En nombre de la Patria, se abre la sesión. Se ofrece la palabra al señor Secretario para la Cuenta.
Gracias, señor Presidente. Se han recibido los siguientes documentos. En primer lugar, un oficio de la Subsecretaría de Salud Pública, que responde el oficio Nº 267 de esta Comisión e informa sobre la situación que afecta el bienestar y la salud de los habitantes de la comuna de Los Ángeles, provincia de Biobío, debido a la presencia de una plaga de moscas en la zona. Adjunta la respuesta de la Seremi de Salud de la Región del Biobío.
También un oficio de la Superintendencia del Medio Ambiente, mediante el cual responde al oficio Nº 459 de esta Comisión e informa sobre denuncias relativas al hallazgo de redes en el lago Llanquihue, que estarían provocando la muerte de fauna nativa y un grave daño al ecosistema local. Señala que, revisados los sistemas internos de información de la Superintendencia, ese servicio no cuenta con antecedentes asociados a los hechos materia de la denuncia. No obstante, se remitió la consulta a la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante (DIRECTEMAR) y al Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), para que, dentro de sus competencias, informen sobre los hechos consultados.
Un oficio del Director de la Biblioteca del Congreso Nacional, mediante el cual informa que los profesionales del Área de Asesoría Técnica Parlamentaria se encuentran elaborando el informe pormenorizado solicitado sobre la legislación comparada vinculada a la materia tratada en el proyecto de ley que aumenta las sanciones aplicables a la incineración de basura y promueve la educación ambiental en el manejo de residuos, contenido en los boletines refundidos Nº 17.522-12 y Nº 17.582-12.
También una carta, enviada por correo electrónico, del presidente de la Junta de Vecinos Aguas Azules de la comuna de El Carmen, don Cristian Espinosa Sepúlveda, mediante la cual señala que su sector se encuentra afectado por un proyecto de parque eólico que se habría realizado con varias ilegalidades. Explica que hay más de 85 receptores identificados para un conjunto de tres torres eólicas, los que no fueron analizados, por lo cual el estudio no sería consecuente con la realidad del sector. Añade que las tres torres quedaron en el centro de cuatro sectores poblados y a menos de 500 metros de algunas casas. Por lo expuesto, solicita que la Comisión ponga en tabla el proyecto de ley que regula la distancia mínima de torres eólicas respecto de zonas residenciales y viviendas, correspondiente al boletín Nº 17.512-14.
En quinto lugar, una excusa del vicepresidente de Hidrógeno Verde de AES Chile, señor Luis Arras, y de la vicepresidenta de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de esa compañía, doña Mariana Soto Espinosa, por no ser posible participar en esta sesión debido a compromisos adquiridos con anterioridad; quedan disponibles para ser convocados en alguna otra oportunidad.
Una nota que comunica el pareo acordado entre los diputados Eduardo Cornejo y Daniel Melo para la sesión de hoy. En el mismo sentido, otra nota que comunica el pareo acordado entre la diputada Camila Musante y el diputado José Carlos Meza, también para la sesión de hoy.
Otra nota del Comité de Renovación Nacional, mediante la cual se informa que el diputado Juan Carlos Beltrán reemplazará al diputado Hugo Rey en esta sesión.
Una excusa de la ministra del Medio Ambiente, quien señala que no le es posible participar en la sesión de hoy debido a compromisos contraídos con anterioridad y que son inexcusables.
Una nota del Comité de la Unión Demócrata Independiente, mediante la cual se informa que el diputado Fernando Bórquez reemplazará al diputado Cristóbal Martínez.
Y, por último, una nota del Comité del PPD, que comunica que el diputado Cristian Tapia reemplazará a la diputada Camila Musante en la sesión del día de hoy.
Eso es todo, señor Presidente.
Muchas gracias, señor Secretario.
Se ofrece la palabra sobre la cuenta. No habiendo intervenciones, se cierra la cuenta.
Punto N° 1 de la tabla. Entrando en el orden del día, se inicia la discusión particular del proyecto de ley, iniciado en moción, que aumenta las sanciones aplicables a la incineración de basura y promueve la educación ambiental en el manejo de residuos. Boletines refundidos N° 17.522-12 y 17.582-12. La semana pasada la comisión acordó tomar como base para la discusión el texto del Boletín 17.522-12. Consultado el señor secretario, no hay indicaciones. Se somete a votación en particular el Boletín 17.522-12 como base del proyecto de ley sobre incineración de basura en áreas cercanas a zonas pobladas y educación ambiental en manejo de residuos.
En votación. Resultado: cuatro votos a favor, ninguno en contra y dos abstenciones. En consecuencia, queda aprobado en particular el proyecto. Se designa como diputada informante a la diputada Santibáñez. Acordado.
