En cuenta, presidente, en primer lugar las excusas del sostenedor del Colegio Sagrado Corazón de la Comuna La Reina, Tomás Aristía, quien había sido invitado a esta sesión para exponer respecto al primer punto de la tabla, el proyecto de ley unificado sobre admisión escolar. Luego, hacemos las solicitudes para asistir en calidad de oyente, y están todas estas personas afuera de la sala en relación con la exposición que tiene que efectuar el Ministro de Educación, continuando con su relación de cumplimiento de los compromisos suscritos con ocasión de la ejecución de la Ley de Presupuestos vigente, de las organizaciones asistentes de la educación.
A continuación, se presentan dos solicitudes de audiencia: una de María Teresa Romero Arrau, directora ejecutiva de Escuelas Abiertas, y otra del director de Escuelas Abiertas, ambas referentes al mencionado proyecto de ley de admisión escolar. Seguidamente, se integra una reiteración de una cantidad importante de solicitudes efectuadas por el director del Colegio de Constructores, Civiles e Ingenieros de Chile, José Miguel Correa, quien incluso señala, al final y tal como se detalla en el resumen de esta solicitud, que actuó también por ley del lobby para poder exponer sobre este proyecto de ley, aprobado por la Cámara de Diputados y que se encuentra en Comisión desde hace 17 años, desde el año 2008.
Finalmente, se presenta la relación de organizaciones que conforman la mesa técnica asistente de educación: AFEN, Sena de PEP, CONATECH, CONFEMUCH, CONFUSEN y FETECH. En cuanto a la asignación de zona, se señala que se ha hecho llegar una carta al presidente de la Comisión, en la que, luego de exponer que fueron convocados a dos mesas de trabajo con el Ministerio de Educación, se decidió, hace pocos días, dejar de participar en esta mesa. Esto se debe a que la respuesta ofrecida por el Ministerio de Educación, en concepto, se aleja absolutamente del compromiso asumido en el contexto de la discusión de la Ley de Presupuestos y del protocolo del punto 11 que el ministro debería exponer en la sesión del día de hoy, en su segunda parte. Concluyen señalando que, en su concepto, han soportado un trato desigual, cuestión que no están dispuestos a seguir tolerando.
Muchas gracias, señor secretario. Entonces, invitamos a pasar a los depositores del primer proyecto. Se hace mención de la participación de Daniel Rodríguez y de la señora Andrea Gumuso, del Colegio Trigales del MAI; se indica que Daniel Rodríguez asiste de manera presencial y que Andrea Gumuso está conectada por Zoom.
Muy bien, muy buenas tardes. Saludo a don Daniel Rodríguez de Acción Educar y a la señora Andrea Gumuso, del Colegio Trigales del MAI. Comenzamos la exposición en el primer punto de la tabla, que trata sobre la modificación al sistema de admisión escolar. Se le ofrece la palabra a don Daniel Rodríguez, quien aparece primero.
Muchas gracias, presidente. Un saludo a todos los senadores, senadoras y asistentes, y agradezco la invitación a comentar esta moción. Lo primero que quiero hacer es destacar los aspectos positivos de la moción, en el contexto de las mociones refundidas, entendiendo que se trata, en el fondo, de un ejercicio de refundición.
Pero probablemente sufra modificaciones. Lo primero es que se utiliza una estrategia para devolverle a los colegios la autonomía para seleccionar académicamente, limitándose únicamente a lo académico según las reglas de la ley. Y esto es importante destacarlo, ya que no se propone pasar a un descampado no regulado ni eliminar una regulación. Este proyecto opta por una alternativa de regulación que, además de estar vigente, se aplica al 10% de la matrícula y se encuentra regulada en una ley orgánica constitucional; por lo tanto, no podemos hablar aquí de retrocesos ni de cambios muy radicales, sino de una transición de una regulación a otra, ambas fruto de amplia discusión y consenso, aunque una de ellas cuenta con menor respaldo.
Lo segundo es que hay algo más simbólico: se trata de la señal que se emite desde el Congreso con esta moción. Avanzamos desde la selección concebida como una excepción marginal, destinada a ser pequeña y, ojalá, casi inexistente, hacia una posibilidad real, abierta y con impacto. Además, en la discusión detallada del SAE se mencionan numerosos aspectos que, al analizarlos, no mueven la aguja —por decirlo informalmente, presidente—, ya que se trata de cientos de parámetros y pequeñas perillas que, pese a poder modificarse considerablemente, no generan un impacto real frente al problema planteado.
¿Y por qué creo que debemos pasar de una excepción marginal a una posibilidad real? Porque, si se observan datos de la OSD —que, si bien pueden ser cuestionados y debatidos, sirven como referencia y no pretendo afirmar que sean la verdad revelada—, Chile se ubica entre los países que menos selección académica presentan en el mundo. Somos el tercer país con menor selección, ya que el 90% de nuestros estudiantes no pasan por ningún proceso de selección académica, refiriéndonos, básicamente, a los colegios que reciben subvención. Me sorprendió ver en una tabla que, en Canadá, la selección era del 48% (datos del 2002) y, en Australia, del 66%. Aunque la tabla no se muestra aquí, se trata de información de la UGDA, que podría compartirse fácilmente. Se evidencia que la selección académica no es una excepción en otros países, sino que se presenta en forma más amplia.
