ESP - Mixta Comisión Mixta para la Unión Europea

ESP - Mixta - Comisión Mixta para la Unión Europea - 2 de octubre de 2025

2 de octubre de 2025
13:00
Duración: 264h 49m

Contexto de la sesión

CELEBRACIÓN DE LA SIGUIENTE COMPARECENCIA: 1º. Vicepresidente Ejecutivo de Prosperidad y Estrategia Industrial de la Comisión Europea, Sr. Stéphane Séjourné, para tratar asuntos de su competencia. AUTOR: Comisión Mixta para la Unión Europea (Núm. Exp. 219/000438/0000) (Núm. Exp. Senado 713/000377/0000)

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Vamos a dar comienzo, si les parece, a esta sesión de la Comisión Mixta para la Unión Europea, en la que tenemos el honor y el privilegio —y ya le he trasladado nuestro agradecimiento— de contar con la presencia del vicepresidente ejecutivo de Prosperidad y Estrategia Industrial de la Comisión Europea, quien ha solicitado comparecer a petición propia ante esta Comisión. Este es el único punto del orden del día, que organizaremos de la siguiente manera: en primer lugar, intervendrá el vicepresidente; a continuación, lo harán los grupos parlamentarios; y, seguidamente, el propio vicepresidente dará respuesta a las intervenciones. Posteriormente, se abrirá un breve turno de réplica, por si algún grupo parlamentario quisiera añadir algún comentario adicional. Si les parece, y reiterando nuestro agradecimiento, tiene la palabra el vicepresidente ejecutivo de Prosperidad y Estrategia Industrial de la Comisión Europea. Muchísimas gracias, señorías.
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Señorías, como es costumbre, siempre propongo mantener un intercambio con el Parlamento nacional cuando viajo de país en país, de Estado miembro en Estado miembro. El objetivo es dialogar sobre la actualidad política europea y explicar lo que estamos haciendo y la hoja de ruta de la Comisión en un momento geopolíticamente complicado, como ustedes saben. Intervendré en español; permítanme si cometo algún error de vocabulario y les pido disculpas de antemano. Si fuera necesario, podré cambiar al francés; creo que disponen de traducción, de modo que, durante el debate, también podré escuchar intervenciones en francés. Quisiera empezar por el contexto geopolítico y diplomático, porque es uno de los factores que nos obliga a imaginar un nuevo modelo y un nuevo equilibrio económico en Europa. La industria es, probablemente, una prioridad en la que debemos evolucionar de forma importante. Desde la administración Trump, con los aranceles, hasta las tensiones geopolíticas que probablemente tendremos con China, si tuviera que resumir la estrategia económica de la Unión Europea, diría que se articula en dos grandes líneas de reforma y de acción económica. La primera es reforzar el mercado único. Sé que la gran mayoría de los parlamentarios aquí presentes está de acuerdo con esa orientación. Esto implica eliminar muchas barreras, sector por sector, en poco tiempo, porque existe la necesidad de avanzar con rapidez, especialmente tras los informes de Enrico Letta y Mario Draghi sobre la urgencia de construir verdaderamente el mercado único europeo. Hemos puesto en marcha dos iniciativas importantes. En primer lugar, fijar una fecha, 2028, porque sin fecha no hay responsabilidad política, y la Comisión quiere asumir la responsabilidad de suprimir esas barreras lo antes posible. En segundo lugar, una hoja de ruta del mercado único y la capacidad de la Comisión para presentar nueva legislación al Parlamento Europeo en sectores específicos. Pienso, por ejemplo, en el sector financiero y en las telecomunicaciones, que están muy fragmentados y constituyen una urgencia, sobre todo en términos de financiación de la economía. Es un paquete que necesitamos impulsar con rapidez. He hablado con los responsables políticos del Gobierno de España y considero que existe un amplio consenso para avanzar en esa dirección. El mercado interior es, en términos de crecimiento, fundamental y ofrece grandes perspectivas para nuestras empresas, con 450 millones de consumidores.
