1.- Conocer la opinión del ex diputado y co autor del proyecto Juan Bustos, señor Patricio Hales, sobre el proyecto de ley que regula la suspensión y el cumplimiento alternativo de penas privativas de libertad para condenados que indica, boletín N° 17.370-17.
2.- Estudiar el proyecto de ley que concede la nacionalidad por gracia al ciudadano italiano, señor Guido Castagna, iniciado en moción de los Honorables Senadores señora Provoste y señores Araya, Chahuán y Prohens, boletín 17.763-17
3.- Conocer la opinión de la Coordinación Nacional de ex conscriptos, sobre el proyecto de ley que reconoce la calidad de víctimas de violación a los derechos humanos a las personas que indica, boletín N° 16.971-17
4.- Recibir a la señora Mary Montesinos en su calidad de Coordinadora del Partido Voluntad Popular, capítulo Chile, quien dará a conocer la situación que afecta al ex diputado venezolano de la Asamblea Nacional de 2015, señor Freddy Superlano, que se encuentra en situación de presunta desgracia, desde el 30 de julio de 2024.
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y especializada en Derecho Penal y Derecho Internacional. Esa sería la cuenta de su presión. Muchas gracias, secretaria.
Hoy día tenemos una... Viene a reemplazar el senador Rojo Edwards, el senador Kuchel. Muchas gracias por estar presente.
Estamos constituidas formalmente la comisión. Hoy día es un día muy especial.
Nosotros vamos a conocer la opinión del exdiputado y coautor del proyecto Juan Busto, que fue uno de los primeros proyectos que se presentó en este Parlamento y que buscaba...
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Dar un puntapié inicial al reencuentro de los chilenos, en un proyecto que suponía algunas bases que son las que inspiran también el proyecto. No a la impunidad, sí a la memoria, sí a la justicia, sí a la no repetición. Y por supuesto la posibilidad de avanzar en dignidad y en pleno respeto de los derechos fundamentales y particularmente el reencuentro de los chilenos.
Tuvimos la oportunidad en la sesión recién pasada de conocer la opinión de otros… Me refiero a un ex diputado de Montevideo, gran amigo. Y hoy día tenemos a alguien que fue cuatro veces diputado. 1998 al año 2014, que militó en el Partido Comunista desde el año 1979 al año 1990, hasta el 11 de marzo de 1990, que si bien no estuvo exiliado, fue vocero público del Partido Comunista desde el año 1982. Tiene un registro, el 11.076 del informe de tortura, prisión política. Es arquitecto, empresario de la construcción, fue en su momento. Hoy día preside el Congreso de Ciudades, donde ha estado aportando desde el punto de vista de la visión urbanística y cómo las ciudades pueden ser condiciones de integración.
Pero además tuvo la escuela militar, Bernardo Higgins, el año 62, el 73 y el 64. Incluso cuando hubo un posible enfrentamiento con Argentina, Patricio Álvarez estaba dispuesto a morir por la patria. Y se ofreció como voluntario para poder combatir, si era necesario, para defender la soberanía del país en la zona sur, en el Bíblio.
Es un amigo, un defensor además de las causas justas, un defensor de la causa palestina. Y yo quisiera leer una frase de Pato, que está en su libro El perdón sin memoria, en una pregunta. Respuesta a un general, dice, mi cariño hacia el ejército de Chile es parte de mi propia identidad. Por eso cuando mi memoria se completa con los recuerdos más oscuros y dolorosos que nos hizo sufrir, yo me pido perdón a mí mismo para seguir queriendo.
Patricio Alessi. Pato, gracias por el diputado, un hombre que cree en el encuentro de los chilenos que está hoy día presente en esta Comisión de Derecho Humano. Adelante.
Muchas gracias, señor presidente, por la generosidad de su presentación. Yo he aceptado esta invitación para apoyar el proyecto de ley que ya dio su despacho en general en la comisión y que probablemente todavía debe haber discusión para lo que va a ser la aprobación en sala en general y después la discusión en particular. Y probablemente, dadas las emociones que dificultan este debate, quizás lo más probable es que necesitemos ir construyendo cada vez con más finés y más profundidad la argumentación necesaria. Y por eso acepté esta invitación con mi mejor disposición.