Punto N° 2 de la tabla. Corresponde continuar con la discusión del proyecto de ley, iniciado en moción, que establece medidas para la protección de los cielos en áreas con valor científico y de investigación para la observación astronómica. Boletín N° 17.774-12. Han sido invitadas a esta sesión las representantes de ESO, doña Itziar de Gregorio, quien nos acompaña presencialmente, y doña Laura Ventura, a quienes damos la bienvenida. Nos acompaña también el director ejecutivo de la Asociación Chilena de Hidrógeno, don Marcos Kulka, junto a don Ricardo Rodríguez. Se han excusado, como informó el secretario en la cuenta, el vicepresidente de Hidrógeno Verde de AES Chile, señor Luis Arras, y la vicepresidenta de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de la compañía, señora Mariana Soto Espinoza. Se agradece su participación.
Respecto de este proyecto, la intención es votarlo en general la próxima semana. Asimismo, y tal como lo planteó el diputado Mesa, se propondrá invitar nuevamente a la gente de AES Gener a comparecer el próximo miércoles, y recibir al Premio Nobel de Física del año 2020, quien ha manifestado su interés en participar en esta discusión. Se consulta a las y los integrantes de la comisión si están de acuerdo con esta tramitación. La diputada Santibáñez estará a cargo de las comunicaciones ese día. Se cursarán las invitaciones y se realizarán las coordinaciones pertinentes.
Se ofrece la palabra, en primer lugar, a don Marcos Kulka. Tiene la palabra.
Muchas gracias, presidente, por la invitación, y a las honorables diputadas y diputados. Para nosotros hoy es un día especial: es el Día del Hidrógeno. El peso de la molécula de hidrógeno es 1,08; por lo tanto, el 8 de octubre es el Día del Hidrógeno, así que estamos además de celebración. Me presento: soy Marcos Kulka, director ejecutivo de la Asociación Chilena de Hidrógeno, y me acompaña Ricardo Rodríguez, director de estudios. A ver, para pasar aquí.
No me pasa mi tarjeta... Ah, ahí está. ¿Se ve? Bien.
Primero, presentarnos: somos la Asociación Chilena de Hidrógeno. Esta asociación nació hace ocho años, con el propósito de impulsar el desarrollo de Chile a través de soluciones de cero emisiones. El hidrógeno es crítico para abatir las emisiones de CO2 en sectores de difícil descarbonización, y la forma de avanzar es mediante el uso de hidrógeno y sus derivados, en plena colaboración público-privada.
Estos son nuestros asociados. Como pueden ver, hay una amplia diversidad: empresas del mundo de la energía y la minería, empresas públicas como Codelco y ENAP, multinacionales y firmas nacionales. También contamos con socios personas naturales —más de 40—, expertas en la materia, que fueron quienes iniciaron esta asociación.
Desde la industria del hidrógeno, les comento brevemente en qué estamos en Chile. Este gráfico es revelador: muestra distintos lugares del mundo con el potencial solar en el eje Y y el potencial eólico en el eje X. Chile aparece en el cuadrante superior derecho, que describe a los países con condiciones privilegiadas en ambos recursos para la generación de energía, y destaca por lejos en esa esquina superior derecha.
Desde el punto de vista de los proyectos, hoy tenemos 84 iniciativas anunciadas a lo largo de todo el territorio, con polos principales en Antofagasta y Magallanes: 27 proyectos en Antofagasta y 21 en Magallanes. Existe además un polo interesante en Biobío, dado que el hidrógeno puede reemplazar insumos en la industria química, del acero o del cemento. De esos 84 proyectos, 47 están asociados a la producción de hidrógeno y derivados; 33 corresponden a aplicaciones, principalmente en transporte; y también hay iniciativas de manufactura que permitirían generar conocimiento y producción local, por ejemplo, de componentes para electrolizadores. En general, los proyectos se encuentran en etapas tempranas, de prefactibilidad y factibilidad.
Si miramos los proyectos en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, hoy contamos con cinco, que representan más de US$40.000 millones en inversión y un potencial de más de 15.000 puestos de trabajo, considerando las etapas de construcción y operación.
El hidrógeno es fundamental en la hoja de ruta que Chile ha establecido para descarbonizar la economía y alcanzar emisiones netas cero al 2050. Su contribución se estima en torno al 12% de las reducciones brutas; considerando el efecto sumidero de los bosques, su aporte neto podría llegar al 24% dentro de las soluciones de descarbonización. Es, por tanto, demasiado relevante para nuestra estrategia.
