Buenas tardes, de pie por favor. En nombre de Dios y la patria, se abre la sesión. Vamos a iniciar esta sesión en comité, a la espera de algunos senadores que están por llegar, pero para no perder más tiempo vamos a suspender la sesión formalmente para iniciarla en comité.
Quiero dar la bienvenida a esta sesión cuyo objeto es analizar las eventuales consecuencias de la actividad astronómica del país, derivadas del Proyecto Integrado de Infraestructura Energética para la Generación de Hidrógeno y Amoníaco Verde, AES GENER, ubicado en la proximidad del Observatorio Paranal de la ESO.
Invitados:
• A la señora Gloria de la Fuente.
• Al jefe de Departamento de Tratado y Asuntos Legislativos, don Pedro Ortuzar, bienvenido, don Pedro.
• Al director de la División de Ciencias, Energía, Educación, Innovación y Astronomía, embajador don Luis Plaza, bienvenido.
• Del Ministerio de Medio Ambiente, a la señora ministra doña Maisa Rojas, bienvenida, junto a sus asesores Rocío Fondón y el señor Tomás Monsalves.
• Al señor ministro de Energía, don Diego Pardo, bienvenido.
• A la señora ministra de Ciencias, la señora Aysén Etcheverry, bienvenida, y a sus asesores, la señora Paloma Herrera y don Nicolás Trujillo.
• A la directora de Evaluación Ambiental, su directora ejecutiva, la señora Valentina Durán, bienvenida, junto a Antonia Schmidt.
• De la ESO, a la representante en Chile, la señora Itziar de Gregorio, que ya estuvo con nosotros la semana pasada.
• Al abogado, el señor Diego Rigoseco.
• De AES Chile, al señor vicepresidente de Hidrógeno Verde, el señor Luis Zarrás.
• A la vicepresidenta de Asuntos Cooperativos y Sostenibilidad de Aes Andes, la señora Mariana Soto, bienvenida.
• Y a la Asociación Chilena de Hidrógeno, a su director ejecutivo, don Marcos Kulka, bienvenido.
Hemos convocado esta sesión en la Comisión de Medio Ambiente a solicitud de los senadores. La semana pasada partimos con la exposición de la ESO, que nos había solicitado una audiencia con la comisión para explicar esta problemática, y producto de esa sesión decidimos invitar a las autoridades relacionadas con el tema y, por supuesto, también a la empresa AES, titular del proyecto de Hidrógeno Verde que se ubica en las cercanías de Taltal.
Para explicar la metodología que vamos a emplear, vamos a escuchar la exposición de AES-Andes y, posteriormente, a los distintos señores ministros y sus asesores respecto de este tema.
Antes de comenzar, le pediré a la secretaria si tenemos cuenta. Presidente, se han recibido únicamente las excusas del señor ministro de Hacienda, ya que entiende que la materia no guarda relación con las competencias de esa Secretaría de Estado. Nosotros, y tal como fue requerido por los senadores, pensamos que el ministro de Hacienda podría exponer el impacto en la economía del país de la materialización de este tipo de inversiones; pero tendremos otra oportunidad para conversar con él o con el ministro de Economía.
¿Y en puntos varios, señora senadora? Bien, no tenemos puntos varios, entonces cederemos la palabra de inmediato a AES-Andes.
Enseguida, se dará la palabra a la señora vicepresidenta de Asuntos Cooperativos y Sostenibilidad, doña Mariana Soto, y posteriormente a don Marcos Kulka, de la Asociación Chilena de Hidrógeno.
Por su intermedio, señor presidente: Muy buenas tardes, casi buenos días. Agradecemos enormemente la invitación y saludamos también a todas las autoridades presentes y a los senadores que conforman esta comisión. Nosotros, AES-Andes, AES-Chile, somos una empresa de generación energética comprometida con las metas de descarbonización adoptadas por el gobierno en políticas de largo plazo, tanto en acuerdos nacionales como internacionales.
Proyecto que recoge, ¿no es cierto?, todas estas políticas de largo plazo en descarbonización, en el desarrollo de energías renovables y, por supuesto, en llevar a la matriz el desarrollo y la potencialidad de una opción de inversión que es el hidrógeno verde. Lo voy a dejar con mi colega, que es Luis Arras. Luis es el vicepresidente de Hidrógeno Verde de AES Chile, que va a hacer la presentación del proyecto INAH. Muchas gracias.
Don Luis, tiene la palabra.
Muchas gracias, señor presidente, por su intermedio. También agradezco la oportunidad de presentar el proyecto INAH el día de hoy y saludo a las autoridades presentes, así como a los senadores que componen la Comisión.