Buenas tardes, señora senadora.
Efectivamente, muchas emociones, no solo las mías, de muchas personas, hacen difícil esta discusión, la discusión de este proyecto. Yo lo apoyo con convicción, porque en mi opinión constituye un acto civilizatorio, y que nuestra sociedad pueda evolucionar para castigar de un modo humanista, y que nuestro país mejore la dignidad de los condenados. No que dejen de serlo, sino que… tengan derecho a la dignidad. Me inspira que tengan un trato humanitario, no solo durante sus vidas, sino…
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Un trato humanitario al terminar sus vidas. Como lo pensamos, como usted bien dijo hace años atrás, con el diputado socialista Juan Busto y el diputado Jorge Burgos, cuando presentamos un proyecto de ley en esta misma línea, buscando el cumplimiento de penas en domicilio a los mayores de 80 años.
Pero tengo que decirle que este proyecto me remece profundamente en dos sentidos de dolor. Tengo dos dolores. El primero es que debo decirle a la honorable Comisión, por intermedio suyo, que me cuesta superar la emoción de ver que estoy contribuyendo a beneficiar, desde el punto de vista carcelario, aunque sea un derecho, a quienes, abusando de su poder, martirizaron no solo al tremendo listado de personas que están en la estadística, sino a miles de personas, y en particular a quienes fueron mis amigos, mis compañeros, mientras yo militaba en el Partido Comunista. Yo vivía en Chile los 17 años de dictadura y sé lo que fue esto. Y me cuesta, por tanto, tengo dificultad para apoyar este proyecto que estoy apoyando.
Respecto al primer dolor, quiero decir que para mí está claro que la aprobación del proyecto va a establecer un beneficio civilizado para quienes no tuvieron una consideración civilizada con desaparecidos, ejecutados, ni con quienes sufrimos tortura y prisión política. Señor presidente, tengo que decir que me da un poco de pudor hablar en plural cuando digo sufrimos, porque yo, si bien es cierto, la manera de sufrir la tortura es algo muy personal. Lo que para uno es tortura, para el otro no lo es y viceversa. Y tengo que decir que esa experiencia y mis cortos meses en prisión, francamente lo considero insignificante comparado con los 28.000 personas con los cuales comparto mi nombre, el informe Bate. Yo estoy escribiendo un informe donde yo no pedí estar. A mí me inscribió la Iglesia Católica, me mandaron a llamar, llegaron los antecedentes. Y por eso digo que tengo un poco de pudor hasta al usar el verbo sufrir. Pero efectivamente tengo dificultad y me cuesta abordar este proyecto cuando hemos sufrido esa condición. Nos persiguieron con crueldad. No voy a leer las listas de nadie porque están ahí a disposición, pero ahí murieron mis líderes, mis jefes, y muchos de ellos fueron ejecutados por mis líderes cuando yo estaba estudiando en la escuela militar.
Ahí murió José Baybel, Enrique París, dirigente de nosotros cuando estábamos en la Universidad de Chile, Fernando Ortiz, el encargado nacional universitario del partido que nos dirigía a nosotros, el padre de los TIC, Víctor Díaz, nuestro jefe nacional, personas con quienes milité por más de 20 años en dictadura. Y quiero entregarle, señor presidente, para usted el libro que yo escribí hace un par de años, que es lo que fue mi pasión por estar en el Partido Comunista, que me llevó hasta el encandilamiento y que después me hizo decidir renunciar después de 20 años. Quise hacerlo en dictadura. Me permite, a través de la sección, señor presidente, ahí conocí personas especiales: al Lolo Vizcarra, el soldador; al maestro Manuel Sangüesa; al Choyo Sangüesa. Y de esas filas del ejército de la fuerza armada degollaron, y de los que están condenados ahora, y que van a ser beneficiados por este proyecto que yo apoyo, están los que degollaron a José Manuel, a mi amigo José Manuel.
