Cámara de Diputados Emergencia, Desastres y Bomberos

Cámara de Diputados - Emergencia, Desastres y Bomberos - 15 de abril de 2025

15 de abril de 2025
21:30
Duración: 2h 41m

Contexto de la sesión

1. Iniciar la discusión particular y votar hasta total despacho los siguientes proyectos de ley, refundidos: el que establece la obligación de contar con detectores de humo y alarmas de incendio, en el diseño de obras de urbanización y edificación de viviendas nuevas, correspondiente al boletín N° 14.526-14; el que modifica la Ley General de Urbanismo y Construcciones, y otros cuerpos legales, para exigir la instalación de detectores de humo en viviendas nuevas y otras edificaciones que indica, correspondiente al boletín N° 16.919-14 y el que modifica la Ley General de Urbanismo y Construcciones para exigir la instalación de detectores de gas y sistemas de alarma en viviendas habitadas por personas mayores, correspondiente al boletín N° 17.290-14, en primer trámite constitucional y reglamentario. - Autores de las mociones. 2. Continuar la discusión general del proyecto de ley, iniciado en moción, que sanciona la imprudencia de excursionistas que generen operaciones de rescate, correspondiente al boletín N° 17.347-22, en primer trámite constitucional y reglamentario. - Presidente Nacional de la Junta Nacional de Cuerpos de Bomberos de Chile, señor Juan Carlos Field Bravo o quien designe. - Director Nacional del Cuerpo de Socorro Andino de Chile, señor Felipe Silva Riquelme o quien designe.

Vista pública limitada

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25:00
Gracias. Entonces, el acta de la sesión 85 se da por aprobada por no haber sido objeto de observaciones y el acta de la sesión 86 queda a disposición de las señoras y señores diputados. La señora Secretaria nos da cuenta de las cuentas. Gracias, presidenta. Se han recibido los siguientes documentos: indicaciones de la diputada Marcela Riquelme y del diputado Cristian Araya para los proyectos de ley refundidos que modifican distintos cuerpos legales para exigir la instalación de detectores de humo en viviendas nuevas y otras que indica – boletines N° 16.919-14, 14.526-14 y 17.290-14 – y una nota del jefe de la bancada Unión Demócrata Independiente, por el cual se informa que el diputado Cristóbal Martínez reemplazará al diputado Sergio Bobadilla en la sesión de hoy. Toda la cuenta. Muchas gracias. ¿Se ofrece la palabra sobre la cuenta? ¿Qué tiene? ¿Qué? ¿Sí? Aprovechamos de dar la bienvenida al representante de la Junta Nacional del Cuerpo de Bomberos, el abogado asesor jurídico Fernando Recio. Muy bien, entonces vamos a alterar el orden para escuchar a nuestros invitados. A propósito del punto 2, continuamos con la discusión general del proyecto de ley, iniciado en moción, que sanciona la imprudencia de excursionistas que generen operaciones de rescate, correspondiente al boletín N° 17.347-22 en primer trámite constitucional y reglamentario. Para estos efectos, asiste nuevamente en representación de la Junta Nacional el abogado Fernando Recio; también el líder de rescate agreste de Bomberos de Chile, señor Nicolás Oliver Coscoya; y el punto focal operativo nacional, don Diego Carueso Galindo, quien no pudo asistir. Entonces, el director nacional del Cuerpo de Socorro Andino, señor Felipe Silva Riquelme, junto con su director, don Claudio Prieto Mallea, se suman a la discusión. Muy bienvenidos y vamos a escuchar, partiendo en el mismo orden que lo señalé. Entonces, don Nicolás Oliver, su micrófono, por favor. Ahí sí, gracias, presidenta. Primero, para poder hablar sobre rescate, debemos definir qué es un ARI.