Antes de comenzar, quisiera manifestar un par de cosas. El proyecto INAH es un proyecto que se inició hace más de cuatro años, con recolección de información para el estudio de impacto ambiental y aseguramiento del terreno. Por lo tanto, este no es un proyecto que haya aparecido recientemente, sino que es ya un proyecto de larga data, que ha pretendido seguir todas las políticas públicas, como habitualmente hace la compañía en Chile, y que ha acogido, de alguna manera, los llamados realizados en estas distintas políticas públicas, relacionados, por ejemplo, con el proceso de descarbonización del país, acogiéndose a las necesidades del Acuerdo de París y también adoptando la Estrategia Nacional de Hidrógeno.
Se trata de un proyecto serio que no ha pretendido ser simplemente una especulación, como lo podremos ver en láminas posteriores, y creemos firmemente, como lo hemos sostenido desde el inicio del desarrollo del proyecto en el año 2021, que puede coexistir con la observación astronómica, sin afectar las demás actividades que se desarrollan en la zona y en la región, aportando de manera significativa al país.
Aparentemente, el tema que nos reúne hoy y, según nuestro diagnóstico, es que existe un desconocimiento respecto al robusto y riguroso sistema de regulación ambiental que tiene el país, aspecto que abordaremos durante la presentación.
Muy brevemente, voy a explicar quién es AES. Para quienes no lo conocen, efectivamente, AES viene de lo que era Chilgener, luego fue AES-Gener y, en el año 2000, se transformó en AES-Gener, y últimamente AES-Chile. Esta es una compañía que ha invertido más de 12.300 millones de dólares en el país en su historia, desde el año 2000. En particular, en el año 2018 lanzamos la estrategia Green Tegra, que es una estrategia resiliente destinada a cumplir con los acuerdos de carbono-neutralidad y enfrentar el cambio climático, además de impulsar la Estrategia Nacional de Hidrógeno, el desarrollo de energías renovables y la descarbonización de la matriz energética del país.
Esta es una compañía acostumbrada a asumir los desafíos que enfrenta el país; por ejemplo, durante la etapa de AES-Gener desarrollamos el primer gasoducto entre Chile y Argentina, el gasoducto Aes Andes, que hasta el día de hoy opera y ha contribuido a descarbonizar la matriz energética en Chile. Posteriormente, en el año 2000, construimos la línea de interconexión entre Chile y Argentina. En el año 2016 se construyó uno de los primeros parques solares, si no el primero en Chile, y desde el 2020 iniciamos un proyecto muy relevante para el país: el desarrollo de baterías, que permite descarbonizar la matriz en períodos en que las energías renovables no están disponibles. Esto demuestra el compromiso de una compañía que desarrolla proyectos serios, completos, sin especulaciones y alineados con las estrategias nacionales, siempre resolviendo problemas complejos. Para ilustrar este compromiso, en el año 2017 la compañía contaba con un 91 % de su capacidad instalada en centrales térmicas, y en solo ocho años hemos logrado reducir esa capacidad térmica al 31 %.
Don Luis, un segundo, porque ahora sí…
Senador Chaguán, ¿podemos abrir formalmente la sesión? Entonces, ahora sí estamos sesionando en sesión formal y oficial. Perdón la interrupción, continúa nomás, don Luis.
Muchas gracias, señor Presidente, y por su intermedio también me permito saludar al Senador Chaguán. Como decía, esta es una compañía que ha venido enfrentando grandes desafíos durante toda su historia, contribuyendo a las políticas públicas del país y desarrollando proyectos de alta complejidad. Ha venido descarbonizando su matriz entre el año 2017 y el año 2025, pasando de un 91% de componente térmica a un 31% de componente térmica, destinando el resto a energías renovables, como se puede apreciar en el gráfico, con la expectativa de seguir creciendo en estas áreas para alcanzar 8 gigas, prácticamente el doble de lo que hoy tenemos instalado en energías renovables, además de 4 gigas orientados al desarrollo de baterías, elemento que contribuye a dotar de resiliencia a la red eléctrica.
Antes de entrar a los datos más técnicos, deseo hacer algunas afirmaciones que nos gustaría que todo el mundo tenga presente. El proyecto INAH, en particular, es un proyecto emplazado en una zona que el Estado de Chile detectó como de alto potencial renovable, según lo establecido en el Plan Estratégico y el Plan Energético de Largo Plazo comunicado en el año 2020, documento público. Este proyecto se encuentra completamente fuera del área de exclusión para la protección de la observación astronómica; es decir, no hay ningún componente del proyecto ubicado en las 127.600 hectáreas asignadas a la observación astronómica. Esto está alineado con la planificación energética de largo plazo; además, al estar en terreno privado, no aparece dentro de las concesiones de uso oneroso entregadas por el Ministerio de Bienes Nacionales.