En términos de aporte económico, presentamos tres escenarios. Primero, los proyectos hoy en operación: hay 16, principalmente de uso local, donde el transporte es lo más relevante; sumando estos y los que están en el SEIA, hablamos de ventas por US$3.000 millones. En el escenario intermedio, incorporando además los proyectos en factibilidad, se alcanzan US$7.000 millones. Y en el escenario amplio, sumando los de prefactibilidad a todo lo anterior, se llega a US$13.000 millones, lo que podría equivaler a un 13% de las exportaciones. En empleo, podríamos pasar de 38.000 puestos de trabajo de calidad a 244.000 en el mejor escenario. Esta industria trae, además, beneficios sociales directos, como el aporte del 1% sobre los activos de los proyectos y la generación de encadenamientos productivos.
Aunque esto moviliza sectores como la metalurgia, la construcción, el transporte marítimo y la agroindustria, y además mejora infraestructura y servicios —principalmente puertos, carreteras, redes eléctricas, plantas desalinizadoras, etcétera— que también sirven a otros sectores.
Entrando a lo específico del proyecto de ley sobre zonas de exclusión, hicimos un ejercicio. Primero, observamos las áreas astronómicas que se han definido y, en paralelo, la zona norte donde hay proyectos de hidrógeno, que es el caso de nuestra industria: regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. En la lámina inferior se aprecia que existen 29 proyectos en estas mismas zonas, favorecidos por la convivencia de buenas condiciones de cielos, alta radiación solar e infraestructura minera. De ellos, 19 se asocian principalmente a producción de hidrógeno y amoníaco, y 10 a aplicaciones, principalmente en transporte. El potencial de inversión de estos proyectos en el norte alcanza los 54 mil millones de dólares, con un estimado de hasta 80 mil puestos de trabajo.
Respecto de lo que establece el proyecto de ley, la caracterización de la zona de exclusión —70 kilómetros a la redonda desde el Observatorio de Cerro Armazones y el Observatorio Paranal— abarca, incluso descontando el tramo costero, alrededor de 1,2 millones de hectáreas (aprox. 1.227.000 hectáreas). Si consideramos lo que hoy tiene la ESO en cuanto a terrenos y sumamos sus distintos predios, la ESO ya cuenta con 127.000 hectáreas; es decir, esta propuesta multiplicaría por diez esa superficie.
Hicimos el ejercicio de identificar, dentro de esa zona, los proyectos de energías renovables, los proyectos mineros y los de hidrógeno que cuentan con concesiones de uso oneroso o servidumbres. Dejar esa zona como exclusiva, donde no podrían operar estas tres industrias, impactaría a 34 proyectos de energía (entre renovables), y a cuatro del sector minero —pequeña y mediana minería, principales abastecedores de ENAMI—, todos en evaluación y algunos ya con RCA. Corresponde, entonces, definir qué ocurriría con estos proyectos. En la comuna de Taltal, por ejemplo, hay iniciativas hoy en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental con una inversión estimada de 24 mil millones de dólares. No partimos de cero: esta zona de exclusión ya tiene actividad, y ni siquiera hemos incluido algunos proyectos hoy en operación.
Nuestras preocupaciones, dicho esto, son las siguientes. Si bien compartimos y valoramos la misión astronómica de Chile —aspirar a concentrar el 70% de la observación astronómica mundial—, para nosotros es fundamental que convivan las industrias estratégicas que el país ha definido: energía, minería, la transición energética y, por cierto, la astronomía. Sin embargo, el proyecto, además de establecer la zona de exclusión, generaría una “doble ventanilla” en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. ¿Qué sucede con los proyectos que ya cuentan con RCA? ¿Se invalidan? ¿Y con aquellos que ya tienen concesiones de uso oneroso o servidumbres?
En lo técnico-ambiental, se introduce una compatibilidad incierta para generación eólica y solar, desaladoras, puertos, líneas de transmisión y plantas en esa zona. En lo económico, se suma una prima de riesgo y mayores costos por la incertidumbre regulatoria y transitoria que produciría el proyecto, además de una probable disminución de la actividad económica; habrá que ponderar la compensación que implica restringir 1,2 millones de hectáreas adicionales donde no podrían desarrollarse estas industrias. En territorio y planificación, esto entra en tensión con los planes reguladores comunales y regionales, la planificación del borde costero, la expansión de la transmisión eléctrica, los planes de desarrollo portuario y los programas de planificación energética de largo plazo. En lo social, frente a la narrativa de “cielos versus energía”, vemos ambas industrias como absolutamente compatibles, dada la institucionalidad vigente. Y en competitividad, se generan señales mixtas, considerando que es el propio Estado quien ha definido estas prioridades.