30:00
Este es un sector primordialmente inhabitado, en el que hay poca intervención humana y se caracteriza por el difícil acceso a las potenciales víctimas lesionadas y, por cierto, a la evacuación de dichas víctimas que pudiéramos encontrar en ese lugar. Algo extremadamente importante para todos los primeros respondedores que atendemos este tipo de emergencias es que contamos con recursos extremadamente limitados para operar, no en cuanto a la cantidad de recursos que utilizamos para desarrollar la emergencia, sino en términos de capacidad operativa. Es muy importante, sobre todo por la forma en que está construido nuestro país, destacar que se incluyen también los lugares de interfaz urbano-rural, es decir, todas aquellas áreas –incluidos parques, cerros y zonas costeras– en las que la ciudad se pone en contacto con el entorno rural. El Sistema Nacional de Operaciones ya lleva trabajando más de 10 años en rescates agrestes, lo que responde a una problemática a nivel país: antes de la pandemia, y especialmente después de ésta, se registró un aumento sostenido de rescates tanto en las grandes urbes como en zonas rurales o en comunidades más pequeñas. Esto va asociado al incremento de las actividades en zonas naturales o al aire libre, y cuando empezamos a analizar lo ocurrido en el resto del mundo hace más de 10 años, nos dimos cuenta de que todas las publicaciones afirmaban que, mientras mayor era la cantidad de personas realizando actividades en medios naturales, mayor sería el número de rescates y emergencias médicas en estas regiones. Existe una clara asociación, definida en la literatura, entre el mayor número de visitas a parques y zonas naturales y el incremento en las labores de búsqueda, rescate y atención médica en estos entornos. Pido disculpas, pero la literatura en Chile y en Latinoamérica es muy limitada, y en general, la mayoría de las referencias provienen de países nórdicos o anglosajones. Este es un fenómeno global, no exclusivo de Chile. Hay múltiples beneficios en torno al desarrollo de actividades en zonas naturales, entre ellos, beneficios claros para la salud física y mental de sus participantes. Esto mismo ha hecho que el grupo de personas que participa en actividades en áreas naturales sea extremadamente heterogéneo, al igual que las actividades que se desarrollan. Hace 25 o 30 años, cuando se hablaba de rescates en montaña o en medios naturales, se pensaba en personas extremadamente capacitadas, que ascendían volcanes, practicaban esquí, montañismo o senderismo; hoy en día, muchas personas se adentran en la naturaleza sin necesariamente contar con una preparación adecuada, aprovechando el abanico casi infinito de posibilidades deportivas o recreativas que ofrece Chile. En Estados Unidos, la información respecto a este tipo de emergencias y actividades es gigantesca. Un estudio publicado hace apenas unas semanas demostró que, en el año 2023-2024, 168 millones de norteamericanos participaron en actividades outdoor, lo que representó el 55% de la población del país. El mercado mostró un crecimiento del 4.8% del PIB, superando el 1.9% estimado para la economía norteamericana, es decir, el crecimiento de esta actividad económica supera el crecimiento global del PIB de los distintos países. Además, el estudio, realizado en el estado de Texas, evidenció que, de 84 millones de visitas a distintos parques, se registraron tasas de lesiones de 5.2 por cada 100.000 habitantes –un total neto de 4.882 lesiones– y una tasa de mortalidad del 0.15, lo que se tradujo en 124 muertes en un periodo de menos de 8 años de seguimiento. ¿Cuál es el problema que tenemos en Chile? Es que no contamos con una estadística real de emergencias, ya que la información se obtiene de manera aislada por instituciones, regiones o agrupaciones. Esto se debe a que el abanico de primeros respondedores con el que contamos es bastante amplio, e incluye al Grupo de Operaciones Policiales Especiales, las parmes del Ejército, bomberos, Socorro Andino, instituciones como el Grem y distintas ONGs de rescate presentes a lo largo de nuestro país.
35:00
Se ha ido sumando en los últimos cinco a diez años la participación de parques privados que ofrecen este tipo de servicios al público, contando con sus propios grupos de rescate o sus propias formas de evacuar potenciales lesionados. Esto es importante porque, si bien es difícil sacar conclusiones o establecer patrones a nivel nacional, todas las instituciones que participan en este tipo de emergencias coinciden en que el rescate va en aumento. Las operaciones de búsqueda y rescate en áreas naturales son cada vez más frecuentes y se presentan dos tipos de potenciales víctimas muy distintas. Por un lado, están las búsquedas y rescates propiamente dichos, que comprenden el manejo de accidentados y de condiciones médicas descompensadas en áreas naturales. Aunque existen datos sobre las visitas, la información global es limitada, ya que se debe a que conviven parques estatales, áreas privadas y sectores agrestes no controlados, que abarcan la vasta extensión de nuestro país. La estadística disponible, reflejada en el gráfico a la derecha, muestra que dentro de las áreas silvestres protegidas por el Estado, solo en el año 2024 se registraron casi 2.600.000 visitas. Si se extrapola esto a la estadística internacional, se evidencia que, en ese grupo, hay potenciales accidentados y víctimas con condiciones médicas descompensadas en zonas naturales. El gráfico indica un aumento entre los años 2017 y 2019, interrumpido por la pandemia, pero la tendencia postpandemia señala que los ingresos a estos parques continúan aumentando año a año. A estas 2.600.000 personas hay que sumar todas las demás actividades en áreas naturales, en lugares no controlados por el Estado o en zonas sin ningún