Adicionalmente, se está utilizando el proyecto Terra, ya ambientalmente aprobado, desarrollado entre los años 2020 y 2023, que pasó todo el proceso de aprobación ambiental y obtuvo su permiso en 2023 sin mayores observaciones, cumpliendo con la normativa vigente. Se trata de un proyecto de energías renovables, del cual se está aprovechando su marco para desarrollar el proyecto INAH.
El proyecto cumple ampliamente con la norma lumínica que entró en vigencia en octubre del año pasado, una de las más exigentes del mundo. Dicha norma, que abarca aproximadamente 4 millones de hectáreas en la segunda región, el 31% de la misma y 29 comunas del país, aplica los estándares más estrictos en sus cuatro componentes de acuerdo con las organizaciones internacionales en las que se basó, contando además con la participación del cuerpo científico y de las autoridades pertinentes. Por lo tanto, la reciente implementación de esta norma convierte al proyecto INAH en una oportunidad para poner en práctica dicha regulación y elevar los estándares de contaminación lumínica en Chile.
Y, finalmente, y muy importante, Chile cuenta con una rigurosa institucionalidad ambiental, reconocida tanto en el entorno latinoamericano como a nivel mundial, lo que refuerza la certeza jurídica necesaria para cualquier industria o inversión en el país, apoyada por sistemas que aseguran el cumplimiento de los compromisos a través de la Superintendencia del Medio Ambiente.
Para aquellos que no conocen el proyecto en detalle, me tomaré un par de minutos para ser lo menos técnico posible en la explicación; pero, por favor, si en algún momento no soy lo suficientemente claro, les pido que interrumpan.
Corresponde básicamente a esa zona que está ahí, que se encuentra a aproximadamente 2.000 metros de altura, 1.850 para ser más exactos, si mal no recuerdo. Lo cruza un camino, una carretera, la B710, y tiene además un sitio costero pequeñito donde hay un terminal marítimo, donde se emplaza un acceso peatonal para, básicamente, poder recibir a los barcos. Además, hay una pequeña planta desaladora que es 20 veces más pequeña que las desaladoras habituales que se desarrollan en el norte de Chile.
El sitio costero, con esta instalación principal, está comunicado por un amonioducto y por un acueducto que van casi en su totalidad subterráneos, enterrados. Por lo tanto, ¿cómo opera esto? Aproximadamente el 95% –o el 90%– de todas las instalaciones que se observan en el sitio principal son de energía renovable y no requieren iluminación. Obviamente, el gasoducto y el acueducto van subterráneos, con muy poca iluminación.
El terminal costero se ubica adyacente a un farellón, a un muro de 2.000 metros de altura que le sirve de cortina. Solo para referencia, el terminal marítimo está a nivel del mar, el proyecto se encuentra a 1.850 metros, y los observatorios, que veremos más adelante, están a 2.600 y 3.000 metros de altura aproximadamente. Además, está en desarrollo un proyecto anunciado, el CTAO, el Cherenhov Telescope Array, que es una tecnología de rayos gamma, no de espejos como los otros observatorios, y que se emplaza a una altura un poco más baja y más cercana.
Las áreas verdes que se observan corresponden a zonas de conservación, de grandes dimensiones, ya destinadas a la protección de flora, fauna, etc. Por lo tanto, esto constituye la compensación del proyecto y lo hace con creces.
El área realmente iluminada del proyecto es ese rectángulo verde central, donde están emplazadas la recepción del agua, la producción de hidrógeno, la producción de amoníaco y el envío del amoníaco a través del amonioducto de regreso hacia el terminal marítimo. Asimismo, se encuentra una subestación y un campamento donde la mayor parte del personal desempeña labores de supervisión y control.
En operación, este es un proyecto bastante estático; no genera grandes movimientos. El agua asciende por una tubería, se produce el hidrógeno en galpones cerrados, lo mismo ocurre con el amoníaco, que regresa por otra tubería. Además, llega un barco una vez al mes –esa es la capacidad del proyecto–, el cual se conecta mediante una manguera y un sistema hidráulico, sin movimiento de camiones ni otro tipo de transporte. El barco se carga en aproximadamente dos días y luego parte. No existe espacio en la zona para ampliaciones de ninguna especie, ya que se trata simplemente de un terminal marítimo para la recepción de barcos destinados a la carga de amoníaco, y no de un terminal portuario multipropósito.
En cuanto a beneficios, sin adentrarme en los beneficios generales de la industria del hidrógeno verde, este proyecto en particular está ubicado en una zona donde se estima que aportará 5.000 puestos de trabajo en el TIC. Durante la etapa de construcción se generarían alrededor de 2.600 puestos de trabajo en promedio, considerando que ésta se centra en instalaciones de superficie sin grandes excavaciones. Finalmente, probablemente el área de mayor movimiento durante la construcción sea la del gasoducto, dado que el emplazamiento es idóneo por la alta disponibilidad de recursos solares y eólicos, y por su conexión a la red eléctrica.