Mi segundo dolor, honorable Comisión, por su intermedio, señor presidente, es que mil militares, compañeros míos, superiores, traicionaron el juramento a la bandera y a la ordenanza del Ejército. Eran camaradas de armas y oficiales que yo admiraba como adolescente. Cuando me formaron militarmente me llevaron a enfermarme más con el Ejército. Un cadete de mi tercera compañía, hace dos o tres semanas, acaba de ser condenado como torturador y cómplice del homicidio de mi compañero Juan Antonio Chávez en Temuco.
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Mi teniente instructor fue condenado, no quiero dar nombres porque no tiene sentido que empiece a nombrar a quienes han hecho tal o cual barbaridad, pero quiero decir que me duele que mi teniente instructor a quien yo admiraba, mi comandante de sección, estaba vinculado a la operación Colombo de Argentina, esos falsos crímenes que se inventaron que se habían matado entre ellos. Está mezclado con el asesinato del general Knapp, en el montaje de los 38, y en el encubrimiento del asesinato de mi amigo arquitecto Luis Gendelman. Son oficiales que eran oficiales míos. Por eso me cuesta apoyar este proyecto, pero lo apoyo, porque lo considero bueno para el país.
Y mi cariño al ejército y por el ejército, por lo tanto, en vez de atenuar mi actitud hacia los militares condenados, quiero decir que mi cariño al ejército me lleva a ser más duro con estos militares que cometieron este tipo de acciones.
A pesar de esto, tal como usted mencionó, señor presidente, efectivamente el año 79 me presenté porque salió un aviso convocando a los ex cadetes de la Escuela Militar para que formaran lo que se llamaba un batallón de oficiales de reemplazo, porque iba a caer probablemente gente en combate y nosotros tendríamos que asumir. Tuvimos formación militar, formación de combate durante varias semanas hasta que apareció la CNI y me sacó de la preparación de combate.
Fue entre risa y dolor porque yo le dije que ya me habían explicado varias veces que no tenía derecho a vivir, pero nadie me había explicado que yo no tenía derecho a morir, que era para lo cual yo me estaba ofreciendo, morir por mi padre.
Cruzado por estos dolores, quiero decir que estos sentimientos y estas emociones las disuelve una cuestión de principio que ha inspirado mi vida política. Yo tengo la convicción de que la lucha por la dignidad del ser humano es algo que debo mantener y trabajar a pesar de que me duela, porque esta es una tarea por la que asumimos enormemente la política desde distintos partidos políticos. La lucha por la dignidad de las personas, un principio por el cual me incorporé y volví a la política.
Me enseñaron de niño a percibir la indignidad de la miseria, sin comprender más que eso era una situación indigna. Y la política me ofreció, como a tantos, la posibilidad de transformar la sociedad, de ir más allá de la caridad que me enseñaban mis curas, los padres franceses. Y eso pasó que muchos de los que estábamos en el cristianismo terminamos cautivados por el marxismo, inclusive cautivados muchísimos sacerdotes. Eso explica lo que hicimos: el marxismo parecía racionalizar nuestros sentimientos, abrirnos caminos, darnos bibliotecas, perspectivas, filosofía, proyectos, en fin.
El partido comunista, quiero decir, reconocer que aunque me desilusioné al punto de renunciar, durante mi vida militante yo sentí que el partido fortalecía mi compromiso por una sociedad más digna. Era casi una consigna. Se decía, luchamos por una sociedad más justa, por una sociedad más digna. Eso me quedó marcado. Lo decían las canciones, la filosofía, la doctrina, los libros, los documentos. Renuncié en 1990, pero no he abandonado este compromiso por la dignidad.
Estoy convencido de que la lucha por la dignidad no puede ser solo para quienes son mis amigos. La lucha por la dignidad es para todos. Es decir, señor presidente, perdóneme mi entusiasmo y mi pasión en esto, pero la lucha por la dignidad, si asumimos de por vida en la política una lucha por la dignidad, es porque la dignidad también tiene que ser para los que violaron nuestros derechos humanos. Lo que no puede haber es que no se sepa la verdad, que no se les juzgue, que no se les condene, que no cumplan las penas. Pero que tengan derecho a que la pena la cumplan en dignidad es parte de nuestra convicción.