Esto no significa que se deba volver a un sistema 100% de selección académica, lo cual sería absurdo ya que la selección debe constituir solo una parte, no la totalidad del proceso. Con esta moción se amplía la posibilidad y se abre la discusión sobre grados, sin llegar al 100%. Si se piensa de forma esquemática, el sistema previo —incluso anterior a la ley— era 100% selección, en el que la autoridad y la decisión recaían en el establecimiento. Con el SAE, la decisión se traslada fuera del establecimiento, hacia los padres o el algoritmo, permitiendo pensar en graduaciones. Esto ilustra que, en el contexto internacional, existen diversas opciones, variaciones y fórmulas, y considero que este proyecto avanza en esa dirección. La siguiente, por favor.
En cuanto a algunos aspectos negativos o que podrían corregirse, lo primero es un punto importante que espero genere amplio consenso: la selección basada en aspectos territoriales o de cercanía al establecimiento, de comuna o cualquier variable similar. Uno de los objetivos más valorables de la Ley de Inclusión, que ha sido ampliamente consensuado, es combatir los niveles de segregación del sistema escolar, los cuales no son saludables. La segregación, en sí, no es un problema, pero en el nivel que se presenta resulta perjudicial, ya que se debe fomentar la movilidad, ofreciendo opciones, alternativas y diversos lugares para elegir. La selección territorial, además, va en contra de ese objetivo, pues, como se ha observado en otros países con sistemas basados en la selección por barrio o "catching areas" —áreas que asignan un colegio determinado—, altera el mercado del suelo.
Sin todavía meter la variable socioeconómica, un buen colegio, digamos, que tenga los mismos recursos que un colegio de otra comuna, empieza a atraer padres de mayor capital cultural, lo cual aumenta el precio del suelo y se comienza a generar una segregación que ni siquiera existía antes. Lo que tenemos es una segregación geográfica estable, muy fija y difícil de mover, pero las políticas de selección basadas en el territorio la profundizan. Es decir, podríamos tener incluso áreas donde antes no había segregación y empezar a observarla, sobre todo, en sectores del periurbano de las ciudades, donde todavía la oferta es muy discontinua, lo que permite la generación de segregación por variables de selección territorial. Esto fue ampliamente discutido y me parece que es una alternativa que se debería evitar.
Además, creo que la discusión que está abriendo esta moción —y que se abre también en la ley de presupuesto— da lugar a una reflexión que va más allá de la selección académica, que no es la única relevante. De hecho, el mismo informe de la Comisión señala otras políticas para reforzar los proyectos educativos y la singularidad de cada uno, lo que no se reduce únicamente a lo académico. No debiéramos limitar el debate solo a lo académico.
Es obvio que este proyecto, esta moción, recibirá indicaciones y compromisos, tanto de la tramitación como de los senadores y senadoras, y quisiera advertir algunos riesgos que podrían materializarse y desnaturalizar los aspectos positivos de este proyecto. En primer lugar, se debe cuidar que los procesos de selección se lleven a cabo fuera del SAE. Esto puede parecer un detalle, pero no lo es, y quien cuestione lo que digo estará de acuerdo en que no es un aspecto menor. El proyecto otorga a los establecimientos un espacio para la selección en un número limitado de cupos (60%, que podría ser más o menos, según se discuta) y, a la vez, opera a través del SAE. Aunque no estoy seguro si debería ser 60%, 20% o 30%, es una discusión que se puede tener; sin embargo, no debemos forzar la selección a estar encajonada exclusivamente en el SAE, ya que este funciona con parámetros muy limitados. Por ello, deberíamos estar abiertos a incorporar más variables. Esa es, además, una de mis críticas al informe de la Comisión: la mesa de trabajo plantea una alternativa de selección dentro del SAE, obligándolo a funcionar con el único indicador prácticamente confiable que podríamos considerar, que es el ranking del estudiante, lo cual resulta muy limitado y sujeto a crítica.
Mi intención, señor presidente, es pedir que esta separación que plantea la moción se mantenga tras las indicaciones de la tramitación, y, en segundo lugar, evitar la exclusión de colegios de esta posibilidad, es decir, evitar la exclusión de establecimientos.
Senador Cás: Sí, lo que ocurre es que quería pedir que se profundice en lo último que acaba de explicar, ya que se presentan dos dimensiones: por un lado, la selección en los colegios emblemáticos, de la que se habló ampliamente, y por otro, la ampliación de la selección en los colegios no emblemáticos, en general. ¿Podría profundizar en lo que significa que las selecciones se hagan fuera del SAE para que se pueda hacer un poco de pedagogía al respecto?