Como se puede ver en distintos informes, hojas de ruta y planificaciones estratégicas —tanto para la astronomía como para las energías renovables y el hidrógeno verde—, lo que debemos lograr es que todas estas industrias convivan; y nuestra impresión es que sí pueden hacerlo con la institucionalidad y la normativa vigentes. Conclusiones: Chile ha impulsado políticas públicas para promover el hidrógeno verde, las energías renovables no convencionales, la minería y la astronomía, alineadas con las metas de descarbonización y con una visión de independencia energética. Existe un consenso amplio sobre el potencial del hidrógeno; se han definido hojas de ruta, estrategias de largo plazo y planes de acción, por lo que corresponde analizar qué ocurre con su implementación. En el norte, el potencial de la industria del hidrógeno renovable y sus derivados alcanza más de 50.000 —del orden de 54.000— millones de dólares y 85.000 empleos; por ello, es necesario evaluar el impacto de establecer una zona de exclusión de 1,2 millones de hectáreas. Proteger el cielo nocturno es un objetivo legítimo y estratégico del país, en lo cual coincidimos; pero, para ello, debemos analizar la regulación vigente y realizar un adecuado balance costo–beneficio de lo que implicaría esa zona de exclusión. Chile ya cuenta con un andamiaje normativo robusto para asegurar la observación astronómica: existen áreas de exclusión por decreto, normas de emisión de luminosidad artificial y declaraciones de áreas con valor científico para la observación astronómica, bastante actualizadas. Incluso el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), a través del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), ha incorporado guías; los proyectos que han ingresado deben contemplar criterios para determinar su susceptibilidad de afectar áreas astronómicas. Este marco permite compatibilizar, a nuestro juicio, no solo la industria del hidrógeno y la astronomía, sino también la energía y la minería, que son fundamentales. La creación de una zona de exclusión especial con prohibiciones ex ante podría alterar el funcionamiento de los procesos ambientales y de permisos ya establecidos —en particular el SEIA—, desplazando la lógica de evaluación caso a caso y generando incertidumbre regulatoria. Mantener la coherencia con el SEIA y aplicar estándares de desempeño verificables en iluminación, polvo, vibración, etc., es clave para proteger la astronomía, sin frenar inversiones estratégicas para el país ni el desarrollo ordenado del territorio. Muchas gracias.
—Muchas gracias, don Marco. Don Ricardo, ¿le ofrezco la palabra? Le ofrezco la palabra a Itziar.
Muchas gracias. Agradecemos que nos hayan invitado nuevamente a esta comisión y, sobre todo, celebramos la existencia de este proyecto de ley, porque será crítico para la correcta protección de la calidad de los cielos en los lugares donde se realiza astronomía profesional en Chile. Esta ley será fundamental para garantizar la convivencia entre proyectos industriales y la observación astronómica. Ayudará a resolver la incertidumbre que existe actualmente sobre el futuro de la astronomía en el país y sobre las futuras inversiones astronómicas en Chile, además de contribuir al cumplimiento de los compromisos internacionales adquiridos por el Gobierno de Chile respecto de la protección de la calidad de los cielos en los sitios donde están situados los observatorios de ESO, compromisos enfatizados por el Ministerio de Relaciones Exteriores en el oficio presentado ante el SEA. Esta norma será clave para la buena convivencia con otras industrias en el área, pues otorgará seguridad y previsibilidad a las propias empresas, de modo que no vuelva a ocurrir algo como lo que está ocurriendo ahora: que un proyecto industrial de la magnitud de INA, y a la distancia a la que se encuentra, tan cerca del observatorio, después de un año...