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Dentro del mercado único el año pasado. Para decir que creo que las barreras reglamentarias y nuestra capacidad de implantar también todos nuestros negocios en Europa aún ofrecen un margen de progreso y de crecimiento enorme. Pongo ese ejemplo para España, pero es igualmente válido para Francia o para otros países. Debemos tomar el mercado único como referencia durante las próximas semanas. Segundo punto: los nuevos acuerdos comerciales, que forman parte del nuevo modelo económico. ¿Por qué? Porque debemos diversificar nuestras relaciones económicas. Estados Unidos se está cerrando. Es muy complicado ir a China porque no hay reciprocidad en la inversión de nuestras empresas ni en nuestra capacidad de acceder a la contratación pública en China: el mercado está cerrado. Por tanto, tenemos que diversificar mucho. Habrá un acuerdo dentro de poco con India. En cuanto a Mercosur, se fija como objetivo la firma el 5 de diciembre y su puesta en marcha lo antes posible. Tendremos también a Indonesia, y estamos realizando una revisión de todos los acuerdos económicos con nuestros socios: pienso en el G7, Japón, México —lo hicimos hace dos meses—, Canadá. Incluso para nosotros se trata de readaptar nuestros aranceles y la configuración de nuestros acuerdos al nuevo contexto geopolítico. Tercer punto, que equilibra esas dos reformas catalogadas desde un punto de vista político como más liberales —mercado único y acuerdos económicos—: debemos pensar a continuación en las condiciones de inversión en el mercado único europeo. Lo digo porque estamos reflexionando sobre las condicionalidades que deberíamos exigir, a nivel europeo, a las inversiones extranjeras en Europa. Lo planteo a nivel europeo porque soy muy consciente de que, si no lo hacemos así y lo hacemos a nivel nacional, probablemente el chantaje entre países y la capacidad de movimiento de esas inversiones podrían desplazar capital de un país a otro en función de la reglamentación. Necesitamos, por tanto, un marco europeo fuerte. En la Comisión estamos pensando en establecer condiciones firmes: condicionalidad relativa al uso de toda nuestra cadena de valor como requisito para la inversión, empleo de calidad, transferencia de tecnología también. Si tomo como ejemplo China, lo hizo durante casi veinte años con Europa y con empresas europeas. Soy francés; sé que la energía nuclear civil fue exactamente eso. Hubo una demanda de China de que fuésemos a China, produjésemos en China con la cadena de valor china y transfiriésemos competencias a una empresa en joint venture con otra empresa francesa, que era EDF en aquella época. Y ahora son los chinos quienes venden la tecnología francesa por todo el mundo. Así que creo que podemos dejar atrás cierta ingenuidad que tuvimos sobre el acceso al mercado único, sobre todo en esta época en la que todos imponen nuevas condiciones.
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Se está cerrando su propio mercado doméstico. En relación con ese equilibrio entre apertura y protección, necesitamos también crear demanda interna. Por eso abriré dentro de poco la discusión sobre la contratación pública. La contratación pública es un tema muy importante para Europa: equivale al 15 % del PIB europeo, unos dos billones de euros cada año. Y, claramente, si cambiamos algunos criterios, podremos orientar de manera decisiva ese dinero público hacia determinados sectores. Los criterios que tendremos que elegir en la reforma de la contratación pública europea son, por tanto, clave. Y, por supuesto, los parlamentos nacionales deberán realizar propuestas; tenemos que escuchar también las vuestras sobre este asunto. Si lo resumo: dos propuestas de aceleración —interna y externa— en el mercado único y en la política comercial, y dos propuestas de protección, abandonando la ingenuidad de un mercado totalmente abierto en un momento geopolítico complicado. Ese es, en esencia, el consenso europeo que estamos intentando construir con todos los Estados miembros, incluso entre grupos políticos muy diferentes. Como saben, Europa no es política nacional. Yo mismo estuve en política nacional durante mucho tiempo y conozco la dureza de esos debates; sin embargo, necesitamos con urgencia un acuerdo para poder actuar con rapidez. Estamos, por el momento, en una situación económica algo transitoria. Si no adaptamos muy rápidamente nuestro modelo económico, podríamos afrontar problemas industriales muy graves en poco tiempo. Dejo aquí mi introducción porque la idea era, sobre todo, escuchar a los grupos políticos y a quienes deseen preguntar detalles sobre la hoja de ruta que llevo en la Comisión. Si tuviera que resumir mis dos mensajes, serían el sentido de urgencia que tenemos en Europa —que sé que también comparten los parlamentos nacionales— y la ambición: no basta con ajustes; creo que es el momento de ser más audaces en nuestra visión económica e industrial si queremos sobrevivir en un entorno muy competitivo por parte de nuestros socios. Ahí me quedo, presidente; estoy a su disposición para responder a las preguntas y, sobre todo, para escucharles. Gracias. Muy bien, pues muchísimas gracias al vicepresidente ejecutivo por su introducción. Antes de dar la palabra, permítame un breve comentario de contextualización: está usted en la Comisión Mixta para la Unión Europea, pero, a iniciativa del propio vicepresidente, también asisten miembros de las comisiones de Industria del Congreso y del Senado. Por lo tanto, contará con una visión tanto transversal como sectorial en este debate, además en un contexto en el que en el Congreso se está tramitando una nueva Ley de Industria, como conoce el vicepresidente, que seguramente también formará parte de la discusión.