tipo de control, lo que resulta un escenario más teórico. El mercado a nivel nacional tiene un crecimiento estimado del 5,4% entre 2025 y 2029, comparándose con lo que ocurre en Estados Unidos, donde la tasa de crecimiento es incluso mayor. Existen dos grandes tipos de emergencias en lo que respecta a rescates agrestes. El primero corresponde a las búsquedas de víctimas sin paradero conocido y, dentro de este grupo, la modalidad más frecuente está asociada a actividades deportivas, que incluyen senderismo, ciclismo, montañismo, actividades en motocicleta y otras prácticas que varían según la geografía del país. Además, se presentan fenómenos naturales, lo que ha llevado al Sistema Nacional de Operaciones a movilizar recursos de distintas regiones de Chile para dar cobertura ante aluviones, remociones en masa y búsquedas de personas desaparecidas. También se ha incrementado la búsqueda de personas con necesidades especiales, situación que motivó la creación de los protocolos en rescate de agrestes en Bomberos de Chile, destinados a atender a personas con dificultades de deambulación, de comunicación o con problemas cognitivos que se desorientan en entornos naturales, requiriendo a menudo búsquedas que se extienden por dos, tres o cuatro días con resultados no óptimos. El segundo tipo de rescate corresponde a los lesionados o víctimas con paradero conocido. Estas son, básicamente, personas que pierden la capacidad de desplazarse, ya sea por una condición traumática o, con mayor frecuencia en el país, por condiciones médicas descompensadas derivadas de patologías previas, tales como epilepsia, infartos, asma o reacciones alérgicas ocurridas en la naturaleza. Estas son solo algunas estadísticas del Sistema Nacional de Operaciones, en el que se ha coordinado el despacho de equipos de distintas regiones de Chile para apoyar a los cuerpos de bomberos locales. Se han llevado a cabo operaciones de búsqueda de menores desaparecidos en Arica, de personas desaparecidas en Cochamó (San Fabián Dalico en el Observatorio de La Silla), donde se mantuvo un despliegue durante casi un mes, y se han registrado solicitudes de búsqueda que involucraron a bomberos de la Séptima Región, la Región Metropolitana y la Quinta Región, además de solicitudes de apoyo por parte de la Fiscalía ante presuntas desgracias.
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Gladia: En total de movilizaciones, ya solamente lo que llevamos de este año, llevamos cuatro movilizaciones como sistema, perdón, cinco. A esto, además, tenemos que sumar todas las movilizaciones locales de cada uno de los cuerpos de bomberos que atienden este tipo de emergencia, que son la gran mayoría. Ahora, ¿cuáles son las características de este rescate agresto? En primer lugar, es que el tiempo acá es un factor determinante y existen millones de causas por las cuales estos rescates, estas emergencias, se demoran en activarse. La primera es el desconocimiento de las instituciones que participan, y la segunda, me atrevería a decir, es la falta de controles de acceso. Hoy día, la familia, los amigos y las instituciones nos demoramos mucho en saber que una persona que está en un entorno natural tuvo un problema o requiere un socorro o apoyo. El mejor ejemplo es el montañista: el escalador que sale a hacer una travesía de dos o tres días y, al tercer día, no llega. Doce horas después se activa la emergencia y recién nos enteramos, uno, dos o tres días después de que ocurrió el accidente, que no llegó a la hora pactada con los familiares o amigos en el punto de encuentro. Muchas veces el resultado no es tan óptimo porque no hubo un control en esa zona, no existió un acceso adecuado. Y eso es porque, la verdad, tenemos un cordón montañoso que se extiende desde Arica a Puerto Williams, y la gente hoy día puede ingresar a las distintas cordilleras sin una notificación precisa de los paraderos. En segundo lugar, existe una gran área de búsqueda. Cuando se informa que hay una persona desaparecida, muchas veces se da un punto de referencia y no necesariamente una coordenada exacta de ubicación, por lo que se deben desplegar todos estos recursos con diversos actores para generar un patrón de búsqueda de la víctima. Y, finalmente, y no en menor medida, las extracciones son complejas. Este no es un carro de bomberos, ni policial, ni un vehículo de primeros socorros que llega, despliega al personal y en 10 minutos lo atiende, lo sube a una ambulancia y resuelve el problema. Muchas veces es necesario caminar cinco o seis horas o, en el caso de las operaciones de rescate en montaña, puede demorarse entre un día y un día y medio para llegar a una víctima, estabilizarla, esperar a que las condiciones climáticas mejoren —como muchas veces ocurre con el GOPE— y luego solicitar una evacuación aeromédica para realizar la extracción. Esto ocurre porque, la verdad, nos exponemos a entornos geográficos muy diversos; las condiciones ambientales son variadas y extremas. Todo ello implica un gasto y un uso de recursos tremendamente importante para las distintas instituciones, ya que se requieren rescates largos que exigen una logística notable por parte de los primeros respondedores, un recurso humano disponible en la emergencia durante uno, dos o tres días y la movilización de distintos dispositivos. En Estados Unidos —nuevamente, pido disculpas, ya que no tenemos estos costos operacionales a nivel nacional—, entre 2003 y 2006 se estima que sólo se involucraron 16 millones de dólares en 12.337 operaciones de búsqueda y rescate. Si a eso le sumamos la inflación y los cambios monetarios, probablemente ese número hoy día sería muchísimo más alto. Este es un ejemplo de la Región Metropolitana, donde un trekking que probablemente se pueda hacer en cinco o seis horas se transformó en una operación