...evaluación venga a decirnos, y cito textualmente a AES Andes, que se trata de una materia de reciente regulación, sin criterios técnicos ni guías de referencia. Hasta ahora hemos estado escuchando un discurso de AES Andes en el que insisten en que no van a producir ningún impacto. Sin embargo, en septiembre AES pidió formalmente suspender la evaluación ambiental de su proyecto hasta mayo de 2026, admitiendo que no tiene aún los estudios necesarios ni claridad sobre qué normativa se aplica al cielo nocturno, ni siquiera cómo medir correctamente los impactos que genera sobre la astronomía. En otras palabras, después de un año de decir que todo estaba bajo control, reconocen por fin que no saben con certeza qué impacto tendrá el proyecto sobre Paranal y Armazones. Este cambio de posición no es menor: significa que el propio titular confirma que la ciencia, como veníamos diciendo, tenía razón en sus advertencias y que el daño potencial no puede descartarse con un simple cumplimiento formal de la normativa vigente. Nosotros, por nuestro lado, somos los mayores expertos mundiales en nuestra área. Sí sabemos cómo calcular estos impactos y cómo cuantificarlos. Estos efectos han sido presentados en nuestro informe técnico durante la etapa de participación ciudadana y han sido reconocidos por astrónomos, astrofísicos y por toda la comunidad científica nacional e internacional. No hay duda de que el impacto del proyecto INA, emplazado a tan solo cientos de metros de algunos de nuestros observatorios, ahora mismo en construcción, comprometería de manera grave, irreversible y permanente la observación astronómica en Paranal. No se trata de opiniones ni de percepciones, sino de evidencia científica irrefutable obtenida a partir de modelos astronómicos, de los más avanzados del mundo, validados por expertos en contaminación lumínica, turbulencia atmosférica y estabilidad óptica del cielo. Y este daño no se limita al presente; afectaría también a los futuros telescopios planificados en la zona, que constituyen infraestructuras científicas de referencia mundial, desde las cuales se han realizado algunos de los descubrimientos más importantes en la astrofísica. Tres premios Nobel nos avalan. Con esta ley tenemos la oportunidad de cuidar este laboratorio natural, que es patrimonio no solamente de Chile, sino de toda la humanidad; algo que debemos conservar y que, además, es orgullo de todos los chilenos. Así podremos seguir atrayendo la industria astronómica al país, que tantísimo potencial tiene para Chile.
He preparado una breve presentación. Yo creo que todos nos conocen, pero, para ilustrar lo que hacemos, estos son los tres observatorios que estamos operando en Chile. El más antiguo, arriba; somos parte del Observatorio ALMA y estamos operando el telescopio óptico terrestre más avanzado del mundo: el Observatorio Paranal, el VLT. Como decía, con estos observatorios hacemos ciencia que transforma paradigmas, y tenemos tres premios Nobel que avalan el impacto de los telescopios de ESO. Estamos construyendo también, muy cerca de Paranal, el mayor telescopio óptico-infrarrojo del mundo. El objetivo de este telescopio es intentar detectar vida en otros planetas que orbitan otras estrellas. Y nos encontramos ahora mismo en la construcción del Cherenkov Telescope Array, un observatorio dedicado a observar fenómenos de muy altas energías; son 100 telescopios los planificados en el área y están prácticamente contiguos al inicio del proyecto INA. Se acaba de iniciar la construcción y, como pueden ver ahí, Chile forma parte de este consorcio; es un telescopio también chileno, con participación de siete universidades chilenas. Lo que tenemos aquí es un polo astronómico único en el mundo; no se encuentra otro lugar así. Para entender los impactos que producirá un proyecto tan grande situado tan cerca del observatorio, hay que comprender las tecnologías que manejamos en estos lugares. Trabajamos con tecnologías extremadamente sensibles que, para su funcionamiento, requieren una atmósfera muy estable, muy limpia, sin polvo, con baja turbulencia; por supuesto, un suelo libre de vibraciones y cielos muy oscuros. Para ilustrar la distancia de este gran proyecto INA respecto de los observatorios, aquí pueden ver exactamente dónde estará situado. Es un proyecto enorme: comienza con un parque eólico, una planta fotovoltaica, una desalinizadora, una planta de producción de hidrógeno y amoníaco; también contempla un puerto justo debajo del lugar donde se encuentra el VLT. Y nosotros hemos hecho un estudio de impacto, intentando cuantificar cuál será el efecto en contaminación lumínica, en vibraciones...
...suelo, la turbulencia atmosférica y la emisión de polvo. Para que entendamos, con una imagen simple, lo que significa tener el proyecto INA tan cerca —especialmente respecto del telescopio CTA—, a la izquierda vemos la oscuridad del cielo actual. Este círculo representa la bóveda celeste; el centro, lo que observamos sobre nuestras cabezas. Hoy, a 45 grados de elevación, tenemos un 1,39% de contaminación lumínica. Cuando INA esté emplazado allí, en el centro de la red —recordemos que son 100 telescopios—, la contaminación lumínica alcanzará un 13,8%. Esto supera el 10% permitido por la norma vigente. Y si lo calculamos para los telescopios más cercanos al proyecto, subiría a más del 20%. Consideren que la línea base es muy baja: en Paranal, hace pocos años, registrábamos un 0,3% de contaminación lumínica.
Para entender el impacto de las vibraciones de tener esta cantidad de aerogeneradores tan cerca de nuestros telescopios, presento esta figura. Las líneas rojas marcan los límites de operación bajo los cuales el interferómetro VLTI y el espejo del ELT —formado por alrededor de 800 segmentos que deben estar perfectamente alineados— pueden operar. Estudiamos el nivel de vibración que introducirían estos aerogeneradores en el mejor y en el peor escenario. Como se aprecia en el círculo verde, incluso en el mejor caso quedaríamos fuera de especificaciones; en el peor, aún más. Esto significa que no podríamos operar ni con el VLTI ni con el ELT.
