Nos ponemos de pie, por favor, y abrimos esta sesión en nombre de Dios y de la patria. El señor secretario va a dar lectura a una cuenta. Les recuerdo a los asistentes que esta es una sesión seminario que se configura en esa forma. La convocamos con el objeto de que, además de contar con las instalaciones del Senado, sea una sesión que está siendo televisada, dada la importancia del tema. Estamos sesionando en la sala de sesiones; pero, además del seminario, se presenta una sesión que también tiene las características de sesión y, por lo tanto, corresponde a la cuenta de la Comisión de Salud, que sesiona todos los días martes a estas horas. Así que, señor secretario, va a dar lectura a la cuenta.
Gracias, señor presidente.
Ha llegado una comunicación de la Unidad de Vinculación Ciudadana de la Corporación, con la cual se remite un reporte que sistematiza opiniones respecto del proyecto de ley que establece el derecho a optar voluntariamente para recibir asistencia médica, con objeto de acelerar la muerte en caso de enfermedad literal e inculable. Asimismo, se han recibido dos invitaciones: una de la directora ejecutiva del Centro de Políticas Públicas de Innovación en Salud de la Universidad del Desarrollo para participar en el seminario "5 años del COVID-19: lecciones de ayer y retos globales de hoy", y otra del asesor administrativo del Colegio Cirujano Dentista de Chile para participar en la celebración del Día Mundial de la Salud Bucodental. Ambas invitaciones las tienen vuestros señores senadores en vuestros correos.
Eso es todo, señor presidente.
Perfecto. Muchas gracias, señor secretario.
Sobre la cuenta, quizás ofrecemos inmediatamente la palabra al resto de los integrantes de la Comisión de Salud. Yo voy a aprovechar para hacer unas breves palabras de bienvenida y agradecer la participación de las distintas personas interesadas en este importante tema, que, como lo ha señalado bien la prensa y según conversaciones sostenidas con otro integrante de esta comisión, el doctor Juan Luis Castro, ha destacado que la obesidad en Chile —la pandemia global del siglo XXI— es un problema bastante importante de salud. Y está claro que todos los problemas relacionados con el ámbito de la salud no se solucionan con medidas aisladas.
Esta comisión ha tenido, durante su trayectoria legislativa, distintos proyectos: desde la composición nutricional de los alimentos, promoviendo la actividad física, hasta leyes muy particulares, como la ley del vaso de agua en los restaurantes. Hay diversas iniciativas legislativas que han sido importantes en esta comisión y que continuarán siendo tratadas; sin embargo, el problema de la obesidad no se soluciona con medidas aisladas a corto plazo. Es necesario tener una visión global a largo plazo que permita proyectar políticas públicas y, desde esa perspectiva, contar con la participación de distintas instancias, como el Colegio Médico, especialistas de la academia, diversas instituciones, la OPS y la Subsecretaría de Salud Pública, que siempre ha sido gran impulsora y preocupada por este tema.
Precisamente, necesitamos sostener una conversación profunda para abordar este asunto en Chile. Desde la Comisión de Salud del Senado hemos procurado fomentar este diálogo, y creemos que este seminario profundiza un diálogo franco y abierto. Quiero reiterar la mención especial al doctor Juan Luis Castro, quien ha sido gran impulsor de este seminario y de este tema en general durante toda su trayectoria en la Comisión de Salud.
Por cierto, la senadora Jimena Órdenes, hago las excusas del senador Sergio Cágonas, integrante de esta comisión, quien me avisó hace pocos minutos que, por razones personales, no podrá asistir a la comisión. Así como no tuvimos duda en otros temas legislativos, en avanzar en cuestiones de difícil resolución —como fue la ley corta de ISAPRES, probablemente el ejemplo más paradigmático del año legislativo anterior, en que estaba en juego la subsistencia del sistema de integración entre lo público y lo privado—, en este caso también consideramos necesario conversar sobre las materias relativas a la obesidad en las que debemos avanzar.
Abogamos, desde la Comisión de Salud, por lograr un acuerdo integral en materia de salud, lo que implica la reforma de salud. Tenemos un desafío muy importante este año a propósito de un proyecto presentado recientemente por el Gobierno en materia de FONASA, y es el espíritu que siempre ha movido a esta comisión: un espíritu en el que, a pesar de las diferencias ideológicas y políticas, nos esforzamos por avanzar, teniendo presente lo vital que es la salud de la población de Chile.
Unas cifras muy puntuales, de acuerdo a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, indican que el 74% de los adultos chilenos padece obesidad. Esta cifra alarmante se duplicó en los últimos 15 años y coloca a Chile con el mayor porcentaje de obesidad y sobrepeso de toda la OCDE. Esto evidencia la gravedad del problema, definido como la gran pandemia del siglo XXI. La situación se agrava aún más, siendo delicado, por lo que es necesario un enfoque específico en estos casos. Cuando hablamos de la infancia, el mapa nutricional de la Junaeb señala que el 23,3% de los niños padece obesidad y el 26,7% sobrepeso; es decir, el 50% de los niños chilenos presenta problemas en su alimentación, lo que debe preocuparnos profundamente.