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…como puede haber esa interacción también desde la perspectiva comunitaria y desde la perspectiva española. Por tanto, si les parece, doy paso a los diferentes grupos parlamentarios, que intervendrán de menor a mayor, como es habitual. Tiene la palabra, por el Grupo Vasco (EAJ-PNV), la señora Sagastizabal Unzetabarrenetxea. Gracias, señor presidente, y muchísimas gracias, señor comisario, por su presencia hoy aquí, por su comparecencia. Ha defendido usted una Europa más fuerte y cohesionada en materia industrial; ha hablado de la necesidad de atraer inversión extranjera con condiciones claras, reforzar la autonomía estratégica, simplificar la burocracia y reorganizar los fondos para mejorar su impacto. En definitiva, ha señalado la urgencia de una estrategia industrial común y, en eso, desde luego, el Partido Nacionalista Vasco está de acuerdo. En Euskadi la industria supone el 24% de la economía. Para nosotros, la reindustrialización no es una opción, sino una necesidad urgente, porque contar con una industria sólida es cuestión de seguridad y de futuro. Es cierto, sin embargo, que Europa ha perdido terreno frente a Estados Unidos y China, que invierten masivamente en nuevas tecnologías y nos marcan el paso, tanto en vehículos eléctricos como en inteligencia artificial o biotecnología. Consumimos lo que otros producen y eso nos hace dependientes; por ello, una política industrial más cohesionada sería bienvenida. Usted ha dicho que Europa necesita inversión, pero con condiciones. ¿Qué criterios propondría para garantizar que esas inversiones refuercen la cadena de valor europea? Ha hablado también de autonomía estratégica: ¿cómo compatibilizar la apertura al comercio global con la protección de sectores estratégicos como el energético, la automoción o las telecomunicaciones? Ha mencionado competitividad, regulación, fondos europeos y el mercado único, que presenta muchas trabas. ¿Podría poner ejemplos de barreras regulatorias que se eliminarían en primer lugar? En relación con los fondos europeos, ¿qué papel tendrán las regiones en su gestión y aplicación, teniendo en cuenta su cercanía a las realidades industriales locales? Estamos viendo que a veces se centralizan demasiados proyectos y no se ajustan a las necesidades de las regiones. Sobre la estrategia industrial europea, ¿qué sectores deberían ser prioritarios en esa hoja de ruta y cómo garantizará que refleje las diferencias estructurales entre economías como la alemana o la española, e incluso las de los países del Este? Y, en cuanto a la contratación pública, ¿qué peso se le puede dar como herramienta para reforzar la industria europea frente a la competencia global? Por último, respecto a los aranceles y medidas comerciales, en relación con el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, ¿cómo asegurará la Comisión que este instrumento refuerce la competitividad de la industria europea frente a importaciones más contaminantes sin convertirse en un freno a la producción nacional ni en un incremento excesivo de costes para los sectores dependientes de materias primas intensivas en carbono? Nada más. Muchas gracias. Muchas gracias, señora Sagastizabal Unzetabarrenetxea. Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Sumar, el señor Martín Gurriza. Gracias, señor presidente, y gracias, señor comisario, por tomarse la molestia de venir a hablar con nosotros hoy aquí. Ha dicho usted, por ejemplo, que las empresas españolas invierten más en Uruguay que en el mercado único. Es un dato que le agradezco, que me ha sorprendido y que me apunto. Permítame alguna aportación adicional en esta dirección, que a nosotros nos preocupa. Lo ha señalado usted y lo ha señalado la Comisión Europea: somos un continente ahorrador, pero gran parte de ese ahorro se deslocaliza del mercado único y se va al exterior; una parte, a Estados Unidos. Déjeme darle otro dato: una de las vías de pérdida de ese ahorro es la alta participación de…