de cerca de 15 horas, con un uso de recursos que no debe haber sido menor a uno o dos millones de pesos, sólo en lo concerniente a la movilización de material, logística de alimentación y pernoctación, sin contar el recurso humano y los insumos bomberiles movilizados en ese tipo de rescate. Ahora, ¿cuáles son las principales causas de los rescates en áreas agrestes? La primera son las condiciones médicas descompensadas. Existe mucha información que indica que hasta el 10% de los rescates en zonas naturales corresponden a situaciones médicas no traumáticas, y es fundamental porque se sabe que al menos la mitad de esas víctimas era consciente de tener una condición o enfermedad que podría haberse descompensado en el cerro, en la montaña, ya sea esquiando o nadando, y representan hasta un cuarto de los fallecidos, netamente por condiciones médicas y, en particular, por causas cardiovasculares. Esto fue publicado hace más de 10 años en la revista Wilderness Environmental Medicine. Los eventos traumáticos, por su parte, corresponden según distintas publicaciones a entre un 28% y un 40%, y en algunas series hasta al 45% de las emergencias en áreas agrestes. Y, finalmente, tenemos el tercer punto, que es probablemente el que más recursos consume: las búsquedas en áreas agrestes por lo extenso que corresponden. Y si nosotros vemos aquí publicaciones de los últimos años, nos vamos a dar cuenta que uno de los factores que…
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Los autores más identifican que las dificultades asociadas a las víctimas en estas zonas, y en particular en las búsquedas en áreas agrestes, se deben a fallas en el juicio, a la fatiga o a las condiciones físicas de los involucrados. Asimismo, mencionan la existencia de equipos insuficientes, con ropa inadecuada, o que la experiencia de los participantes no era la necesaria para operar en ese entorno. Dentro de ese marco, se realizó un trabajo específico en el Adirondack Park, entre el 2008 y el 2009, que logró demostrar que más del 60% de las víctimas derivadas de búsquedas en áreas abiertas no contaba con la experiencia adecuada. En concreto, 54 participantes tenían muy poca experiencia y un 9% carecía completamente de ella para desarrollar la actividad. Este aspecto es tremendamente importante, ya que al analizar las causas se observó que solo el 43% de las personas que ingresaban a estos lugares de riesgo disponía de algún sistema de orientación, es decir, ni siquiera se utilizaban herramientas básicas como una brújula, un GPS o una carta. La pregunta del millón es: ¿podemos predecir los rescates agrestes? Probablemente, para el año 2025 aún no se logre, pero sí es posible identificar los periodos de mayor afluencia. Hoy día contamos con mucha evidencia internacional que se puede extrapolar a nuestro país, permitiéndonos detectar los patrones, los lugares y las épocas del año de mayor riesgo. Esta es la estadística del Cuerpo de Bomberos de Santiago, que demuestra –y resulta lógico– que los días con mayor incidencia de emergencias son particularmente los fines de semana. Incluso se han elaborado mapas de calor que evidencian cuáles son las horas del día asociadas a una mayor cantidad de accidentes. De acuerdo con la estadística internacional, mientras mayor es la cantidad de personas involucradas, menor es la experiencia general, lo que se traduce en una mayor tasa de accidentabilidad. Las medidas de mitigación y preparación son fundamentales. Se han realizado estudios que demuestran la asociación entre el uso de plataformas en redes sociales y el incremento en la tasa de accidentes en parques. Por ejemplo, se observó, utilizando datos de Twitter de hace dos o tres años, que cuando se incrementaba la actividad en redes, la tasa de accidentes se disparaba, puesto que no toda la gente presente contaba con la capacitación adecuada. Entre las posibles medidas se encuentran: controles de acceso, identificación de los lugares de riesgo y el análisis de mapas de calor de las áreas más frecuentadas, tanto para planificar una adecuada capacitación del personal de respuesta como para implementar estrategias de mitigación. Una interrogante importante es si el control efectivo permitirá generar un manejo adecuado y prevenir lesiones o condiciones traumáticas derivadas de dichas actividades. En resumen, esta presentación expone que: 1. La actividad en áreas agrestes está en aumento, tendencia que se refleja tanto en Chile como en el resto del mundo, habiendo mostrado un crecimiento exponencial tras la pausa durante la pandemia. 2. Este incremento representa un tipo de emergencia que afecta tanto el manejo médico como las operaciones de rescate en zonas naturales. 3. Se trata de un desafío que involucra a múltiples actores e instituciones, y que demanda un uso significativo de recursos para su adecuada atención. Muchísimas gracias, Nicolás, por su exposición tan clara. Vamos a hacerle preguntas al final; primero escucharemos al Cuerpo de Socorro Andino y luego formularemos algunas consultas sobre este tema. Por favor, ¿quién va a exponer: don Felipe o don Claudio? Bueno, primero, quiero agradecer la invitación que nos hicieron. Es la segunda vez que tenemos la oportunidad de participar en esta Comisión, y estamos muy agradecidos por lo logrado a través de este inicio. Nos complace poder colaborar en este proyecto de ley, pese a que lamentablemente no hemos podido preparar una presentación más extensa, ya que somos voluntarios y tenemos otras obligaciones laborales. Pedimos disculpas si no cumplimos con lo esperado, pero procederemos a opinar sobre el proyecto que nos convoca. A modo de introducción, no sé si toda la Comisión sigue siendo la misma, pero el Cuerpo de Socorro Andino de Chile, una institución especializada en rescate en montaña, es...