Parece, en ese sentido, que el diagnóstico es evidente, aunque pueden existir distintas miradas para discutir la manera de enfrentar esta pandemia, identificar los puntos críticos, definir las políticas públicas a implementar y establecer las medidas legislativas desde el Parlamento para avanzar. Es por ello que hemos convocado este seminario, con la esperanza de obtener herramientas adicionales que nos permitan abordar el problema de manera integral y con acciones concretas.
Quiero ofrecer ahora inmediatamente la palabra a la senadora Jimena Órdenes, otra integrante destacada de esta Comisión de Salud, y a continuación al doctor Juan Luis Castro, senador también de la región de O'Higgins.
Senadora Jimena Órdenes:
Muchas gracias, presidente. Quiero saludar con afecto a todos los invitados y participantes en este seminario, con miras a evaluar en conjunto y alcanzar una visión común al final del día sobre la situación y el estado de la obesidad en Chile. Para nosotros, este desafío es de gran importancia, ya que tenemos un rol específico desde el ámbito legislativo, y al mismo tiempo se trata de una herramienta fundamental para generar y propiciar nuevas políticas públicas, permitiéndonos adoptar una mirada integral ante una situación que ya muchos comparan con una pandemia.
Las cifras son muy elocuentes. Yo represento también a una zona en la Patagonia chilena, la región de Aysén, donde los niños menores de 6 años presentan los índices más altos de obesidad y sobrepeso del país. Por tanto, incluso como representante de un territorio, siento el deber y la obligación de cuestionar: ¿qué está pasando particularmente en nuestra zona? Desde el punto de vista de la salud, tenemos la gran tarea de definir qué medidas adoptar y qué conjunto de políticas públicas promover, ya que cuando hablamos de obesidad debemos considerar los determinantes sociales de la salud. ¿Qué rol cumplirá la atención primaria?
No soy profesional de la salud; me muevo desde las ciencias sociales y la sociología, y tengo la convicción de que existen condiciones sociales que pueden marcar la diferencia para evitar este tipo de pandemia, de modo que en futuras conversaciones podamos adoptar una mirada más optimista. Me alegra que desde este año la primera comisión se haya comprometido a abordar la situación con firmeza, en particular en colaboración con el Ministerio de Salud, representado por la subsecretaria Andrea Albagli, así como con el Colegio Médico, la OPS y la OMS, pues cada uno de ustedes contribuirá sin duda al avance.
Desde el ámbito legislativo hemos realizado un esfuerzo; considero que la ley de etiquetado de alimentos fue una buena señal, aunque ha generado debates, ya que no todos están de acuerdo con medidas de esta naturaleza. Los temas de actividad física y la promoción de estilos de vida saludables no solo constituyen un problema de salud pública, sino que implican también una responsabilidad del Estado, puesto que muchas enfermedades crónicas hubieran podido prevenirse con estas medidas. En Chile, a veces, no estamos acostumbrados a enfrentar una enfermedad de manera preventiva, aunque debemos preocuparnos por todos los estados de salud. El cáncer, por ejemplo, es prevenible; es decir, las enfermedades se pueden prevenir.
En este ámbito, el rol de la atención primaria resulta crucial, siendo igualmente importante considerar los determinantes sociales que se encuentran en la raíz de este fenómeno.
También la ley de etiquetado alimentos, el Consejo Asesor para la Obesidad tiene mucho que decir también en esta materia. Nosotros en agosto del 2021 el Senado aprobó un proyecto de acuerdo para instar a declarar la obesidad como una enfermedad, otorgar las prestaciones asociadas y se propuso también la implementación de un programa interdisciplinario porque esta mirada no es solo de los profesionales de la salud, yo creo que todos tenemos mucho que decir en esta materia y mi apuesta en espacios como este es que nosotros, sobre todo como tomadores de decisiones, necesitamos la información, la evidencia empírica para tomar las mejores decisiones en materia de una buena legislación, porque a veces son medidas muy acotadas y sin una mirada integral para poder abordar esta situación. La verdad es que yo creo que corremos el riesgo de no ser efectivos, eficientes en la respuesta y, al final del día, Chile tiene índices a nivel latinoamericano que son bien preocupantes, entonces, bien vale hacerse hoy día la pregunta: ¿qué hacemos? Más allá de cuál es el estado de la obesidad, cuáles son las políticas públicas que vamos a patrocinar, cuáles de ellas tienen expresión en el plano legislativo y, por supuesto, cuenten con el apoyo para que podamos sacar adelante esa tarea. Yo solo eso, presidente, muy agradecida la presencia de todos los invitados; creo que su experiencia es fundamental para que podamos avanzar e invitarlos a un trabajo conjunto con las distintas miradas y que podamos sacar los mejores resultados en materia de política pública, legislación y otras medidas que se requieran para enfrentar la obesidad en Chile. Muchas gracias.
Muchas gracias, senadora Jimena Órdenes. Le ofrezco la palabra al senador Juan Luis Castro.
Gracias, presidente. Quiero saludar a cada uno de los asistentes de las instituciones que están aquí presentes, directivos de salud, encabezados por la subsecretaria de Salud Pública, que representa a la cartera en esta oportunidad; nuestra asesora experta en nutrición, la doctora Mónica Manrique, que nos ha acompañado desde hace más de un año en el trabajo de esta comisión en esta tarea tan importante; a la gente de la FAO, a la directiva del Colegio Médico, a las organizaciones que están hoy en día presentes, al Colegio Médico, al INTA, a la Universidad Católica, a la Academia en general y a la OPS, que por supuesto ha estado permanentemente con nosotros.