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Fondos americanos en nuestras grandes empresas, las del IBEX, a las que afortunadamente les está yendo muy bien y tienen grandes beneficios; pero esos beneficios van directamente al mercado norteamericano vía pago de dividendos y a estos fondos norteamericanos, que los deslocalizan y no necesariamente los reinvierten aquí: simplemente pagan pensiones a profesores californianos, por ejemplo, que tienen un plan de pensiones que aquí gestiona Blackstone o BlackRock. A este respecto, usted ha hecho una consideración sobre condicionalidades a la inversión —si no he entendido mal, a la inversión extranjera china, o quizá se refería en general—, condicionar a que hagan determinadas cosas aquí. A mí me parece muy correcto en términos de empleo y de transferencia de tecnología; pero quería preguntarle si la Comisión está haciendo alguna reflexión sobre la restricción al movimiento de capitales, porque, efectivamente, somos un continente muy ahorrador, pero, vía estas conexiones de los mercados de capitales, estamos perdiendo gran parte de nuestro potencial. Teniendo en cuenta, además, que las subvenciones que están recibiendo las empresas norteamericanas y chinas no son comparables a las vehiculadas a través de los mecanismos europeos. Es más, el Clean Industrial Deal —que usted conoce muy bien porque es uno de sus grandes promotores— se financia, si no entiendo mal, con una redirección de otros fondos europeos y no tiene una dimensión comparable, por ejemplo, al Inflation Reduction Act de Estados Unidos o a los planes chinos de promoción, es decir, de financiación a empresas del automóvil. En este ámbito, efectivamente, tenemos un grave problema competitivo: los automóviles eléctricos europeos, los alemanes en particular, son mucho mejores que los chinos, pero son también mucho más caros y, poco a poco, estamos perdiendo ese mercado. Quería preguntarle también sobre el sector energético, que es obviamente un elemento clave de la competitividad industrial. Nos preocupa cómo la estrategia de la Comisión Europea, muy prodescarbonización, parece estar empezando a virar. Hemos visto recientemente cómo se ha redefinido el gas y la nuclear como energías, digamos, no tan sucias y, de hecho, la energía nuclear está recibiendo un gran apoyo por parte de la Comisión en términos de considerarla como una fuente que en el futuro podría generar hidrógeno verde, además de la promoción de reactores nucleares pequeños y del aseguramiento de una cadena de suministro que sabemos que es muy problemática, porque el uranio depende de países muy inestables. Permítame presentarle el caso español, que es la antítesis de todo esto y donde sí estamos consiguiendo claramente desacoplar el precio de la electricidad del del gas. Esta era, hasta hace poco, la apuesta de la Comisión Europea, pero vemos con preocupación que está virando hacia otro enfoque. Traslado la inquietud por el esfuerzo colectivo que hemos hecho, no solo nosotros, también otros países europeos que están muy avanzados en lograr una energía cada vez más limpia y barata; este giro lanza una señal diferente a aquella en la que pensábamos que la Comisión estaba posicionada. Dos cosas más y termino, con permiso del presidente, que no me quiero extender. Percibimos también con preocupación que la Comisión Europea, cuando se abordan cuestiones laborales, se centre fundamentalmente en la formación y la cualificación —que nos parecen muy importantes—, pero consideramos igualmente esencial contar con mecanismos de reparto justo de la productividad. Aquí vemos que la iniciativa de la Comisión no es tan insistente ni tan fuerte como en otras áreas. Pensamos que se necesitan mecanismos transparentes, promovidos desde la Comisión, para repartir esa productividad y las pérdidas que se produzcan a lo largo del ciclo entre capital y trabajo. Salarios y dividendos deben adaptarse a lo largo del ciclo económico, pero aquí...