Y por eso yo apoyo este proyecto. Yo no creo en la inocencia de ellos. Creo en que está bien que hayan sido juzgados y que sean condenados y que cumplan las penas. Lo que digo es que los castigos también han ido evolucionando. Y oponerme anclado en lo que fueron las emociones que describí, o que me pueden llevar a una cierta ira, o ponernos anclados en la…
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La idea es acercarme a la venganza. Y eso no me impide a mí y tampoco lo he escuchado que lo impida a los familiares de detenidos desaparecidos. Yo no hablo en su nombre, no hablo en nombre de mi partido, no hablo en nombre de nadie más que de mí mismo.
Pero hay una lucha en común que me lleva a asegurar que la gente nuestra no está pensando en la venganza. Digo nuestra, los que habíamos participado en su periodo. No es necesario decirlo a esta comisión, que tiene un documento muy sólido y el boletín lo explica muy bien, que esto no es solo una comisión personal. Las sociedades organizadas ya abandonaron lo que hace dos mil años era lanzar a los culpables desde la roca tarpeya en el imperio romano, condenarlos a las galleras, establecer los latigazos, perseguir a las personas que están sobre prisión, encadenar.
Muchos estados fueron eliminando la ejecución como pena. Yo mismo aquí en este Congreso del 2001 recuerdo que votamos, haber votado, haber aprobado con mi voto la eliminación de la pena de muerte para cualquiera, incluso para los que cometieron horrorosos crímenes. Ese fue un salto civilizatorio de nuestro país. Costó mucho. Había una oposición en las encuestas, era mayoritario de que no debía volarse la pena de muerte. Y la política decidió entre todos nosotros.
La idea que los castigos debían civilizarse también. Eso es parte de este proyecto. El mundo entero tiene cada vez más beneficios para el que está castigado, porque se entiende sobre todo, yo como arquitecto no tengo ninguna especialidad en el derecho, pero tengo experiencia física y real de lo que es la privación de la libertad, habiendo estado encarcelado, y puedo decir que el castigo es la privación de la libertad. Y si el castigo es la privación de la libertad, y usted le agrega además situaciones de indignidad por enfermedad, por edad, por distintos sufrimientos, usted le está aplicando castigo sobre castigo. Y eso no es justicia.
La humanidad ha avanzado, incluso otorgando… Quiere decir que en el mundo entero uno escucha y en Chile, en todas partes, ya en los últimos años, que sobre 60 años… Sobre 60 años deben haber más cuidados, más prevenciones, más exenciones, más facilidades.
¿Y cómo no tenerlas cuando alguien cumple 80? Es decir, si…
Buenas tardes, señor senador. Un honor, si me permite decirlo, que el presidente valora su presencia.
Entonces, si mi convicción se basa en el hecho de que la lucha por la dignidad no es sólo para los que son mis amigos, sino que la lucha por la dignidad es para todos, incluso los que nos violaron los derechos humanos. Eso quiere decir que la asumimos como un principio y no como una actitud de oportunismo.
No voy a fundamentar las cosas que están fundamentadas en el proyecto sobre la situación que viven los condenados. Ahí hay situaciones de indignidad. Se habla de dos mil quinientas personas que se encuentran en distintos recintos carcelarios con edades cercanas a los ochenta años. Usted mismo, señor presidente, me ha explicado largamente, porque está estudiado este tema desde hace más de diez años. Y si ya los reos en general tienen muchas situaciones de mucha indignidad, en el desempeño de sus funciones biológicas más básicas y mínimas, es mucho más doloroso cuando esto lo sufren personas de alrededor de los ochenta años.
Y de eso, ni siquiera el 20% son los que están condenados por violaciones de derechos humanos, que deben, a mi juicio, aunque nos hayan causado dolor, ser beneficiados también de este proyecto. No sería justo que estos recibieran castigo sobre castigo, es decir, más castigo que la propia penalidad que tienen.