Solo quiero, no solo sumarme a lo que han dicho mis colegas senadores, sino decirles que esta es la obra, la oportunidad, después de que en el año 2015 la Federación Mundial de la Obesidad traspasó a este día –porque antes era en octubre, el día de la sensibilización respecto a la obesidad en el mundo–, de ir transitando más rápidamente de la retórica a la acción, de que hoy en día necesitamos mayores intervenciones ciudadanas con políticas públicas colaborativas y en diálogo que permitan cambiar hacia un modo de vida saludable. ¿Por qué? Las cifras están a la vista; la subsecretaria las va a ilustrar con mayor fuerza y profundidad en la realidad del Chile de hoy, pero es prácticamente inaceptable, queridas amigas y amigos, que tengamos hoy día tres de cada cuatro chilenos en los rangos de sobrepeso u obesidad. Eso es inaceptable para un país que camina hacia la modernidad. Es también inaceptable que tengamos los niveles de sedentarismo que hoy día nos acompañan, particularmente en niños, niñas y adolescentes. Es particularmente delicado que hoy día la adicción, no solo al azúcar, sino también a las pantallas, esté generando, como consecuencia final, los problemas de la obesidad y la malnutrición que estamos viviendo en el mundo.
Nosotros tenemos un compromiso que queremos refrendar hoy día, en este Día Internacional del Combate y la Lucha contra la Obesidad, junto a todos ustedes, y por eso quisimos hacerlo aquí, en la sala de sesión del Senado, con toda la solemnidad que esto significa, porque es una alianza para que nuestro pueblo, nuestro país, en sus distintos estratos socioeconómicos –porque esto es transversal– pueda levantar la mirada hacia un escenario mucho mejor en torno a este problema enorme que tiene serias consecuencias en las enfermedades crónicas no transmisibles que vamos a ahondar hoy día.
Hay cuatro iniciativas de ley que están situadas acá y que queremos redoblar. La ley del vaso de agua, que está en tramitación y esperamos que ya rápido...
Obviamente esto tenga el despacho suficiente, por cierto, la obra de actividad física de los niños, niñas y adolescentes en los establecimientos educacionales, clave para todo este efecto. Tercero, nos importa mucho que la venta de comida saludable se extienda también más allá del perímetro del interior de un establecimiento y vaya a lugares donde podamos conversar con el comercio establecido, con todos los sectores, dialogando, pero también que no tengamos la dicotomía de que una cosa es lo que yo como dentro de un establecimiento, otra cosa en la casa y otra cosa en la calle, y así perdemos el norte y la perspectiva de las cosas. Y cuarto, una iniciativa que yo espero que empecemos a tramitar lo más pronto posible, está ingresada, la hemos respaldado y que requiere hoy día que los alimentos ultraprocesados también tengan una consideración nítida y visible ante la ciudadanía, porque ahí hay un foco, y ese foco no es para prohibir, sino para advertir, para que la gente, además de la exitosa ley de los etiquetados que ya lleva nueve años prácticamente, tenga hoy día complementos que vayan por este lado de los ultraprocesados y también en la regulación de los edulcorantes, que hoy día claramente aparece como un tema que sobre todo en los niños tiene riesgo y que tiene que ser abordado también de una forma dialogada, pero estricta y clara para efectos del conocimiento ciudadano. Estas son las cuatro iniciativas que nosotros queremos, lo decimos con claridad, comprometernos a sacar lo antes posible para que estos sean instrumentos que ayuden en esta lucha general para que la obesidad no siga siendo el mal que hoy día diagnosticamos, sino que sea una realidad que podamos mejorar, curar sanitariamente, buscar el horizonte nuevo que queremos en la ciudadanía chilena que nos convoca. Muchas gracias, presidente, y démosle paso adelante para que prosigamos escuchando las autoridades. Muy amable.
Perfecto. Muchas gracias, senador Juan Luis Castro. Tenemos una agenda y un orden de intervenciones donde, bueno, vamos a darle la palabra a un espacio, este tema es conveniente, pero más de diez, quince minutos por ahí a la subsecretaria de Salud Pública, la señora Andrea Albagli, para que nos cuente, nos dé una breve reseña, una cuenta sobre el estado de la obesidad en Chile. Yo no sé si, subsecretaria, donde usted quiera hacer uso de la palabra, puede ser en su pupitre, puede ser acá, como usted estime conveniente, pero para que nos cuente, igual está siendo televisada y va a estar siendo escuchada atentamente por todos los integrantes de la Comisión y por todo el público, no solamente presente acá, sino también virtualmente. Gracias.
Subsecretaria tiene la palabra.