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En la base antigua de Latinoamérica, nuestros predecesores fueron quienes colaboraron con ONEMI para establecer los primeros protocolos de emergencia en montaña. Particularmente, tanto Claudio como yo somos hijos de los precursores de la institución; somos montañistas y escaladores. Yo, hoy en día, estoy más en el escritorio y, por ello, el proyecto de ley toca de manera muy personal nuestra fibra. Primero que todo, agradecemos que este proyecto sea abordado en esta materia, ya que creemos que puede ser muy bueno, aunque tenemos algunas reservas al respecto. En nuestra experiencia, la imprudencia –según nuestras estadísticas– es bastante compleja de medir, puesto que incluso los mejores rescatistas con los que hemos contado han sufrido accidentes propios de la práctica. Tanto el montañismo como la escalada y otros deportes de montaña implican inherentemente un riesgo que conocemos, asumimos y tratamos de gestionar con las metodologías más adecuadas para sobrellevarlo. Me quisiera referir en particular al proyecto del artículo 3, el cual nos toca especialmente la fibra, ya que establece la obligación de que los excursionistas o senderistas realicen sus actividades dentro de un sendero autorizado y cuenten con el equipo y vestuario adecuado para la práctica. La letra A nos genera cierta incomodidad, pues toca la esencia de cada deporte. El montañismo se trata justamente de poder sobrepasar un límite humano; es una práctica deportiva que rompe barreras y que, necesariamente, no se desarrolla en un sendero autorizado. Muchas veces, parte de los desafíos que queremos concretar consiste en realizar una ruta de montaña que nadie más ha efectuado, lo que implica que, precisamente, no exista un sendero previamente establecido. De igual forma, la escalada es una actividad tremendamente riesgosa en la que se intenta escalar una pared que nadie ha intentado antes o que, en términos deportivos, es habitual escalar sin transitar por un sendero autorizado. Lo mismo ocurre con otros deportes, como el mountain bike o el esquí fuera de pista, que pudiesen generar cierto rechazo al tocar la esencia misma de cada práctica. Por otra parte, en nuestra institución se discute bastante la medida de imponer multas, ya que consideramos que podría generar que la víctima se demore en solicitar el llamado de emergencia, justamente por temor a ser multada. Esto, a su vez, podría agravar el estado de la persona o incluso impedir que lleguemos a ella de forma adecuada, llegando en el peor de los casos a resultar en fatalidades. Por ello, quisiéramos colaborar en la redacción del artículo 3 del articulado, para que se contemple de forma precisa la realidad de estos deportes y, en el fondo, no se vulnere la libertad de practicarlos; libertad que nos permite disfrutar de los bellos escenarios que la Cordillera de los Andes nos ofrece. No sé si mi compañero Claudio quiere complementar lo que acabo de exponer. Sí, complementar algunas cosas. El montañismo, quizá lo hayan escuchado mencionado por algún famoso chileno. Tuvimos la oportunidad de contar con Claudio Lucero en nuestras filas y, muchas veces, se dice que el montañismo es “la conquista de lo inútil”, ya que uno se aventura hacia lugares que, si bien no representan nada en términos materiales, constituyen un bien en el plano filosófico.