Y yo creo que si pensamos en la condición etaria, esto debería ser considerado como un derecho. Un reo anciano tiene nuevos sufrimientos.
Y hay una cosa que no puedo dejar de decir, perdóneme la politización de mi intervención en este punto, señor presidente, pero yo pertenecía no solo al Partido Comunista, sino tenía una idea de pertenecer a la izquierda porque las palabras marcaron nuestras vidas. Nuestras vidas están marcadas por las palabras libertad, por la palabra justicia social.
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Por la palabra dignidad. Esto está imbuido dentro de nuestro ser. Y esta izquierda que construyó la organización en la lucha por los derechos, con todo respeto me atrevo a decir, los que estuvimos en esas filas no deberíamos oponernos a una propuesta como esta que lucha por la dignidad. Aún cuando izquierdas y derechas, en realidad, al conquistar el poder, en muchos lugares que considerábamos modelos, fueron atropellando las libertades y los derechos. O más bien al revés, justamente por eso mismo. Ahora, al debatir este proyecto, es una oportunidad de hincar el pie en que si esta izquierda en Chile fue en un determinado periodo de la historia el destacamento político que más convocó a construir una sociedad de dignidad, me imagino que es una interpelación que la historia nos hace para decirnos que tenemos que estar participando de apoyar un proyecto que da castigo digno a todo el que se encuentra cumpliendo una condena. Y en este caso lo que se refiere a los que tienen más de 80 años.
Permítanme para terminar puntualizar para quien a veces me dice y nos dijeron cuando presentamos el proyecto anterior que tú quieres perdonarlo. Mire, yo no sé, yo a lo mejor podría perdonar desde el punto de vista personal, pero en realidad nadie me ha pedido perdón.
El padre Montel, que epiloga mi libro, que es un opúsculo pequeño que traje para la comisión sobre el perdón sin memoria, si me permites, me dice en el epílogo: me dice, no estoy de acuerdo; me epiloga el libro; me valora todo el libro; pero me dice, no estoy de acuerdo con lo que dice Patricio Valles porque no hay derecho a exigir que hay que perdonar solo al que pide perdón. Él dice también que se puede perdonar al que no pide perdón. Yo le dije, mire, eso te parece a Dios y yo estoy todo lejos de Dios. Me cuesta mucho.
Entonces yo digo que este proyecto no es un proyecto de perdón. Este es un proyecto que no elimina el castigo. Dos, no borra la memoria. Tres, no promueve el olvido. Cuatro, señor presidente, no esconde la verdad obtenida. Cinco, no abandona la idea de un gesto de sanción esterificadora como la que están sufriendo los condenados.
Pienso que si se aprueben por la sala para venir a una discusión en general, en mi opinión me gustaría que se pudiera discutir un poco más lo que es el artículo tercero respecto si acaso se puede establecer de que no se haya un automatismo, de manera que sea un verbo podrá en vez de deberá cuando el tribunal tiene que resolver el cumplimiento en recintos carcelarios o poder estudiar los casos sin automatismo. La discusión lo era en su momento.
Y tengo discrepancia profunda respecto a la idea de suspender la pena. Siento, para mí, que suspender la pena es otra cosa. Yo quiero apoyar claramente el cumplimiento domiciliario.
¿Perdón? Claro, exactamente, porque eso da veracidad a lo que yo estoy diciendo. Si no, tendría que... ¿Me permite consultarle al señor Adredor? Por eso le pregunto: cuénteme, si no le escuché bien lo que me dijo.
Lo que está señalando es reafirmando el punto, porque este proyecto trata de cumplimiento alternativo. No trata justamente de la suspensión de pena. Entonces, le da relato a lo que usted está planteando. Exactamente.
Y eso es lo que inspira a aquellos que hemos firmado justamente este proyecto. Porque el artículo segundo no plantea el perdón. No plantea la amnistía. No plantea no tener memoria. No plantea la no repetición. No plantea finalmente que haya una condena ejemplificadora, sino que plantea básicamente cómo logramos que ese cumplimiento alternativo de aquellas personas que están en determinadas condiciones puedan hacerlo también con dignidad, porque la privación, la condena, es la privación de libertad, no la pérdida de la dignidad. El artículo segundo, señor presidente: bueno, eso es parte de lo que va a hablar en la discusión. Esa es la discusión.