En cuanto a la turbulencia, es un factor fundamental para resolver detalles en las imágenes del universo. La diferencia entre observar con y sin corrección de turbulencia se aprecia claramente aquí: este es un planeta con corrección y sin corrección. Contamos con una técnica muy sofisticada, la óptica adaptativa, que permite observar como si estuviéramos en el espacio; para ello se requiere baja turbulencia. La presencia de turbinas eólicas en el área, batiendo continuamente el aire, aumenta la turbulencia. Lo mismo ocurre con los paneles solares, por la diferencia de temperatura entre el día —cuando se calientan— y la noche, lo que genera este tipo de turbulencia. También nos afecta la emisión de polvo, ya que nuestras lentes y espejos son extremadamente sensibles. Nuestro estudio indica que, durante la fase de construcción de INA, el contenido de polvo aumentará en más de un 75%.
En síntesis, tener INA tan cerca producirá un impacto devastador, irreversible y no mitigable. Sin embargo, existe una solución: no nos oponemos a los proyectos de hidrógeno verde —nos parecen valiosos—, pero no pueden emplazarse tan próximos al observatorio. Si trasladamos el proyecto INA a una distancia entre 50 y 100 kilómetros, según sus características finales, todos estos impactos se mitigarían. Lo clave es contar con distancia para poder convivir. Por eso se requiere definir radios de protección; de otro modo, quedamos desprotegidos. Necesitamos esos radios y, más allá de ellos, zonas de coordinación para preservar la calidad de los cielos, que es patrimonio de la humanidad. Esto, junto con contar con claridad normativa, terminar con la incertidumbre y cumplir los compromisos internacionales sobre protección de la calidad de los cielos, y con la correcta aplicación de la norma lumínica —tema que comentaré brevemente—, constituiría el instrumento para la buena convivencia entre todas las industrias que se desarrollan en el área.
Existe, además, un precedente muy sólido: el radio de protección que SUBTEL ha otorgado al observatorio ALMA, con una zona donde no puede haber radiointerferencias a menos de 30 kilómetros, más una zona mayor, de 120 kilómetros, de coordinación. Cualquier industria que busque instalarse en el área y que vaya a emitir en radio...
La secuencia debe incluir una conversación con el observatorio para ayudar a evaluar el posible impacto técnico y contribuir a la decisión de si habrá o no impacto. Por otro lado, ALMA no está afectando al desarrollo industrial de la zona por tener estos radios de protección; por el contrario, contribuye enormemente al desarrollo del astroturismo en la zona.
Muy brevemente, quisiera comentar algunas deficiencias que el Seremi de Medio Ambiente ha señalado en su oficio y que nosotros también avalamos. En primer lugar, los cálculos que ha hecho AES se basan en una estimación errónea de la distancia a nuestros telescopios. Además, han omitido considerar el CTA, existiendo un convenio suscrito con el Gobierno de Chile desde el año 2018. Asimismo, han incurrido en varios errores en el cálculo de las líneas de base: no cuentan con datos suficientes ni representativos; no hay una metodología clara ni reproducible. Los datos fueron levantados incluso con nubosidad o con las luces del campamento del ELT encendidas. Nosotros estamos construyendo el ELT; durante la noche las luces permanecen encendidas y eso, por supuesto, aumenta la contaminación lumínica. Se parte, por tanto, de una línea de base mucho más alta para evaluar el impacto que produciría este proyecto. Además, han omitido el impacto en las condiciones más desfavorables y, algo especialmente relevante, el nivel de iluminación que proponen está muy por debajo de lo necesario para cumplir con la norma chilena para faenas industriales, entre 4 y 8 veces menor que lo requerido. Por ende, el impacto será aún mayor.
Hay también un tema relacionado con la ubicación del proyecto: no se emplaza en el área de reserva eólica de Taltal, tampoco en ningún polo de desarrollo de generación eléctrica definido por la autoridad competente; son terrenos privados.
Como señalé al comienzo, AES solicitó la extensión de plazo para responder a las observaciones, lo que ha sido un ejercicio muy ilustrativo para nosotros. Cito textualmente: “En particular, es preciso mencionar que las observaciones en materia astronómica, en su gran mayoría, corresponden a una materia cuya regulación es de reciente data, que en consecuencia presenta una baja densidad regulatoria y ausencia de normativa de referencia”. Por fin admiten que la normativa no es suficiente. “En tal sentido, el titular requiere resolver materias de reciente regulación a través de respuestas que provengan de un proceso de complementación de resultados de una cantidad relevante de estudios técnicos, de alta complejidad y de distinta naturaleza científica. No tuvo a la vista ni pudo prever, en dicho anexo de la participación ciudadana, la estimación del tiempo requerido para dar una adecuada respuesta, considerando la sistematización de observaciones, identificación y desarrollo de estudios especializados, así como el cruce de información y la ampliación de estudios que se encontraban en desarrollo para dar respuesta al ICSARA Técnico”. Luego, además de reconocer por primera vez la baja regulación y ausencia de normativa, también evidencian el impacto de su propio proyecto.