En conclusión, el proyecto está orientado tanto al consumo doméstico como a la exportación, pudiendo respaldar la descarbonización de la minería, la descarbonización de la industria marítima para la exportación de productos chilenos y funcionar como una fuente de diversificación de la matriz de exportaciones.
Que tiene el país. Nos vamos a referir, en algunas slides, un poco más a esto. El proyecto, en términos generales, producirá del orden de 2.000 toneladas de amoníaco al día, lo que equivale aproximadamente a un barco al mes, y 100.000 toneladas de hidrógeno líquido al año, que podrían ser utilizadas por la industria minera.
Esta es la zona en la que el Plan Energético de largo plazo, en el año 2020, identificó un gran potencial tanto eólico como solar. Se reconoce que es la mejor región del mundo para producir energía solar, y además cuenta con una componente de generación eólica de muy buena calidad. Esta zona, obviamente, no es toda de propiedad del Estado, ya que los polos energéticos se han venido desarrollando a través de asignaciones del Ministerio de Bienes Nacionales. Dichas asignaciones se encuentran en la zona que marco acá, correspondiente básicamente al desarrollo del parque eólico, de la reserva eólica de Tartal, etcétera.
El proyecto INAH, que se encuentra en un terreno de un privado con el que estamos en acuerdo desde el año 2019, está emplazado dentro de esta misma zona. Además, la línea de conexión al sistema –la línea azul que se observa acá– culmina en un punto donde se desarrollará la subestación Parinas, que se rebautizó como subestación Haversich. Obviamente, si se instala una subestación en ese punto, es porque se espera captar la energía que se produzca en toda la zona. Sumado a esto, la proximidad al agua es determinante, ya que se dispone de un recurso renovable de clase mundial que no se encuentra, por ejemplo, en Australia o en el Medio Oriente. Acá se cuenta con un 34% de factor de planta, un recurso eólico que permite un excelente mix energético, potencial demanda, acceso a agua desalada (incluso para abastecer a comunidades con escasez de agua) y, finalmente, una red eléctrica consolidada. Se trata, en definitiva, de un proyecto de alta envergadura y complejidad, aunque estamos acostumbrados a desarrollar proyectos de esta naturaleza.
Ahora bien, hemos escuchado la solicitud de establecer áreas de exclusión adicionales a las que ya contempla la observación astronómica en la zona. El Observatorio Paranal, construido en los años noventa, ya cuenta con un área de exclusión bastante extensa. Asimismo, en la década de 2010 se asignó un área exclusiva para la actividad astronómica, en el marco de la construcción del siguiente observatorio, Armazones, otorgándose también un área de exclusión adicional para la protección de la observación astronómica. En conjunto, estas medidas suman 127.600 hectáreas –lo que equivale a tres veces el área de Valparaíso o a aproximadamente dos veces la superficie completa de la isla Las Palmas en España, donde se ubica otro sitio astronómico de gran calidad.
Sin perjuicio de lo anterior, hoy en día existe una norma lumínica que protege esta actividad en un radio aproximado de 150 kilómetros en el entorno. Dicha norma, establecida conforme al tamaño del proyecto, obliga a que todas las instalaciones cumplan con requisitos estrictos respecto al tipo, orientación y encapsulamiento de las luminarias, así como la incorporación de sensores de movimiento. Es, probablemente, la norma lumínica más exigente del mundo, ya que se aplica en un radio incluso mayor que el establecido por las entidades internacionales, pudiendo extenderse hasta 300 kilómetros y abarcando, en la práctica, 29 comunas del país.
La solicitud de esta área adicional –en un radio de 50 kilómetros, no de 100– implicaría bloquear aproximadamente 1.100.000 hectáreas adicionales de territorio para el desarrollo energético. Cabe destacar que, dentro del sistema de evaluación ambiental, todos los proyectos marcados en color naranja o amarillo ya se encuentran ingresados y suman un total de 7.800 millones de dólares en evaluación. Además, esta medida significaría detener el proyecto INAH, ya que, en la actualidad, no existe el concepto de evaluación que permita continuar con dicho desarrollo.
La regulación chilena del sistema de evaluación ambiental es extremadamente rígida, en el buen sentido de la palabra, en el sentido de que uno tiene que entregar líneas bases georreferenciadas. Uno no puede mover un proyecto simplemente, sino que debe cancelarlo y decidir si se quiere ejecutar otro en alguna otra parte. Por lo tanto, el traslado de un proyecto no es un concepto que exista; lo que se solicita, implícitamente, es la cancelación directa del proyecto y de todos los que se encuentren en un radio de 50 kilómetros, suponemos.