Por supuesto, senador. En la moción refundida se integran las dos partes de las dos mociones originales. Se plantea, por un lado, la posibilidad de una selección abierta a cualquier colegio que desee hacerlo, sin requisitos, dado que los requisitos se encuentran en la excepción contemplada en la ley vigente; y, por otro lado, se incluye el listado de colegios que podríamos llamar de excelencia emblemática —bicentenarios—, que tienen la opción de hacerlo según la moción refundida. Recordemos que se trata de la fusión de dos mociones: una abierta a cualquier colegio y otra destinada exclusivamente a los emblemáticos. Mi posición es que debería ser abierta a todos, ya que no tiene sentido disponer de una lista cerrada. A eso me refería, señor presidente, cuando señalaba que este proyecto o cualquier moción de selección debe evitar la exclusión explícita.
Quiero decir con eso que se pongan condiciones que hagan de esto un privilegio. Que en el caso de que se fije una lista preestablecida de colegios, sean cuales sean (bicentenarios, emblemáticos), sean todas listas finalmente arbitrarias. Y eso no debería ser; debería haber una posibilidad de adscribir, como hace la moción refundida, que abre a cualquier establecimiento. Presidente, senador Kass.
Lo que sucede es que la moción refundida en la práctica son dos proyectos distintos: uno está dirigido exclusivamente a abrir las elecciones en los colegios emblemáticos y el otro lo abre en términos generales. Por lo que usted plantea, le gusta más la opción de que se abra en general. Yo creo que, en resumen, el proyecto de hecho presenta algunas contradicciones, dado que el proyecto de abertura general hace que la segunda opción sea bastante irrelevante. Está, en cierto modo, armonizado; hubo buena fe en la secretaría, pero efectivamente es así. Por un tema práctico, como decía el senador Kast, nosotros refundimos el texto en un proceso de consenso, quedando entendido también que el Ejecutivo presentará este viernes una indicación sustitutiva a esa propuesta y que, de aquí a dos semanas, presentaremos nuestras propias indicaciones. Pero vamos a esperar primero que lleguen las del Ejecutivo para ver los lineamientos y construir un acuerdo que evite que las cosas desaparezcan.
Voy a ordenarme en ese sentido; lo hice basado en el comparado, pero de acuerdo a mi posición, la que por lo menos nosotros empujamos es que la selección se realice sin un listado cerrado, ya que este es muy arbitrario y siempre se puede cuestionar por qué alguien sí y por qué alguien no. En realidad, son todas condiciones arbitrarias, pues ninguna de esas herramientas fue diseñada para esto; ni los listados emblemáticos ni la etiqueta de bicentenario tienen que ver con la selección. Propongo que, en cambio, se deje abierto a cualquier colegio.
Es muy importante este punto, presidente, porque existe la posibilidad de que creemos una legislación que tenga una exclusión explícita mediante ese listado cerrado. Me parece negativo fijar un listado cerrado, ya que ninguna de esas dos características debería determinar la selección. Además, me preocupa la opción de la selección implícita, es decir, poner una lista de criterios o requisitos de acceso y condiciones tan exigentes que, en el fondo, no exista la posibilidad real de adscribir a esta excepción o de seleccionar. Algunos requisitos son imposibles, como ocurre con la propuesta de la mesa, que incluye, por ejemplo, diagramas de Venn en los que las condiciones se vuelven tan estrictas que el colegio resultante es prácticamente imaginario. Y otros criterios, como las notas o el ranking previo de los estudiantes, pueden quedar sesgados; en el fondo, una selección implícita impone criterios que hacen casi imposible ingresar, mientras que una exclusión implícita relegaría la selección a algo irrelevante, ya que podríamos tener 11.000 u 8.000 estudiantes en el primer ranking de su curso —o incluso 16.000 si consideramos todos los cursos— sin que ello signifique algo en rigor, pero que puede dañar la percepción del proceso y hacerlo poco atractivo para el establecimiento.
No se debe crear una condición simplemente para decir que se hizo algo, cuando en la práctica esa medida no es viable. Me parece que esta es la oportunidad de hacer cambios que realmente muevan la aguja.
La siguiente, Carol, por favor. Voy a hablar de eso más adelante, aunque parece que me falta una intervención anterior. Esto es conocido por todos: se refiere a los liceos que cumplen y postulan, y que cumplen con las condiciones que establece la ley de inclusión vigente para seleccionar al 30%.
Cuatro liceos. Esto es muy importante respecto a la idea de la selección de la exclusión implícita. Cuando se discutió esto en el Senado, en la ley de inclusión, se creyó o se estimó que las condiciones que se ponen en el artículo eran suficientes para resguardar que estos proyectos fueran, digamos, no universales, es decir, que no todo el mundo iba a entrar o que todos los colegios pudieran acceder a la selección. Pero es una exageración que hoy solo hayan cuatro liceos que cumplan esta condición para seleccionar el 30%. Eso me parece que no debemos replicarlo; si se hace una excepción, ésta debe ser una forma de acceso en la que, si se imponen requisitos —que yo creo no debieran estar—, dichos requisitos permitan que tenga algún impacto. Curiosamente, una de las contradicciones vitales de la mesa es que, mientras dice “ojalá tuviéramos uno por región y unos poquitos más”, al mismo tiempo pone condiciones aún más restrictivas que las de la excepción de la ley de inclusión, agregando otras más. Entonces, la verdad es que mantenernos en este diseño de la excepción de la ley de inclusión va a hacer que ustedes pierdan el tiempo, porque en realidad para esto no tiene ningún objetivo.