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Quiero decir que victimarios o defensores de los victimarios en diferentes oportunidades han planteado una serie de argumentos que a mí me parece que son del proyecto y no quiero dejar de decirlo, establecerlo, para que no se confunda si acá estamos planteando ese tipo de expresión. ¿Cuáles son?
Cuando se dice, y que me lo han dicho directamente, en el ocupúsculo ese que le ha entregado el presidente para los miembros de la Comisión, lo digo, que dicen que se llegó a la tortura y a los crímenes y a todo, y a los detenidos y desaparecidos, por culpa que lo ocurrió, tiene la culpa la izquierda.
Segundo, que no podían desobedecer las órdenes, las órdenes, cosa que está indicado en la orden de la Secretaría de Ejecutivo y además en el propio juramento de la bandera, en el cumplimiento de la ley. los derechos humanos.
Tercero, que merecen amnistía. Poco estoy de acuerdo.
Cuarto, que juzgarlos y condenarlos habría sido una venganza.
Quinto, que han pasado demasiados años. Como si acaso, sin reconocer que han pasado demasiados años porque cuando eran, y se les juzga cuando son muy viejos, y se les condena cuando son muy viejos, porque justamente cuando eran jóvenes, jóvenes, y de mediana edad. No entregaban la información para que se les pudiera juzgar.
Entonces, que no me dieron información durante 17 años, más 30 más, que se les juzgue a 50 años después, me parece completamente justo, porque recién se vino a entregar la información.
No culpen a nadie más, porque cuando el presidente del Buen dice que es la medida de lo posible, entre otras cosas, es porque era difícil que fuese posible si no había entregada la información.
Y por otra parte, cuando se dice que tampoco declaran no estar arrepentidos y que además que se declara que se sienten orgullosos.
Yo digo, todas esas afirmaciones no tienen nada que ver con este proyecto. Este proyecto no lava ni asume este tipo de expresiones.
Todos esos argumentos son argumentos polarizados, presidente, que alimentan el empate por parte de quienes tienen el dolor de haber sufrido y que terminan entregando, como asesores de las víctimas, una actitud de cerrarse al debate con consignas que dificultan la razón para poder debatir sobre este tema.
Este proyecto no propone indulto, este proyecto yo lo apoyo porque está antecedido de los siguientes hechos siguientes, que son mi última media hoja, señor presidente.
Les pido excusas si he abusado de la importación.
Están decididos los siguientes hechos, no interpretaciones personales.
Uno, se siguen investigando las rentas. Este proyecto no clausura la investigación de rentas. Que nadie diga, mire, después de este proyecto no se pudo investigar más. No es verdad.
Segundo, se establecieron muchas verdades, a veces mezcladas con mentiras. Pero el país ha avanzado en la verdad, aunque todavía falta mucha información sobre los detenidos desaparecidos.
Tres, se juzgó si el presidente los ha acusado. Y nadie está diciendo al aprobar este proyecto que se deja. se terminan los juicios. Para que nadie diga después esta ley, ¿para qué siguen juzgando si ya se vio una? No, la ley está diciendo que pueden juzgar.
Cuatro, no se produjo la impunidad que teníamos. Durante años se ha acudido a la consigna de que no a la impunidad, porque se temía la impunidad. No está habiendo impunidad, excepto si el presidente... la impunidad de la que gozaron los altos mandos de los militares que hoy día se encuentran condenados.
Y más de algún civil que le ha endosado la dictadura y los dolores de la dictadura solamente a los uniformados.
Quinto, se sigue condenando con prisión efectiva, con pena importante.
Sexto, siguen en prisión.
Siete, no tienen beneficios que otros reos tienen en otros recintos carcelarios, o que tienen... Otras penas por delitos tremendamente peligrosos.
Y estos que violaron derechos humanos no tienen, en general, no tienen esos beneficios.
Este no es un proyecto de perdón y olvido, no oculta la verdad, la justicia y la memoria. Con este proyecto conquistaremos para nuestro país una...