Por ello, se estima que serían aproximadamente 18.000 millones de dólares los que saldrían del sistema de evaluación de impacto ambiental, sin considerar las concesiones de uso oneroso que están en esos rectángulos negros, correspondientes a proyectos en desarrollo que aún no han ingresado al sistema de evaluación. Además, si se considerara el ingreso por la renta del terreno de un millón cien mil hectáreas, de acuerdo a las tarifas que hoy paga la industria de la energía, estaríamos hablando de una no percepción de ingresos por renta, que, arrendado al 100%, equivale a alrededor de 2.000 millones de dólares anuales. Si este escenario se extendiera a 100 kilómetros, probablemente se duplique.
Honestamente, nosotros creemos que la solución no es el aislacionismo, sino la correcta aplicación de la norma lumínica que tiene el país, la cual ha demostrado una vocación, un estándar y una seriedad en el desarrollo de este tipo de políticas. Quiero profundizar un poco en lo mencionado previamente, como ejemplo de que esto es factible. Entre los años 2020 y 2023 desarrollamos, sin observaciones respecto de los conceptos que hoy se critican del proyecto INAH, el proyecto TERRA, que corresponde al polígono demarcado por la línea blanca que se ve acá. Se trata de un proyecto de energía renovable, con 862 megas tanto eólicos como solares, que ya cuenta con conexión a la red y está completamente aprobado. Dicho proyecto se aprobó con un impacto lumínico de 0,33 % en términos generales, sin observaciones de ningún estilo. El proyecto INAH, que corresponde al polígono verde que envuelve al polígono blanco, hace que no tenga sentido desarrollar TERRA como un proyecto independiente, ya que este último reduce el impacto lumínico. Y uno se pregunta: ¿cómo puede ocurrir esto?, considerando incluso el terminal marítimo, que no se limita solamente al sitio principal. Lo que sucede es que se está aplicando más tecnología, más conocimiento y se está elevando el estándar; esto demuestra que es posible y que estamos dispuestos a seguir analizando alternativas para mejorar, como hemos venido haciendo desde el año 2020.
Es importante notar que más del 90 % del área que utiliza el proyecto corresponde a instalaciones de energía renovable. Quiero volver a insistir en que el área de producción de hidrógeno y amoníaco es ese rectángulo que se ve en color azul, junto al amonioducto y el acueducto.
Ahora bien, si me permiten ser un poco más técnico, la norma lumínica del país hoy en día tiene, en mi opinión, tres capas. Existe una norma lumínica establecida a través del Decreto 1 del año 2022, elaborado con la participación de Cielos de Chile y otras entidades, y con la participación directa de ESO, a través de un liderazgo que culminó con la vigencia de esta ley en el año 2024. Esta ley establece una serie de criterios de emisión, como el uso de luces ultracálidas, la orientación de la luminaria a 90 grados con capuchas y una serie de otras condiciones técnicas que el proyecto ha cumplido en exceso, satisfaciendo ampliamente la norma lumínica. Aparte de eso, el Servicio de Evaluación Ambiental emitió el año pasado una guía en la que se establecen criterios para aplicar la norma, criterios que han sido implementados en el proyecto. El contorno blanco que se observa corresponde al caso de mayor impacto.
El brillo del cielo se aumenta. ¿Cómo se mide esto? Voy a tratar de ser lo más claro posible. La simulación que se debe hacer es apagar todas las luces artificiales. O sea, se apagan Antofagasta, Taltalpa, Pozo, Caleta del Cobre, todo. Se apaga todo. Y se mide el brillo natural del cielo en una cúpula; es decir, se observa el cénit y se abre un ángulo de 45° para marcarlo como un compás. Esa cúpula es a la que se le mide el brillo promedio del cielo. Obviamente, el brillo varía según se mire en el cénit, en los 45° o en otro punto, pero la norma establece que se debe tomar el promedio de la cúpula.
Luego, una vez establecida esa línea base, se enciende todo lo existente. Hoy día, cuando se hace eso en Paranal, el impacto lumínico calculado es que aumenta en 1,39%. Este es un cielo muy oscuro, por lo que un aumento de 1,39% representa una iluminación muy baja, mínima. Por ello, es el mejor lugar del mundo y es algo que nos interesa proteger.
Además, cuando se enciende el proyecto INAH, con el diseño lumínico que tiene actualmente, el brillo del cielo aumenta un 0,27% adicional, alcanzando aproximadamente un 1,66% de aumento del brillo del cielo muy oscuro. Es importante tener claridad sobre estos porcentajes, ya que, a simple vista, parecería que el 0,27% sobre el 1,39% implica un incremento superior al 10%, pero en realidad se trata de un aumento muy pequeño en un cielo extremadamente oscuro, el más oscuro del mundo.