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Necesitamos que la comisión sea mucho más activa en este sentido porque, seguro que lo compartimos, nuestra economía funciona mejor, la de los europeos, cuando funciona para todas y para todos. Y ya termino con eso. Muchas gracias. Gracias, señor Martín. Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Vox, el señor Flores Juberías. Con la venia, señor presidente. Señor comisario, voy a abordar el portafolio de sus competencias desde una perspectiva diametralmente distinta. En una carta abierta dirigida a usted con ocasión de su nombramiento, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, explicitaba las tareas que le iba a encomendar y afirmaba que el éxito de esta nueva Comisión se medirá por nuestra habilidad para hacer frente a los objetivos y desafíos fijados, notablemente como parte del Pacto Verde Europeo. Añadía, además, que a usted, como comisario, le corresponderá asegurarse de que las reglas existentes sean adecuadas para este propósito y centrarse en la reducción de las trabas administrativas y en la simplificación de la legislación, contribuyendo a reducir las obligaciones burocráticas en al menos un 25% y, para las pequeñas y medianas empresas, en al menos un 35%. El problema es que tal vez ambos objetivos —servir al Pacto Verde Europeo y simplificar las trabas administrativas— pudieran ser contradictorios. Así lo señaló hace apenas dos semanas la Comisión de Economía del Parlamento Europeo al aprobar una hoja de ruta promovida por mi partido para facilitar el acceso a la financiación de las pequeñas y medianas empresas y de las compañías en expansión, en la que, por primera vez, una institución europea admitía que el Pacto Verde era un obstáculo para el crecimiento económico y reconocía que la hiperregulación asfixiaba el tejido productivo europeo. Los datos son contundentes. Las empresas europeas gastan cada año más de 150.000 millones de euros en obligaciones normativas, y el 60% de los empresarios considera que los impuestos, en su mayoría derivados del Pacto Verde, se han convertido en una traba insalvable para la inversión. Entre las pymes, más de la mitad —el 55% de los encuestados— señala directamente a la burocracia como su principal dificultad. Muchas pequeñas compañías optan por abandonar la Unión Europea en su fase de expansión y trasladar su actividad a países con marcos regulatorios más favorables, algunos de los que ha citado usted y otros más. Un fenómeno que no solo resta dinamismo al mercado europeo, sino que además agudiza el estancamiento económico que arrastra el continente desde hace más de dos décadas. En sectores como la agricultura o la automoción, ese atraso y ese riesgo se multiplican. En otras palabras, las políticas pactadas entre populares, socialistas y también liberales han impuesto un modelo que frena el crecimiento y castiga a los creadores de empleo. Resulta, por tanto, imprescindible replantear esas políticas. Es imprescindible que la Comisión Europea ponga en marcha una auténtica estrategia de simplificación administrativa, basada en el principio de proporcionalidad, que contemple exenciones específicas para las pymes; que se respete la soberanía de los Estados en materia regulatoria, asegurando que cada nación pueda diseñar marcos legales propios, competitivos y adaptados a sus necesidades, frente a la imposición de un modelo único dictado por la burocracia comunitaria; y que, entre las medidas recogidas en ese marco legal, se incluyan incentivos fiscales para los ciudadanos que quieran invertir sus ahorros, una protección reforzada al pequeño inversor y una estrategia de educación financiera, a fin de movilizar el ahorro privado en beneficio de las familias y del tejido empresarial, generando así un círculo económico virtuoso. En suma, que se promueva un modelo económico basado en la libertad empresarial, la soberanía nacional y el apoyo real a quienes crean riqueza y empleo. Aunque tal vez lo deseable sería atacar directamente las causas del problema y no solo intentar atajar sus consecuencias. Tal vez lo deseable sería abordar la derogación inmediata de las políticas inspiradas en la Agenda 2030 y el Acuerdo de París de 2015, entre las que el Pacto Verde Europeo tiene un protagonismo capital.