55:00
Se podría decir que físicamente también, pero nació desde un punto de vista filosófico. Tengo la suerte de estar casado con una europea, y ellos incluso consideran al montañismo como un escape, pues es donde pudieron huir de la Segunda Guerra Mundial, de la persecución y de todo. Por lo tanto, para ellos el montañismo es más filosófico, aunque para nosotros... Entonces, como bien decía Felipe, nosotros queremos ayudar porque estamos de acuerdo, sin lugar a duda, con la exposición que hizo el compañero bombero: si bien la situación puede estar yéndose de las manos, también me gustaría conocer el porcentaje del aumento de personas en relación al porcentaje de accidentados. Nosotros no trajimos escritos los porcentajes, pero sí el dato de que, en relación a las imprudencias, el porcentaje de accidentados que tenemos que ir a buscar es el más bajo. La mayoría de las veces se trata de accidentes, aun cuando se tomaron todos los recaudos para evitarlos. En mi caso, mientras escalaba, caí 15 metros con todo mi equipo; me quebré entero y, sin embargo, acá estoy, porque respeté todas las reglas del juego. Entonces, es importante considerar este aspecto. De las actividades, algo muy relevante es: ¿quién de nosotros va a decir que un ciclista de descenso tuvo un accidente grave? Llevaba todo su equipo, pero alguien podría preguntarse: “¿Por qué baja por ahí? ¿Para qué?”, y se le respondería: “siempre por placer”. Esa situación también tiene un fin filosófico. Yo creo que nos podemos enfrentar a la opinión pública. Por ejemplo, el trail running, que consiste en correr por senderos de montaña —o por caminos sin senderos de montaña— con la mínima ropa posible, para ir lo más livianos y cumplir con un circuito en un tiempo determinado. Es un riesgo que cada persona asume; claro que nos genera gastos. En España, por ejemplo, se trató de implementar multas. Hay algunos lugares que las tienen, pero no se han aplicado de forma consistente. Durante el año 2024 se aplicaron algunas multas: se registraron 700 rescates en el año pasado y se recaudaron 3.000 euros, ya que no se atrevieron a imponer multas más severas. Otro efecto de estas multas fue que la gente no llama. Les pongo un ejemplo gráfico de nuestras filas: en Punta Dama nos solicitaron auxilio porque tres niños habían perdido el sendero y se encontraban muy agotados. En esos casos, se esparce el rumor de que, al intervenir, se les multa. Por suerte, quizá por ello se registren menos accidentes, aunque uno de los chicos que fuimos a buscar se retiró para no ser multado, asumiendo el riesgo de perderse definitivamente. Esa es una llamada de atención: debemos ver cómo implementar estas medidas sin aumentar el riesgo, ya que las personas temen recibir una multa. Se escuchan comentarios como: “disculpe, mire, estoy perdido acá… ¿y cuánto me va a salir esto?”. Si las personas lo temen, probablemente prefieran no llamarnos por miedo a no poder pagar la multa. Después está el tema del mountain bike. Tenemos, por ejemplo, a Martín Vidaurre, un casi campeón que en este momento está peleando por uno de los tres primeros lugares a nivel mundial en mountain bike, y se fue de Chile, ya que acá no podía entrenar en la montaña por tener que pagar en cada lugar al que se dirigía. Entonces, se corre el riesgo de que se cierre más la montaña; y si la cerramos, no se podrá registrar la entrada, como comentaba el compañero bombero, y la gente ingresará sin registro, lo que dificulta saber dónde se perdieron. Estadísticas claras de este año indican que el Cuerpo de Socorro Andino ha llevado a cabo, al menos, cuatro operaciones de búsqueda, todas ellas relacionadas con suicidios. La búsqueda tiene sus matices, pues la gente, en muchas ocasiones, elige ir a suicidarse a la montaña. Además, ya contamos con cursos; hay uno que fue desarrollado por extranjeros en base a sus impresionantes estadísticas, ya que ellos son los reyes de la estadística. Se llama Lost Person Behavior, y ellos, en base a estadística, dijeron ya, “si la persona va a un lugar así, tiene esta edad, …”
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Tiene esta profesión, es hombre-mujer y tiene una tendencia de suicidio. Tienen que buscarlo aquí, aquí y allá. La última persona que logramos rescatar antes de que se suicidara, que fue en el Manzano, era de libro. Nosotros no alcanzamos a llegar; la familia me dice: "vamos a empezar a buscarlo". Yo le dije: "búscalo al lado de un curso de agua, hacia abajo, con linda vista". A los 10 minutos lo encontraron. ¿Qué vamos a hacer con esa familia? También la tendríamos que multar por no haber cuidado a su hijo, que se fuera a matar a un lugar así y generó todo un movimiento. Entonces, tenemos que trabajar para, si bien de alguna forma, estimular a que la gente se cuide de una forma adecuada. Ideas, ideas y voy terminando. Seguros. Si bien el compañero bombero dio las estadísticas de parques fiscales que tenían un ingreso de personas increíble, les aseguro que todos los parques privados que están en el borde, acá en nuestra montaña, tienen millones de ingresos al año, por millones de pesos. Se le accidenta a alguien en su parque porque tuvo la mala suerte de tropezarse, doblarse el pie y pegarse la cabeza; y resulta que iba con todo su equipo, con el agua, con esto, con aquello. Sale el Cuerpo de Socorro Andino, salen bomberos, ¿y quién paga eso? Entonces, estamos yendo a lugares que lucran al ofrecerles un servicio gratuito. Quizás podamos poner un poco más la balanza hacia ambos lados. Si vamos a multar a las personas por imprudencia, yo creo que los parques deberían tener seguros que puedan cubrir nuestros gastos, como se hace en muchos lugares. Nosotros, luego, le decimos al seguro o al mismo parque que tiene que activar su seguro, diciendo: "mira, la acción salió tanto, no sé cómo vamos a arreglar eso con tu seguro". Esa es una idea: ¿por qué no hacerlo así? Porque yo voy al otro: cuando hay un accidente automovilístico por imprudencia, por pasar el rojo y demás, queda atrapada la persona; llega el bombero con su especialidad para sacarla y, aparte del proceso penal que pudiera