35:00
Yo creo, señor presidente y señores senadores, por intermedio suyo, que si aprobamos un proyecto así, Chile se puede mirar a sí mismo como un país. Muchas gracias por su invitación. Gracias, Patricio, Ale, cuatro veces elegido como diputado por cuatro períodos, desde el año 1998 al 2014, militante del Partido Comunista desde el año 69 al 90, vocero público del Partido Comunista desde el año 82, registro 11.076 en el informe de tortura, prisión política, arquitecto, un hombre que estuvo en el ejército, un hombre que es tremendamente coherente y consecuente.
Quiero agradecer este testimonio, que se une al de Jorge Burgos, que lo hizo vía escrita en la sesión pasada, apoyando también el proyecto. Y que, sin lugar a dudas, también recuerda la memoria de Juan Busto, que en junio del 2004 presentó un proyecto y que este proyecto es inspirador de ese proyecto. Está inspirado en ese proyecto. Este proyecto está inspirado en ese proyecto. Este proyecto fue uno de los coautores, con Jorge Burgo y con Juan Busto, y que honra la memoria de Juan Busto, que murió el 7 de agosto de 2008, víctima de un cáncer linfático.
Nosotros trajimos a colación este proyecto de ley del proyecto Juan Busto, como todos los otros proyectos que han estado tramitándose en la Cámara y en el Senado. Y, Patricio, queremos agradecer el testimonio. Un testimonio que se hace mirando y pensando el Chile en los próximos 50 años. Y tiene que tener muy claro que la memoria, que la no repetición, que la verdad y la justicia, y que no a la impunidad de ser una consigna, también el reencuentro es urgente. Así que muchas gracias, Patricio, por la valentía de estar hoy día presente acá.
No sé si algún senador quisiera… ¿Debo retirarme, Cecilia?
No, no, presidente.
¿Debo retirarme?
Dame un segundo.
No.
No, yo quise señalar que pocas veces también tenemos tanta concurrencia en la Comisión, pero agradecer a aquellos miembros, a aquellas personas que no son de la Comisión, que hoy día no la escuchaste, y eso habla también de que el testimonio también construye, construye realidad, construye un relato, construye estima, y por eso quiero agradecerte doble. No sé si algún senador quisiera hacerle otra palabra, y si no, no puedo. Gracias, presidente.
Quiero saludar a nuestro invitado, lo escuché con atención, y quiero valorar la exposición que ha hecho, la claridad conceptual. Y también la idea de que el castigo que uno le hace a la persona que comete un delito es la privación de la libertad y no la privación de la dignidad, que es un poco… que lo escuché. Pues yo tengo dos preguntas. La primera es: ¿qué gestos por el proceso de dolor que usted menciona, que quienes no vivimos eso porque no nos tocó, digamos, por edad o también por traición política, qué acciones, qué gestos podemos hacer quienes estamos en otro sector, que no vivimos esto, para poder avanzar en una solución civilizatoria, pero tratando de hacerlo de manera que no implique tanto dolor a tantas personas? Eso es lo primero.
Y lo segundo, que efectivamente estaba leyendo lo que mencionó de suspensión de la pena. Creo que si se va a tomar ese concepto tiene que revisarse. Lo que dice después, si es el tribunal deberá, a petición de parte o de oficio, poner la suspensión de la ejecución de una pena privativa de libertad. Habría que ver qué significan esas palabras para poder enmarcarlo dentro de lo que don Patricio nos comenta, pero creo que es un tema válido que la discusión en particular tiene que tratar para que se entienda exactamente qué es lo que estamos haciendo. Y este proyecto yo entiendo que lo que hace es un cumplimiento alternativo de una pena. No cuestiona la pena o la existencia de la pena, sino que la forma en la cual esa pena se lleva a cabo. Este proyecto da relación con el cumplimiento. No cuestiona el proceso. No cuestiona nada. Pero tiene que decir, por lo mismo, eso va a ser parte de la discusión en particular, porque vamos a tener discusión en particular. Patricio.