Gracias. Algunas propuestas que pienso pueden ayudar a la discusión, dentro de lo que uno sabe que este proyecto va a sufrir modificaciones —es como para mandar ideas— son las siguientes: Considero importante, en el diseño de la excepción para la selección académica, integrar un modelo universal u abierto a todos los colegios que quieran reservar hasta un 30% de las vacantes para selección propia, previo al SAE, es decir, fuera del SAE pero dentro de la Ley General de Educación. ¿Cuál es la idea que está detrás de esto? Si antes teníamos un extremo en el que los establecimientos elegían sin contrapeso, ahora tenemos el SAE o los padres que eligen sin contrapeso, y cuando hay sobredemanda se opera una regla. ¿Cómo podemos buscar un terreno intermedio que no sea exclusivo para la selección académica? Esto se relaciona con la pregunta de fondo que formularé al final, respecto a cuál es la autonomía del colegio para utilizar la selección como herramienta propia de su proyecto educativo. Por lo tanto, si se le diera a la regla general la posibilidad —no la obligación— de reservar cupos para un proceso de admisión previo que no fuera discriminatorio y que siguiera las reglas de la ley, y que el 70% de los cupos fueran asignados por el SAE, creo que llegaríamos a un equilibrio razonable.
Lo segundo me parece importante porque de ello se deriva la discusión que, normalmente, culpa al SAE de aspectos que no le corresponden, como la falta de cupos de calidad. Yo creo que existe la posibilidad de recalibrar el sistema rápidamente, ya que el problema no es tan grande. Buscaría una forma en que se pueda omitir la permisología asociada a la demanda insatisfecha cuando hay un colegio de buen desempeño —lo cual se puede definir de muchas maneras, pues tenemos herramientas para ello— y, en situaciones de alta demanda, abrir cupos. ¿Qué quiero decir? Si un colegio en una ciudad tiene una lista de espera de 1.500 estudiantes cada año, pero para abrir cupos existen limitaciones, es absurdo. ¿Por qué no decir que, si hay sobredemanda, se pueden abrir cupos? Evitemos los diálogos y, al final de la exposición, lo comentaremos. Es absurdo, pues esa subvención, que evidentemente está relacionada con el R.O., estará en otra parte también. No es un diálogo, entiendo, presidente. Así es, continúe, Daniel.
Ok, a mí me parece que esa restricción absurda es una manera —perdón, es de alguna manera— de limitar el crecimiento de los colegios particulares subvencionados. Dialoguemos al respecto. Y, lo tercero, algo que se repite en varias intervenciones: asegurar la continuidad en colegios que, en el fondo, forman parte del mismo proyecto pero tienen distintos RBD es un problema meramente administrativo. En relación con el tema de los hermanos, creo que se puede llegar a un acuerdo. Esta es la última intervención, Presidente.
Y aquí yo quiero hacer un llamado, porque entiendo que esta moción es una invitación a conversar, es una invitación a abrir un tema, al igual que lo es el acuerdo de la Ley de Presupuesto. Y yo creo que la pregunta de fondo que nos tenemos que hacer es, para la sociedad chilena, cuál es el espacio legítimo de selección en el desarrollo de un proyecto educativo. Creo que moverse en los extremos como estamos hoy día no es la mejor alternativa. Y, para esto, tenemos una enseñanza importante: si no hubiese sido por buenos oficios, el SAE habría estado sin financiamiento este año. Ese es el nivel de riesgo que tiene esto; ese riesgo ocurre por la tozudez de quienes defienden el SAE tal como está, sin mover una letra. Hay que recordar que varios proyectos se han presentado para modificar el SAE e incluso se rechazó la idea de legislar. Bueno, esa a su vez tiene un tope, que es la mayoría en el Congreso. Estuvimos a punto de quedarnos sin sistema de admisión, lo que habría sido un desastre, y todavía ese desastre no está solucionado, porque parte del sistema aún se encuentra suspendido. Creo que hacerse esta pregunta y responderla de manera distinta a cómo está respondida hoy en día en las legislaciones clave es fundamental, porque, de lo contrario, nos podemos encontrar con una muralla en forma de suspensión de financiamiento, o con una ley de reajuste y otras medidas que no son la forma de legislar seriamente sobre todo en temas tan sumamente complejos como este. Muchas gracias, presidente. Gracias, Acción Educal.