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Todos ellos, extraeuropeos, siguen produciendo el 61% de esas emisiones, y a los que, obviamente, los objetivos y las restricciones del Pacto Verde Europeo no les hacen ni siquiera cosquillas. Y, por si eso no bastara, la ejecución de dicho acuerdo requiere, según los datos de la propia Comisión Europea, una ingente inversión anual de al menos 260.000 millones de euros hasta dicho año, que salen del bolsillo de los españoles y del resto de los europeos a través de los impuestos verdes, lo que genera la pérdida de competitividad de nuestro sector primario y de la industria nacional, en un marco internacional claramente favorable para los países extracomunitarios que no padecen el verde yugo de los burócratas bruselenses. Urge un replanteamiento del modo en que queremos abordar la competitividad de nuestro campo y de nuestra industria. Muchas gracias. Muchas gracias al señor Pérez Joverías. Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, el señor Cruz Santana. Muchas gracias, señor presidente. Señor vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, señorías, permítame, en primer lugar, que, en atención y apelando a su condición de miembro del Colegio de Comisarios, me refiera a la interceptación por parte de las autoridades del ejército israelí, anoche, en aguas internacionales, de una misión humanitaria, de un grupo de voluntarios que pretendían paliar el sufrimiento, el dolor y la hambruna que se está padeciendo. Es un ataque injustificado contra el derecho internacional y contra el derecho humanitario. No es ejercer el derecho a la defensa; es, simple y llanamente, un genocidio. Ya fue muy contundente la señora von der Leyen al intervenir en el debate sobre el Estado de la Unión, y lo que les pedimos desde aquí, desde el Grupo Socialista, es que perseveren en la contundencia, aumenten la presión y que, entre todos, seamos capaces de acabar con esta lacra que avergüenza a la humanidad y que, desde luego, como digo, tiene una palabra que la define: genocidio. Dicho esto y entrando en el objeto de la comparecencia, agradecerle, evidentemente y entusiastamente, la explicación que nos hace sobre la hoja de ruta, además de manera muy simplificada, en el sentido de definir claramente —porque yo creo que el análisis está prácticamente compartido por todos los Estados miembros de la Unión Europea; no digo que internamente todos los grupos lo compartan, pero sí los Estados miembros, al menos formalmente—, así como la hoja de ruta que se marcan desde los diferentes departamentos. Por lo tanto, queda trabajo por hacer, pero es cierto que hay algunos obstáculos que frenan las posibilidades de éxito de los encargos que se nos hace. Le he escuchado a usted en alguna ocasión decir que es irrenunciable que Europa sea verde, que Europa sea industrial y que Europa sea competitiva. No renunciemos nunca a eso; esa es la seña de identidad de la Unión Europea. Si Europa es un espacio de libertad, de bienestar y de progreso, se debe a que somos capaces de conjugar las políticas en favor de la ciudadanía con nuestra ambición, nuestras aspiraciones de crecimiento y desarrollo económico. Está claro que la primera medida que adopta el Gobierno de la señora von der Leyen fue la brújula de la competitividad como acción básica y fundamental para implementar y poner en marcha la hoja de ruta política que ha de definir este mandato de la Comisión, estos cinco años de la Comisión. Y tiene tres patas fundamentales: la descarbonización; romper la brecha tecnológica y la brecha digital; y la simplificación y la seguridad. En eso, como digo, coincidimos y estamos de acuerdo. Y está claro que no es posible alcanzar la soberanía de ninguna naturaleza si no tenemos soberanía energética, y eso es una de las cosas que se persiguen a través de las políticas encaminadas a la descarbonización y la apuesta por las renovables. Está claro que no vamos a conseguir la soberanía tecnológica si no desarrollamos la inteligencia artificial, la tecnología cuántica y la robótica; eso es evidente. Si no aprovechamos nuestras posibilidades en la obtención de materias primas críticas, fundamentales para el desarrollo del progreso tecnológico, no vamos a alcanzar nunca los objetivos si no somos capaces de generar un espacio en el que las empresas emergentes, las empresas de alto valor, nazcan y crezcan.