Muchas gracias, presidente. Es un gusto saludarlo esta mañana, retomando la actividad parlamentaria por su intermedio. Es un gusto saludar al senador Castro y a la senadora Órdenes, acá presente también, de la Comisión de Salud del Senado, y a todos los presentes, a todos los que nos acompañan hoy día de manera presencial y también de manera remota. Antes de comenzar con mi presentación, quisiera detenerme un momento muy breve para darles un agradecimiento muy sincero a los senadores de la Comisión de Salud por haber facilitado esta instancia. El sector salud se caracteriza por ser un sector, como ustedes muy bien saben, que tiene muchas contingencias, y a eso me refiero, muchos problemas urgentes en los cuales el tiempo apremia y que a veces dificulta tomar el tiempo necesario para profundizar en temas que, como se indicó al inicio, son de largo plazo, es decir, una agenda de largo término. Quiero agradecer la voluntad, el interés y el entendimiento que parte de ustedes refleja respecto a la salud pública y el hecho de haber facilitado esta sesión en un día tan importante, el Día Mundial de la Obesidad.
Quiero comenzar respondiendo la pregunta sobre la relevancia: ¿por qué es importante hablar de la malnutrición por exceso? Parto de lo siguiente: la malnutrición por exceso, el sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de enfermedades no transmisibles, tales como enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, trastornos neurológicos, enfermedades respiratorias crónicas y trastornos digestivos. Además de ser un factor de riesgo para estas enfermedades, que constituyen gran parte de la carga de enfermedad en nuestro país, también son un factor de riesgo para enfermedades transmisibles. Esto lo menciono para recordar la reciente experiencia con la pandemia por COVID-19 y el invierno que ya estamos comenzando, donde la circulación viral nos demuestra que la presencia de enfermedades crónicas agudiza los cuadros de enfermedades transmisibles.
y por ende también tienen una doble importancia, no solamente con respecto a las enfermedades no transmisibles. En resumen, aumenta la morbilidad, disminuye la esperanza de vida, aumenta la mortalidad y disminuye la calidad de vida. Y acá quiero hacer un punto importante y eso es que, además, en la infancia y en la adolescencia afecta el rendimiento escolar, además de otros indicadores asociados de salud mental. Acá traje un gráfico que refleja de manera sintética el impacto que tiene la malnutrición por exceso en la salud.
Este primer gráfico lo que muestra es el porcentaje de muertes que son atribuidas a la malnutrición por exceso como causa, valga la redundancia, atribuible. Esto es en Chile y en el mundo. Es decir, de todas las muertes, ¿cuántas de estas pudiesen estar explicadas por sobrepeso u obesidad? Este gráfico que ven contempla el periodo de 1990 al 2022 y vemos que ambas líneas van en un aumento muy pronunciado. Pero lo que es más notorio, quiero hacer el punto acá, es que de esas dos líneas, la que está en un rojo burdeo, que se encuentra abajo, es la línea que refleja la cifra del mundo, mientras que la roja, de color claro, es la de Chile, la que está arriba. Es decir, duplicando la cifra mundial en este indicador.
Si miramos otro indicador, que es el porcentaje de años de vida saludable perdidos, éste es un indicador sintético que refleja la cantidad de años saludables perdidos por muerte prematura, pero también por los años de vida que se han vivido con algún tipo de discapacidad. Esto nos permite comparar el impacto sanitario que tienen distintos problemas de salud. Cuando lo miramos desde este punto, se aprecia algo similar: en Chile casi duplicamos la cifra del nivel mundial y se observa un aumento constante, muy pronunciado, que solo disminuye hacia el final porque aumenta el peso relativo del impacto de otras enfermedades, como se evidencia en los años 2020 y 2021, a causa de la pandemia por COVID-19. Pero fuera de ese año, donde se ve una disminución en términos relativos por lo ocurrido en la pandemia, se percibe que los efectos de la obesidad y el sobrepeso son muy importantes en términos de impacto en la salud, además de mostrar una tendencia que señala un rápido empeoramiento. Por eso se enmarca el Día de la Obesidad como una efeméride importante en el sector salud. Y este año, este Día de la Obesidad hace un acento en sistemas. Por eso, hoy traje la imagen del Día Mundial de la Obesidad, que dice que quiere poner el foco en los sistemas, en el ambiente en el cual las personas nos desenvolvemos, ya que este ambiente, con todos sus determinantes sociales, tanto facilita como dificulta el poder tener una vida saludable y, en ese contexto, dificulta o facilita el tener un estado nutricional que sea sano y propicio para el buen desarrollo de nuestra vida.
Voy a referirme un poco específicamente en Chile a las cifras que tenemos de la magnitud, es decir, la prevalencia de este problema, y también a la tendencia, porque es importante mirar ambas cosas: cómo estamos hoy día y de dónde venimos, ya que eso nos puede dar señales sobre lo que podemos esperar como proyección futura. Primero voy a mencionar a la población adulta y, en este gráfico, lo que estamos viendo es una ilustración de los resultados de la última Encuesta Nacional de Salud, realizada en el período 2016-2017. Es uno de los indicadores más robustos que tenemos, porque es una encuesta poblacional, lo que significa que es un reflejo fidedigno del estado de salud de la población, y es el indicador de mayor calidad debido a que presenta menos sesgo. Y acá, entonces, los invito a fijarse en donde se encuentra en color verde esta ilustración: ese es el porcentaje de personas mayores de 15 años en Chile que tienen un normopeso, es decir, que no tienen sobrepeso, que no tienen obesidad, que tampoco presentan obesidad mórbida ni están enflaquecidos. Es un 24,5%. En una sala de 100 personas, solo 25 personas no tienen sobrepeso, lo que resulta realmente preocupante. Si lo comparamos a nivel internacional, se utiliza un indicador algo distinto, y les voy a explicar lo que representa cada una de estas barras. Se trata de la comparación internacional de todos los países de la OCDE, y lo que aparece es el autorreporte; por eso, es un indicador distinto, ya que no se mide objetivamente los parámetros del estado nutricional, sino que es un autorreporte, aunque igual sirve para la comparación internacional. Y se observa que Chile se encuentra en el segundo lugar, presentando las tasas más altas de sobrepeso y obesidad, solamente después de Estados Unidos, muy lejos del promedio de la OCDE.