Hacemos tiros las preguntas y ahí le damos la palabra a nuestra próxima interviniente. Senador Castro: No, yo tengo una consulta, que es… Hay un tema sobre el cual aún no tengo una definición clara, que tiene que ver con la segregación territorial. En la exposición se menciona este aspecto como un elemento de discriminación, pero tengo también los testimonios de personas que dicen: “Yo, que vivo en este barrio, obtendría muchos más beneficios si mi hijo pudiera estudiar en un establecimiento que está a tres cuadras de mi casa, en lugar de tener que optar por otro, pues no tengo cupo.” Por otro lado, está el derecho a la libertad que tiene un estudiante de decir: “Yo prefiero cruzar”. En mi caso, me pasa en la región de Ñuble, con el Liceo San Nicolás, donde hay gente que vive en Chillán, se traslada 25 kilómetros hasta el liceo todos los días y dice: “Yo quiero estudiar en ese establecimiento porque cumple los objetivos que yo quiero como estudiante”. Entonces, no tengo claridad en qué es lo que debiese ponderarse de mejor manera. Ahí, Daniel, ¿se nos podría profundizar un poco más en esa línea?
Senador Castro: Sí, Senador Kass, siempre puedo opinar más de una vez, ministro. Aquí tenemos diferencias, pero también tenemos respeto, a pesar de que pensamos distinto en algunas materias. No hay problema. Gracias, presidente.
Primero, quiero decir que comparto la idea de que tiene que haber más flexibilidad. Lo mencioné cuando la comisión presentó su informe; yo soy partidario del sistema mixto. Creo que el SAE tiene elementos positivos, por supuesto que sí. De hecho, yo mismo, en su momento, a pesar de haber estado en contra de muchas de las políticas implementadas por Michelle Bachelet –y creo que una de las más desastrosas fue que mataron a los liceos emblemáticos–, se pasearon por Chile diciendo que querían una educación de calidad y terminaron matando a los liceos emblemáticos.
Realmente, eliminando a la selección, que hoy día, paradójicamente, pocos años después todos están de acuerdo en que es una buena idea revivirlo, pero el daño que le generaron a miles de estudiantes y a las instituciones —que eran el faro de la educación pública— es una vergüenza. Malas políticas públicas: voté en concha, con fuerza, lo denuncié. Además, en ese minuto yo era diputado por Santiago Centro y me encontraba apoderado, completamente indignado, y también se encontraba la alcaldesa, recuerdo, Carolina Tohá, quien hoy es candidata presidencial, a quien le tengo estima y respeto, y con quien me ha tocado trabajar en materia de seguridad. Sin embargo, en ese mismo instante, como alcaldesa, proponía que se pudiera votar dentro de los establecimientos educacionales para decidir si se paralizaba o no la educación en caso de paros, legitimando de esa forma las paralizaciones y vulnerando el derecho básico de cada niño a ir al colegio, por una votación de una mayoría circunstancial.
Por otro lado, dentro de las reformas que encontraba con sentido, estaba la de avanzar hacia un sistema de admisión con menos discriminación y de facilitar el proceso. Por ello, valoro la presentación que nos hacen desde Acción Educal, ya que la primera propuesta que presentan es modificar la regla general para que tengamos vacantes hasta un 30%, lo que me parece más que razonable. Mi primera reacción es compartir esta visión —lo expresé anteriormente y lo continúo sosteniendo—. Si el Ejecutivo está dispuesto a moverse en esta dirección, estaré encantado de llegar a un acuerdo, aunque, según lo que me han comentado mis asesores en la mesa técnica, probablemente no lo logremos. Por ello, defenderé esa mixtura, que tiene la virtud de acercar a los establecimientos educacionales y de preparar el proceso educativo para enfrentar distintas dimensiones.
Además, si soy sostenedor de un colegio, ¿por qué se me impondría todo el proceso? ¿Por qué, en lugar de premiar al emprendedor o a la emprendedora que es sostenedor y se dedica al mundo de la educación, no se le otorga cierta facultad para admitir a las personas que estime que valen la pena en su proceso educativo? ¿Por qué tiene que ser el Estado quien decida todo? Yo no comparto esa idea. De hecho, valoro el primer punto, aunque se pretenda ir más lejos al plantear un reparto 50-50 cuando, en realidad, proponen un 30%.
Asimismo, encuentro que el segundo punto es igual o incluso más relevante, ya que la Comisión ha señalado en diversas ocasiones que uno de los grandes problemas es la oferta de colegios de calidad. Cuando desde Acción Educal nos proponen facilitar que esos colegios de alta calidad puedan expandir sus ofertas, se insiste en que deben pasar por una determinada premisa, lo cual me resulta cuestionable. Si se pretendiera que existieran muchos colegios buenos y se facilitase su creación –mientras que, en cambio, se procediera a cerrar colegios malos– resulta insólito que nosotros exijamos a la apertura de un banco, una entidad financiera, respaldo de más de 20 millones de dólares, pues somos extremadamente rigurosos en temas financieros, pero permitamos que se abra un colegio sin tales exigencias.