Por otro lado, al considerar el caso de Armazones, el impacto que tiene el proyecto INAH es de 0,09%, como se observa en las líneas blancas que marcan el 10% de aumento del brillo del cielo, establecido según el criterio del Servicio de Evaluación Ambiental.
Respecto al anuncio del proyecto CETAO, conviene recordar que un proyecto no puede evaluar proyectos futuros, para los cuales aún no existe ningún dato. Lamentablemente, estos proyectos no pasan en general por los sistemas de evaluación de impacto ambiental y no tienen esa obligación; por lo tanto, no hay data disponible, sino únicamente un anuncio. No obstante, hicimos ese análisis y, aunque el aumento es de 0,45% en el área de influencia, sigue siendo muy bajo.
Cabe señalar que este es un observatorio de rayos gamma, que tiene sensibilidad a la luz, pero si se compara, por ejemplo, con la luminosidad en otras partes del mundo, lo más probable es que aquí se mantengan condiciones muy óptimas. Si se atiende al caso de Paranal, el aumento es de 0,27%, mientras que en Armazones, que está en construcción, es de 0,09%. Estos observatorios están, como se indicó, a mayor altura que el proyecto y definitivamente mucho más altos que el terminal costero, siendo 3.000 metros más altos que este último y situados entre 1.800 y 1.200 metros sobre el nivel de Armazones.
Para que nos hagamos una idea, las áreas realmente iluminadas del proyecto son básicamente 180 hectáreas, correspondientes al rectángulo, y 8,9 hectáreas del terminal, que además se encuentra cubierto por este farellón, por ese muro montañoso. Esto corresponde, aproximadamente, al crecimiento del 50% de la localidad de Paposo. Es decir, si la localidad de Paposo crece un 50% en los próximos 10, 15 o 20 años, nos encontramos con un proyecto INAH para establecerlo de alguna manera.
Solo para hacer una comparación: el proyecto Armazones, que hoy día representa el 1,33% del impacto lumínico sobre el campamento, llegará a tener un impacto de 1,73% cuando el campamento desaparezca, mientras que en Paranal se proyecta tener 1,3%.
menos 1.66 con el Proyecto INAH. Y este es un observatorio que es incluso más delicado que el que se está construyendo. Se ha mencionado también el tema del viento, perdón, del polvo. En el caso del polvo, hemos realizado todas las mediciones necesarias para evaluar el impacto en la salud humana. No existe obligación de generar un impacto en la operación de los observatorios, pero quisiera indicar que este estudio ya demuestra que no hay impacto.
El viento proviene principalmente de los observatorios, según la rosa de viento, hacia el proyecto, y el aumento que se genera en material particulado 10 es básicamente un 3% muy por debajo de la norma. Respecto a las turbulencias, que tampoco es una exigencia, para el Proyecto Terra –y ahora lo replicamos para el Proyecto INAH– realizamos un estudio que determinó que el aumento de la turbulencia es de 0,02% cuando la turbulencia base es de un 9%.
Para que nos hagamos una idea, esto equivale a comparar una piscina olímpica con aguas cristalinas en el desierto. Estamos comparando las turbulencias con las que se producirían, por ejemplo, al encender un ventilador junto a la piscina o a 10 metros de ésta, frente a los vientos del desierto. El viento del desierto mueve más el agua que lo hace el ventilador, por lo que el efecto del ventilador es imperceptible. Y ocurre lo mismo con el polvo: el polvo base del desierto arroja más partículas que si, junto a la piscina, se instalara un aspersor requiriendo una excavación.
Todo esto, por supuesto, lo discutiremos en el estudio de impacto ambiental. Cabe señalar que no se trata de un proyecto surgido de la noche a la mañana. Hemos sostenido reuniones desde el año 2019, en siete ocasiones, en cada una de ellas presentando el desarrollo y el diseño del proyecto –sin acuerdos de confidencialidad– y entregando toda la información antes de su publicación en el estudio de impacto ambiental. No fue hasta diciembre del año pasado que surgió la oposición al proyecto. En paralelo, se desarrolló la norma lumínica liderada por ESO, se llevó a cabo la evaluación ambiental del Proyecto Terra con participación ciudadana, que obtuvo RCA favorable, y se desarrolló el plan energético de largo plazo, cuyo informe final se publicó en el año 2024, también con participación ciudadana.
Por otro lado, esta es una inversión de 10.000 millones de dólares que permitirá diversificar la matriz de exportación, generará empleo de calidad con 610 puestos –que pretendemos sean en un 100% de contratación local– y aportará 1,5 millones en la reducción de CO2, lo que contribuye significativamente en el marco de la ley de cambio climático derivada del Acuerdo de París.