En la infancia y en la adolescencia, primero acá les quiero mostrar esta cifra que es el resultado del estado nutricional de menores de 6 años en control en el sector...
Público de Salud. Y esta línea lo que indica es la malnutrición por exceso, tanto sobrepeso como obesidad, en menores de 6 años, entre el 2019 y el 2023. Acá se observa un aumento muy notorio en el año 2021, el cual hay que interpretarlo de dos maneras. Primero, como un posible efecto de la pandemia, en el sentido de que es plausible pensar que la crisis sanitaria agravó esta situación durante ese periodo agudo de tiempo; y segundo, con cautela, ya que este indicador no proviene de una encuesta poblacional sino de los registros, específicamente del Registro Estadístico Mensual de nuestro sistema de salud, pudiendo reflejar un sesgo en el uso de servicios. Durante la pandemia, al ser tan difícil mantener el contacto con el sector salud, es posible que solo hayan accedido aquellos en situación más grave de salud, lo que influye en el estado nutricional y podría sesgar este indicador.
Por eso, les traigo otro gráfico que muestra lo mismo: se utiliza la misma población y sistema de datos, pero con una temporalidad más extendida, es decir, desde el 2008 hasta el 2022. Ahí se observa nuevamente el 2021 sobresaliendo. Incluso si se retira ese año del análisis por la incertidumbre respecto a su representatividad en la tendencia nacional, se aprecia un aumento muy pronunciado desde el 2008 hasta el 2022 en cuanto a obesidad y sobrepeso en menores de 6 años, pasando de niveles cercanos al 30–32% en 2008 a sobre el 35% (alrededor del 36%) en 2022.
Aquí hay un mapa que ilustra lo que mencionaba la senadora Órdenes al inicio: esta realidad no es homogénea en todo el país, sino que varía según macrozonas, siendo más pronunciada en el sector sur, en el sector austral, donde posiblemente el difícil acceso a alimentos frescos y el mayor consumo de alimentos procesados y ultraprocesados, junto con ciertas condiciones que dificultan la realización de actividad física, explican en parte esta situación.
El mismo indicador, aplicado a la población de 6 a 9 años, muestra una tendencia similar: un aumento pronunciado durante los años de pandemia. Fuera de ese periodo, la cifra se mantiene en torno al 42%, destacándose por ser superior al 36 observado en menores de 6 años. Si miramos el grupo de entre 10 y 14 años, la proporción asciende al 52%, lo que evidencia que el grado de malnutrición por exceso aumenta conforme lo hace la edad. En la adolescencia, entre 15 y 19 años, se registra aproximadamente un 46–47%.
En el caso de las gestantes, se evidencia un aumento sostenido desde el 2019 hasta el 2023, sin reducción posterior a la pandemia, alcanzando un 74%. Al estratificar por edad, se observa que el porcentaje de gestantes con obesidad y sobrepeso aumenta conforme lo hace la edad –del 24% en personas menores de 20 años, hasta llegar a un 50% en aquellas entre 45 y 54 años–. Mientras que en población adulta mayor de 65 años, las cifras se mantienen relativamente estables entre el 2019 y el 2023, situándose en torno al 55%.
Muy brevemente, quiero mencionar un estudio publicado en el año 2024 en la revista The Lancet, la más prestigiosa en estudios de salud, que realiza una revisión internacional de las tendencias del sobrepeso y la obesidad desde 1990 a 2022. Se trata de una revisión sistemática que reúne estudios de diferentes países para efectuar esta comparación. Los principales hallazgos son los siguientes: a nivel mundial, la prevalencia de la obesidad se duplicó en la población en general y se cuadruplicó en niños, niñas y adolescentes. Esto evidencia que se trata de un problema global y no exclusivo de Chile. Además, se observó que las mujeres presentan tasas más altas en la mayoría de los países, y el aumento fue más pronunciado en grupos de bajos ingresos en comparación con aquellos de mayores ingresos. En Chile, en particular, se constata que la prevalencia de obesidad en el 2022 es la segunda más alta de Latinoamérica; en el mismo periodo, la obesidad en adultos se triplicó, y el incremento en niños, niñas y adolescentes se encuentra entre los más notorios.
Esto, por supuesto, tiene un impacto económico también. Cuando pensamos en costos directos, el gasto hospitalario en el 2014 se destinó un 6,1% de este gasto al tratamiento de la obesidad y sus consecuencias, equiparando un total de 130.000 millones de pesos. El gasto en atención de salud como porcentaje del Producto Interno Bruto en el 2016 fue de 0,5%, pero se estima que, de no cambiar nada, esto llegaría a representar un 1,5% del PIB destinado al tratamiento de la obesidad y sus consecuencias. También tiene sus costos indirectos, que alcanzarían en el 2030, insisto, si nada cambia, un 1,9% del PIB en ausentismo y labores de cuidado, sumándose a los gastos directos en salud. Estaríamos invirtiendo muchísima plata como país para poder responder a los problemas que significan la obesidad y el sobrepeso.