Estamos en un mundo completamente al revés. Deberíamos ser súper estrictos: un colegio de mala calidad debería recibir una “tarjeta amarilla”, y si al año siguiente persiste en su deficiente desempeño, debería cerrarse, ya que el daño que se le genera a un niño o a una niña al recibir una educación deficiente es estructural y repercute en toda su vida. Debiéramos ser draconianos y muy exigentes con los colegios de mala calidad. Recuerdo que, cuando era diputado por Santiago, en una audiencia se presentaron unos profesores muy bien intencionados —dos amigos que sostenían un colegio pequeño, de apenas 60 alumnos, completamente quebrado— y, siendo liberal y creyendo en la libertad, no pude permitir que, a pesar de las buenas intenciones, se mantuviera un colegio con tan escasos estándares y mal evaluado en todas las instancias.
Si retrocediera en el tiempo, diría que este tema, el punto 2, requiere un análisis profundo. Le preguntaría al ministro: ¿por qué, para él, no es una buena idea, si la Comisión nos señala que es fundamental contar con colegios de buena calidad que puedan ampliar su matrícula y abrir sin trabas, mientras que a los colegios de mala calidad se les imponen restricciones? Esa es, en definitiva, la cuestión que aún falta resolver.
Hay alguna propuesta también de ser un poquito más duro con los colegios de mala calidad, sean públicos, estatales, obligados, municipales o SLEP. Pero, en el fondo, pareciera que nos hemos acostumbrado a la mediocridad en el sistema educacional, y lo que tenemos que hacer es zanahoria para el que lo hace bien y garrote para el que lo hace mal. Es la única forma de que esto mejore.
Gracias, Senador.
Ministro.
A ver, la verdad es que no quería opinar frente a este tema, porque es tan complejo. En el fondo, uno puede decir: todos queremos colegios de buena calidad, pero la realidad de las comunas es que son todas diferentes. Tenemos barrios que, lamentablemente, son colegios que no son de buena calidad y que nunca lo serán; y existen sectores en que los niños cruzan la ciudad completa, incluso conozco casos en que los estudiantes van de una comuna a otra, ¿por qué? Porque el colegio les ofrece mejores condiciones y tiene mejor preparación para los alumnos.
Entonces, es un tema realmente complejo que asumo, y es algo que hay que analizar en el proyecto. La verdad es que estoy recién integrando esta comisión, y observo que tiene mucho que ver con las facultades que dispongan los directores. Porque, en el fondo, si el director no tiene la capacidad para establecer ciertas exigencias o para elegir a sus profesores, difícilmente vamos a tener colegios de buena calidad. Y el gran problema que tenemos en Chile es ese: los directores carecen de facultades, y los profesores malos nadie los echa.
Así que, creo que hay que dar una vuelta. Tengo que estudiar un poco más todo este proyecto de ley, pues me estoy integrando, pero tengo muy claro que necesitamos que los colegios también tengan la posibilidad de seleccionar a algunos alumnos. El porcentaje exacto no lo tengo tan claro; desconozco si en otros países se maneja un esquema 50-50, pero debe haber una pequeña selección. Quizás no en todos los colegios, porque hay aquellos ubicados en poblaciones sin posibilidades de mejorar, por diversas razones, como profesores que no desean trabajar en esos establecimientos o incluso directores de los DAEN que, en ciertos casos, castigan al profesor menos capacitado, lo que causa un daño tremendo a los sectores que también necesitan calidad educativa, independientemente de la condición de su población.
Por eso, es un tema muy complejo y difícil de solucionar en esta comisión, en la cual hemos estado conversando por una hora y media. Hay que darle una vuelta, pero tenemos que tratar de sacar un proyecto que realmente beneficie a toda la sociedad.
Presidente.
Gracias, Senador Castro.
Ministro.
Gracias, Presidente.
(Pueden dar paso a la señora).
Saludo a los senadores y a Daniel también, a quienes nos acompañan.
Primero, creo que es una presentación muy interesante que aborda numerosos temas en los que, a diferencia de lo que sostiene el Senador Castro por su intermedio, Presidente, hay más convergencias que disensos. También es importante aproximarnos a la conversación desde perspectivas que reflejen con precisión la realidad y el funcionamiento del sistema, y no solo desde pasiones o ideas preconcebidas. Lo digo a propósito de algo que mencionó mi propio Daniel, como ejemplo: al SAE se le responsabiliza de muchas cosas de las que en realidad no es responsable. Cuando hay falta de oferta educativa de calidad, no es responsabilidad del SAE. Cuando hay falta de oferta educativa porque la demanda supera la oferta, más allá de la calidad, tampoco es un problema del SAE, sino simplemente del mensajero que trae un mensaje incómodo de escuchar. De hecho, en la antigüedad los mensajeros estaban protegidos divinamente y era un gran pecado atacarlos.