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…empiecen a desarrollarse en territorio europeo, manteniendo la cadena de valor dentro de nuestras fronteras, dentro de Europa. Pero sí es cierto que hay elementos que, a mi juicio, lo condicionan claramente. Uno, al que ya se ha hecho referencia: los tiempos. Simplemente para aprobar una ley, desde que se empieza a trabajar en ella hasta que entra en vigor, pueden pasar más de año y medio. Son tiempos muy complicados para un mundo que avanza a una velocidad de vértigo; es prácticamente imposible seguirlos. Otro elemento son las tramitaciones: hay veintisiete tipos distintos en materia de permisos, acceso a los recursos, puesta en marcha de los procedimientos administrativos y condiciones de desarrollo. Eso afecta no solo a las políticas sectoriales, sino también a la política comercial, tanto interior como exterior. Y, sobre todo, lo que me parece más importante: lo que necesitamos para que esta hoja de ruta sea eficaz es más Europa. Más Europa. En la práctica, tenemos veintisiete políticas industriales. Formalmente existe una política industrial europea con grandes rasgos definidos, pero en la realidad operan veintisiete. Lo mismo ocurre con la fragmentación, absolutamente insostenible, del mercado único. Son líneas de trabajo en las que hay que perseverar y que debemos remover si de verdad aspiramos a avanzar, a desarrollarnos y a ser lo que podemos ser. Porque contamos con todas las condiciones: población, capacidad, conocimiento y los recursos materiales necesarios. Tenemos todo para alcanzar nuestros objetivos. Permítame destacar algunos elementos. En cuanto al Fondo Europeo de Competitividad, me gustaría preguntarle si lo considera suficiente o si no sería conveniente ser más ambiciosos y aumentarlo, además de concretarlo y apostar por sectores como el acero, la automoción, la industria química o la industria básica. Y cuidado: tanto en el Fondo de Competitividad como en el acceso a la financiación y en la superación de trabas y condiciones, tengamos en cuenta a las pymes y a las sociedades de mediana capitalización. Son fundamentales en nuestra economía y a menudo quedan desamparadas, en un limbo que les impide acceder a la financiación. Asimismo, en la contratación pública, es fundamental priorizar criterios europeos para avanzar en competitividad. Y que la unión de mercados de capitales sea real: necesitamos capital para financiar las políticas y, sin embargo, no terminamos de concretarla. Estoy completamente de acuerdo con su propuesta relativa a las condiciones que se imponen a la inversión directa del exterior. Deben ajustarse a nuestros estándares de vida, a las políticas sociales que se desarrollan en Europa y, por supuesto, garantizar transferencia de riqueza, permanencia y, sobre todo, que redunden en beneficio de nuestra propia economía. Y termino con la simplificación legislativa. Ya digo: unos diecinueve meses para poner en marcha una ley. En el ámbito administrativo, reducir cargas y costes; y en el financiero, asegurar un acceso ágil y sencillo a las fuentes de financiación. Muchas gracias. Muchas gracias al señor Cruz Santana. Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Popular, el señor Marí Bosó. Gracias, señor presidente. Muy bienvenido. Muchísimas gracias, señor Ney, por acudir a esta Comisión Mixta para la Unión Europea en el Congreso de los Diputados de España, por sus explicaciones y por haber centrado su intervención en responder al momento geopolítico que vivimos con cuatro grandes reformas, como usted señalaba. Pero ya que le tenemos, permítanos abrir el foco y hablar un poco de ese momento geopolítico, de la actuación de nuestros competidores y también de la introspección de los europeos: del análisis sobre qué debemos hacer para cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China, para cerrar la brecha de crecimiento que diverge respecto de esos países. En ese sentido, el informe Draghi y el informe Letta vienen a ser un punto de inflexión en el declive económico europeo. Y a usted le corresponden, si me permite decirlo, todos los frentes: la industria, la pequeña y mediana empresa, la prosperidad, la financiación y los procesos de descarbonización.
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