Los factores de riesgo, no me voy a detener en ello; solamente quiero traer esta gráfica que ilustra un concepto, el mismo que destaca este Día Mundial de la Obesidad: los entornos alimentarios obesogénicos. Las personas pueden hacer mucho en términos individuales, de la conducta individual para controlar el peso, absolutamente, pero aquellas conductas que podemos adoptar están relacionadas con el entorno, que puede facilitar o dificultar decisiones saludables. Por eso se habla de entornos obesogénicos, que son aquellos que facilitan la ingesta de calorías o una ingesta por sobre lo necesario, y al mismo tiempo dificultan el acceso a espacios o actividades para realizar actividad física.
Y aquí quiero hacer un ejemplo que creo que todos nosotros podemos visualizar en el día a día. Cuando hablamos de actividad física, no necesariamente nos referimos a hacer deporte, sino a mantenernos activos a lo largo del día; por ejemplo, caminar. Se puede indicar a las personas que deben caminar cierta cantidad de pasos o dedicar determinadas horas al día para mejorar su estado nutricional, pero no es igual de fácil para todos, ya que depende de las veredas: unas tienen pavimento, otras no; algunas presentan hoyos, otras están bien pavimentadas; algunas cuentan con sombra y otras carecen de ella en días de calor; y, además, hay veredas que llevan a intersecciones reguladas por semáforos que las hacen más seguras, mientras que otras no están reguladas y dificultan el tránsito. Por eso, la simple indicación de caminar más no es igual de factible para todas las personas.
Quiero destacar también brevemente un trabajo de investigación de Chile que permite comparar al país con indicadores de actividad física. Se trata del reporte de notas, un estudio que sintetiza los datos más recientes sobre actividad física en niños, niñas y adolescentes, y los factores que la influencian, presentándolos en un lenguaje común que facilita la comparación con otros países. Este trabajo fue realizado por el académico Nicolás Aguilar. En él, en la columna de la izquierda se desglosan los indicadores, llegando al promedio general que aparece en la última fila, y en la columna de la derecha se muestran las notas, tanto en formato internacional como según el sistema de notas nacional. Se observa un promedio general de nota 3, en una escala del 1 al 7, es decir, una nota roja por debajo del 4. Los indicadores más bajos son el cumplimiento de la actividad física global (nota 2), el sobrepeso y la obesidad, y la condición física. También llaman la atención otros indicadores como el entorno escolar (nota 3), el entorno familiar y de pares, la conducta sedentaria, el transporte activo y la participación en deporte organizado, todos con calificaciones muy bajas que explican, en parte, los resultados que tenemos en cuanto a obesidad y sobrepeso.
Por todas estas razones, el Ministerio de Salud, en el año 2024, formalizó su estrategia para detener la aceleración del sobrepeso y la obesidad en la niñez y la adolescencia. Esto se enmarca en el plan de aceleración de la OMS para detener la obesidad. Quiero destacar, tanto de la estrategia nacional chilena como de la OMS, el concepto de la velocidad. Muchas veces, la mayor parte de nuestros indicadores de salud apuntan a la velocidad.
A reducir o aumentar, dependiendo si estamos hablando de un indicador con polaridad positiva o negativa, pero acá no estamos hablando de reducir ni de detener, sino de desacelerar. Y esto es porque reconocemos que no hay ningún país que haya logrado controlar el aumento de la obesidad y el sobrepeso y, por ende, la meta realista. Y que, aún así, es desafiante hacer que este aumento –que vemos viene aumentando, valga la redundancia, desde el 90– lo haga a una menor velocidad para ir controlándolo lo antes posible.
Hay 28 países que se han sumado a esta iniciativa de la OMS para poder liderar estrategias integrales con respecto a la obesidad. Chile es uno de esos 28 países líderes en esto. De acá tengo la ilustración del día en que hicimos el lanzamiento de la estrategia, en marzo del 2024, y traigo esta foto para compartir con ustedes, porque refleja la presencia de tres organismos internacionales, ocho ministerios que están involucrados en esta estrategia y también la presencia del Poder Legislativo. Estaba el senador Castro con nosotros ese día, porque dentro de esta estrategia –y acá no me voy a detener en cada una de estas líneas– hay muchas iniciativas legislativas.
Entonces, ahí están las áreas de intervención, que son nueve grandes áreas que siguen la orientación de la OMS y las 29 líneas estratégicas correspondientes. Como digo, muchas de estas tienen implicancias legislativas que voy a detallar en breve.
Este plan estratégico cuenta con un plan operativo. Dentro de las 29 líneas estratégicas se operacionaliza en 88 objetivos específicos: 63 de ellos son sectoriales y 25 intersectoriales, dando lugar a 172 acciones. Ya comenzamos; hay 61 acciones en proceso y el 10% ya se ha finalizado.
Muy brevemente, para terminar con mi presentación, destaco algunas oportunidades legislativas en esta instancia, tres de ellas que están dentro de la Estrategia Nacional para la Desaceleración del Sobrepeso y la Obesidad en la niñez y la adolescencia, y que, como he mencionado, son proyectos que están en tramitación.