haber, se le multa por ello, por el gasto que tuvo bomberos por hacer eso. Entonces, ¿por qué no vamos a cobrar eso también? Si vamos a cobrar los rescates en montaña, tenemos que cobrar todos. O sea, me estoy anteponiendo: yo, como rescatista, tengo que ser previsor y ver todas esas situaciones. Si vamos a multar a gente en la montaña, perfectamente la ciudadanía puede decir: "ok, pero multemos a los que generan los accidentes, que se llevan millones de pesos de bomberos, del Estado, de la salud pública". Por eso necesitamos que este proyecto de ley sea tocado de una forma bastante especial. Y por eso queremos cooperar, queremos ayudar. Nos parece una buena idea, pero tiene que ser bien hecho, porque si no se nos va a enojar mucha gente con nosotros. Muy bien, perfectamente. Muchas gracias, Claudio, Felipe, Nicolás. Muchas gracias por su exposición. Vamos a pasar a una ronda de preguntas, pero sin duda que tengan la certeza de que sus observaciones van a ser consideradas en las indicaciones que presentaremos al proyecto para sacar un buen proyecto. Quería comentarles algo a los demás miembros de la comisión. Hubo un reportaje en El Mercurio el sábado sobre Aaron Ralston, quien dio origen a la película "127 horas", con James Franco. Siempre hay que saber lo que piensa el enemigo, entonces hay que ver El Mercurio. Muy interesante el reportaje, porque él cuenta que, al no llegar a trabajar, fue su empleador quien avisó a su madre de su ausencia. Así supieron que estuvo cinco días en la montaña. Se amputó su propio brazo para poder salir; estaba en un parque en Utah, si no me equivoco, en el Cañón del Colorado, una película del año 2010, una cosa así, pero muy buena respecto de este punto y grafica lo que aquí nos están exponiendo los especialistas, ¿verdad? Sobre el tema de las alertas y sobre la excursión también en su…
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No queremos cohibir el ejercicio de estas actividades deportivas. Yo creo que tampoco queremos inhibir o de alguna manera sancionar, sino que simplemente contar con los medios de resguardo necesarios para realizar, por ejemplo, una mejor búsqueda; que, hoy día, podrían lograrse gracias a las tecnologías existentes. Doy la palabra a mis compañeros, al diputado Cristóbal Marqués Martínez, quien nos acompaña el día de hoy, y posteriormente al diputado Araya. Sí, gracias, Presidenta. Yo venía en reemplazo por el diputado Boadilla, por cuestiones de casualidad. Se tocan temas bastante interesantes; de hecho, al revisar cifras y números, la región de Ñuble va liderando. Parece que hay un volumen considerable, dado que se ha generado un polo turístico importante, particularmente en el sector de Las Trancas, con el desarrollo del mountain bike, del esquí, y un polo económico en comunas rurales que, antiguamente, no ofrecían oportunidades laborales. Así, gran cantidad de jóvenes de Ñuble se capacitan, aprenden y generan inversión local. Bien lo decía el expositor: me parece que Chile está entre los mejores a nivel mundial en disciplinas outdoor, ya sea ciclismo, turismo, escalada o trail running. Entonces, creo que el desafío también consiste en cómo fomentamos y difundimos estas actividades, más que en aplicar una sanción o castigo que genere susto en aquellos jóvenes que encuentran en ello una oportunidad para desarrollarse. Hoy día es como si le peleáramos al uso del celular; hacemos una miradita rápida a nuestros aparatos, pero debemos motivar a salir del sedentarismo y conocer nuestra montaña, que es espectacular y se encuentra a pocos metros. Yo, por ejemplo, soy de Chillán, y estoy a menos de 40 minutos de poder realizar deporte en la montaña; lo mismo ocurre en Santiago, donde en 20 minutos pueden subir el Manquehue y en 15 el cerro San Cristóbal en bicicleta. El desafío está en lograr que esto sea accesible para todos los chilenos y que vean en ello una oportunidad. Yo fui también patrulla de esquí; trabajé en La Parva durante cinco temporadas mientras estudiaba en la universidad. Vi en ello la posibilidad de practicar un deporte que, aunque es bastante costoso, se complementaba con la pasión por lo que hacía. Durante los veranos, cuando no había temporada de esquí, dedicábamos gran parte del tiempo a capacitarnos y a aprender. Realizábamos cursos en la Cruz Roja, nos reuníamos con patrullas de otras secciones e intercambiábamos experiencias de manera profesional. Y cuando se presentaban emergencias, aunque suene poco emotivo, bajábamos un poco el tono del micrófono para poder socorrer a la persona accidentada, aplicando nuestros conocimientos y brindando apoyo; la tranquilidad del accidentado era, por sí sola, nuestra recompensa. Todo esto se realizaba de forma voluntaria, lo que nos motivaba a asistir fin de semana tras fin de semana, demostrando mucha disciplina: partir muy temprano, al igual que quienes trabajan en socorro y bomberos. Entonces, creo que hay que darle una vuelta más y recoger lo que se expone aquí. El desafío a veces no está en las sanciones, sino en cómo fomentamos y educamos, ya que sin duda existen ejemplos muy buenos que se pueden recopilar. Muchas gracias, Presidenta. Muchas gracias a usted, Diputado. ¿Ve que el diputado Adilla tiene más experiencia para integrar la comisión? Diputado Varela, por favor. Gracias, Presidenta. Agradezco la expulsión de los invitados. A ver, aquí hay varias consideraciones. Por una parte, este proyecto busca sancionar la conducta imprudente, es decir, a quien incumple el deber objetivo de cuidado, comportándose de forma irresponsable. Frente a la masividad, que en el fondo representaba a Nicolás Bolívar, es interesante ver cómo enfrentamos este desafío. En ese sentido, es evidente la tensión, y fue parte de la discusión inicial el hecho de que una sanción económica podría implicar una demora en el aviso; pero el tema de las sanciones no es algo nuevo. Se sanciona, por ejemplo, al bañista imprudente. Hoy la Armada notifica al juzgado de policía local cuatro UTMs cuando no se respeta, en esencia, la normativa vigente, y sucede lo mismo con la policía cuando hay un accidente de tránsito, con o sin lesionado.