Para terminar, me gustaría referirme a lo que estamos viviendo ahora en el Observatorio Paranal. A la izquierda, en el centro, pueden ver Paranal y Armazones; el círculo rojo corresponde a un radio de 75 kilómetros. Los puntos rojos adyacentes representan nuevas industrias de distinto tipo. A la derecha, presentamos un análisis con datos satelitales que monitorean permanentemente la contaminación lumínica en esta zona y su evolución en los últimos años. Como se observa, entre 2005 y 2020 prácticamente estábamos igual: no había nuevas fuentes de contaminación lumínica. En 2022 comienzan a aparecer, dentro de ese radio de 75 kilómetros, cada vez más puntos de contaminación lumínica; y de 2022 a 2024 el incremento ha sido muy significativo. Es un fenómeno que avanza muy rápidamente y no contamos con protección.
¿Y por qué digo que no tenemos protección? Pese a existir una norma de contaminación lumínica con un espíritu muy positivo, su aplicación aún no permite proteger la calidad de los cielos oscuros de Paranal. El problema radica en la guía de interpretación de la norma, basada en recomendaciones de la Unión Astronómica Internacional muy antiguas que...
Ya están listas desde marzo las nuevas recomendaciones; ya es hora de avanzar en la guía de interpretación, que tampoco contempla el efecto acumulativo. Para entender de forma sencilla, a través de una imagen, qué establece la norma de contaminación lumínica, pueden ver un mapa de toda la región. En la parte superior se aprecia una zona blanca correspondiente a la contaminación lumínica que proviene de Antofagasta. El Observatorio Paranal se ubica más abajo, aproximadamente a mitad del mapa. Los contornos indican el porcentaje de contaminación lumínica atribuible a Antofagasta. Los círculos blancos representan la contaminación a 60 y a 110 kilómetros; a 110 kilómetros ya estamos muy cerca de Paranal. La ciudad de Antofagasta estaría aportando cerca del 1%.
Para que un proyecto industrial fuese considerado como impactante en contaminación lumínica y debiera presentar un EIA, un proyecto a la misma distancia que Antofagasta tendría que tener diez veces más luminosidad que Antofagasta; este es el motivo por el cual el sistema no está funcionando. Con el criterio actual del SEA es muy difícil, casi imposible, que los proyectos industriales sean considerados susceptibles de afectar. De hecho, hace muy poco —algo así como una semana— la Fundación Cielos de Chile realizó un estudio cuya conclusión fue que ningún proyecto ingresado, independientemente de su magnitud o de su distancia a un observatorio, había sido capaz de cumplir con este criterio que exigiera un EIA por potencial afectación lumínica. Esto equivale a decir que no hay ninguna protección para estos sitios tan especiales. Actualmente hay 120 proyectos que, sin importar su tamaño o cercanía, no serán considerados como susceptibles de afectar los cielos.
Voy a terminar con esta transparencia. El impacto de la astronomía en la sociedad es muy fuerte, aunque no siempre es evidente. No se trata solo de números —aunque el observatorio, en este momento, tiene contratadas cerca de mil personas—. Lo central es comprender el círculo virtuoso de la astronomía: impulsa el desarrollo tecnológico, establece alianzas con socios industriales y, sobre todo, forma capital humano avanzado, también aquí en Chile, en nuestros observatorios. Hay un gran impacto social en ingeniería y ciencia, en economía e innovación, en desarrollo de talento, en educación y difusión; además, es un motor de cooperación internacional.
La transferencia tecnológica es muy significativa. Ejemplos como la Wi‑Fi, las cámaras digitales, desarrollos en medicina y cocinas eléctricas surgieron de avances tecnológicos vinculados a la astronomía. Además, los telescopios de ESO están a disposición de toda la comunidad científica internacional: no solo pueden postular los Estados miembros; todos los científicos del mundo pueden solicitar tiempo de observación. Contamos con un gran archivo de datos con todas las observaciones realizadas hasta ahora, públicas y al servicio de toda la humanidad.