El primero es la incorporación de la restricción de venta y publicidad de productos altos en torno a los establecimientos educacionales. Esta es una iniciativa muy importante, porque la Ley de Etiquetado y Publicidad de los Alimentos ha mostrado resultados muy positivos, pero una de sus limitaciones es que, incluso en cumplimiento total de la ley que prohíbe la venta y la distribución de productos altos dentro de los establecimientos educacionales, el impacto se ve mermado si, en el punto de acceso de ese establecimiento, puede haber alguien vendiendo estos productos. Obviamente, eso limita el impacto que tiene, y es por ello que destaco este proyecto de ley.
También está el proyecto de ley para estimular la actividad física y el deporte en los establecimientos educacionales. Este proyecto manda a los establecimientos a promocionar, dentro de su jornada, una hora diaria destinada a la actividad física. Esto no quiere decir que se agregue una hora adicional a la asignatura de actividad física, sino que se busca incorporar la actividad física en todas las actividades escolares, ya sea en sala de clases, durante el recreo o a través de estrategias de transporte activo, con rutas seguras hacia y desde la escuela.
Por último, se encuentra el proyecto de ley para favorecer el acceso y consumo de agua potable por parte de los clientes de restaurantes, conocido como la ley del vaso de agua. Existen distintos proyectos de ley similares, pero este en particular se destaca por los matices importantes en su legislación. Es distinto que se haga obligatorio entregar agua a quien lo solicite en un establecimiento de alimentos, a que lo obligatorio sea ofrecerla o, como resulta muy positivo en este proyecto, que se mande entregar el vaso de agua a la persona en cuanto toma asiento en el establecimiento. Esto es fundamental, ya que, según evidencia abundante, la ingesta de agua es uno de los factores protectores más importantes para un buen estado nutricional.
Quiero agradecer a todos los senadores y senadoras que han sido parte de estos proyectos de ley. Me refiero al senador Juan Luis Castro, a la senadora Jimena Órdenes, al senador Juan Ignacio de la Torre y al senador Francisco Chaguán, quienes han sido impulsores de algunos de estos proyectos.
Quiero también destacar otra iniciativa legislativa dentro de nuestro plan nacional de desaceleración de la obesidad y el sobrepeso, que busca ampliar las restricciones de la publicidad de productos altos en la Ley de Etiquetado y Publicidad de los Alimentos, la cual actualmente se regula hasta los 14 años.
Y la propuesta es que eso se extienda hasta los 18 años. La razón medular de esto es que durante la adolescencia se consolidan los hábitos de alimentación que se mantienen en la edad adulta, por lo que la adolescencia es una de las últimas oportunidades para intervenir y formar hábitos saludables. Ampliar el alcance de la Ley de Publicidad y Marketing de los Alimentos es una oportunidad de potenciar los efectos beneficiosos de la Ley de Alimentos obtenidos en la población infantil. Destaco este proyecto; hay otros proyectos que están en la Estrategia Nacional de Desaceleración de la Obesidad y Sobrepeso en las Niñas y la Adolescencia, pero destaco este porque, en política pública, una de las cosas importantes a identificar es cuáles son los elementos que ya están en nuestra regulación, que ya existen en nuestro sistema y que podemos potenciar aún más, siendo un facilitador para la implementación de políticas públicas.
Desde ese punto de vista, hoy en Chile tenemos una tremenda oportunidad: ya contamos con casi 10 años de implementación de la Ley de Etiquetado Nutricional y Publicidad de los Alimentos y, por ende, es un facilitador aprovechar ese avance que ya se ha evidenciado en estos últimos años y amplificarlo, buscando proteger a este grupo específico en el cual aún hay espacio para crecer.
Para cerrar, solo quiero entregar este mensaje. Yo comencé hablando de la relevancia del problema del sobrepeso y la obesidad, porque es importante, y quiero cerrar diciendo que, así como es un problema de salud pública relevante, también es urgente abordarlo, porque no ha parado de crecer, sigue empeorando y sus consecuencias solo van a aumentar. Nuevamente, les agradezco profundamente la disposición que tiene la Comisión de Salud del Senado, a los integrantes de la Comisión de Salud y a los senadores presentes, por destinarnos parte de su tiempo esta mañana. Muchas gracias.
Muchísimas gracias, subsecretaria, por su gran cuenta del estado de la obesidad en Chile. Y vamos a abrir ahora con el resto de los invitados. Voy a hacer la presentación de la señora Camila Corvalán, del INTA de la Universidad de Chile; de la doctora Mónica Manrique, académica nutrióloga del MEDS; y del señor Giovanni Escalante, representante de la OMS y OPS, y quien, obviamente, también tendrá la posibilidad de participar en un diálogo. La idea es que se genere una instancia de conversación, un intercambio de opiniones sobre políticas públicas contra la obesidad en Chile. En este mismo orden, le ofrezco la palabra a la señora Camila Corvalán, del INTA de la Universidad de Chile.
