mercado, antes que de un énfasis real en las personas en situación de pobreza.
Además, en los últimos años ha habido autoridades que no se han ocupado debidamente de la economía, y eso deriva en más pobreza: no porque la gente no quiera trabajar, sino porque falta empleo, suben los precios aquí y allá, y quienes menos tienen ven restringidas sus posibilidades. Así, la política pública ha descansado en la economía para que las personas salgan de la pobreza.
Pero, ¿qué hacemos con ese 6,5% que no logra salir, aun bajo un modelo que, con todas sus críticas, ha permitido que millones de personas dejen de ser pobres? No solo se ha atacado al sistema económico que posibilitó ese avance, sino que además ha faltado foco en las personas. Esa es la gran motivación que tiene el Partido Nacional Libertario y Johannes Kaiser: ¿qué más libertario que no ser pobre? O, dicho de otra manera, ¿qué menos libertario que la pobreza?
En el programa de desarrollo social de Johannes Kaiser, nuestro foco estará en las personas: empoderarlas para que superen la pobreza, no depender de si la economía está más o menos fuerte. Vamos a destinar recursos y esfuerzos significativos del Estado para que efectivamente puedan salir de la pobreza, y haremos del indicador de pobreza el eje de los programas de desarrollo social.
Entiendo. Hablamos tanto de la pobreza, pero quiero saber: ¿qué se considera pobre? ¿Qué ratios se miden? ¿Cuál es la línea? Porque siempre se habla de la línea de la pobreza. ¿Qué es ser pobre en Chile?
Quiero ser muy sincero: es posible que cometa imprecisiones técnicas, porque la pobreza es un problema complejo que ha sido estudiado desde distintas escuelas y enfoques ideológicos. Un marxista, por ejemplo, puede situar al pobre como víctima del rico; otros plantean que la pobreza tiene que ver con la falta de acceso a ciertos servicios. Por lo que he estudiado, existen dos formas principales de medirla: una basada en el nivel de ingresos y otra en la pobreza multidimensional. Yo pienso que...
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Esto tiene que ver más bien con los efectos de tener bajos ingresos a lo largo de la vida. La pobreza multidimensional es compleja. He revisado muchos estudios y he asistido a actividades académicas donde se abordan estos temas, y observo que, para efectos de política pública, esa mirada resulta difícil de atender. Pienso que la política pública debe ser práctica. Una de las maneras de abordar la pobreza es enfocarse principalmente en los ingresos, en que las personas dispongan de ingresos suficientes para, a lo largo de su vida, mejorar su calidad de vida.
Alguien dirá: hay personas que quizá gastan el dinero inadecuadamente porque no cuentan con herramientas para gestionarlo, ahorrar o invertir. Obviamente, la pobreza es un problema tremendamente complejo. Nosotros estamos procurando mirarla como la situación de personas con bajos ingresos; ahí vamos a focalizar y a empoderar para que puedan aumentarlos.
Respecto de la línea de la pobreza, esta se relaciona principalmente con los ingresos y se va moviendo. La línea de la pobreza del Chile de hoy es distinta de la de los años 80, precisamente por los niveles de ingreso.
—Sí, pero, por ejemplo, cuando uno piensa en pobreza, al menos lo que me pasa a mí, recuerdo que en los años 80 había gente en la ladera del río Mapocho viviendo en condiciones muy precarias. Hoy ese fenómeno también existe y es masivo; hablamos, por ejemplo, de las tomas. Además, hay otro tipo de pobreza: personas de la tercera edad cuyos ingresos disminuyen significativamente y, aun así, deben seguir pagando contribuciones, permiso de circulación, etcétera. Finalmente, los pocos ingresos a los que acceden —pensemos en un matrimonio de adultos mayores que vive en Santiago Centro, con su casa pagada de toda la vida pero con la obligación de pagar contribuciones— pueden provenir de una pensión media que quizás no queda bajo la línea de la pobreza, pero entre alimentación, contribuciones, luz, agua, etcétera, no les alcanza. ¿Eso también sería pobreza?
—La pobreza se mide principalmente por el ingreso per cápita dentro del hogar. Una persona que gana un millón de pesos y vive sola no es pobre; en cambio, alguien que gana dos millones y tiene cinco o diez hijos podría serlo. Importa cómo se distribuye lo que se obtiene en el mes. Aquí hay un tema clave: el costo de vida. La política pública en Chile, no solo la de Desarrollo Social, no ha atendido uno de los principales problemas, que es el aumento del costo de vida. Es como si todos se encogieran de hombros ante el alza de los precios. Y las políticas que intentan abordarlo suelen articular mecanismos no estructurales, dependientes principalmente de la subvención.
No soy economista; esto ya entra en el plano de la economía. Pero, tratándose de personas que viven en situación de pobreza, como país debiéramos preocuparnos del costo de vida. ¿Cómo se reduce? Un economista —por ejemplo, Víctor Espinosa— podría dar una respuesta impecable. Hay formas de reducir el costo de vida.
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Abordar la pobreza no debe hacerse únicamente a través de subvenciones. Es clave, por ejemplo, fomentar la competencia incorporando más oferentes al mercado y permitir mecanismos de agregación de demanda, de modo que no dependamos de un solo proveedor o de unos pocos. Si el país se ocupa de fortalecer la economía incrementando la competencia y articulando compras o consumos colectivos, en ciertas zonas y segmentos de la población se podría acceder a un costo de vida más bajo. Si una persona tiene ingresos modestos pero sus costos de vida son bajos, podrá destinar recursos a otras necesidades, e idealmente ahorrar e invertir.
Recordemos que el costo de vida se ha incrementado en los últimos cinco años. Tuvimos retiros que generaron inflación, y el presidente Piñera inyectó circulante a la economía mediante bonos y ayudas durante la pandemia. Ese conjunto de factores derivó en una inflación que hoy está más controlada, pero sigue impactando en el bolsillo de la gente. Ha subido el sueldo mínimo, pero también los precios, de modo que, en el fondo, se trata más bien de un ajuste del mínimo.
Avancemos entonces. La pauta señala: ¿cuáles serían los pilares del desarrollo social en el programa del candidato Johannes Kaiser? Mire, las principales preocupaciones de Johannes y del equipo de desarrollo social son atender de manera prioritaria a los segmentos donde se concentra la pobreza: niños y adolescentes; adultos en situación de pobreza que tienen personas a su cargo; y personas mayores —especialmente quienes viven solas y carecen de redes de protección—, además de las personas con discapacidad. Desplegaremos una serie de iniciativas para abordar integralmente a cada uno de estos segmentos.
Por ejemplo, respecto de niños y adolescentes, levantamos una crítica a la política pública que ha tendido a tratar la pobreza infantil solo como un efecto. Frente a ello, proponemos desarrollar “comunidades de aprendizaje en familia”: comunidades de educación pedagógica orientadas a la formación integral del niño y a su desarrollo personal en el entorno familiar. La formación del niño no debe depender únicamente de la escuela o del liceo, sino también de la familia, fortaleciendo el vínculo entre las familias de los niños más vulnerables, sus escuelas y sus comunidades cercanas. Las personas salen de la pobreza cuando se empoderan y solidarizan entre sí; por eso es fundamental fortalecer la vida en comunidad.
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