Con esto, finalizo mi exposición, reiterando que el Proyecto INAH representa una oportunidad real para liderar la industria del hidrógeno verde. Es un proyecto serio, desarrollado por una compañía acostumbrada a no especular y diseñado para no afectar la observación astronómica. Creemos firmemente en la coexistencia y esperamos que el análisis se base en aspectos técnicos. Nos mantenemos 100% disponibles desde el año 2020 y hasta la fecha para que, en el marco institucional, se establezca un diálogo abierto y transparente que genere la confianza necesaria en este desarrollo y en los futuros proyectos.
Por su intermedio, señor presidente, le agradezco la oportunidad de haber expuesto. Me disculpo por la extensión, pero la verdad es que teníamos mucho que decir y quedamos abiertos a cualquier pregunta. Muchísimas gracias, don Luis.
Vamos de inmediato entonces con el señor Kulka, director ejecutivo de la Asociación de Hidrógeno Verde de Chile. Señores senadores, señora senadora, una vez concluidas las exposiciones, procederemos a realizar las preguntas para avanzar rápidamente en este tema.
Muchas gracias por la invitación. La verdad es que enfrentamos un desafío intelectual como país, no menor, ¿cierto? Me presento: soy Marcos Kulka. En algún momento, tuve la oportunidad de desempeñarme como gerente general de Fundación Chile durante 19 años, y me tocó promover la observación astronómica de Chile y la aspiración que ello conlleva.
Llegar al 70% de la observación y, por supuesto, también de desarrollar todo lo que conlleva las energías renovables, la descarbonización y la oportunidad que tenemos como país. Entonces, lo primero, antes de entrar acá y contarles quiénes somos, es que esta discusión no puede tornarse en una confrontación de astronomía versus energía limpia, llámese hidrógeno, solar o eólica, con el Ministerio de Medio Ambiente, con todos los desafíos y con el sistema de evaluación de impacto ambiental también, para poder compatibilizar que nuestro país, de acuerdo a las ventajas que posee, las pueda desarrollar.
Yo creo que ese es el desafío de todos los actores que estamos en esta mesa. En el caso puntual del hidrógeno, esta asociación nace hace 7 años; uno puede decir que hace muy poco, pero en realidad, a nivel mundial, las asociaciones en torno al hidrógeno verde surgieron hace no tanto tiempo. Y la pregunta es: ¿por qué nace? Es porque, básicamente, para producir una molécula de hidrógeno se necesita energía. Esta energía se aplica al agua, separando la molécula de hidrógeno del oxígeno, y hoy día se hace a partir de gas natural, lo que emite CO₂ y metano.
La posibilidad que tenemos como país se basa en que, en los costos de producción, el 60 o 70% es energía; de ahí surge la oportunidad de desarrollar esta industria en distintas zonas: en el sur, en Punta Arenas, en Antofagasta e incluso en Bío Bío, donde hay industria. Hoy día contamos con más de 140 socios, lo que evidencia la diversidad de empresas involucradas, ya que el hidrógeno puede ser utilizado en diversas industrias: para la minería, para reemplazar el diésel, como energético o como insumo para la industria química. Esto es posible porque contamos con empresas de todos lados del mundo, además de socios y profesionales —incluyendo fundadores de startups— que visualizan el espacio y la oportunidad en Chile.
La única forma de desarrollar esta industria global es a través de alianzas, y hemos ido logrando, con socios en todos los continentes. Todos conocemos la capacidad de nuestro país en energías renovables para desarrollar distintos usos. La consultora McKinsey, en alguna oportunidad, presentó una slide que he utilizado varias veces, en la que se evidencia que Chile, de aquí en adelante, tiene una ventaja para producir combustibles verdes, amoníaco verde —uno de los insumos más críticos para producir alimentos— y para generar una cadena de valor verde en la producción de alimentos, acero verde y otras industrias pesadas.
Es ahí donde el hidrógeno tiene sentido, especialmente en sectores que requieren mucho calor, como el acero, el cemento y, obviamente, el cobre, otorgando una trazabilidad total verde. Hoy día, solo un camión CAEX en la minería puede consumir 4.000 litros de diésel, lo que podría ser reemplazado por celdas de combustible de hidrógeno, litio, entre otros. Chile podría, efectivamente, participar en torno a un 15% en todas estas industrias del futuro y de la economía limpia, lo que representa parte del desafío que tenemos.
En nuestra carta de navegación, actualmente en actualización dentro de nuestro plan de descarbonización, el hidrógeno representa casi un cuarto de las emisiones netas; es decir, si no somos capaces de desplegar los proyectos en cartera respecto al hidrógeno y sus derivados, será necesario actualizar parte de ese plan, considerando que hoy día se atribuye un 24% de las emisiones netas, después del efecto de sumidero de los bosques.