Buenos días. Muchas gracias por la invitación a los senadores y al Ministerio de Salud. Es un placer estar aquí representando a la Academia. Venimos del INTA de la Universidad de Chile a contarles un poco qué es lo que ha estado haciendo la academia para acompañar las políticas públicas existentes en nuestro país en relación al control de la obesidad. Reforzando lo que mencionaba la subsecretaria, los indicadores mundiales indican que hoy las razones por las cuales los chilenos enferman y mueren tienen que ver con la alimentación, no solo con la obesidad y el sobrepeso, sino también con la mala alimentación. La subsecretaria lo señalaba: existe un problema de inactividad que es crónico en nuestra población. Yo me voy a centrar, dentro del tiempo disponible, en hablar sobre la alimentación en particular. Está presente aquí la académica que, hace varias décadas, mostró qué es lo que ha estado ocurriendo con la alimentación de nuestra población y que da cuenta de la pandemia que hoy vivimos. Los hogares en los años 80 gastaban gran parte de su presupuesto en alimentos naturales; lo que hemos visto progresivamente es que eso se revierte. Hoy los hogares gastan gran parte de su presupuesto en alimentos envasados que tienen un alto contenido de calorías, grasas, azúcares y sodio, nutrientes que se asocian a la aparición de obesidad y a un sinnúmero de enfermedades crónicas. Hoy en día, los registros que tenemos —vale la pena decir— son de hace bastante tiempo, ya que en Chile no se registra sistemáticamente información de ingesta nutricional, lo cual, dado que es el principal factor de riesgo de muerte y enfermedad, resulta una paradoja. Se indica que alrededor de un tercio de la energía que recibe un adulto proviene de estos alimentos que nos enferman, y cuando miramos en niños, esa cifra alcanza casi la mitad.
De la alimentación de los niños y niñas. Cuando miramos el cumplimiento de lo que recomendamos en nuestras guías alimentarias, nos encontramos que conductas como consumir agua solo alcanzan a una de cada tres personas en nuestro país, y cuando vemos el consumo de frutas y verduras o de pescados y mariscos, la situación es aún más grave. Lo decía también la subsecretaria, lo decían también los senadores. El problema es que esto, además, no se distribuye en forma homogénea; no nos afecta a todos por igual, hay una distribución inequitativa en términos del territorio, del sexo, de la educación y del nivel socioeconómico.
¿Cuál es el desafío que tiene el país hoy? Es un desafío complejo, múltiple, que tiene que ver, por un lado, con disminuir la promoción del consumo de estos alimentos que están más asociados con enfermedad y mortalidad, y, por otro lado, con promover el consumo de aquellos alimentos que sí sabemos que nos protegen contra cáncer, obesidad y otras patologías que afectan a los chilenos y chilenas. Entonces, se trata de cambiar una conducta, se trata de comer de forma distinta, lo han dicho también aquí; sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. La conducta de la alimentación es sumamente compleja, no solo afecta a las personas. Hoy día sabemos, a partir de los estudios randomizados, que lo que nosotros podemos hacer en una consulta clínica con nuestros pacientes es absolutamente limitado, pues los efectos observados en el control de obesidad y sobrepeso son mínimos o nulos, porque justamente este es un problema sistémico que afecta desde lo que ocurre en mi familia, en mi barrio, en mi entorno y también en términos de producción e importación de alimentos.
Lo decía la subsecretaria, entonces hoy día lo que estamos promoviendo es que debemos realizar acciones a nivel de las personas, por supuesto, en términos de cambiar sus conductas, pero debemos generar entornos que faciliten la implementación de esas conductas. Si yo quiero comerme una manzana, pero no la tengo disponible o vale cinco veces más caro que una bolsita de papas fritas, se me va a ser sumamente difícil ejecutar esa acción o conducta que quiero implementar. Y entonces se ha acuñado este término de los entornos alimentarios, que se refiere a todas esas características que conectan los alimentos con las personas. Hoy día no nos encontramos recogiendo alimentos desde la tierra, sino que, a través de una serie de procesos, los alimentos son promovidos, hechos disponibles y resultan más o menos convenientes, más o menos claros en cuanto a lo que contienen.
Lo que se promueve hoy día, desde la investigación en relación a la prevención de la obesidad, es que debemos, por un lado, intervenir esos entornos de modo que sean menos disponibles, tengan un precio más alto, se informen de manera limitada, se marketeen menos y no se provean en espacios en los cuales, por ejemplo, se encuentren particularmente niños o personas enfermas; y, por otro lado, promover esas mismas características en los alimentos naturales. ¿Qué ha hecho Chile? Chile ha realizado un gran aporte en términos de investigación mediante la implementación de la Ley de Etiquetado de Alimentos, la cual representa un cambio de paradigma a nivel mundial. Esta regulación ha sido destacada por los principales organismos de investigación. Chilenos y chilenas hoy forman parte de organismos asesores, como la Comisión, la Federación de Obesidad Mundial, el World Bank y la FAO, lo que evidencia que Chile fue pionero en entender la necesidad de implementar acciones de este nivel de forma coordinada y articulada. No solo se implementó de forma correcta, sino que además hemos demostrado que el cumplimiento de la regulación supera el 95%, y la investigación realizada ha mostrado que efectivamente ha logrado conseguir los resultados esperados en términos de los entornos alimentarios. Estudios que comparan la información que obtienen los consumidores con un etiquetado como el chileno, versus los etiquetados tradicionales, muestran consistentemente mayor comprensión, mayor simpleza y una mayor predisposición a utilizar el sistema de comunicación.