En este caso, el SAE se ha utilizado para abordar el gran problema que presenta nuestro sistema educativo, intentando impulsar un sistema de admisión que, según la mayoría de los expertos, es eficiente y cumple su propósito, aunque evidentemente tiene espacios de mejora. Por otra parte, coincido en que es fundamental evaluar muy bien el factor territorial en el diseño. Chile, lamentablemente, no es Finlandia; y con esto no me refiero a que tengamos el mismo sistema educativo, sino a que enfrentamos una desigualdad territorial brutal en comparación con países que son tremendamente homogéneos en términos de equidad territorial. Por lo tanto, si circunscribimos las opciones educativas a determinados territorios, ya sean comunas, distritos, provincias o cualquier otro ámbito, debemos tenerlo en cuenta.
Lamentablemente, lo que vamos a hacer es profundizar aún más esa inequidad territorial. Yo creo que también tenemos que precaver el devolvernos tanto que volvamos a los orígenes de la discusión que origina esta reforma, a la que a algunos no les gusta tanto. Yo creo que eso es legítimo, si estamos en democracia, pero tenemos que precaver volver al inicio. Una de las grandes consignas que tenía el movimiento en su minuto era: “Dime dónde estoy y te diré qué vas a hacer”, es decir, ese era el nivel de condicionamiento que implicaba saber dónde se iba a estudiar en relación con la trayectoria futura.
Entonces, yo creo que esto es algo que hay que monitorear bien, presidente, a propósito de las dudas que presenta, porque efectivamente me parece que esto podría establecer guetos de posibilidades de desarrollo académico muy relevantes y hay que precaverlo en ese sentido.
Por otro lado, y de hecho, si usted se fija, presidente, las comunas o los colegios que tienen más sobredemanda son precisamente aquellos que están fuera de los contextos de las horas periféricas de las comunas principales o de las comunas que tienen oferta educativa atractiva. Y es más, en muchos territorios periféricos a las zonas urbanas, lo que ocurre es que tenemos un efecto embudo. Es decir, hay una oferta educativa básica que es superior a la capacidad del sistema para absorber la demanda por educación media. No es casual que la gran presión, la gran demanda por cupos, se presente en primero medio, que es el tránsito entre la enseñanza básica y la media; y también se observa en pre-kínder y kínder, que es el tránsito de la educación parvularia a la educación escolar.
Por otro lado, yo creo que el ranking de notas, precisamente por los mismos contextos territoriales de los que estábamos hablando, es una buena herramienta para permitirnos discriminar cuando hay excelencia académica para optar a un establecimiento educacional con ese sello. Considerar otras variables, como por ejemplo exámenes, implicaría volver a poner en el centro el capital cultural de origen, o sea, la capacidad que tiene el estudiante —o, más bien, las condiciones que ha tenido al provenir de una familia con acceso a la cultura, a libros y a una serie de elementos que le permiten diferenciarse rápidamente del que no lo tiene—, profundizando la desigualdad social.
Es una larga discusión teórica que se ha dado en el marco del debate educativo, pero yo creo que hay que analizarlo más detenidamente. Efectivamente, consideramos que el ranking de notas permite compensar de alguna manera esa desigualdad, porque lo que se busca son buenas trayectorias. Un estudiante que proviene de un establecimiento vulnerable, con alta concentración de vulnerabilidad, pero que tiene buenas notas, demuestra consistencia en su desempeño y un interés real en su rendimiento académico. Esto está ampliamente estudiado, por ejemplo, en el caso de la educación superior, con el PASE y con otras herramientas de acceso inclusivo o equitativo que han mostrado buenos resultados. De hecho, predicen mejor la trayectoria académica de aquellos estudiantes que han ingresado mediante esas herramientas de selección.
Yo creo que es algo que debemos analizar más profundamente, pero no descarto el hecho de que incorporar otras variables para determinar el mérito de un estudiante podría generar discriminaciones que no son deseables en el marco de lo que se busca. Esto, sin embargo, no significa que no tengamos oferta educativa de excelencia o que no exista algún tipo de selección basada en la excelencia. Si se abre la excelencia como una opción del sistema, es obvio que debe hacerse considerando determinadas características de los establecimientos que serán reconocidos como de excelencia, porque si todos son de excelencia, ninguno lo es y, por tanto, la medida se vuelve estéril.
La gran discusión que se ha instalado —y que no viene precisamente de nuestro sector— es la forma en que se ha expresado el deterioro de los liceos emblemáticos. Me parece, por lo que señaló recientemente el senador Kast, por intermedio del presidente, que se preguntó: ¿cómo se destruyeron los liceos emblemáticos? Primero, yo creo que es un error atribuirlo al SAE. El deterioro de los liceos emblemáticos, su capacidad de atraer talento y de retenerlo, ocurre mucho antes de que existiera el SAE. Es más, recordemos que, en la implementación del sistema de admisión escolar, los últimos en ingresar fueron los establecimientos emblemáticos y, a esta fecha, ningún establecimiento nacional —por ejemplo— ha promovido ninguna generación que haya ingresado mediante el SAE. Por lo tanto, no es real que el deterioro de los liceos emblemáticos tenga que ver con el SAE o con la incorporación de la selección, sino con otros factores. Además, lo he señalado públicamente: asigno un valor importante a la incapacidad que han tenido las sucesivas administraciones municipales y el propio Ministerio de Educación para controlar los episodios de violencia extrema.