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Muchas gracias, señor presidente, por la pregunta. ¿Qué gestos podemos hacer? Mire, no estaba preparado para una pregunta como esa, pero la experiencia de la reparación del dolor que usted invoca, efectivamente, permite decir nada menos que… de aplicar la misma receta que define Hegel cuando dice el reconocimiento del motor de la historia.
Yo, durante muchos años, el senador Insulza, yo, lo sabe, decíamos que la lucha de clase era el motor de la historia. Y ese era el momento del sueño cuando salimos de los colegios católicos y entrábamos al marxismo para cambiar el mundo.
Yo ahora creo en el reconocimiento del motor de la historia. Y creo que si gestos importantes son el reconocimiento a determinados ciudadanos que han sufrido y que hacen una contribución al Chile de hoy en distintos ámbitos. Y que sepan que se les reconoce su dolor y su capacidad de reincorporarse a la sociedad sin ánimos destructivos, sino con ánimos constructivos.
No solo en la política, en todos los ámbitos de la vida social y de la vida del país. Hacer gestos de reconocimiento, no digo que se eliminen las pensiones, pero vale más que una pensión.
A mí, lo digo, ¿cuál fue la experiencia? Me convocaron en el regimiento Will, con el regimiento formado en el año dos mil y tanto, y el comandante y jefe del ejército me puso la insignia de reservista distinguido de la sociedad chilena por mi contribución, según él, en el área de la política, de la cual él discrepaba porque no pertenecía a mi fila.
Ese acto de reconocimiento no lo podía olvidar al punto que, de la pregunta que usted me hace, lo primero que se me viene a la cabeza fue la emoción de ese día, de esa mañana, haber estado formado frente al regimiento y recibir un reconocimiento.
Yo recomendaría esto: el reconocimiento a las personas que son contribuyentes al bienestar de la sociedad chilena.
Gracias, Patricio, y no me cabe la menor duda que este testimonio abre una ventana para el camino al reencuentro. Gracias por tu testimonio, por su valentía y por su coraje. Muchas gracias.
Despedimos al diputado Patricio. Muchas gracias. Vamos a ver otros proyectos, que vamos a ver otros proyectos, pero si quisiera quedarse, encantado, no hay ninguna dificultad. Gracias a Patricio. Ahora, agradeciendo, vamos a agradecer, pero vamos antes a estudiar el proyecto de ley que concede la nacionalidad por gracia al ciudadano italiano señor Guido Castaña, iniciado en moción de los honorables senadores Proboste, los señores Araya, Chaguán y Provence, por el boletín 17.763-17. Cuenta la señora secretaria y luego vamos a dejar con la intervención a la senadora Provoste y lo vamos a votar inmediatamente.
Gracias, presidente. Como dice el nombre del proyecto, el objetivo de él es conceder la nacionalidad chilena por especial gracia al ciudadano italiano señor Guido Castaña. Está originado en una moción de la senadora Proboste y los senadores Araya, Tawán y Proa. Está en primer trámite constitucional para su informe en general y en particular.
En cuanto a los fundamentos del proyecto, señala que el padre Guido Castaña, nacido el 4 de junio de 1967 en Italia, ingresó a seminarios de temprana edad y completó su formación teológica en su país, siendo ordenado sacerdote el 22 de febrero de 1997 en Padua, iniciando un camino de servicio pastoral que años más tarde lo llevaría a establecer un vínculo permanente con Chile y la región de Atacama.
El 9 de enero de 2001 llegó a Chile en respuesta a un llamado misionero integrándose a la diócesis de Copiapó, donde destacó por su cercanía, sencillez y compromiso social.
A partir del 2002, asumió mayores responsabilidades pastorales, impulsando programas comunitarios y brindando atención a sectores vulnerables de la región de Atacama, especialmente en Tierra Amarilla, junto a los trabajadores temporeros de la fruta.
Con el transcurso del tiempo, el padre Castaña fue designado vicario pastoral de la diócesis de Copiapó y párroco de la parroquia San José Obrero. Funciones que actualmente desempeña junto al servicio de la parroquia San Francisco.
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