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Se le notifica al Juzgado de Policía Local y, por manejo descuidado, también se realiza una infracción. No es ajeno a nuestra normativa sancionar la imprudencia, en especial aquella que genera una operación de rescate, apostando también a la enorme cantidad de recursos que se destinan para poder socorrer a alguien. Me ha tocado personalmente ir a rescatar al Cerro Manquehue para sacarse fotos a la una y media de la mañana para Instagram, con chorro y bolera. Esa es la realidad que les toca también a ustedes. Evidentemente, si no se cuenta con el equipamiento, la experiencia o las linternas necesarias, algo no puede salir gratis; al menos debe existir alguna sanción, ya que el resto de la sociedad termina cargando con esa imprudencia. ¿Por qué bomberos? ¿Por qué socorro andino? ¿Por qué carabineros o cualquier otro respondedor? Todos deben asumir esa responsabilidad. En ese sentido, la pregunta es: ¿qué deberes se deberían imponerle al senderista y al montañista? Creo que ya existe una distinción entre ambos. Podríamos establecer ciertas categorías en el proyecto, reconociendo que el deportista calificado tiene un tratamiento distinto. Esto no busca restringir la práctica, pero si una conducta irresponsable genera una operación de rescate, deberá asumir las responsabilidades correspondientes. ¿Qué obligaciones corresponderían, entonces, al senderista, al montañista y al visitante? Por otra parte, se ha señalado al dueño, propietario o administrador del lugar visitado. Aquí radica una gran dificultad, ya que la mayoría del cordón cordillerano que es visitado es privado y muchas veces esto ocurre con la voluntad o tolerancia del propietario, quien los deja pasar porque es imposible impedir el tránsito. En algunos casos menores existe una administración; en la mayoría de los cerros se actúa de forma laxa, y algunos de carácter fiscal reciben un tratamiento distinto. Esto también sucede con los cerros de Isla, y no solo con el restante cordón montañoso. Entonces, ¿cómo hacer esa distinción? Podríamos, por ejemplo, imponer la obligación de limitar los lugares de tránsito. Quien se desvía del camino asume un riesgo mayor y, por tanto, debe enfrentar las consecuencias. Sería interesante establecer criterios que orienten al juez de Policía Local a determinar cuándo una conducta fue imprudente o cuál era el equipamiento mínimo exigible bajo ciertas condiciones; por ejemplo, si estaba nevando, si hacía un frío bajo cierta temperatura, si llovía, pasado cierta hora, o si el tiempo de viaje superaba un margen de tolerancia, e incluso si debía haber un aviso previo. Se intentó implementar esto en terrenos fiscales, pero, en la práctica, no se recoge formalmente la información; el sargento solamente lo anota en el cuadro de novedades, sin que luego esté disponible para el sistema. Así, se evidencia la tensión de aterrizar estos criterios de manera práctica y con la experiencia de ustedes. Yo creo que, sin duda, generar un desincentivo a la imprudencia o establecer una penalidad para quienes actúan de forma irresponsable es un aporte para poner un poco de orden, evitando que, todos los fines de semana, los equipos de rescate deban salir a emergencias que podrían haberse evitado. Diputada Musante: Sí, gracias, Presidenta. Yo, en general, estoy muy de acuerdo con el espíritu de este proyecto, ya que también nos invita a ordenarnos, a ser más prudentes y a ser conscientes del gasto público que generan este tipo de operaciones de rescate. El diputado Araya, a través del presidente, expuso varias preguntas, pero me queda la interrogante, a propósito de lo planteado por uno de nuestros invitados: ¿entraría dentro de la calificación de senderista, por ejemplo, una persona que va a la montaña a quitarse la vida, en los términos que relataba, y si es que pudiese...
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