Que se han vivido en esos lugares y la inseguridad que se ha vivido en esos lugares. Ministro, ¿te puedo contar...? Sí, sí. Pero es importante esto porque, efectivamente, tenemos que caracterizar cuáles van a ser los establecimientos de alta calidad o enfocados a la alta calidad, ya que no puede ser el sello distintivo de todo el sistema el ser de excelencia, porque eso no es real, digamos. Simplemente, va a ser una forma de eludir el principio general detrás de la admisión con un foco de inclusión. Y esto, obviamente, lo tenemos que mirar mucho más allá de los cuatro establecimientos educacionales que nos mostró Daniel. Yo también considero que eso es ridículo, pero eso no significa que los 11.000 establecimientos educacionales del país sean de excelencia. O sea, creo que no nos podemos ir de banda, y en eso tenemos que tener la precaución de establecer ciertos requisitos que caractericen efectivamente quién es de excelencia y quién no, donde podrán haber liceos históricos y algunos en Bicentenario, porque algunos sí tienen trayectorias destacadas. De hecho, el único dato que les quiero dar ahora es que cerca de 70, un poco más de 70, establecimientos bicentenarios tienen desempeño alto consecutivamente en más de un período. Uno podría pensar que esos establecimientos deberían ser parte de esta red de liceos de alta exigencia, entre otros.
Por último, para terminar, algo importante: yo creo que no es bueno aproximarse a esto desde la lógica del emprendedor que tiene el derecho de aceptar a su cliente en el establecimiento. Es decir, vuelvo a las premisas que hemos logrado construir como consenso, que no es bueno retroceder hasta el punto de distorsionar, desde un punto de vista ideológico, esta conversación. Me parece que lo que tenemos frente a nosotros es la garantía del derecho a la educación, no la garantía del derecho a emprender en educación, lo cual nos devuelve de manera incorrecta a por lo menos una década atrás, en la que la polarización del debate sería aún mayor, sino que es, más bien, la corrección de un sistema que tiene la posibilidad de desarrollarse en una dirección distinta. Y sobre eso, yo también creo que hay que despejar la opinión, atribuyéndola al desconocimiento. Por eso nuestra reacción. Porque nosotros no estamos en contra de que se amplíe la oferta educativa, más aún la oferta de calidad. Es más, estamos discutiendo otro proyecto que va en esa dirección y que tiene ese propósito. No este, me refiero, no este proyecto.
Pero cuando se plantea el tema de la permisología, yo creo que hay que tener mucho cuidado, porque existen reglas y condiciones que el Estado de Chile se ha establecido con el tiempo a letra para asegurar que la oferta educativa sea de calidad; es decir, que no se limite a la infraestructura, sino que también se refiera al proyecto educativo de calidad, contando con los recursos suficientes para que el proyecto no colapse sobre sí mismo, como lamentablemente hemos visto de manera reiterada. Y el gran problema que tenemos hoy en día es que, en algunos casos, los requisitos son muy elevados para que un proyecto nuevo pueda surgir. Que los proyectos nuevos puedan surgir —y eso es lo que queremos habilitar en el otro proyecto que estamos discutiendo— no significa que un proyecto nuevo sea, per se, un proyecto de calidad. No hay ninguna evidencia que respalde esa idea. Por lo tanto, yo creo que, más bien, el esfuerzo tiene que ver con cómo permitimos que los proyectos nuevos, públicos o particulares, puedan surgir. Pero, con el tiempo, tendrán que ser capaces de demostrar que tienen la capacidad de ser de excelencia y, a partir de eso, incorporarse a ciertos regímenes de excepcionalidad; no podemos pensar que, de entrada, esos establecimientos vayan a tener excepciones, porque simplemente son proyectos nuevos que no han demostrado nada.
Y, efectivamente, quiero destacarlo y también que quede presente para las personas que nos están viendo, que estamos discutiendo otro proyecto de ley que tiene relación con la apertura en zonas de falta de oferta y otras características respecto a la flexibilidad para la apertura de proyectos educativos. Eso es preciso. Gracias, ministro.
Daniel, dos minutos para finalizar. Aquí es una injusticia. Bueno, efectivamente, agradecer por ser mi presidente las consultas. El problema respecto a la territorialidad, concuerdo 100% con el ministro. Uno puede opinar que la segregación es un hecho, que puede profundizarse o no, pero en nuestro caso, el de Chile, es tan alta que afecta el derecho a elegir. Y entonces, si la profundizamos o la cristalizamos con la idea del territorio de la cercanía, creo que no vamos en la dirección correcta y tendremos que enfrentar ese problema. Yo creo que, si no lo resolvemos de manera adecuada, puede haber algo peor. En el fondo, no quiero pensar en las consecuencias, pero creo que es algo que hay que abordar. La salida a ese problema, creo, tiene que ver con la radicalidad del SAE, porque, por eso, mi propuesta —o nuestra propuesta— es del 30%, a criterio del establecimiento.