Dejo también una lista de los aportes específicos de ESO a Chile. El acceso garantizado del 10% del tiempo de todos nuestros telescopios para astrónomos chilenos ha hecho que la astronomía en el país se haya despegado en muy poco tiempo. Actualmente, aproximadamente 700 profesionales chilenos están vinculados solo a la investigación astronómica, además de quienes se desempeñan en ingeniería. Hay 24 centros universitarios chilenos con astrónomos profesionales. De hecho, el 25% de todas las publicaciones científicas generadas por ESO cuentan con contribución chilena.
En cuanto a inversiones, son por miles de millones, por supuesto; pero quiero enfatizar que lo más importante es la formación de capital humano avanzado. Para ello apoyamos a Chile con fondos anuales —nacionales y regionales—, y se abre una oportunidad muy interesante para los próximos años en el desarrollo del país en estos temas. Hablamos de la posibilidad de brindar servicios técnicos o apoyo a operaciones; de procesos de automatización y digitalización necesarios hoy en el observatorio; de inteligencia artificial y de la aplicación de técnicas de industria 4.0. Y eso ya está ocurriendo en Chile.
Con esto termino. Muchísimas gracias. Muchas gracias, Itziar.
En cuanto al escenario de menor impacto lumínico del proyecto INA, un estudio de una empresa especializada en la materia indica que el diseño iluminotécnico propuesto por el titular contempla niveles de iluminación entre cuatro y ocho veces menores que los exigidos por la norma chilena para faenas industriales de esa naturaleza. En ese sentido, es razonable esperar que el impacto estimado en el mejor escenario se ajuste en la misma proporción. Muchas gracias, Laura.
Ofrezco la palabra a las diputadas y los diputados. Diputado Félix González.
Muchas gracias, presidente. Presentamos este proyecto de ley con miembros de esta comisión. El diputado Mero también presentó un proyecto de ley. Y lo hicimos porque la observación astronómica, si uno lo reflexiona bien, es parte de la esencia de la civilización. No es algo superfluo. No es solo turismo ni una fuente de ingresos, sino que es parte de la esencia de la civilización. Y, si me permiten hacer comparaciones, que siempre son odiosas, mientras en Europa la verdad oficial era que la Tierra era plana, en América se realizaban observaciones astronómicas por parte de los mayas y de prácticamente todos los pueblos americanos. Los mapuches ya celebraban el We Tripantu, que es una medición exacta del año solar.
Entonces, esto que está tan arraigado en nuestra civilización, que además es universal, no responde ni siquiera a las diferencias religiosas que hay en el mundo. Necesitamos saber si hay vida o no en otros planetas. Tal vez no tiene una utilidad económica, a pesar de que seguro algunos empresarios querrían saber si hay oro, petróleo o algo. Pero es una necesidad humana. Y en Chile tenemos una responsabilidad, porque contamos con los cielos más oscuros; y sin esos cielos más oscuros, la humanidad y las futuras generaciones no tienen oportunidad de acceder a ese conocimiento. ¿Cuánto vale ese conocimiento? No se puede poner en la bolsa de valores, porque es algo muy básico de nuestra esencia de ser humanos, de vivir juntos. Queremos saber qué hay después, qué hay más allá. Bueno, eso es lo que está en riesgo.
Como ecologista, además, debo decir que desde el año 1993, en el primer conflicto ambiental en el que participé, siempre los empresarios nos dicen que hay que equilibrar el desarrollo con el medio ambiente, como si nosotros fuéramos extremistas. De hecho, nos han tratado de extremistas. Hace un rato, en la sala, alguien dijo algo parecido. Y la verdad es que no: son los empresarios los extremistas, los que quieren hacerlo tal cual lo tienen diseñado. No quieren hacer ningún cambio, no quieren adaptarse a nada. Y nos tratan a quienes nos oponemos de estar en una posición extrema, de no querer equilibrar. Bueno, equilibremos. La forma de equilibrar es que salgan de ese círculo: que hagan el proyecto en otro lado. Si van a hacer un puerto, lo pueden hacer en otro lado. Vientos hay en todo el norte; sol hay en todo el norte. ¿Por qué tiene que ser ahí?
Y, bueno, al empresariado en general le importan un comino los motivos ambientales; el lenguaje que conocen es el lenguaje económico. Entonces, yo quiero hacer una advertencia, presidente, a la industria del hidrógeno. El hidrógeno no tiene color. Cuando hablan de hidrógeno verde, se refieren a un hidrógeno producido sin impacto ambiental, con energías limpias. Pero no basta hacerlo con aerogeneradores. Porque, además, quienes hemos sido promotores de las energías limpias, como movimiento ecologista, nos espantamos cuando los empresarios, al tomar decisiones, instalan torres eólicas en zonas de tránsito de aves migratorias y dentro de comunidades indígenas.