Otro aspecto muy interesante es que esta industria ha alcanzado un consenso político, reconociendo que existe una oportunidad para Chile. En el gobierno anterior se definió una estrategia y un grado de ambición que posiciona al país entre los principales en producir hidrógeno derivado a menor costo en el mundo. Además, el actual gobierno ha demostrado un esfuerzo excepcional para implementar esta industria, lo que se refleja en el plan de acción 2023-2030, desarrollado a lo largo de todo el territorio nacional con todos los actores, para abordar los desafíos necesarios que permitan su desarrollo.
Se dividió en distintas etapas para fomentar la inversión, habilitar la regulación y, posteriormente, desarrollar esta industria desde el punto de vista operativo. También se hizo una hoja de ruta de los combustibles para la aviación, que es una parte importante del desarrollo de esta industria en el transporte marítimo y la aviación, sectores que hoy día no han encontrado respuesta para lograr la descarbonización.
Y ahora me voy a meter rápidamente, en función del tiempo, en una foto sobre la situación en que nos encontramos hoy día en Chile. Desde abril del 2021, nosotros como asociación hemos ido haciendo un recuento de todos los proyectos que se anuncian públicamente, porque no podemos empezar a discriminar a qué proyecto le creemos o cuál va a avanzar; eso no lo podemos saber, pero sí darnos cuenta del tipo de proyectos que van surgiendo. Hoy día tenemos una foto de 77 proyectos anunciados.
Hay un mito que surge reiteradamente, y es que esta industria solamente será para exportación, principalmente de amoníaco, y no para demanda local. Sin embargo, AES GENER en su proyecto ya ha contado que producirán hidrógeno líquido, que sirve efectivamente para varias de las industrias a nivel local. Acá ustedes pueden ver, de los 77 proyectos que se despliegan en todo nuestro territorio, todos estos logos se deben a que se trata de proyectos complejos, de gran escala y de gran valor, ubicados en distintas zonas donde se requiere además una reactivación importante.
Si hacemos un corte, tenemos en Antofagasta 26 proyectos, en Magallanes 21, en la Región Metropolitana 9 y en Biobío también surge como un polo de desarrollo importante, principalmente por la industria química, ya que el hidrógeno puede ser utilizado como insumo para dicha industria.
Hoy día todos dicen: «Bueno, pero el hidrógeno sigue siendo caro, el hidrógeno no se va a desplegar». Existe, sin embargo, una curva, la curva de Gartner, que se ha mencionado mucho y que muestra cómo se desarrollan las nuevas industrias: parte con una euforia que, a medida que se asumen compromisos de gobiernos, consumidores y empresas, en forma natural se empiezan a descremar aquellos proyectos que pueden seguir avanzando. Acá ustedes pueden ver varios proyectos que ya están operando. Por ejemplo, a nivel de transporte se observa una locomotora de AMSA y camiones de carga pesada en los que el hidrógeno resulta muy apto porque genera autonomía por largos períodos, permitiendo recorrer muchos kilómetros con carga pesada. También se evidencian proyectos de inyección a la red y blending, entre otros.
De esos 77 proyectos, hoy día tenemos alrededor de 15 que ya operan y cerca de 6 o 7 que han ingresado al Sistema de Evaluación Ambiental. Esta es la foto de los proyectos inscritos hasta ahora, cuyos desarrollos han requerido inversiones de hasta 80 millones de dólares para el diseño y todo lo que implica el establecimiento de áreas, zonas de mitigación y compensación necesarias para ingresar al sistema de evaluación de impacto ambiental. Esto podría generar, en su peak, alrededor de casi 7.000 empleos y, en operación, 2.577 empleos.
Estos son solamente algunos de los beneficios económicos que representa esta industria, evidenciando una posibilidad clara de creación de empleo y crecimiento económico. Se trata de proyectos con una cadena productiva bastante completa; no hablamos solamente de plantas automatizadas con dos o tres operarios, sino de plantas de generación y de producción de hidrógeno y de amoníaco, desaladoras y puertos. Es, en definitiva, una industria que genera alto empleo y que, en nuestro plan actual, contempla además la descarbonización (que representa un cuarto de la estrategia), el comercio internacional y la competitividad, posicionando a Chile como proveedor de energéticos limpios y combustibles sintéticos. Además, se ha observado en una planta en el sur que, por cada peso de inversión, se generan cuatro pesos adicionales en toda la cadena de valor indirecto.
Para terminar, si se consideran los proyectos que están en el CEA y aquellos en factibilidad, podríamos llegar a representar casi un 20% del PIB (22% en términos de venta, entre un 2,7% con los proyectos actuales y un 12% en un escenario intermedio) y lograr una reducción considerable de emisiones. Por supuesto, esta industria está llamada a cumplir esa función.